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  • g76 8/3 págs. 22-24
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  • Usted puede mejorar su lectura
  • ¡Despertad! 1976
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  • ¿Qué leer y dónde leerlo?
  • Lectura eficaz y movimientos de los ojos
  • Vocalizar... ¿es bueno o malo?
  • ¿Se recomienda un curso de lectura rápida?
  • Cuando lea, piense activamente
  • Mejore su lectura... ¡puede lograrlo!
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¡Despertad! 1976
g76 8/3 págs. 22-24

Usted puede mejorar su lectura

USTED puede visitar los lugares de la Roma antigua. Puede “andar” con los patriarcas de antaño... hombres como Abrahán, Isaac y Jacob. Puede ascender a las elevadas cimas de los montes Himalaya, o pararse ante las estruendosas cataratas del África. Puede observar a un gato montés furtivo, o contemplar las estrellas y los planetas distantes. Sin embargo, al hacerlo, no será necesario que viaje más allá de su sillón favorito. Todo un mundo de aventura, misterio, romance, humor e instrucción puede ser suyo... si usted es un buen lector.

Pero, desafortunadamente, como la tercera parte de los habitantes de la Tierra de más de quince años de edad no saben leer ni escribir. Indudablemente, por esta razón muchos se sienten seriamente limitados. Después de todo, hay mucho que leer... libros, revistas, diarios y letreros callejeros, para nombrar tan solo unas cuantas cosas. Pero aun los que saben leer deberían poder leer con relativa rapidez y con facilidad y buen entendimiento. De otro modo, ¿cómo pueden aprender de sus estudios en la escuela, seguir instrucciones escritas en el trabajo o leer en casa con placer y provecho? Por eso, podríamos preguntar, ¿cómo puede uno mejorar su habilidad para leer?

En realidad el camino a la aventura de leer comienza en casa. Naturalmente, el habla vulgar, la gramática incorrecta, la selección inapropiada de palabras y el habla descuidada no contribuyen al dominio del lenguaje de una persona. Y uno tiene que conocer bien un lenguaje si quiere leerlo hábilmente.

En algunos hogares, se lee muy poco si acaso se lee. Pero, si usted es un padre o una madre que quiere que sus hijos desarrollen un profundo interés en la lectura, quizás quiera reunir a la familia con regularidad y leer en voz alta. La Biblia es el mejor libro para esa lectura oral, porque no solo es rica en lenguaje, sino en contenido narrativo y principios instructivos. Incidentalmente, el primer libro de la Biblia —Génesis— contiene el interesante relato de la creación y también cuenta acerca de la vida y fe de hombres como Abrahán, Isaac y Jacob.

Un artículo reciente en un diario estadounidense, el News—Free Press de Chattanooga, Tennessee, dio consideración a lo que había dicho un superintendente de escuela en Ohio acerca de que “los hijos de los testigos de Jehová . . . son los mejores lectores de la escuela.” Al explicar la razón de esto, el artículo señaló que “los Testigos le atribuyen mucha importancia a la lectura de la Biblia.” Los Testigos creen que su esperanza de vida futura está ligada con la lectura y aplicación de la Palabra de Dios. El escritor recalcó que, con esa motivación, “es muy probable que el niño sea uno de ‘los mejores lectores de la escuela.’”

¿Qué leer y dónde leerlo?

En la actualidad las publicaciones abundan y no es probable que uno pueda o quiera leer todo lo que se publica en su idioma. “El hacer muchos libros no tiene fin,” dice la Biblia, “y el aplicarse mucho a ellos le es fatigoso a la carne.” (Ecl. 12:12) No toda la literatura edificará al lector y refrescará su mente. Tal como el alimento que uno come afecta su condición física, el alimento mental que recibe afectará su modo de pensar. Por lo tanto, escoja con cuidado. Sería bueno preguntar: ¿Es este libro digno de mi tiempo y atención? ¿Me edificará ese artículo moral o espiritualmente? Quizás una sola mirada baste para decirle que, para su propio bien, debería dirigir su atención a otra publicación.

Lo que uno lea a veces depende del lugar en que lo va a leer. Un diario, una novela o algún tema relativamente liviano pudiera leerse al viajar en un tren o avión. En contraste, información de más peso quizás requiera la soledad de una habitación privada o un estudio.

Sin falta, cultive interés en lo que está leyendo. Concéntrese en ello. Por supuesto, si va a hacer eso, quizás no sea aconsejable sentarse en el sillón más cómodo que pueda hallar, con música de fondo sonando suavemente. Después de todo, usted quiere leer, no dormir. El silencio y una silla recta, con el libro o la revista apoyado sobre una mesa, probablemente será mucho mejor. Se informa que el emperador Francisco José tenía dos escritorios en su estudio. Se sentaba ante uno de altura normal, pero cuando estaba demasiado cansado para trabajar sentado, trabajaba de pie ante un escritorio alto. Esto no significa que usted necesita dos escritorios. No obstante, para concentrarse, hay que asumir una postura conducente la lectura, no al sueño.

Lectura eficaz y movimientos de los ojos

Si usted reconoce que debiera mejorar su lectura, entonces hay algunos puntos que pudieran ayudarle. Para empezar, pudiera considerar los movimientos de los ojos. Cuando uno lee, los ojos no se mueven suavemente a través de la página. Más bien, se detienen varias veces para enfocar o fijarse sobre el renglón. Entonces retroceden, para comenzar en el renglón siguiente. Los ojos de un lector lento se detienen muchas veces en cada renglón, viendo quizás una sola palabra, o meramente una sílaba, cada vez. Obviamente, los mensajes enviados a su cerebro están desconectados.

Una persona puede leer más aprisa, con mayor comprensión, y placer, si reduce el número de detenciones o fijaciones visuales por renglón. ¿Por qué no practica un poco? Esfuércese por leer frases o agrupaciones de palabras. Vea si esto no aumenta la velocidad con que lee y la facilidad con que comprende los pensamientos expresados por el escritor.

Los retrocesos también merecen que se les considere. Esto es el mal hábito de volver a leer muchas palabras, en vez de hacer que los ojos de uno continúen moviéndose constantemente hacia adelante. Los retrocesos lo retardan a uno, fatigan los ojos e impiden la comprensión. Si algo se le escapa o no lo entiende, no retroceda. Es mejor (y probablemente no le llevará más tiempo) leer de nuevo el artículo. Si tiene un sentimiento de urgencia, un deseo de aprovechar al máximo su tiempo, eso desanimará los retrocesos.

Vocalizar... ¿es bueno o malo?

Por lo general, uno no querrá retroceder. Pero hay otra cosa que evitar, si está tratando de leer rápidamente. Algunas personas leen para sí lentamente debido a que vocalizan. Quizás susurren o muevan los labios, la lengua, las cuerdas vocales o los músculos de la garganta, realmente pronunciando cada palabra para sí mismas. Otros no hacen estos sonidos audibles o movimientos físicos, pero todavía pronuncian para sí cada palabra, “oyendo” en la mente cada palabra individualmente. Por medio de un persistente esfuerzo y leyendo grupos de palabras, uno puede eliminar la vocalización y así aumentar la rapidez con que lee.

No obstante, la vocalización no siempre está fuera de lugar cuando se lee privadamente. A Josué del Israel antiguo se le ordenó: “Este libro de la ley [de Dios] no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en tono bajo, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente.” (Jos. 1:8) El leer en tono bajo significa decir las palabras para uno mismo en voz baja. Esto graba más indeleblemente sobre la mente el material que se está leyendo, porque uno ve y oye las palabras.

¿Se recomienda un curso de lectura rápida?

A estas alturas, quizás se esté preguntando si debiera estudiar o no un libro acerca de la lectura rápida. Esto es un asunto personal. Sin duda, una publicación sobre ese tema exhortaría a uno a eliminar los retrocesos y la vocalización y a abarcar varias palabras con cada fijación de la vista. También pudiera sugerir que uno no permita que sus ojos descansen en las terminaciones de palabras largas (tales como “—mente” en “fundamentalmente”). Quizás se le diga que palabras como “y,” y “en” apenas existen para lectores hábiles. Tales lectores pasan velozmente, suponiendo ciertas palabras y terminaciones de palabras.

Sin embargo, al leer silenciosamente, no permita que lo domine la idea de velocidad. No siempre es vital ni apropiado. Si uno ha planeado pasar una noche leyendo un buen libro, querrá hacerlo sin prisa. Quizás esté estudiando con el objeto de recordar puntos significantes. Y no debe tratar de leer todo con la velocidad del relámpago. Una novela se pudiera leer rápidamente, pero una extensa comunicación en el trabajo puede requerir concentración y un paso diferente.

Cuando lea, piense activamente

En cualquier caso, recuerde que la lectura no debe ser una actividad pasiva. El autor W. Somerset Maugham, básicamente un lector lento, escribió desacreditando a las personas que “leen con sus ojos y no con su sensibilidad. Es un ejercicio mecánico como el de los tibetanos que hacen girar una rueda de oraciones.”

Al leer, piense activamente. Analice las declaraciones del autor, y vaya quedando de acuerdo o en desacuerdo. Pregúntese: ¿Cuál es el tema del autor? ¿Cómo lo apoya este párrafo? ¿Se espera que haga algo con esta información? ¿Qué debería hacer?

Tome tiempo para pausar y meditar sobre el material que está leyendo. Los cristianos dedicados hacen esto apropiadamente al leer las Sagradas Escrituras. ¿Por qué? Porque desean recordar los relatos de la Biblia. Desean aplicar los principios bíblicos en la vida. Y quieren poder dar respuestas a inquiridores sinceros. Dice un proverbio de inspiración divina: “El corazón del justo medita para responder.”—Pro. 15:28.

Cuando sea posible, visualice lo que esté aconteciendo. Mentalmente vea el terreno, los caminos, la gente. Tome nota de cómo están ataviados los hombres y las mujeres. Oiga las voces de niños felices jugando. Huela el pan que se está cociendo en el horno. Haga vivir las escenas. Entonces su lectura será una aventura, porque podrá ver una ciudad antigua, ascender a una montaña elevada, asombrarse ante las maravillas de la creación o asociarse con hombres de gran fe en Dios. De hecho, ¿por qué no abre su Biblia pronto y comienza a leer el primer libro, Génesis? Allí presenciará las poderosas obras de creación que Jehová Dios ejecutó y podrá andar con los piadosos patriarcas de épocas remotas.

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