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Behemot y Leviatán—maravillas creadasLa Atalaya 1963 | 15 de agosto
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es comparable a lo canoso de las edades avanzadas de los humanos.
La descripción que da Dios del mismo mar en agitación no tiene que limitar sus palabras necesariamente al cocodrilo marítimo, puesto que la palabra hebrea yam puede referirse no solamente a un mar o un cuerpo grande de agua sino a veces a un río grande. Pero el cocodrilo marítimo es el terror de los mares templados, el gigante de la familia y el gran viajero de la familia. Hace vastas excursiones desde una orilla a la otra, y a menudo desde los barcos se ven cocodrilos grandes cuando la tierra está fuera del alcance de la vista. En vista de los movimientos indiferentes del cocodrilo marítimo, no parece estar en peligro alguno de cansarse o finalmente ahogarse. Por otra parte, a veces este monstruo viaja muy tierra adentro como vagabundo fluvial, yaciendo en acecho para devorar algún animal desprevenido.
Debido a su tamaño, armadura y armas ofensivas en ambos extremos, el cocodrilo es rey de los reptiles. ¿La peligrosa cobra? Solo un bocadillo sabroso, un aperitivo para el cocodrilo. No tiene enemigos naturales en el estado salvaje y no conoce ningún terror. Después de esta descripción de leviatán, Job dice a Jehová:
“He venido a saber que tú puedes hacer todas las cosas, y no hay idea alguna que te sea inaccesible. ‘¿Quién es éste que está oscureciendo el consejo sin conocimiento?’ Por eso hablé, pero no entendía cosas demasiado maravillosas para mí, las cuales no conozco.”—Job 42:2, 3.
Job declara que Dios puede hacer todas las cosas; se da cuenta ahora de que cualquier cosa que Dios hace es sabia, amorosa y justa. Repite él la mismísima pregunta que Jehová había hecho al principio de las series de preguntas acerca de maravillas creadas; Job hace esto para admitir la justicia de la reprensión insinuada por ella y para admitir: ‘¡Yo fui el hombre!’
Job había dicho algunas cosas que no debería haber pronunciado; pero ahora él confiesa que había argüido su caso sin entendimiento. “Me retracto,” dijo, “y me arrepiento, sí, en polvo y cenizas.” Así como lo hizo Job, nosotros deberíamos tomar a pecho esta lección. No sea que nos hallemos contendiendo contra Dios, deberíamos pensarlo bien antes que permitir que las apariencias exteriores de nuestras circunstancias nos impulsen a creer o declarar que Dios es directamente responsable por nuestros sufrimientos. ¡Mire a behemot y leviatán! Ellos y otras maravillas creadas deberían impresionarnos con la gran sabiduría y poder de Dios, añadiendo fuerza a las palabras inspiradas: “En cuanto al Todopoderoso, no lo hemos sondeado; es ensalzado en poder, y él no menoscabará la justicia y la abundancia de rectitud. Por lo tanto témanle los hombres.”—Job 42:6; 37:23, 24.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1963 | 15 de agosto
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Preguntas de los lectores
● ¿Por qué dijo La Atalaya del 15 de julio de 1963, en la página 434: “El privilegio de la oración solo es para los que, sobre la base de conocimiento acertado, han hecho una dedicación de ellos mismos para hacer la voluntad de Jehová”?—A. G., Irán.
Existe mucho concepto erróneo entre los que afirman ser cristianos tocante a quiénes pueden orar. De hecho, la mayor parte de ellos piensa que cualquiera puede orar concerniente a cualquier asunto con la perspectiva de ser oído. Pero no es así. (Pro. 15:29; Sant. 4:3) La oración no es un privilegio ilimitado, sino, más bien, un privilegio restringido, exclusivo. Como leemos en Hebreos 11:6: “El que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser el galardonador de los que le buscan encarecidamente.” En otras palabras, para que uno sea oído por Dios no solo tiene que creer que Dios existe, sino que tiene que estar buscándolo
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