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  • ¡Usted puede aplastar el chismear!

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  • ¡Usted puede aplastar el chismear!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
w56 1/1 págs. 22-30

¡Usted puede aplastar el chismear!

“El viento norte produce lluvia, y un rostro airado la lengua calumniadora.”—Pro. 25:23, UTA.

1. ¿Con qué ilustraciones mostró Santiago el poder de la lengua y la inconsistencia de usarla para bendecir y maldecir?

EL DISCÍPULO Santiago reprendió la lengua humana. Mediante ilustraciones notables dió énfasis a lo difícil que es dominar este pequeño miembro del cuerpo. Frenos en las bocas de los caballos pueden hacer volver todo su cuerpo. Pequeños timones pueden hacer que grandes barcos den la vuelta. De la misma manera la pequeña lengua hace jactancias grandes. Tal como una chispita puede incendiar un bosque, así la pequeña lengua puede ser un fuego que encienda todo el cuerpo y lo corrompa. El hombre puede domar a las bestias de la tierra, “pero la lengua, nadie de la humanidad puede domarla.” Pues, “si alguno no tropieza en palabra, éste es un hombre perfecto.” Una fuente no hace brotar lo dulce y lo amargo. Una higuera no produce aceitunas, ni una vid higos. Ni el agua salada produce agua dulce. Sin embargo la misma lengua arroja tanto bendición como maldición. Esto no es propio. Aunque ningún hombre es perfecto y ningún hombre puede dominar perfectamente la lengua, no obstante esto no da permiso para chismear o decir obscenidades. Podemos mantener al mínimo su daño. Podemos impedir que esté llena de ponzoña para envenenar la mente de uno contra otro. Podemos impedir que se convierta en espada que corte o en flecha que traspase, no dejando que vuele asesinamente para destruir mediante el chismear el buen nombre de otros. Si está ocupada con aguas de verdad no puede estar encendida con chismes. Santiago mostró que debe ser tenida bajo algún dominio, diciendo: “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan aconteciendo de esta manera.”—Sant. 3:2-12, NM.

2. ¿Qué puede explicar en parte por qué las personas están más prestas a criticar que a encomiar?

2 Si entendemos por qué chismeamos quizás eso nos ayude a parar antes de comenzar. Es un hecho el que las criaturas humanas están más prestas a criticar que a encomiar. ¿Por qué tendemos a decir lo malo y callarnos acerca de lo bueno? ¿Damos por supuesto lo bueno, aceptándolo como correcto sin comentario? ¿Señalamos con especialidad lo malo porque sentimos irritación o hasta indignación justa acerca de ello? Esto puede ser cierto en algunos casos. ¿Es el asunto de comentar sobre cosas extremadas lo que captura nuestra atención? Comentamos sobre lo bueno si es sobresaliente y sobre lo malo si es extremado. Sin embargo, el chismear más a menudo es mezquino, se concentra en asuntos triviales. De modo que aparentemente hay más envuelto que cosas extremadas que capturen nuestra atención, o pecados suficientemente graves para que en justicia nos indignemos.

3. ¿Qué condiciones naturales del presente puedan explicar la tendencia a chismear, lo que resulta en qué conflicto?

3 El hombre es criatura social, que por naturaleza se junta en comunidades. Al hombre le gusta comunicarse con otros y existe una fuerte tendencia de contar a otros aquello de que acabamos de enterarnos. El saber algo que otro ignora y el soltar este manjar nos hace sentir sabios. Pero ¿por qué son los chismes los bocaditos más sabrosos? Pues, de la “abundancia del corazón habla la boca,” y acerca del corazón del hombre caído leemos: “El corazón es más traidor que toda otra cosa, y desesperadamente enfermo—¿quién puede entenderlo?” “Engañoso es el corazón más que toda otra cosa y peligrosamente descarriado—¿quién puede conocerlo?” Luego se dice que Jehová conoce el corazón, y se hace la oración pidiendo que él lo sane. El hombre caído con el pecado heredado se inclina hacia la maldad, y su corazón, el asiento del móvil y del cariño, es engañoso, descarriador y está enfermo, y del contenido de este órgano débil de la carne caída habla la boca del hombre. La tendencia pecaminosa es hablar pecaminosamente, pero las mentes educadas por la Palabra de Dios se esfuerzan por observar la ley de Jehová. Por eso resulta un conflicto entre la ley de Dios en la mente y la ley del pecado en la carne, con este resultado frecuente: “Lo que deseo, eso no lo practico; sino lo que aborrezco es lo que hago.” Después de haber chismeado nos arrepentimos y nos pesa el no haber callado. Lamentamos la debilidad que tenemos de dejar que entren los chismes por el oído y salgan por la boca. Tenemos que fortalecer nuestra mente en la ley de Jehová y orar para que él sane nuestro corazón para ayudarnos a aplastar la ley del pecado que hay en nuestra carne y vencerla. Los corazones enfermos y descarriadores tienden a ver la enfermedad y el descarrío en otros, y de esa abundancia habla la boca. Muchos periódicos públicos estimulan esta debilidad proclamando crímenes viles en sus encabezamientos y teniendo columnas especiales de chismes.—Mat. 12:34, NM; Jer. 17:9, 10, 14, UTA, Ro; Rom.7:15, NM.

4. ¿Qué motivos pueden impulsar el chismear?

4 Algunas veces el chisme es deliberado y malicioso, ideado para desacreditar a alguna persona entre tanto que ensalza al chismoso. El calumniador quizás esté desacreditando a otro para conseguir su empleo o para quitarle sus amigos o para conseguir su puesto de servicio en la congregación. Quizás esté tratando de despertar animosidad u oposición contra alguna persona porque no la quiere. Frecuentemente es un espíritu de envidia o de celos lo que impulsa el chisme. El chismoso quizás le tenga envidia a la prominencia o reputación o buenas obras de su víctima, ya que al hacer una comparación entre los dos el chismoso no luce con ventaja. ¿Por qué mató Caín a Abel? “Porque sus propias obras eran inicuas, pero las de su hermano eran justas.” Por la misma razón los chismosos tratan de ensalzarse echando abajo a otros. Cualquiera que así trate de ensalzarse ciertamente será humillado, y lo mismo aplica a los que tratan de adelantar las maquinaciones de tales personas por medio de repetir sus calumnias envidiosas. También por causa de provecho propio y para conquistarse el favor de cierta persona el maquinador pudiera chismear acerca de alguien que él sabe que a esta persona no le agrada. Esto puede convertirse en adulación, contrastando favorablemente al que escucha con aquel que está siendo calumniado. De tales individuos es verdad: “Su boca habla cosas hinchadas, entre tanto que están admirando personalidades en el interés de su propio provecho.” Los cristianos copian a Pablo, que dijo: “En ninguna ocasión nos hemos presentado ya sea con habla aduladora, (como ustedes lo saben) ni con falsa apariencia para la codicia, ¡Dios es testigo!” Jehová aborrece “el corazón que maquina tretas inicuas.”—1 Juan 3:12; Judas 16; 1 Tes. 2:5, NM; Pro. 6:18.

5. ¿Cómo puede usarse el chismear para desviar la atención de uno mismo?

5 Una persona puede chismear para desviar la atención de sí misma. Si ella puede dirigir los rayos de la crítica sobre otro, entonces no estarán sobre ella. Por eso quizás trate de cubrir su propia suciedad por medio de arrojar lodo sobre otros. O, el chismoso tal vez critique a otros acerca de pecados que él comete. Él desea compañerismo, porque así la desaprobación no puede concentrarse en él, sino que se extiende sobre un grupo. Si se le acusa él puede señalar a otros diciendo que ellos hacen la misma cosa, pensando que así se podrá justificar o excusar. Y entre paréntesis, los chismosos a menudo son los primeros en acusar a otros acerca de chismear. Sabiendo que son culpables, ellos juzgan a otros por lo que ellos son, pero con mucha más severidad. Otro es quien siempre comienza las cosas. De modo que resulta como dice la Biblia: “Por lo tanto, eres inexcusable, ¡oh hombre!, no importa quién seas, si juzgas; porque en la cosa en que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, puesto que tú que juzgas practicas las mismas cosas.”—Rom. 2:1, NM.

6. ¿Cómo se exaltan sutilmente algunos, y con qué resultado?

6 Muchas veces las personas que chismean acerca de otros lo hacen para ensalzarse. Quizás no se den cuenta de ello, pero esto es un móvil sutil que impulsa a los chismes. En realidad el criticar a otros resulta en ensalzarse uno mismo. Puesto que usted desaprueba dicha falta usted no sería culpable de tal cosa—eso es lo que se deduce. Esta clase de chisme puede ser una forma de halagarse uno mismo. Usted acusa a otro de ser culpable y como resultado usted se siente superior. Siente cierta satisfacción por ello. Tal actitud es semejante a la del fariseo que en su oración a Dios chismeó acerca de otros y dió gracias porque él no era como ellos, no “como los demás hombres, concusionarios, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos.” Pero el recaudador de impuestos cuando oraba “de continuo se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Oh Dios, sé bondadoso conmigo un pecador.’” Él no se sentía presumidamente superior a otros, sino que humildemente lamentaba su propia indignidad. Entonces se declaró la regla divina: “Todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.” El ensalzarse sutilmente por medio del chismear resultará en humillación. Para ser ensalzado por Jehová, considere humildemente sus propias faltas, no las de otros.—Luc. 18:9-14, NM.

7. ¿Qué otros factores pueden contribuir al chismear, y sin embargo cuando se arranca todo disfraz cómo se ve que es el chismear?

7 Varios otros factores también pudieran contribuir al chismear. Si uno se siente demasiado frustrado para hacer ciertas cosas, si no puede hacerlas debido a alguna razón, quizás trate de compensar esta falta criticando a los que las hacen, haciendo que dicho comportamiento parezca incorrecto. Uno quizás se sienta inseguro; por eso para asegurarse busca falta en otros. Si uno es fuerte en cierta cosa quizás critique mucho a otros que son débiles en ese sentido, careciendo de misericordia, y pensando con egolatría que él es el modelo a cuya altura otros deben elevarse. Por medio de criticar esta debilidad en otros él sutilmente llama la atención a su propia superioridad en este respecto. En muchos casos las personas chismean sólo para recibir atención, para conseguir un oído que oiga. Les halaga saber algo que otros desean oír, eso los hace sentirse sabios. En realidad éstas son personas simples, demasiado simples o demasiado flojas para meditar profundamente y conseguir atención por medio de hablar con inteligencia. Es fácil chismear, criticar, desacreditar y exagerar, por eso hacen esto para regalar los oídos de los que están ansiosos de escuchar un cuento sabroso. El chismoso suma dos y dos y saca un total de cinco, y con la repetición eso crece a seis o siete. Sin duda hay muchas razones y combinaciones de razones por las cuales la gente chismea, pero cuando se le arranca todo disfraz y vemos cómo el chisme verdaderamente es—despiadado, injusto, perjudicial, odioso, mezquino, calumniador, malicioso, asesino—entendemos por qué lo detesta Jehová y por qué los cristianos deben evitarlo.

¡NO DEJE SALIR NI ENTRAR LOS CHISMES!

8. ¿Qué hace que el chismear sea cobarde, y qué pensamiento ayudará a refrenar la lengua?

8 El conocer lo que es el chisme nos ayuda a impedir que salga de nuestra boca. Es habla cobarde y la mayor parte de ella es habla mentirosa. ¿A quién le gusta un cobarde y un mentiroso? Ciertamente no a Jehová. Su Palabra dice: “En cuanto a los cobardes . . . y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda.” El decir a espaldas lo que uno teme decir cara a cara es un acto cobarde. No debemos disparar a otros con palabras por la espalda. ¿Se opone usted a que el acusado oiga la acusación? ¿No desea usted darle oportunidad de defenderse, de contar el asunto desde su punto de vista, de aclarar las cosas, de poner fin a un rumor o de refutar una falsedad? ¿Cómo podrá él hacerlo si usted rehusa enfrentarse a él? ¿Se está portando usted de un modo imparcial y honrado con su hermano? Antes de hablar de una persona, pregúntese: ¿Estoy dispuesto a decirle esto a la cara? Si se trata de un chisme la respuesta probablemente será No, pero si usted es un chismoso probablemente lo dirá de todos modos. Usted quizás haga que el que le escuche jure guardar silencio. Empero un proverbio recalca cómo vuelve el chisme al calumniado: “Ni siquiera en tu pensamiento maldigas al rey, ni en tu cámara de dormir maldigas al rico; porque algún pájaro del cielo llevará la voz, y alguna avecilla divulgará la noticia.” Y ¿puede usted quejarse con razón? Usted mismo no pudo guardar silencio. Entonces, ¿por qué esperar que otra persona lo haga? ¿Por qué esperar más de otro que de usted mismo? El quedarse callado fué demasiado esfuerzo para usted. ¿Por qué esperar que otro resista lo que usted no pudo resistir? Además, a la persona con quien usted habló quizás le simpatice la persona a quien usted calumnió y tal vez él querrá darle oportunidad de defenderse. Eso es muy justo. Por eso cuando empiece a chismear, piense usted en cómo se sentirá usted cuando su víctima oiga el chisme, probablemente en forma exagerada. Que este pensamiento le ayude a refrenar la lengua.—Apo. 21:8, NM; Ecl. 10:20.

9. ¿Qué mejor razón existe para dejar de chismear, y de qué varias maneras podemos tratar de romper el hábito?

9 Sin embargo, nuestro motivo para cerrar nuestros labios contra el chismear debe ser mejor que el temer las repercusiones cuando nuestra víctima nos atrape en ello. El chismear agrada a Satanás, pero desagrada a Jehová. ¿A quién agradaremos? ¿A quién de los dos serviremos? Usted sirve al que obedece. La voluntad de Satanás es que usted chismee. La voluntad de Jehová es que usted aplaste el chismear. El chismear se convierte en hábito. Mientras más se practica, más arraigado se hace el hábito. Se requiere esfuerzo consciente para romper el hábito, esfuerzo constante, determinado y tenaz. Usted no puede consentirse. No trate de cesar poco a poco. ¡Pare ahora mismo! ¡Libre una lucha incesante! Cada vez que usted resiste el impulso el hábito pierde terreno, usted debilita el dominio de éste sobre usted; pero cada vez que usted sucumbe a él fortalece su dominio sobre usted. Combátalo hasta matarlo, sin volverse atrás, sin ceder, sin retirarse. Luche contra él en su fuente, destruya sus raíces, que están en la mente y el corazón. Haga más que sólo despedir los chismes de su mente; substitúyalos con pensamientos buenos. Jesús mostró que cuando se echaba de un hombre un espíritu inmundo éste regresaría con otros siete si el hombre no se llenaba con el espíritu de Jehová. (Mat. 12:43-45) Por eso eche fuera el chismear perverso por medio de pensamientos buenos. Ore por la ayuda de Jehová: “¡Pon, oh Jehová, una guarda a mi boca! ¡vigila la puerta de mis labios!” Los chismosos siempre buscan lo malo en la gente. Forme el hábito de buscar lo bueno en ella. En vez de fijarse en la gente mala “vigilen a los que andan de la manera que va de acuerdo con el ejemplo que ustedes tienen en nosotros,” dice Pablo.—Sal. 141:3; Fili. 3:17, NM.

10. ¿Qué pensamientos nos ayudarán a abstenernos de los chismes aun cuando lleguemos a ser blanco de ellos?

10 Pero ¿qué hay si alguno chismea acerca de nosotros? ¿No podemos luchar en defensa propia? Con la verdad, sí, pero no con chismes. ¿Por qué dejar que otros nos provoquen de manera que pequemos, como sucedió con Moisés en una ocasión: “Porque exasperaron su espíritu, de modo que habló inconsideradamente con sus labios”? ¿Por qué dejar que el chismoso haga un chismoso de usted transformando a usted a la imagen perversa de él al conseguir que usted chismee de él para vengarse de él? Pruebe que usted es más fuerte que este alfeñique, “no devolviendo mal con mal ni injuria con injuria.” “No devuelvan mal por mal a nadie.” Rehuse apilar más combustible sobre los fuegos del chismear y en vez de acalorarse por el habla inflamatoria permanezca usted sereno y tranquilo de espíritu: “El que es impaciente de espíritu ensalza la necedad.” David comprendió el peligro de las respuestas acaloradas: “Yo dije: Cuidaré de mis caminos, para no pecar con mi lengua: guardaré mi boca con una mordaza, en tanto que el inicuo esté delante de mí. Enmudecí con profundo silencio; me callé aun acerca de lo bueno; y mi dolor se encrudeció. Enardecióse mi corazón dentro de mí: en mi meditación se encendió fuego; hablé entonces con mi lengua.” Al ir pensando hervía por dentro, pero cuando habló no fué con calumnias ardientes para los opositores, sino en petición devota a Jehová.—Sal. 106:33; 1 Ped. 3:9; Rom. 12:17, NM; Pro. 14:29; Sal. 39:1-3.

11. ¿Por qué es incorrecto prestar oídos a los chismes?

11 Cuando usted chismea no ayuda a nadie y lastima por lo menos a tres personas: a la persona de quien habla, a la persona con quien habla, y a usted mismo. Lo mismo es cierto cuando usted presta oído a un chisme. Lastima a las mismas tres personas. ¿Conoce usted cómo usted puede aplastar completamente el chisme? Rehuse escucharlo. El chismoso desea los oídos de usted. No le preste usted sus oídos. Él sólo los llenará de lodo. Y quizás usted se sienta tentado a esparcir el lodo a otros oídos. Ayúdelo y protéjase usted mismo rehusando escuchar. Cuando usted presta oídos a los chismes no es un observador inocente. Usted debe ponerle fin al chisme, a su salida y a su entrada. Si usted lo cuenta, su lengua está pecando; si usted lo escucha, sus oídos están pecando. Si usted presta oído al chismear y lo cree en realidad usted está juzgando un asunto antes de oírlo, pues hasta que usted oiga ambos lados del asunto usted no lo habrá oído todo. Por consiguiente, de acuerdo con la Biblia, usted es injusto y está cometiendo insensatez: “Al que responde antes de oír, le es una insensatez y un baldón.” Por eso no dé oídos al chismear. Deténgase y considere: Si un chismoso lo estuviera calumniando a usted, ¿no le gustaría a usted que el que lo estuviera oyendo lo detuviera? Por eso haga usted lo que le gustaría que le hicieran, como Jesús dijo: “Todas las cosas, por lo tanto, que quieren que los hombres les hagan, también de igual manera deben hacérselas a ellos.”—Pro.18:13; Mat. 7:12, NM.

12. ¿Qué debemos recordar acerca de los chismosos, y cómo podemos tratar de ayudarlos?

12 Siempre recuerde usted esto: El chismoso no es un amigo verdadero. Si él le cuenta a usted un chisme él contará un chisme acerca de usted. Por medio de chismear él quizás haga que usted chismee, sacándole información y “al salir fuera, la divulga.” Esto es hipocresía disimulada. Pero el chismoso no tiene que tener dos cabezas para ser de dos caras. Él chismea con cualquiera que esté, porque con él el chismear es un hábito arraigado que lo domina. Si al rehusar usted escucharlo puede detenerle la lengua que él no puede detener, usted le ayuda, y quizás él lo aprecie más tarde: “El que reprende a un hombre, hallará después más favor que aquel que le engaña con palabras lisonjeras.” Pero sea que lo aprecie más tarde o no, usted como seguidor de Jehová tiene que mostrar su desaprobación y hacerle frente a su chisme con ceño fruncido: “El viento norte produce lluvia, y un rostro airado la lengua calumniadora.” Si él no se reforma y substituye sus palabras insensatas con las palabras de la sabiduría y el conocimiento, proceda como dice la Biblia: “Apártate de la presencia del hombre insensato; pues que nunca advertiste en él los labios del saber.” Sólo los que son semejantes a él lo escucharán: “El malhechor atiende a los labios inicuos, y el embustero presta oídos a la lengua maligna.” Para nuestra propia protección tenemos que dejar de asociarnos con el chismoso crónico: “No sean engañados. Las malas asociaciones corrompen las costumbres provechosas.”—Sal. 41:6; Pro. 28:23; 25:23, UTA; 14:7; 17:4; 1 Cor.15:33, NM.

EL AMOR ARRUINA AL CHISMEAR

13. ¿Cómo arruina el amor al chismear?

13 El chismear se alimenta y crece de las debilidades y las faltas, pero el amor le roba de su sustento al esconder estas faltas: “El amor cubre una multitud de pecados.” El amor deja al chisme sin material y lo elimina de nuestras discusiones, y por consiguiente se insta a los cristianos a ejercer el amor con su poder para cubrir las faltas: “Ante todas las cosas, tengan amor intenso los unos para los otros.” Usted se ama. Dicho amor manifiesta inventiva para hallar excusas por sus errores o circunstancias atenuantes para cubrir sus errores. Dicho amor lo predispone a usted a favor suyo y como resultado es difícil que usted vea sus propias faltas. Bueno, ‘usted debe amar a su prójimo como a usted mismo.’ Por eso que el mismo amor que cubre las faltas de usted obre para cubrir las faltas de sus hermanos. Que lo haga a usted tan entendido, tan misericordioso y tan listo para perdonar en lo que concierne a él como lo hace a usted para con usted mismo. Jehová “conoce nuestra hechura, tiene presente que somos polvo.” ¿No se alegra usted de que él recuerde eso y no espere demasiado? Entonces recuerde usted que también su hermano está hecho de polvo y no espere demasiado. Usted tiene que perdonar para ser perdonado. Según la oración modelo de Jesús, usted pide a Jehová que le perdone así como usted perdona a otros. Si usted no perdona, de hecho no está usted pidiendo perdón. Cuando perdone faltas olvídelas. Si usted más tarde mienta las faltas que ha perdonado y chismea acerca de ellas su perdón provino de labios engañosos, no de un corazón sincero. A usted le falta el amor que cubre una multitud de pecados.—1 Ped. 4:8; Mat. 19:19, NM; Sal. 103:14.

14. ¿Qué buena amonestación da Proverbios 16:2, y qué aplastará al chismear si éste llena nuestro corazón?

14 Proverbios 16:2 declara: “Todos los caminos del hombre son limpios en sus mismos ojos; mas Jehová pesa los espíritus.” Las balanzas de Jehová son fieles, no ladeadas por favoritismo, parcialidad o prejuicio, y en ellas él pesa el espíritu, la disposición, los impulsos que motivan el pensamiento, habla o acción del hombre. El amor que el hombre se tiene a sí mismo lo hace parcial para sí y sus caminos le parecen limpios a él, pero las balanzas imparciales de Jehová prueban la pureza de los motivos que se hallan detrás de su pensamiento, palabra o hecho. Por eso tenga cuidado, y no esté demasiado seguro de que usted está limpio entre tanto que considera a otros como sucios. Cuando Jehová lee sus balanzas su ojo es imparcialmente misericordioso para todos. Trate usted de ser imparcialmente misericordioso cuando se ve y ve a otros, no parcial para con usted y exigente para con los demás. “El amor cubre toda suerte de ofensas.” Jehová en su amor suministra el rescate de Cristo para cubrir todas las faltas de las personas obedientes. Nosotros debemos cultivar la clase de amor que clementemente cubra las faltas que cometen nuestros hermanos contra nosotros. Aquí está una descripción de esa clase de amor: “El amor es sufrido y servicial. El amor no es celoso, no se jacta, no se hincha, no se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se irrita. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Soporta todas las cosas, cree todas las cosas, tiene esperanza en todas las cosas, aguanta todas las cosas.” Si hablamos desde el fondo de corazones llenos de esta clase de amor ¡jamás chismearemos!—Pro. 10:12; 1 Cor. 13:4-7, NM.

15. ¿Qué deuda tendremos siempre, y qué error debemos evitar?

15 Reconozcámoslo de una vez por todas. Nunca saldaremos nuestra cuenta, no importa cuánto tiempo vivamos, aunque sea eternamente. Siempre deberemos algo. ¿Qué cosa es? Romanos 13:8 (NM) contesta: “No le deban a nadie ni una sola cosa, sólo el amarse los unos a los otros.” Siempre deberemos el amarnos los unos a los otros. Debemos comenzar a hacer pagos por esa deuda ahora mismo y jamás dejar de pagar. Un modo de comenzar es ponerle coto a todo chisme. Y si usted piensa que su habla acerca de alguien es limpia, recuerde que Jehová pesa su espíritu y si hay alguna corrupción en su habla se manifestará en Sus balanzas. Y reflexione sobre esto antes de soltar la lengua en cuanto a alguien. Recuerde que en la ilustración que Jesús hizo de las ovejas y las cabras, las cabras se sorprendieron cuando se les mencionó su indiferencia y descuido concernientes a Cristo; luego se les informó que lo que habían hecho o no habían hecho a los hermanos de Cristo se consideraba como hecho a él. Ahora bien, ¿chismearía usted acerca de Cristo, lo criticaría, contaría embustes contra él? Si usted no le haría esto a él, no lo haga a sus hermanos. No cometa el error de las cabras. La manera en que trata usted a sus hermanos es la manera en que usted trata a Cristo. En realidad, la Biblia dice que si usted dice que ama a Jehová pero está odiando a su hermano usted es mentiroso, “porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto.” Por eso empiece ahora y jamás deje de pagar la deuda de amor que usted debe a sus hermanos.—1 Juan 4:20, NM.

¡RESPETE LA MENTE QUE DIOS LE DIÓ!

16, 17. ¿Qué ilustraciones muestran la insensatez de usar la mente para chismear, y qué cita muestra las maravillas de la mente?

16 Si usted tuviera el mejor automóvil del mundo, hecho con la mano de obra mecánica más afanosa, y con una carrocería nueva, brillante, hermosa y moderna, ¿lo usaría usted para arrastrar un arado o para transportar estiércol? Si usted tuviera una hermosa casa de diseño moderno, con grandes ventanas con cortinas atractivas, artísticamente decorada, amueblada con gusto, con enseres lujosos para todos los cuartos y con brillantes pisos de madera dura en algunos cuartos y gruesas alfombras de pared a pared en otros, ¿permitiría usted que una piara de puercos entrara y saliera libremente en esa casa? Usted jamás estropearía así dicho automóvil fino y dicha casa hermosa, ¿no es verdad? Fueron hechos para un uso superior y merecen mucho mejor trato.

17 Igualmente sucede con la mente humana. Merece un uso mucho más elevado que el de ser llenada de chismes, henchida de calumnia, atestada de suciedad y obligada a usar la lengua como instrumento diseminador de esta suciedad a otros. El cerebro es un regalo maravilloso que nos ha dado Jehová, tan complicado e intrincado que los hombres más sabios ni siquiera pueden comenzar a entender plenamente las maneras en que funciona. Un investigador ha dicho que la mente es capaz de retener cincuenta veces la cantidad de información que se halla contenida en la Biblioteca del Congreso de los EE. UU. Un artículo publicado en The Reader’s Digest de julio de 1954 declara: “Para conseguir una idea tenue de lo que sucede continuamente en el cerebro y la medula espinal, piense en 1,000 cuadros conmutadores telefónicos, cada uno lo suficientemente grande para atender una ciudad como Nueva York, funcionando a toda velocidad, recibiendo y transmitiendo solicitudes, preguntas, pedidos. . . . Por medio de la habilidad increíble que tiene de conectar miles de circuitos reverberantes en una fracción de segundo—cada uno representando un recuerdo o una idea—el cerebro puede juntar en un solo gran circuito los datos necesarios para pensar y hacer decisiones. Muchos científicos creen que estos circuitos graban y conservan toda experiencia de nuestra vida, incluyendo millones que nosotros creemos haber olvidado completamente. Los psiquiatras han descubierto que cuando un paciente hace el esfuerzo día tras día puede recordar incidentes enterrados de su niñez, aunque invariablemente principia diciendo: ‘No recuerdo nada.’” El artículo llega a la conclusión de que aun el hombre más brillante no “usa en toda su vida más que una porción minúscula de la capacidad de su cerebro.”

18. ¿Somos “vasos rajados,” como algunos han dicho?

18 Note la opinión de que ‘se graba y conserva toda experiencia de nuestra vida.’ ¿Cómo armoniza esto con la aserción de algunos de que somos “vasos rajados,” aserción que basan en un texto de la Biblia? Según la Versión Moderna, Hebreos 2:1, dice: “Por lo cual debemos dar más solícita atención a las cosas que hemos oído, no sea que acaso, como vasos rajados, las dejemos escurrir.” La Traducción del Nuevo Mundo claramente presenta el pensamiento correcto: “Por eso es necesario que pongamos más que la acostumbrada atención a las cosas que nosotros escuchamos, para que nunca nos deslicemos.” No son las verdades que oímos las que se escurren como si fuéramos vasos rajados, sino que somos nosotros mismos los que estamos en peligro de resbalar o deslizarnos si no prestamos atención concienzuda, extraordinaria, a lo que aprendemos. De modo que nuestras mentes no son vasos rajados y los puntos que se aprenden se graban y se retienen, pero la información puede quedar enterrada y perdida para nosotros en lo que toca a recordarla para usarla si no hemos puesto “más que la acostumbrada atención” a ella al aprenderla. Será difícil desentrañarla y requerirá estrenuo esfuerzo mental por medio de indagar diligentemente en la memoria. El no poder desentrañarla no es prueba de que no se encuentre allí. Las maravillas de la mente subrayan fuertemente las agradecidas palabras de David: “Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido formado.”—Sal. 139:14.

19. ¿Con qué debemos llenar nuestra mente?

19 ¿Da usted gracias a Jehová por su mente hecha asombrosa y maravillosamente? ¿Cómo lo hace usted? ¿Mediante el llenarla con chismes y usándola para esparcirlos? ¿Son ésas las gracias que él recibe de usted? Si tal es el caso con usted, es hora de que abandone sus caminos de chismear y sus pensamientos calumniosos y muestre que usted respeta y aprecia la mente que Dios le dió llenándola de caminos buenos y pensamientos elevados, de caminos divinos y pensamientos de Jehová: “¡Deje el malo su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, y a nuestro Dios, porque es grande en perdonar! Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos, dice Jehová. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos que vuestros pensamientos.” Sus caminos y pensamientos se expresan en la Biblia y por medio de ella él nos habla. Y ¿de qué habla? ¿De con quién salió Mateo anoche? ¿O del chisme más reciente acerca de Priscila? ¡Difícilmente! Él no degrada nuestra mente ni complace las tendencias pecaminosas de la carne caída; más bien él trata de edificar y fortalecer en la justicia. Su Palabra revela el alto nivel que nuestro pensar debe tener: “Cuantas cosas sean verdaderas [no rumores o calumnias], cuantas sean de importancia [no triviales o mezquinas], cuantas sean justas [no injustas o inicuas], cuantas sean puras [no sospechas perversas o la suciedad del chisme], cuantas sean amables [no despreciativas y odiosas], cuantas sean de buena reputación [no derogatorias o mal dichas], cualquier virtud [no maldad] que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza [no condenada], sigan considerando estas cosas.”—Isa. 55:7-9; Fili. 4:8, NM.

20. ¿Qué resumen concluyente de este estudio se hace aquí?

20 De modo que recuerde que el chismear principió con Satanás. Guárdese de ello. Perjudica. Jehová lo prohibe. Discierna los motivos malos que lo impulsan. No permita que ello ensucie su lengua ni su oído. No deje que el chismear haga de usted su esclavo simplemente porque alguien lo hizo a usted víctima del chismear. Permanezca verdaderamente amigable y amoroso, recordando que un chismoso no es ni una cosa ni la otra. Y trate correctamente a su mente asombrosa y maravillosamente hecha. Llénela de lo bueno. La leche y la carne de la Palabra de Jehová alimentan y fortalecen la mente humana. Ensanche y profundice su mente hasta que logre la madurez que aprecia el alimento rico. La mente que chismea es la mente poco profunda, y el cerebro vacío y la lengua chacharera andan juntos. Es mejor tener más en la mente y menos en la lengua que tener una mente vacía y una lengua llena. Ciertamente que nosotros no ignoramos los males del chismear, las maneras de combatirlo, y cómo usar nuestra lengua correctamente. El discípulo Santiago dijo: “Si uno sabe hacer lo que es recto y sin embargo no lo hace, es para él un pecado.” (Sant. 4:17, NM) Con la ley de Jehová en nuestra mente podemos luchar inteligentemente contra este pecado de nuestra carne. ¡Tenemos que aplastar el chismear en nuestra vida antes de que el chismear haga que Dios aplaste la vida de nosotros!

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