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  • ¿Cómo ve usted a los ancianos?

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  • ¿Cómo ve usted a los ancianos?
  • ¡Despertad! 1979
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¡Despertad! 1979
g79 8/11 págs. 7-12

¿Cómo ve usted a los ancianos?

NUESTRA era moderna ha visto muchos cambios rápidos. Entre éstos está la manera en que la gente ve a los ancianos. En un tiempo el respeto a los ancianos era algo casi universal. Pero ese no es el caso hoy día. En muchos países se está desarrollando una actitud muy desfavorable. A este respecto, un profesor universitario de edad avanzada declaró:

“En los Estados Unidos la vejez es una enfermedad. La persona de edad avanzada se convierte en un leproso, que hay que recluir en un asilo, o, si es afortunada, y rica, en una costosa colonia para ancianos, segregándola del resto de la humanidad.”

Un estudio de niños de edad escolar efectuado por el Centro sobre la Vejez de la Universidad de Maryland halló que por lo general los jovencitos consideran a las personas de edad avanzada como “enfermas, tristes, cansadas, sucias y feas.” Es una tragedia de esta era el que las personas de edad avanzada reciban cada vez menos respeto de los más jóvenes. Aun más trágico es el hecho de que muchos hijos no consideran como una obligación el cuidar de sus padres envejecidos.

Sin embargo, esta actitud no es inesperada, al menos por parte de las personas que están al tanto de los sucesos de nuestro día a la luz de la profecía bíblica. Ésta predijo que en nuestro día, estos “últimos días” del presente sistema inicuo de cosas, muchos serían “amadores de sí mismos, . . . desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural.”—2 Tim. 3:2-5.

Cómo Dios ve a las personas de edad avanzada

Es de sumo interés e importancia considerar el modo en que Dios ve a los ancianos.

Cuando el pueblo del antiguo Israel estaba en una relación de pacto con Dios, recibió el siguiente mandato: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrarle consideración a la persona de un anciano, y tienes que estar en temor de tu Dios.” (Lev. 19:32) Así, el respeto a las personas de edad avanzada era un deber sagrado, relacionado con el estar en sujeción a Dios. De igual manera, el apóstol Pablo dijo: “No critiques severamente a un hombre de más edad [aun cuando esté equivocado]. Por lo contrario, ínstale como a padre, . . . a las mujeres de más edad como a madres.”—1 Tim. 5:1, 2.

El mostrar debido respeto a los padres se incluyó entre los diez mandamientos, el quinto, el cual declaró: “Honra a tu padre y a tu madre para que resulten largos tus días sobre el suelo que Jehová tu Dios te está dando.” (Éxo. 20:12) Note, también, los siguientes versículos bíblicos que manifiestan la manera de pensar de Dios con respecto a la relación de los hijos con sus padres:

“Escucha a tu padre que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido.”—Pro. 23:22.

“El que está maltratando a un padre y que ahuyenta a una madre es un hijo que está actuando vergonzosa y afrentosamente.”—Pro. 19:26.

“El ojo que le hace escarnio al padre y que desprecia la obediencia a la madre... los cuervos del valle de torrente lo sacarán y los hijos del águila se lo comerán.”—Pro. 30:17.

“Y el que hiera a su padre y a su madre ha de ser muerto sin falta. Y el que invoque el mal sobre su padre y su madre ha de ser muerto sin falta.”—Éxo. 21:15, 17.

Hoy día no estamos bajo la ley mosaica con esas sanciones. (Rom. 6:14; Col. 2:13, 14) Sin embargo, de seguro nos enseñan cuán importante es este asunto para Dios.

Respeto en otras culturas

Hasta entre muchas naciones de la antigüedad que no se regían por las leyes de Dios, se les daba el debido respeto a los ancianos. A los jóvenes del Egipto de la antigüedad se les enseñaba a levantarse ante sus ancianos como muestra de honra, y a darles el primer lugar. A los jóvenes de la antigua Grecia se les enseñaba a permanecer en silencio respetuoso ante las personas de más edad.

Hoy día en algunas partes del mundo a las personas de edad avanzada todavía se les estima altamente. En una zona de la Unión Soviética donde muchas personas pasan de los 100 años de edad, se dice que un factor que contribuye a la longevidad de ellas es el respeto que se les muestra. Se les hace sentir útiles y deseadas, y así mantienen un lugar digno en la sociedad.

Antiguamente en la historia de los Estados Unidos, a las personas de más edad por lo general se les respetaba y obedecía. Los padres cuidaban de sus hijos y, cuando los hijos crecían, se entendía que ellos cuidarían de sus padres.

Concerniente a las actitudes de hoy en día para con los ancianos en una ciudad, el Daily News de Nueva York hizo la siguiente declaración:

“Es curioso el hecho de que en esta etapa de la vida [ser anciano] es una ventaja ser negro o hispano en Nueva York. Los negros y los hispanos cuidan de sus ancianos.

“Por lo general los blancos no lo hacen, y son responsables de muchas de las 300.000 personas de más de 65 años de edad que se calcula que viven solas en apartamentos de renta controlada, u hoteles y casas de alojamiento decrépitos.”

Ciertamente los ancianos necesitan sentirse deseados, amados. Si no es así, quizás dejen de vivir. El Dr. Amos Johnson, de la Academia Norteamericana de Médicos de Familia, dijo:

“He visto personas de edad avanzada en una condición de salud razonable que, cuando se les interna en el ambiente aislado de los establecimientos para el cuidado de ancianos, pierden totalmente el interés en la vida.

“Rehúsan comunicarse, rehúsan comer, quedan totalmente postrados en cama, se debilitan y mueren. Este es un proceso de enfermedad llamado ‘aislamiento’ y debería designarse de ese modo en el certificado de defunción.”

Tesoro escondido

Los jóvenes que se interesan en las personas de edad avanzada a menudo hallan que es una experiencia enriquecedora. Un hombre de edad madura comentó que algunos de los momentos más interesantes, provechosos, “dorados” de su vida fueron los que pasó en compañía de personas de edad avanzada.

¿A qué se debe esto? Las personas de edad avanzada han vivido más tiempo, y por lo general han experimentado muchas más cosas en la vida. Sus opiniones y remembranzas pueden ser muy valiosas. Y esto es de beneficio especial cuando la persona de edad avanzada ha vivido en armonía con las leyes y los principios de Dios. De tales personas, la Biblia dice: “La canicie es una corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia.”—Pro. 16:31.

Los ancianos pueden ser como un tesoro escondido. Pero para que el tesoro sea útil, es preciso descubrirlo y usarlo. Es preciso aprovechar la rica mina de información, sabiduría y opiniones de las personas de edad avanzada. Por eso, los niños, adolescentes, adultos jóvenes y de edad madura harían bien en intercambiar opiniones con los ancianos. Y si las personas de edad avanzada se muestran reacias a ofrecer sus comentarios, entonces pregúnteles con buen tacto qué opiniones tienen. Quizás le sorprenda lo muy remunerador que esto puede ser. A su vez, esto les proveerá estímulo e influencia edificante.

Los ancianos pueden dar algo más que buen consejo e información; muchos jóvenes perturbados han hallado gran paz mental en la compañía de personas de edad avanzada, las cuales a menudo muestran un cariño, afecto y entendimiento muy atrayentes. Una palabra bondadosa de parte de tal individuo puede contribuir a mitigar los problemas del día. A eso se debe que los abuelos, por lo general, sean niñeros tan excelentes.

Eso no significa que toda persona de edad avanzada constantemente dice palabras de sabiduría y estímulo. (Ecl. 4:13) Nadie hace eso. A menudo pueden tener opiniones erróneas; pero también otras personas las tienen. Quizás también tengan ciertas peculiaridades, como las tienen otras personas. No obstante, a pesar de sus imperfecciones, muchas de las cuales se intensifican con la edad, Dios considera que merecen nuestra consideración y respeto.

Cómo uno puede ayudar

Dos amigas viejecitas vivían en diferentes hogares en el mismo pueblo. Un día cayó una gran nevada. A la mañana siguiente, cuando una de las damas miró al exterior, quedó sorprendida al ver que habían quitado toda la nieve de su acera.

La mujer se preguntó quién había podido hacer esta obra bondadosa sin dejárselo saber ni pedir pago. Llamó a su amiga para contárselo. Pero su amiga dijo, igualmente asombrada, que también habían quitado la nieve de su acera.

Semanas más tarde cayó otra gran nevada. A la mañana siguiente, las dos damas hallaron que de nuevo habían quitado toda la nieve de sus aceras. Más tarde, se predijo otra gran nevada, y ésta vino. Esa noche una de las damas se acostó temprano y se levantó a las 6 de la mañana. Cuando miró por la ventana, un muchachito de 12 años de edad estaba paleando la nieve.

Cuánto gusto les dio a ella y su amiga el ver que alguien se preocupaba lo suficiente como para efectuar tal servicio. ¿Y por qué tan temprano en la mañana? ¡A fin de que las damas de edad avanzada no lo vieran y se sintieran obligadas a pagarle por su trabajo! Ese muchacho efectuó un servicio que era de gran ayuda práctica. Es un ejemplo de las muchas cosas que otras personas pueden hacer para aliviar las cargas que vienen con la edad avanzada.

Ayuda discreta

Sin embargo, al mismo tiempo se necesita equilibrio y buen tacto. Uno no puede hacerse dominante ni mandón al ofrecer ayuda, ni de mal genio. Es importante, siempre que sea posible, que la persona de edad avanzada siga sintiendo que controla su vida.

Por ejemplo, un día un hombre vio a una anciana que cargaba un paquete pesado. Cortésmente preguntó: “¿Puedo ayudarle a cargar eso, señora?” Ella se sonrió, expresó su gratitud por la oferta, pero no aceptó, diciendo: “No, todavía puedo hacerlo por mí misma.”

Por otra parte, un hombre estaba a punto de cruzar una bulliciosa intersección en una ciudad a mediados del invierno. Vio a una ancianita de pie en el borde de la acera con una mirada recelosa en el rostro. Entonces notó el montón de nieve y hielo que ella tenía que cruzar. Dirigiéndose a ella, le preguntó: “¿Puedo ayudarle a cruzar?” Rápidamente ella respondió: “Oh, sí, por favor.”

Las visitas son muy significativas

El visitar a las personas de edad avanzada significa mucho para ellas. Como dijo una persona anciana de los que la visitan: “No pueden saber el gozo que le traen a alguien cuyos hijos y nietos viven lejos.” Puede que usted tenga una experiencia interesante que narrarles, o a veces algunos artículos de las noticias que pudieran ser de provecho para ellos. Sin embargo, muchas veces el que usted sencillamente sea un buen oyente es el servicio más importante que puede darles.

Otra cosa que muchos ancianitos apreciarían cuando les falla la vista es el que alguien les lea en voz alta. Quizás usted tenga una experiencia edificante de una carta que ha recibido. O quizás ellos tengan algún material que les gustaría que se les leyera. Usted pudiera leerles y considerar con ellos una porción de la Biblia. Muchos hallan que la variedad de información que se publica en la revista ¡Despertad! y también en la revista bíblica La Atalaya es interesante y edificante para leer en voz alta.

A veces, pudiera llevarles una pequeña muestra de su interés en la forma de un regalo. Pudiera ser alimento, una planta, o tal vez algo que usted haya confeccionado. Sí, usted pudiera hasta regalarles dinero si ve la necesidad. También, pudiera ofrecerse para hacerles una comida, o tal vez llevarlos a una comida si ellos pueden salir. O quizás aprecien el que se les invite a otras casas o a reuniones. Ofrézcase a acompañarles a asistir. Y cuando haga esto, esté al tanto de que se les atienda en la reunión.

A veces el proceso de envejecimiento resulta en enfermedades o achaques que le impiden a uno salir a encargarse de asuntos necesarios como el ir de compras. Sería una verdadera bondad el ofrecerse a hacer esto, o el encargarse de que se haga.

Sí, hay muchas maneras en que otros pueden contribuir a hacer la vida más gozosa para las personas de edad avanzada. El hacer esto muestra el espíritu piadoso de dar. Ayuda también al dador, y le trae más satisfacción, debido a que sabe que se ha hecho lo correcto. Y por lo general reciben mayor amor de parte del recipiente. Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.

Ese es el espíritu tras la buena obra que el muchacho de doce años de edad efectuó por las dos damas de edad avanzada cuando paleó la nieve de las aceras de ellas. Él había aprendido esa actitud piadosa del entrenamiento que había recibido en los principios bíblicos como hijo de un testigo de Jehová. Su padre le había enseñado que el ser un siervo de Dios incluye el hacer buenas obras así como creer en Dios.—Sant. 2:26.

Ayuda financiera

En muchos países hay varias agencias gubernamentales que pueden ofrecer ayuda financiera, y sería apropiado usarlas.

Sin embargo, a veces las formas de ayuda financiera del exterior no dan lo suficiente o no existen. Entonces, ¿qué obligación financiera, en particular, tienen los hijos adultos para con los padres envejecidos, y hasta con los abuelos? Sobre este asunto importante la Palabra de Dios dice lo siguiente:

“Si alguna viuda tiene hijos o nietos, que éstos aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida recompensa a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a la vista de Dios.

“Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa [como los padres o abuelos envejecidos], ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.”—1 Tim. 5:4, 8.

El decir que uno no debería aceptar la carga de los padres envejecidos realmente no tiene sentido. Los padres cuidaron de los hijos de muchas maneras. Por de 18 a 20 años, o más, dependieron de sus padres para alimento, alojamiento, ropa, educación, dinero y otras cosas. Esto incluyó el que se cuidara de ellos cuando eran bebés indefensos, así como cuando se enfermaron. ¿Por qué, pues, debería parecer incorrecto el que los hijos, al llegar a ser adultos, aceptaran la responsabilidad de cuidar de sus padres envejecidos?

Por supuesto, quizás llegue el tiempo cuando ya no sea posible proveer personalmente el cuidado que la persona de edad avanzada necesita si ésta queda incapacitada. Pudiera ser que quizás se le dé mejor cuidado en un hospicio para ancianos que se especializa en esto. Si esto llega a ser necesario, se les debe visitar a menudo. Pasar los últimos años de la vida en un hospicio para ancianos no es algo agradable.

¿Continuará el hombre envejeciendo, tal vez quedando postrado en cama e incapaz de participar en las actividades de las cuales disfrutó, y será la muerte siempre el resultado final?

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