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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
w63 15/7 págs. 421-423

Adónde dirigirse por consejo

Hay ocasiones en la vida de toda persona en que necesita ayuda. ¿Dónde obtener consejo confiable?

LOS hombres sabios aprecian el valor del buen consejo. Hoy día el consejo constituye el artículo de venta, no solo del abogado, sino del médico, ministro, auxiliador social, escritor de columna de periódico dedicada a consultorio sentimental, hechicero y adivino de bola de cristal. Se puede obtener consejo profesional sobre el matrimonio, la educación y la vocación. Hay aconsejadores de muchachos escolares y de presidentes; consejeros para madres jóvenes y para reinas en sus tronos. Hasta el juez del tribunal, el pronosticador de negocios, el redactor y los anunciantes de los periódicos reciben consejo diariamente. Todo el mundo parece estar preocupado en cuanto a obtenerlo o darlo.

¿POR QUÉ ESTA NECESIDAD?

La tremenda demanda por consejo no deja de estar relacionada con nuestros tiempos peculiares. Más bien, esta creciente necesidad de consejo refleja con exactitud nuestra generación tensa e intranquila con sus muchas ansiedades y conflictos. Nunca antes ha sido bombardeada con tanta regularidad alguna generación con problemas de naturaleza emocional, moral, marital, monetaria y espiritual. Tal como se comentó en Counseling, A Modern Emphasis in Religion: “Un fuerte interés en el consejo de toda clase y en todo círculo de acción se ha desarrollado durante los años desde la II Guerra Mundial.” Arrostrados por la compleja sociedad moderna, padres y otros a menudo se sienten inadecuados para las tareas de aconsejar que anteriormente desempeñaban con confianza. Tanto es así el caso que uno de los guías del judaísmo reformado se quejó recientemente porque el dar consejo y guía personales ha llegado a ser “la preocupación abrumadora del ministro.”

Los lectores de la Biblia no se sorprenden a causa de esta tendencia. Jesús advirtió acerca de un tiempo en el cual la sociedad estaría confundida por “angustia de naciones, no conociendo la salida. . . , mientras que los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” (Luc. 21:25, 26) El apóstol Pablo escribió acerca de este mismo período de transición: “Conoce esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos y difíciles de manejar.” (2 Tim. 3:1) ¿Qué explica estos tiempos críticos?

Hay dos motivos básicos por los cuales es muy difícil vivir ahora. La lucha entre Oriente y Occidente y la amenaza nuclear no son las causas básicas de los problemas del hombre sino meramente una reflexión de ellas. El cumplimiento de las profecías bíblicas muestra que estamos viviendo en los últimos días de este sistema de cosas. Satanás y sus demonios rabian en la Tierra porque saben que es corto el período de tiempo que les queda para tratar de alejar de Dios y de sus justos principios a todos los hombres. (Apo. 12:7-12) Satanás ha sido el principal causante de problemas para el género humano desde que comenzó.

El segundo motivo de nuestros tiempos críticos es que el hombre moderno ha rechazado la Palabra de Dios, la Biblia. Enemigos tales como Wellhausen y su escuela parcial de críticos textuales, Darwin y sus evolucionistas, Freud y sus teorías, Marx y sus revolucionarios ateos—todos éstos han desempeñado un papel siniestro en destruir la influencia guiadora de la Biblia para muchos; especialmente puesto que tantos clérigos han adoptado esa sabiduría mundana. Esta tendencia antibíblica ha saturado las instituciones educacionales, libros, la prensa pública, la TV, la radio y la industria cinematográfica. El rechazo de la sabiduría bíblica ha abierto las compuertas para una ola de desafuero y conducta sin principios que casi ha anegado a la sociedad en problemas.

CISTERNAS RAJADAS

Una descripción apropiada de este proceder insensato se halla en las palabras de Dios dirigidas a su pueblo de hace mucho: “Me ha dejado aun a mí, la fuente de agua viva, para labrarse cisternas, cisternas rajadas, que no pueden retener el agua.” (Jer. 2:13) Por sincero que sea, el consejo que burbujea de fuentes mundanas de sabiduría dista mucho de la sabiduría dadora de vida que se halla en la Palabra de Dios.

Considere las columnas de consultorio sentimental que se ven en periódicos desde Londres hasta Manila. Tan solo en los Estados Unidos se reciben 1,500,000 cartas cada año solicitando consejo sobre una amplia diversidad de ansiedades. Millones de lectores devoran las contestaciones sindicadas y a menudo tratan de ajustar el consejo a sus propios problemas parecidos. Pero, ¿cuán confiable es este consejo periodístico? Entre los expertos periodísticos estadounidenses en el amor y el matrimonio hay una divorciada y una aconsejadora que está separada de su marido. ¿Tienen ellas los sólidos requisitos espirituales necesarios para ayudar a lectores que tienen problemas graves? Su consejo voluble y superficial parece tener la meta de edificar fama, fortuna y la circulación de periódicos más bien que vidas felices.

Tienen mejores motivos y están mejor capacitados los aconsejadores profesionales sobre el matrimonio y la familia que tienen el deseo loable de ayudar a la gente a desenredar sus nudosos problemas. Pero también es un hecho el que la cualidad del consejo varía grandemente según la habilidad y experiencia del aconsejador profesional. También, no es probable que este consejo sea gratuito, excepto en casos de indigencia. En agencias no lucrativas los honorarios generalmente se adaptan a lo que se pueda pagar por el consejo. Los honorarios de agencia para los que pueden pagar quizás varíen desde 4 hasta 10 dólares por cada consulta de oficina. El aconsejador matrimonial particular tal vez cobre entre 10 y 20 dólares por hora por su sabiduría. Quizás le pida que vuelva con regularidad a través de un período de muchos meses o hasta un año. Para muchos esto es inconveniente. La mayoría de la gente que está en dificultades necesita consejo que esté a la mano y que no solo sea autoritativo sino también de poco costo.

El psicoanálisis no cuadra en esta categoría tampoco. Honorarios elevados y muchas consultas se asocian con este ramo de la medicina que trata de la ciencia y práctica de tratar desórdenes mentales, emocionales y de conducta. Nadie sabe con certeza exactamente cuán científico es en realidad el psicoanálisis. Aun en el mejor caso deja mucho que desear. Su meta de ayudar a la gente a lograr una capacidad normal para vivir no es mala, pero algunos de sus métodos sí lo son. Mientras que algunos psicoanalistas quizás tomen en serio la religión en su vida personal, la profesión generalmente pasa por alto la relación vital del hombre para con Dios. Según Freud, una de las autoridades principales de la psiquiatría, la religión es una gran ilusión de la cual el hombre se deshará algún día. La psiquiatría recalca: “Conócete a ti mismo,” como si un iluminado amor de sí mismo fuese suficiente para vivir con éxito. Más que pasar por alto a Dios, los analistas a menudo contradicen a Dios por medio de aconsejar a los que tienen remordimiento que la fornicación, el adulterio y la sodomía no son malos de por sí. Con razón se ha hecho la acusación de que tal consejo tiende a “exterminar la conciencia.”

En el psicoanálisis existe también el gran peligro de que el analista imponga sus propios valores en uno, confundiendo sus ideales personales con verdades impersonales. Los pacientes a menudo desarrollan una admiración exagerada a sus analistas. Así como advirtió Abrahán Kaplan, profesor de filosofía y miembro de la Academia de Psicoanálisis: “El peligro aquí es que el analista tal vez acepte el papel de autoridad moral omnisciente que el paciente le asigna.” Pero el analista no es una autoridad omnisapiente respecto a la moral, así como Kaplan prontamente admite: “El psicoanálisis no puede decirnos lo que es virtuoso y lo que no lo es. No puede establecer premisas para deducir los principios de la moralidad.” Obviamente, el psicoanálisis no es la solución para algunas preguntas muy básicas. Si a la gente la ayuda a seguir andando otra vez, no la señala en dirección a Dios. El poder viajar no basta; es preciso saber adónde se va. Si el psicoanálisis no puede decirnos lo que es moral o inmoral a la vista de Dios, quien juzga nuestras acciones, entonces difícilmente constituye una guía segura.

EL CONSEJO IDEAL

El consejo ideal tiene que ser conveniente, entendible, de poco costo y estar disponible a todos. Tiene que dar normas de moralidad y guía correctas, y debería ser absolutamente correcto. ¿Hay disponible hoy consejo de esa clase? Sí, lo hay. El Creador se aseguró de eso cuando proveyó los sesenta y seis libros inspirados de la Santa Biblia. Aquí se encuentra consejo que es conveniente, de poco costo y completamente confiable. En contraste con los aconsejadores humanos que han vivido vidas cortas y a menudo se han equivocado, el Dios eterno, quien da consejo, ha “hecho cosas maravillosas, consejos desde tiempos primitivos, en fidelidad, en confiabilidad.” (Isa. 25:1) Por medio de su libro de consejo Dios da mandamientos, instrucción, disciplina, sabiduría y entendimiento para una vida de éxito. (Pro. 4:1-9) El poder de la Biblia para iluminar el camino de uno fue expresado aptamente por el salmista bajo inspiración: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi calzada.”—Sal. 119:105.

La historia sagrada contiene muchos ejemplos de personas que arrostraron crisis personales y salieron de ellas con éxito por medio de hacer caso del consejo de Jehová Dios. El registro también contiene los casos trágicos de hombres y mujeres cuyas vidas y esperanzas eternas se perdieron porque pasaron por alto el consejo de Jehová o se opusieron a él. Es para nuestro beneficio duradero que el Padre celestial exhorta: “Hijo mío, no olvides mi ley, y mis mandamientos observe tu corazón, porque largura de días y años de vida y paz te serán añadidos. Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo enderezará tus sendas.”—Pro. 3:1,2,5,6.

En el libro de consejo de Dios usted hallará, entre otras cosas, consejo práctico sobre problemas matrimoniales, el entrenamiento de niños, la castidad, el punto de vista correcto en cuanto al dinero, buenos modales, cómo tratar con disputas, prácticas de comercio y del trabajo, la paz mental, la felicidad, cómo orar y la adoración correcta de su Creador. Se considera cabalmente el propósito de Dios para con el hombre y esta Tierra. Usted aprenderá por qué Dios ha permitido la iniquidad por un tiempo, cómo su Reino introducirá un nuevo mundo de vida y justicia, y cuándo resucitará él a los muertos recordados. En la Biblia uno halla esperanza para el futuro y valor para la actualidad. Este consejo de Dios está en su propio hogar, en su propio ejemplar de la Biblia.

Diríjase a la Biblia para obtener el consejo de Dios. Ponga en práctica los principios bíblicos y usted verá cuán clara y sabiamente iluminarán su camino. Entonces, semejante al salmista, usted podrá decir confiadamente: “Es en tus recordatorios que me deleito, como hombres de mi consejo.”—Sal. 119:24.

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