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  • Captando el espíritu de “los viejos tiempos”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
w78 15/5 págs. 5-8

Captando el espíritu de “los viejos tiempos”

EL JUGADOR norteamericano de baloncesto Julius Erving fue entrevistado después de haber firmado un contrato por tres millones y medio de dólares para jugar baloncesto. Se informa que cuando se le preguntó a Erving: “¿Hay algo que usted quiera que todavía no pueda comprar?” él contestó: “Posiblemente haya cosas emocionales o espirituales que nadie puede comprar, pero nada material.”

Con su comentario, este millonario jugador de baloncesto puede haber señalado ligeramente a una razón fundamental por la cual muchísimas personas hoy día hablan con añoranza de “los viejos tiempos.” Mientras que en muchas partes de la Tierra hay gente que está experimentando progreso material o tecnológico sin precedente, todavía hay muchas personas descontentas. Esto se debe a que la satisfacción de nuestras necesidades emocionales y espirituales no se relaciona, necesariamente, con los bienes materiales que tengamos. Tampoco podemos comprar la satisfacción emocional y espiritual. De hecho, los esfuerzos que hacen muchas personas por ganar más dinero para las cosas técnicas del adelanto moderno con frecuencia estorban la satisfacción de sus necesidades espirituales y emocionales básicas.

Jesús mismo llamó atención al hecho de que los seres humanos no son solo materialistas. En una ocasión en que Jesús tenía hambre y el Diablo lo instó a abusar de su poder milagroso por medio de convertir piedras en pan, Jesús contestó: “Está escrito: ‘No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová.’” (Mat. 4:1-4) Así Jesús llamó atención al hecho de que no somos simples animales que tengan necesidades físicas, de modo que mientras con mayor abundancia se nos suministre lo que necesitemos, más felices seamos automáticamente. Más bien, los seres humanos también tenemos necesidades espirituales y emocionales. Y si éstas no se satisfacen, no somos verdaderamente felices ni encontramos verdadero gozo en la vida.

Hay una ilustración parcial de esto en lo que notaron unos investigadores de la Universidad de Connecticut. Estudiaron a setenta y cinco hombres que habían renunciado a trabajos de ejecutivos por puestos de menos paga que significarían menos presión sobre ellos. ¿En qué resultó esto? Aunque estos hombres no podían tener tanto como antes tenían de lo material, “a menudo tenían vidas más felices y mejores matrimonios.” Otro estudio reciente de prósperos especuladores de la bolsa indicó que tendían a fracasar en los asuntos amorosos. ¿Por qué? Parece que el estar envueltos en ganar dinero ‘les impedía la relación estrecha con otras personas.’

Por eso, aunque muchas personas tienen más dinero y cosas materiales que en los años del pasado, todavía pueden recordar con cariño “los viejos tiempos.” Es verdad que hace años la mayoría de las personas tenían que trabajar duro para ganarse la vida, y a menudo trabajaban más horas de lo que es común hoy día. Pero normalmente era asunto de que trabajaran para conseguir las cosas fundamentales que eran necesarias para la vida, y luego disfrutar de ellas. Por otra parte, hoy muchas personas buscan con desesperación productos técnicos cada vez más adelantados, pero subsiste el hecho de que la adquisición de éstos les produce menos satisfacción verdadera. Así, este consejo del sabio tiene mayor pertinencia hoy día:

“Pues, ¿qué llega a tener un hombre por todo su duro trabajo y por el esfuerzo de su corazón con que está trabajando duro bajo el sol? Porque todos sus días su ocupación significa dolores y vejación, también durante la noche su corazón simplemente no se acuesta. Esto también es mera vanidad. En cuanto al hombre no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo.”—Ecl. 2:22-24.

Sí, parece que el espíritu de las cosas es diferente hoy día. Porque en nuestro tiempo muchas personas ven menos ‘bien por su duro trabajo,’ tienden a añorar “los viejos tiempos.”

LOS AMIGOS Y LA FAMILIA

Otra cosa de antaño que atrae a muchos es que la gente entonces parecía más amigable. Se llegaba a conocer a las demás personas como amigos. Los vecinos no eran simplemente personas que vivieran cerca... también eran amigos. Había menos atención a las cosas materiales y más atención a las relaciones personales.

Tocante a esto, cuando se le preguntó al millonario jugador de baloncesto Julius Erving: “¿Hay desventajas en tener mucho dinero?” él contestó:

“Uno es el blanco de otros en muchos respectos. Es difícil tener una relación genuinamente franca. Hay que leer a la gente, hay que sospechar. La inmensa mayoría van a ser conocidos. Uno puede decir ‘amigo,’ pero en realidad significa conocido.”

Erving simplemente estaba confirmando los proverbios bíblicos que dicen: “La riqueza es lo que agrega muchos compañeros, pero uno que es de condición humilde se ve separado hasta de su compañero. . . . Todo el mundo es compañero del hombre que hace dádivas.” (Pro. 19:4, 6) Esa por lo general era la situación en el día del rey Salomón. Y a menudo sucede así hoy cuando ‘lo que uno tiene’ o ‘lo que uno pueda conseguir’ parece tan importante a muchos. Y, claramente, la escasez de amigos verdaderos no es solamente problema de acaudalados. El énfasis exagerado que hoy se da a las posesiones más bien que a las relaciones hace que personas de toda posición social carezcan de amigos verdaderos. Éstas, por lo tanto, se inclinan a añorar “los viejos tiempos.”

Se relaciona también con el “espíritu” del tiempo pasado la situación que se observa en la familia. Hace años los miembros de una familia no estaban constantemente aislados unos de otros por estar sentados enfrente de una televisión o una pantalla cinematográfica. Tampoco tenían los avanzados medios de transporte que permiten a padres y jóvenes modernos “alzar el vuelo” a altas velocidades en diferentes direcciones. Las familias estaban más activas como unidad. Había más estrecho enlace entre los miembros de la familia. Con frecuencia familias enteras leían juntas la Biblia, en respuesta a la necesidad espiritual que el Creador implantó en los seres humanos. Esto también contribuía a que hubiera más conversación de familia.

QUÉ HACER

Pero ¿qué valor tiene el estar uno al tanto de estos buenos aspectos o del “espíritu” que era más común en “los viejos tiempos”? ¿Podemos cambiar la condición de las cosas ahora?

La realidad es que personalmente no podemos deshacer todo el progreso técnico que se ha logrado. Ni necesariamente queremos hacerlo, como por medio de tratar de vivir como lo hicieron nuestros bisabuelos. Hoy es hoy. Tenemos que encararnos a esa realidad. ¿Qué propósito habría en espaciarnos más de lo suficiente en lo que fue?

En un sentido esto corresponde con la importancia de este consejo inspirado: “No digas: ‘¿Por qué ha sucedido que los días anteriores resultaron ser mejores que éstos?’ porque no se debe a sabiduría el que hayas preguntado acerca de esto.” (Ecl. 7:10) No hay sabiduría en espaciarse en el pasado con un punto de vista no realista como si todo entonces hubiera sido excelente y ahora nada lo sea.

Podemos tomar a pechos también esto hoy día. Sin duda es cierto que, a pesar del adelanto técnico del hombre, todavía hay personas que se están muriendo de hambre. Otras recurren al delito como medio de subsistencia, y el ambiente moral en general verdaderamente está empeorando. Pero no hay necesidad de que el punto de vista de uno sea predominantemente negativo.

Los testigos de Jehová ilustran bien eso con su espíritu positivo, optimista, pues no se absorben en recuerdos nostálgicos de “los viejos tiempos.” La experiencia de los testigos de Jehová es que el estudio de la Biblia les permite satisfacer ahora sus necesidades espirituales y emocionales de una manera que hasta sobrepasa a lo que muchas personas de mayor edad recuerdan con cariño acerca de “los viejos tiempos.”

En realidad, ¿no es eso lo que uno podría esperar, que el estudio de la Biblia le ayudara a satisfacer sus necesidades espirituales y emocionales? Jehová Dios proveyó la Biblia. Él no solo es nuestro Creador, el que mejor conoce nuestras más profundas necesidades emocionales y cómo podemos satisfacerlas, sino que también nos hizo de manera que pudiéramos comprender nuestra necesidad espiritual, nuestra necesidad de adorarle. Con verdad escribió el salmista:

“La ley de Jehová es perfecta, hace volver el alma. . . . Las órdenes de Jehová son rectas, hacen regocijar el corazón; el mandamiento de Jehová es limpio, hace brillar los ojos. El temor de Jehová es puro, subsiste para siempre. Las decisiones judiciales de Jehová son verídicas; han resultado del todo justas. . . . En guardarlas hay grande galardón.”—Sal. 19:7-11.

Al estudiar y aplicar la Palabra de Dios, uno puede recibir intensa satisfacción emocional y espiritual. Cuando esto se efectúa como familia, según Jehová mismo recomienda, llega a haber un más estrecho enlace entre todos los miembros de la familia y un más estrecho enlace con su Padre que está en el cielo. Por lo tanto, aunque no renuncian a los logros y beneficios del progreso material del hombre, estas personas no quedan como materialistas frustrados o individuos que sueñen ociosamente con el pasado.

También se recibe la resultante bendición de llegar a formar parte de un grupo de personas que forman amistades genuinas. En Religious Movements in Contemporary America (Movimientos religiosos en la América contemporánea), de 1974, Lee R. Cooper presenta sus observaciones sobre unos testigos de Jehová negros que viven en una ciudad grande. Él llegó a ver que “en su propia vida de congregación los Testigos forman una genuina comunidad de confianza y aceptación.” Y llegó a la conclusión de que “los testigos de Jehová ofrecen [a uno] una diferente estrategia de vida que suministra a los que a ella se adhieren una manera de hallar identidad y dignidad personal, una comunidad de aceptación y esperanza en cuanto al futuro.” Esa esperanza se concentra en la promesa de Dios de suprimir, no solo los aspectos indeseables del adelanto técnico del hombre, sino también los efectos de la imperfección humana. Es cierto que a los días actuales se les describe correctamente en la Biblia como los “últimos días” que tienen como característica el hecho de que muchos individuos son ‘amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, desobedientes a los padres, desagradecidos, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, sin gobierno de sí mismos, temerarios, amadores de placeres más bien que amadores de Dios.’ (2 Tim. 3:1-4) Pero Dios nos asegura que él pronto cambiará las cosas.

Él efectuará esto al borrar de la faz de la Tierra la iniquidad y establecer un nuevo orden en el cual habrá justicia. Al describir ese tiempo, que, según la evidencia, llegará en breve, Revelación 21:4 dice: “Y [Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” Una profecía similar en Isaías 65:17 declara: “Porque aquí estoy creando nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.” Las condiciones que Dios proveerá serán tan completamente mejores en todo sentido a cuanto ha existido anteriormente que no habrá razón alguna para sentir nostalgia. Sí, en ese tiempo no habrá impulso alguno que lleve a añorar “los viejos tiempos.”

Si usted quiere saber más acerca de los buenos días que pronto vendrán, los testigos de Jehová gustosamente le ayudarán a estudiar la Biblia para que usted también pueda hallar gran satisfacción en la vida actualmente y la segura “esperanza en cuanto al futuro” que es un aspecto reconocido de la vida de los Testigos.

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