dice: “A fin de que la humanidad no descubra nada en absoluto después de ella.”

El hecho de que Dios nos permita enfrentarnos tanto a gozos como a dificultades no solo nos suministra la oportunidad de desarrollar aguante, sino que también, como señaló Salomón, debe grabar en nosotros que no podemos saber exactamente qué traerá el futuro. No hay excepciones; la calamidad puede sobrevenirles tanto a los justos como a los inicuos. De hecho, pudiera ser que personas justas estuvieran sufriendo, mientras que hombres inicuos aparentemente estuvieran prosperando. Salomón continuó: “Todo lo he visto yo durante mis días vanos. Existe el justo que perece en su justicia, y existe el inicuo que continúa largo tiempo en su maldad.”—Ecl. 7:15.

Esta situación, por supuesto, perturba a muchas personas. Hasta se encolerizan con el Altísimo. Pero esto es algo que debe evitarse. En cambio debemos confiar en Dios, recordando que él es un Dios de amor. (1 Juan 4:8) Lo que él permite nunca resultará en daño permanente para nadie. El hecho de que tanto lo bueno como lo malo le puede venir a uno debe hacernos comprender la importancia de no depender de nosotros mismos, sino de Dios. Aunque quizás no entendamos ciertas cosas ahora, podemos estar seguros de que, después de haber llegado todo a su desenvolvimiento completo, lo que Dios ha permitido habrá cumplido con un propósito provechoso para todo el que ha estado envuelto en la situación.

El apóstol Pedro aclaró esto cuando comentó sobre el sufrimiento que les sobrevenía a compañeros de creencia de él en su tiempo: “Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes, que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniese. Al contrario, sigan regocijándose por cuanto son partícipes de los sufrimientos del Cristo, para que también durante la revelación de su gloria se regocijen y se llenen de gran gozo. Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices, porque el espíritu de gloria, sí, el espíritu de Dios, descansa sobre ustedes.” (1 Ped. 4:12-14) “Después que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, el Dios de toda bondad inmerecida, que los llamó a su gloria eterna en unión con Cristo, terminará él mismo el entrenamiento de ustedes, él los hará firmes, él los hará fuertes.”—1 Ped. 5:10.

Nuevos miembros del Cuerpo Gobernante

El 7 de septiembre de 1977 el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová tomó la decisión de invitar a tres hermanos ungidos a servir con ellos en su servicio en Brooklyn. Los nuevos miembros del Cuerpo Gobernante son: Carey W. Barber, de los Estados Unidos, John E. Barr, de Londres, Inglaterra, y Martin Poetzinger, de la República Federal de Alemania. El hermano Barber ha estado en el servicio de tiempo cabal desde 1923 y ha servido en el Betel de Brooklyn y en el servicio de viajero. El hermano Barr ha servido por más de treinta y siete años en el servicio de tiempo cabal en las Islas Británicas; ha estado desempeñando varios servicios en el Betel de Londres y recientemente ha sido secretario-tesorero de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia. Martin Poetzinger entró en el servicio del Reino en 1926 y entró en el servicio de precursor en 1930. Es graduado de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Su servicio de tiempo cabal fue interrumpido temporeramente por aprisionamiento en un campo de concentración durante los años de la persecución nazi. Esperamos con gozo la participación de estos tres hermanos en el trabajo del Cuerpo Gobernante mientras el servicio del Reino sigue creciendo. Ahora hay dieciocho miembros del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová.