Ande con cuidado
LA VIDA en este mundo moderno es como andar a través de un pantano, un pantano de corrupción moral. Trampas, embrollos y terreno traicionero son una amenaza constante por todos lados. Un paso en falso puede resultar en que uno se hunda en la arena movediza moral del mundo. Serpenteando a través de este pantano de olor desagradable hay un sendero angosto que sigue por tierra firme hasta que al fin sale a un mundo limpio. Ese sendero angosto es el camino de la integridad cristiana. Es el sendero seguro, la única salida. Jesús habló acerca de éste cuando dijo: “Angosta es la puerta y estrecha la vía que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan.”—Mat. 7:14.
Pero ¿cómo puede una persona permanecer en este sendero si no anda con cuidado ni tiene un guía que le conduzca e ilumine su camino? Un viajero sabio no iría por un pantano literal sin un buen guía o una luz confiable. Tampoco dejaría de considerar el terreno que está pisando. Andaría cuidadosamente, asegurándose de que el suelo fuera sólido y no una costra con sólo la apariencia de firmeza. Pero, ¿cuántas personas en el mundo muestran el mismo cuidado al andar en el derrotero de su vida? ¿Cuántas andan desatinadamente sin prestar atención a dónde pisan o cuál es el mejor sendero a seguir? ¿Cuántas siquiera piensan en hallar el sendero angosto de la integridad cristiana o hacen algún esfuerzo por andar en él? La mayoría bien puede decir: “Esperamos la luz, mas he aquí tinieblas; los resplandores del día, pero andamos en obscuridad. Palpamos la pared como ciegos; sí, palpamos como los que no tienen ojos; tropezamos al mediodía, como en el crepúsculo.”—Isa. 59:9, 10, Mod.
Un pantano no es lugar donde estar tropezando y palpando por senderos no probados. No es lugar donde estar andando sin luz apropiada. Sin embargo, ¿cuántos en el mundo están haciendo exactamente eso?
Dios bien sabía que el hombre necesitaría algo que lo guiara. Sabía que habría muchos senderos engañosos que conducirían en diferentes direcciones y confundirían cabalmente a la gente. El hombre tendría que tener algo que señalara inequívocamente el sendero correcto y sirviera de luz confiable para sus pies. Dios suministró eso por medio de darle a la humanidad la Biblia. “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi calzada.”—Sal. 119:105.
Por medio de su Palabra escrita Dios nos habla, diciendo: “¡Este es el camino, andad en él!” (Isa. 30:21, Mod) Pero si no se presta ninguna atención a las Escrituras, ¿cómo puede una persona hallar ese camino? Y ¿cómo pueden los que lo correcto hayan permanecer en él si no siguen las instrucciones y principios de la Palabra de Dios? ¿Qué impedirá que se descarríen a senderos engañosos de filosofía humana, religión falsa e ideologías políticas que sólo los lleven más adentro en el pantano mundano? ¿Qué los salvaguardará de los embrollos del materialismo y la inmoralidad mundana?
La única manera en que una persona puede permanecer en el camino correcto es siguiendo los justos principios e instrucciones de la Palabra de Dios. Tiene que andar cuidadosamente, dejando que la Biblia descubra los senderos falsos e ilumine el camino correcto. Pasarla por alto es como tropezar a través de un pantano en obscuridad total. ¿Es extraño entonces, el que tantas personas no sepan adónde se dirigen en realidad? Jesús dijo verídicamente: “El que anda en las tinieblas no sabe adónde va.”—Juan 12:35.
¿Sabe usted adónde va? ¿Sabe usted a lo que lo lleva el derrotero de su vida? ¿Está usted seguro de que el sendero que sigue es firme? Algunos tal vez digan que sí. Pero, ¿pueden ellos estar más seguros de que tienen razón que lo segura que podría estar la persona que palpa en obscuridad total de que ella anda en la dirección en que se imagina que anda? Trate usted de salir de un cuarto que no conozca y que esté completamente oscuro y hallará que le es difícil identificar con certeza los muchos objetos con que choca o estar seguro de que va en la debida dirección para llegar a la puerta correcta.
Nadie puede estar seguro de estar en el sendero correcto por medio de apoyarse en su propio entendimiento. Lo que a uno puede parecerle correcto puede en realidad ser incorrecto, por ser contrario a las leyes del Soberano supremo. Por eso está escrito: “Existe un camino que es recto ante el hombre, pero los caminos de la muerte son su fin después.” (Pro. 14:12) Es sólo por medio de usar las verdades de las Escrituras que uno puede estar seguro en cuanto a cuál sendero es correcto y cuál es erróneo y engañoso.
Lo necesario que es tener la luz guiadora de la Biblia en este mundo puede apreciarse mejor cuando uno se da cuenta de que el mundo está en la misma condición descrita por el profeta Isaías: “Pues he aquí que las tinieblas cubrirán la tierra, y densas tinieblas las naciones.”—Isa. 60:2, Mod.
Puesto que el dios de este mundo, su gobernante invisible, es el príncipe de las tinieblas, no es extraño el que el mundo esté en densas tinieblas espirituales. No es extraño el que sea un pantano de corrupción moral, y no es extraño el que produzca grandes cosechas de frutos inicuos. Puesto que Satanás no tiene ningún deseo de que persona alguna ande en el camino angosto de la vida, ¿no es lógico que él usaría todo medio engañoso imaginable para hacer que la gente andara en senderos erróneos y se hundiera en el pantano moral del mundo? ¿No hará que caminos erróneos parezcan ser el camino correcto? ¿No popularizará religiones falsas, haciendo que exteriormente parezcan ser la religión verdadera? “Y no es maravilla, porque Satanás mismo sigue transformándose en un ángel de luz. No es por lo tanto gran cosa si sus ministros también siguen transformándose en ministros de justicia.”—2 Cor. 11:14, 15.
A este mundo y su pantano moral les espera el fin de ser destruídos por Dios en la venidera batalla del Armagedón. El entero sistema inicuo de cosas será borrado de la tierra tan cabalmente como lo fué el mundo de antes del Diluvio. La única manera de escaparse del fin que le espera a él y salir a un nuevo mundo limpio es seguir el camino angosto de la integridad cristiana. La persona sabia escogerá ese camino y andará en él con cuidado, vigilando estrictamente cómo anda. Mientras permanezca en él y siga la guía de la Palabra de Dios no se perderá en el pantano moral del mundo.