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¡Despertad! 1975
g75 22/4 págs. 14-17

Mucho tiempo, pero no más del necesario

HAN pasado casi seis mil años desde que la humanidad se lanzó a un derrotero de independencia de Dios. La enormidad del sufrimiento experimentado por millones durante esos miles de años —debido a guerras, hambre, crimen e injusticia— es difícil de concebir.

Aunque aceptemos el hecho de que el derrotero de la humanidad ha sido contrario a la voluntad de Dios según se establece en la Biblia, resta la pregunta: ¿Por qué ha permitido Dios que los asuntos sigan así por tanto tiempo? ¿Por qué no ha intervenido antes de ahora para terminar con el sufrimiento humano? ¿Por qué hasta ha permitido que las personas que tratan de hacer su voluntad sufran junto con los demás? Hay una razón, una razón seria.

Una cuestión que había que resolver

La razón es que había surgido una cuestión que había que resolver. La rebelión que se había producido dentro de la familia universal de Jehová puso en tela de juicio lo justo y lo propio de la gobernación de Dios. ¿Podría hallar felicidad y éxito la humanidad, o aun los hijos espíritus de Dios, en ese derrotero de independencia? ¿Mejoraría así en realidad su modo de vivir? ¿O probaría el tiempo que tal derrotero era desastroso, un triste fracaso, y que el camino de Dios es el justo y propio, el mejor y único camino para vivir en paz, seguridad y felicidad?

Una cuestión de esa índole tomaría, no días o años, sino muchas generaciones para que la respuesta quedara demostrada más allá de toda duda razonable. Pero su arreglo valdría la pena, prescindiendo del tiempo que se necesitara, porque envolvía a todo el universo y su paz futura y buen orden.

El tiempo que Dios permitió para resolver esta cuestión también le brindaría a todas sus criaturas inteligentes la oportunidad de mostrar a las claras de qué lado de la cuestión se pondrían. Los que se alinearan del lado de Dios tendrían la oportunidad de probar exactamente cuán inquebrantablemente dedicadas y leales a esta gobernación pueden ser sus criaturas, bajo toda clase de circunstancias, hasta persecución injusta y la muerte. Él les permitiría mostrar que el amor a Él y a la justicia es una fuerza mucho más poderosa que el egoísmo, tal como se demostró en el caso de su fiel siervo Job.—Job 1:7-12; Rom. 5:3-5.

De este modo no habrá un arreglo a medias de la cuestión sino una respuesta completa, cabal, una que no habrá que repetir en ningún tiempo futuro. Jehová Dios no aceptará nada menos que esto. Y podemos alegrarnos de que así sea, puesto que solo esa clase de arreglo puede preparar el terreno para una paz y seguridad interminables para toda su familia universal, en el cielo y en la Tierra. Hoy en día la evidencia muestra que el tiempo se está acabando y que el tiempo de Dios para intervenir decisivamente está a mano. ¿Cuál ha sido el resultado de que haya permitido tanto tiempo? ¿Qué ha probado?

Evidentes resultados del derrotero independiente de la humanidad

La humanidad ya ha tenido amplia oportunidad para mostrar lo que puede hacer en cuanto a gobernar y dirigir este planeta, tratando de hacerlo independientemente de Dios. Cierto, algunos gobiernos quizá usen expresiones como “Confiamos en Dios,” y tal vez muchos individuos exclamen “¡Que Dios nos Ayude!” cuando se enfrentan a una crisis. Pero en realidad la humanidad como un todo ha prestado poca atención a la Palabra de Dios y no se ha interesado en conocer su voluntad. Como sucedió con la antigua nación de Israel, Dios los ha dejado “ir en la terquedad de su corazón; fueron andando en sus propios consejos.” (Sal. 81:12) ¿A qué los ha conducido?

Particularmente durante el pasado medio siglo los hombres han hecho cosas que nunca jamás habían imaginado. Caminan en la superficie de la Luna, circundan la Tierra con cadenas de comunicaciones, construyen fábricas gigantes, aviones gigantes, barcos gigantes, utilizan la energía atómica, diseñan sorprendentes computadoras que ejecutan complejas operaciones matemáticas en fracciones de segundos. ¿Pero, qué ha significado todo esto en cuanto a alivio para la humanidad? ¿Está la familia humana hoy mejor alimentada, con mejores viviendas, más segura y más feliz?

¿Y qué hay del alimento? Un informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para el Alimento y la Agricultura) dice: “La situación mundial en 1974 es más difícil e incierta que nunca desde los años que siguieron a la devastación de la Segunda Guerra Mundial.” En pocas palabras, una de cada cuatro personas en la Tierra sufre hoy grave desnutrición. ¿Es esto un logro?

¿Qué hay de los países más ricos, más industrializados? Un reciente informe de los Estados Unidos contesta: “La verdad triste y trágica es que, durante los últimos años, hemos retrocedido en nuestra lucha para terminar con el hambre, la pobreza y la desnutrición.”—Times de Nueva York, 20 de junio de 1974, págs. 1, 17.

El hombre se jacta de su “conquista” de la Tierra, pero el científico sueco Georg Borgstrom dice: “El impacto del hombre en la superficie de la Tierra ha sido verdaderamente formidable. . . . No obstante, ha creado más desiertos que las nuevas tierras que ha irrigado; ha talado más de la mitad de la cubierta forestal del mundo; ha despojado vastas tierras, exponiéndolas a las fuerzas destructivas del agua y del viento; y por cosechas excesivas ha destruido muchas veces más hectáreas de la capa superior del suelo que las que ha regenerado o producido.”

Los científicos dan cada vez más advertencias de que el mal uso por parte del hombre de la energía y contaminación del aire pueden producir serios cambios en el tiempo y en el clima. Realmente, ¿no muestra la situación actual lo mucho que necesita la humanidad de la guía del Hacedor de la Tierra para llevar a este planeta al estado agradable y productivo que lo hará un verdadero hogar agradable, sí, un hogar libre hasta de las tormentas que son tan destructivas?

El hombre ha desarrollado métodos asombrosos para la construcción rápida de viviendas y enormes rascacielos. Sin embargo, los barrios bajos alrededor del mundo no desaparecen, sino que crecen rápidamente. Y la familia humana está creciendo ahora a un promedio de unos 78 millones de personas por año.

Ni siquiera el alimento abundante y las buenas viviendas pueden traer felicidad a menos que los que la disfrutan gocen también de seguridad. Sin embargo, el Secretario General de la O.N.U., K. Waldheim dijo recientemente: “A pesar del progreso material, la vida humana nunca ha tenido una sensación de inseguridad mayor que la que tiene hoy.”

Las necesidades más básicas de la familia humana —alimento, aire y agua limpios, buenas viviendas, seguridad— no han sido satisfechas con buen resultado por medio de la gobernación del hombre independiente de Dios. No solo no han sido satisfechas; ahora son más críticas que nunca antes. Como reconoce el presidente de la Universidad Roosevelt, Rolf A. Weil: “No basta con decir que los viejos problemas no han sido solucionados . . . todo lo contrario, [éstos] solo han llegado a ser más globales y más críticos. . . . nos enfrentamos a grandes problemas mundiales de magnitud sin precedentes.”—Vital Speeches of the Day (Discursos vitales del día), 1 de febrero de 1974, pág. 236.

Aunque algunos tratan de culpar a Dios por estas condiciones, hasta hombres del mundo reconocen que la fuente está en otra parte. Señalando el verdadero problema, el director del Times de Nueva York, James Reston, dice: “Apenas se puede echar una mirada casual a los titulares de hoy sin preguntarse dónde va el mundo. . . . ver lo que sucede cuando los hombres, las instituciones y las naciones ponen sus intereses egoístas delante de cualquier otra cosa. . . . La escueta realidad en todos los países es que jugar al juego del egoísmo no da buenos resultados.” Pero la humanidad ha jugado ese mismo “juego” por seis milenios y no muestra indicios de cambiar.

¿Qué parte han desempeñado las religiones del mundo?

¿Han estado libres de responsabilidad en esto las religiones del mundo? ¿Han mostrado verdadero interés por la familia humana y ayudado a la humanidad a hallar bendiciones divinas? ¿Han señalado el camino de regreso para que la humanidad vuelva a someterse a la soberanía de Jehová Dios?

La historia testifica que las organizaciones religiosas del mundo han trabajado, a menudo han sido “uña y carne,” con las potencias políticas, ayudándolas a construir enormes imperios, manteniendo a la gente favorable a los gobernantes dominantes y corruptos. Además de sus propias cruzadas e inquisiciones violentas, los líderes religiosos han bendecido las guerras políticas y comerciales, han encubierto la corrupción oficial. Por hacer esto, las organizaciones religiosas han cosechado beneficios y prominencia. También son responsables de gran parte del sufrimiento humano.

Considere tan solo una ilustración en nuestro propio tiempo. Un artículo del Times Magazine de Nueva York que trata de la sequía que aflige a Etiopía declara:

“Sequía o no sequía, la iglesia, que posee una tercera parte de todo el territorio, ha exigido los arrendamientos a los empobrecidos labriegos. Y también la aristocracia. Los agricultores de Etiopía han pagado alrededor del 90 por ciento de sus cosechas en arrendamientos e impuestos.”

Las religiones del mundo no han producido un ambiente de honradez, moralidad, decencia y amor al prójimo entre sus miembros. La inmoralidad, la delincuencia, la falta de honradez del empleado y la desunión racial están en aumento. Tal como comenta Saturday Review/World del 18 de mayo de 1974: “Dondequiera que uno mire, parece ineludible la evidencia de un desmoronamiento de la fibra moral.”

Por qué un Dios que se interesa pudo permitir esto

La humanidad jamás podrá erradicar todo el dolor, angustia y daño que ha causado la gobernación independiente de Dios a través de casi seis mil años. Pero Jehová Dios sí puede hacerlo. Él puede poner fin no solo al sufrimiento humano, extirpando de esta Tierra la egoísta mala administración humana. (Dan. 2:44) Él también puede hacer que todos sus efectos nocivos lleguen a ser como si jamás hubieran existido. ¿De qué modo?

Como el Creador de la vida puede restaurársela a los que han muerto. Su Palabra muestra que durante el reinado del Reino de su Hijo vaciará de muertos las sepulturas y les concederá a estos resucitados la oportunidad de emprender un derrotero que lleve a vida eterna. (Juan 5:26-29; Hech. 24:15; Rev. 20:11-13) Será, por lo tanto, como se declara en la profecía inspirada de Isaías 25:8: “Él realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro.”

Por medio de restaurar las condiciones paradisíacas en la Tierra y traer paz, justicia y unión en toda ella por medio de la gobernación del gobierno justo de su Hijo, Dios puede borrar de la mente de los vivos cualquier recuerdo amargo del pasado. Como sucedió cuando restauró al antiguo Israel a su patria después de años de cautiverio en Babilonia, así se restaurará la humanidad obediente a una Tierra paradisíaca, “las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. . . . alborócense y estén gozosos para siempre en lo que estoy creando.” (Isa. 65:17, 18) Dios promete, por medio de su reino celestial en las manos de su Hijo, ‘limpiar toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.’—Rev. 21:2-4.

Para creer esto se requiere fe. La Biblia declara que “sin fe es imposible agradarle [a Dios] bien, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que viene a ser remunerador de los que le buscan encarecidamente.” (Heb. 11:6) La fe ciega no es de ningún valor. Pero la fe basada en evidencias puede dar sólidas esperanzas. Dios nos ha provisto de amplias evidencias para creer, no solo en que él existe, sino en que es “remunerador de los que le buscan encarecidamente.” Considere lo que él ya ha hecho en el pasado como evidencia de su interés y preocupación para el bien de la humanidad.

[Ilustración de la página 15]

Los casos en los tribunales pueden durar por varias semanas, aún los que tienen que ver con solo dos personas. Si su reputación, propiedad o vida estuvieran en juego, ¿no desearía el lector que su juicio fuera cuidadoso y cabal, aunque llevara tiempo? La gran cuestión que hay que resolver tiene que ver con todas las criaturas inteligentes del universo. Es lógico que se necesita un gran período de tiempo para resolverla

[Ilustración de la página 16]

Después de 6.000 años ¿ha resuelto verdaderamente el “progreso” humano los problemas básicos de la vida, trayendo seguridad del desempleo, el hambre y el crimen?

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