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  • El Sermón del Monte... “Dejen de inquietarse”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 15/3 págs. 24-26

El Sermón del Monte... “Dejen de inquietarse”

DESPUÉS de dar consejo en cuanto a apartarse del materialismo, Jesús exhortó a su auditorio a evitar el preocuparse indebidamente en cuanto a obtener las necesidades de la vida: “Por este motivo les digo: Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. ¿No significa más el alma que el alimento y el cuerpo que la ropa?”—Mat. 6:25.a

“Por este motivo,” es decir, porque uno ‘no puede servir como esclavo a Dios y a las Riquezas,’ los discípulos de Jesús deberían evitar preocuparse excesivamente hasta en cuanto a obtener las necesidades del día. (Mat. 6:24) El Hijo de Dios no tuvo la intención de desanimar a la gente de interesarse apropiadamente en obtener alimento y ropa y trabajar diligentemente para obtenerlos. (Ecl. 2:24; Efe. 4:28; 2 Tes. 3:10-12) Pero no hay necesidad de “inquietarse” en cuanto a conseguir estas cosas esenciales. El ‘alma y el cuerpo’ (que aquí representan a la persona como un todo) son más importantes que el alimento y la ropa. Puesto que Dios concedió vida física a la humanidad, ciertamente él puede ver que sus adoradores obtengan el sustento necesario.

Jesús hizo este punto aún más claro por medio de una ilustración: “Observen atentamente las aves del cielo, porque ellas no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; no obstante, su Padre celestial las alimenta.”—Mat. 6:26a.

“Las aves del cielo” que vuelan libremente sobre nosotros no efectúan labores de agricultura. Sin embargo, Dios ve que obtengan suficiente alimento. (Compare con Job 38:41; Salmo 147:9.) Esto era algo que merecía ‘observarse atentamente,’ hacerse asunto de seria meditación. Los judíos que componían el auditorio de Jesús podían llamar a Dios su “Padre celestial,” especialmente en vista de que los israelitas habían sido ‘escogidos’ como el pueblo bajo pacto con Dios. (Deu. 7:6) Contrastándolos con las aves del cielo, Jesús preguntó: “¿No valen ustedes más que ellas?” (Mat. 6:26b) Si Dios provee para las criaturas volátiles, ¡cuánto más lo hará para sus adoradores!

Para mostrar la futilidad de preocuparse indebidamente en cuanto a adquirir las necesidades de la vida, Jesús pasó a decir: “¿Quién de ustedes por medio de inquietarse puede añadir un codo al largo de su vida?” (Mat. 6:27) Las Escrituras asemejan con frecuencia la largura de la vida de los seres humanos a un viaje, por medio de expresiones como “el camino de los pecadores” y “la senda de la rectitud.” (Sal. 1:1; 27:11) El inquietarse por las necesidades del día no puede extender la largura de la vida de uno ni siquiera por una fracción, ni “un codo,” por decirlo así. Más bien que beneficiar a la gente, la preocupación indebida puede perjudicar la salud y hasta acortar la vida.

Jesús entonces introdujo una segunda ilustración, al decir: “También, en cuanto al asunto de ropa, ¿por qué se inquietan? Aprendan una lección de los lirios del campo, cómo crecen; no se afanan, tampoco hilan; pero les digo que ni aun Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.”—Mat. 6:28, 29.

Es probable que la expresión “los lirios del campo” incluya diversas flores de brillantes colores que se ven en los campos de Galilea. A Dictionary of the Bible (Un diccionario de la Biblia), de Hasting, declara:

“Todos éstos crecen entre el grano, y frecuentemente sobresalen entre éste, e iluminan los espaciosos campos con sus diversos matices de color que varían desde el púrpura rosado hasta el profundo púrpura violeta y el azul; colores verdaderamente reales. Cualquiera que haya estado en medio de los campos de trigo de Galilea, y haya visto los preciosos racimos de estas flores, despuntando en toda dirección por encima del maíz erguido, se da cuenta, inmediatamente, de lo apropiado de la alusión de nuestro Salvador. . . . Sin embargo, si por ‘lirios del campo’ simplemente entendemos lirios silvestres, éstos también quedarán incluidos en la expresión. Entonces la comparación de nuestro Salvador será como una ‘fotografía compuesta,’ una referencia a todos los espléndidos colores y bellas formas de las numerosas plantas silvestres comprendidas bajo el nombre de lirios.”

Cuando una persona observa “cómo” estas flores “crecen,” advierte que lo hacen sin el ‘afanarse’ ni ‘hilar’ que los seres humanos tienen que efectuar para producir ropa. Sin embargo, los lirios del campo ‘se visten’ con una belleza que no podría ser igualada por el atavío de ningún ser humano, ni siquiera el de alguien tan famoso por sus galas como el rey Salomón.—2 Cró. 9:15-21.

En cuanto a la “lección” de esta ilustración, Jesús declaró: “Bueno, pues, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, hombres de poca fe?”—Mat. 6:30.

Entre “la vegetación del campo” están las flores a las cuales Jesús se había referido. Durante los calurosos veranos de Palestina, bastaría con dos días para que se marchitara esa vegetación. Los tallos de las flores y la hierba secos se juntaban como combustible para hornear. Puesto que Dios “viste” hermosamente la vegetación que tan rápidamente se seca, esta pregunta de Jesús es muy apropiada: “¿No los vestirá a ustedes con mucha más razón, hombres de poca fe?” Los siervos de Dios son mucho más importantes que las flores. La preocupación excesiva en cuanto a obtener la ropa necesaria sería una indicación de “poca fe.”b

“Por eso, nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’ o ‘¿qué hemos de beber?’ o ‘¿qué hemos de ponernos?’” continuó diciendo Jesús, “porque todas éstas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.”—Mat. 6:31, 32.

Esta fue la tercera vez en su sermón que Jesús hizo una comparación con “las naciones,” o los no judíos. (Vea Mateo 5:47; 6:7.) Ellos no tenían relación con Dios, y centraban su vida en las cosas materiales y los placeres carnales. Se ve, pues, que si los siervos de Dios dudaban de Su aptitud y presteza respecto a proveerles las cosas necesarias de la vida, serían como gente de las naciones que estaban “sin Dios en el mundo.”—Efe. 2:11, 12.

Puesto que el Altísimo ‘conoce las necesidades’ de su pueblo, los que escuchaban a Jesús harían bien en prestar atención a su siguiente consejo: “Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.”—Mat. 6:33.

Los discípulos de Jesús lo habían aceptado como el Mesías, lo cual los ponía en línea para llegar a ser parte del gobierno o “reino” mesiánico celestial de Dios. (Luc. 22:28-30; Juan 14:1-4; Dan. 7:13, 14, 18, 22, 27) Pero tenían que ‘seguir buscándolo’ “primero,” y continuamente hacer del Reino el asunto de mayor importancia en su vida. También tenían que buscar “Su justicia” [es decir, la de Dios] por medio de ejercer fe en el Mesías de Dios y ser practicantes de conducta que se conformara a los demás mandamientos de Dios. Por supuesto, esto nunca debería hacerse con el punto de vista legalista de que la ejecución de preceptos religiosos y hechos meritorios obliga a Dios a bendecir a uno. La justicia que cuenta con Dios debe brotar de corazones llenos de amor y aprecio por lo que él ha hecho a favor de la humanidad. (Vea Romanos 10:3; 1 Juan 4:19.) Los que verdaderamente ponen la adoración de Dios en primer lugar en su vida pueden confiar en que el Dios benévolo a quien adoran ‘les añadirá’ “todas” sus necesidades del día.

“Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente,” continuó diciendo Jesús, “porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad.” (Mat. 6:34) Cada día tiene sus propias dificultades que causan cierta medida de frustración. Con frecuencia las dificultades diarias surgen inesperadamente y se deben a causas que están más allá del control humano. (Note Eclesiastés 9:11.) Los siervos de Dios deben ver tales situaciones difíciles como ‘suficientes para cada día’ y enfrentarse a ellas día por día según surgen. El inquietarse en cuanto al día siguiente, en vez de mejorar las cosas, revela falta de fe en Dios y hace más difícil el enfrentarse a la “maldad” del día presente.

[Notas]

a El consejo de Jesús que se considera en este artículo (Mat. 6:25-34) también aparece, con leve variación, en Lucas 12:22-31. El contexto en Lucas tiene como marco unas circunstancias de alrededor de un año después del Sermón del Monte que Jesús dio en Galilea, y sitúa lo dicho durante la parte final del ministerio de Jesús en Judea. Evidentemente Jesús consideró apropiado repetir esta advertencia.

b Jesús usó la expresión “de poca fe” solamente con relación a sus discípulos. Esta expresión aparece también en Mateo 8:26; 14:31; 16:8 y en Lucas 12:28. La frase aparece en escritos rabínicos, lo que indica que era bien conocida. Por ejemplo, el Babylonian Talmud (Talmud de Babilonia) relata: “El r[abí] Eliezer el Grande declara: Cualquiera que tiene un pedazo de pan en su cesta y dice: ‘¿Qué comeré mañana?’ solo pertenece a los que tienen poco en cuanto a fe.”

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