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  • Cuidado con ser alcanzado
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¡Despertad! 1971
g71 22/8 págs. 8-10

Cuidado con ser alcanzado

SE DICE que los que han llegado a ser cristianos verdaderos han sido ‘librados de la autoridad de la oscuridad.’ (Col. 1:13) Las palabras de la Biblia en Efesios 2:2 identifican al gobernante de esta oscuridad. Allí el apóstol Pablo dice que, antes de llegar a ser cristianos, los miembros de la congregación de Éfeso habían ‘andado conforme al sistema de cosas de este mundo, conforme al gobernante de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia.’

El apóstol mencionó específicamente a este poderoso gobernante cuando aconsejó a estos cristianos a ‘ponerse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo.’—Efe. 6:11, 12.

Por lo tanto, es preciso que el cristiano ejerza la mayor vigilancia y precaución. Puede estar llevando a cabo los requisitos de Dios en muchos aspectos. Sin embargo, si afloja su vigilancia, él, también, súbita e inadvertidamente puede ser llevado a efectuar la voluntad de Satanás. El apóstol Pedro exhortó: “Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.”—1 Ped. 5:8.

Obviamente algunos cristianos de la congregación de Éfeso no habían sido vigilantes. Estaban siendo desviados de la verdad. Pablo escribió a Timoteo que instruyera y ayudara a éstos, para que “vuelvan a sus sentidos propios fuera del lazo del Diablo.” (2 Tim. 2:24-26) Ahora bien, un lazo no es algo hacia lo cual camina su víctima con los ojos abiertos. Está bien oculto. Súbitamente, sin advertencia, se dispara la trampa, y la víctima confiada para entonces ha caído muy dentro de ella para escapar sin ayuda. Así sucede con el lazo de Satanás; el individuo es atrapado sin advertencia. Sin embargo, lo más serio es que realmente puede ser atrapado en el lazo y todavía no darse cuenta de ello. Hasta puede servir inconscientemente para los propósitos de Satanás, habiéndose engañado hasta el punto de pensar que está haciendo lo correcto.

Algunos lazos de Satanás

Un caso a propósito es un incidente en que estuvo envuelto el apóstol Pedro. Jesús había dicho a sus discípulos que iba a sufrir a manos de los líderes religiosos judíos y ser ejecutado. Este era el derrotero que su Padre le había señalado. Jesús sabía que el que siquiera abrigara un pensamiento de evitar esta muerte de sacrificio sería pecado. Pero Pedro, sin duda con buenas intenciones, llevó a un lado a Jesús y ¡le dijo: “Ten consideración de ti, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino.” Dándole la espalda a Pedro, Jesús contestó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque tú no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los hombres.”—Mat. 16:21-23.

Aquí Pedro cayó en el lazo de Satanás, y sin saberlo él mismo era un “satanás” o “resistidor” de Jesús. Su caso da énfasis al hecho de que es preciso que escuchemos lo que dice la Palabra de Dios, que la conozcamos con exactitud y la observemos y no prestemos atención al sentimentalismo, la emoción o el raciocinio humanos.

Por otra parte, la Biblia da advertencia al aconsejar a los matrimonios en cuanto a dar cada cónyuge al otro el débito conyugal: “No estén privándose de ello el uno al otro, a no ser de común acuerdo por un tiempo señalado, para que dediquen tiempo a oración y vuelvan a juntarse, para que no siga tentándolos Satanás por su falta de regulación en ustedes mismos.” (1 Cor. 7:5) Se tiene que observar equilibrio, buen juicio, aun al dedicar tiempo a algún servicio especial de Dios. De otro modo, como sucede en el caso de un matrimonio, la abstinencia de los cónyuges en cuanto a darse el débito sexual podría darle al Diablo la oportunidad de tentar a uno o ambos cónyuges, por la pasión, a pensamientos o acciones incorrectos para con alguien de sexo diferente.—Mat. 5:28; 1 Cor. 6:9, 18.

Lazos para la congregación

El hecho de que una congregación entera, y en particular los responsables de su superintendencia, tienen que guardarse en contra de ser alcanzados por Satanás con sus engaños se ilustra en el caso de la congregación cristiana primitiva en Corinto. Uno de sus miembros había caído en inmoralidad crasa. En vez de eliminar esta iniquidad, la congregación estaba cayendo en el lazo de Satanás, estando hinchada en vez de sentirse triste en cuanto al caso. El apóstol Pablo mandó a la congregación que expulsara al inicuo.—1 Cor. 5:1-5, 13.

Más tarde, el hombre se arrepintió y cambió de proceder, después de un período de estar expulsado. Ahora Pablo escribió a la congregación, exhortándolos a perdonar a aquel hombre y recibirlo de vuelta, para que, como dijo él, “no seamos alcanzados por Satanás con sus engaños, porque no estamos en ignorancia de sus designios.” Sí, los cristianos no deben olvidar cuáles son los designios de Satanás. En primer lugar, la congregación había sido negligente, descuidada, en cuanto a mantener la limpieza en la congregación. Pero ahora había el peligro de pasar al otro extremo... hacerse dura, severa y no perdonadora para con el que verdaderamente estaba arrepentido. Esto le habría servido al Diablo igualmente bien y a ellos les habría costado el favor de Dios.—2 Cor. 2:5-11; Mat. 6:14, 15; Sant. 2:13.

Deseo incorrecto y orgullo

El deseo incorrecto puede ser un lazo insidioso de Satanás. Judas Iscariote es un ejemplo de esto. Cuando fue escogido originalmente como apóstol del Señor Jesucristo, manifestaba satisfacer los requisitos para ese puesto. Pero Judas se hizo codicioso, voraz. Comenzó a hurtar del fondo que Cristo y sus apóstoles usaban para gastos. Empezando con esto, Satanás pudo conducirlo cada vez más a desarrollar un corazón inicuo, hasta que finalmente traicionó al Señor. Lo perdió todo, llegando a ser “el hijo de destrucción.”—Juan 12:3-6; 13:18-27; 17:12; 18:2-5.

El orgullo también es uno de los instrumentos más poderosos de Satanás. Puede entrampar hasta al justo, haciendo que tropiece, y peor, puede acarrear dificultad a otros. Debido a que reconocía que el orgullo era uno de los designios de Satanás, el apóstol Pablo específicamente excluía el que se nombrara a un hombre recién convertido al puesto de superintendente en una congregación, “por temor de que se hinche de orgullo [por ser elevado tan súbitamente a un puesto de prominencia y responsabilidad] y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo.”—1 Tim. 3:2, 6.

La determinación inflexible del Diablo es difamar el nombre de Dios. Debido a que la conducta de todo hombre nombrado para superentender en una congregación tiene efectos en la entera congregación y con relación a Jehová Dios mismo, se requiere que sea un hombre que tenga “excelente testimonio de los de afuera.” Debe ser un hombre que realmente viva en conformidad con el nombre de cristiano en moralidad, en tratos comerciales, en familia, en afecto al prójimo, en hospitalidad y en bondad amorosa. De otro modo, si se le nombrara al puesto, podría ‘caer en vituperio y en un lazo del Diablo.’—1 Tim. 3:7.

Sí, si a un hombre que estuviese expuesto a acusación de prácticas injustas por personas de fuera de la congregación se le colocara prominentemente en la congregación cristiana como pastor y maestro, ¡qué oportunidad daría esto a los opositores para injuriar! (Compare con 1 Timoteo 5:14, 15.) Satanás se deleitaría en ver que tuviera buen éxito ese lazo, para vituperio de Jehová.

Por lo tanto, que los que sirven a Jehová Dios se pongan la armadura completa de Dios. “Manténganse alerta y orando, para que no entren en tentación.” Usen “toda forma de oración,” es decir, súplica, acción de gracias e intercesión. También “manténganse despiertos con toda constancia y con ruego a favor de todos los santos.” Dependan de Jehová y de su rey reinante Jesucristo. Interésense genuinamente los unos en los otros, evitando así cualesquier extremos de conducta o la entrada furtiva del deseo incorrecto. Los cristianos verdaderos tienen que continuar haciendo esto, sabiendo que, porque representan el nombre de Jehová, son el blanco principal de Satanás. No ignoran sus caminos, pero deben mantenerse alerta para no ser alcanzados sutilmente por el que es el archienemigo de Dios y del hombre.—Mar. 14:38; Efe. 6:11, 13, 18; Luc. 22:31; Rev. 12:9, 17.

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