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  • ¿Cómo puede uno ser ‘perfecto como su Padre celestial es perfecto’?

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  • ¿Cómo puede uno ser ‘perfecto como su Padre celestial es perfecto’?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
w72 1/2 págs. 85-88

¿Cómo puede uno ser ‘perfecto como su Padre celestial es perfecto’?

EN EL Sermón del Monte Jesús dijo a sus oyentes: “Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” (Mat. 5:48) ¿Parece imposible esto? ¿Cómo podrían ser perfectos como su Padre celestial los humanos pecaminosos? Sin embargo, las palabras de Jesús muestran que tenemos que serlo si queremos demostrar que somos sus discípulos. ¿Cómo podemos hacerlo?

Para entender esto, primero tenemos que librarnos de la idea de que “perfección” siempre tiene que ser ilimitada, omnímoda, e indicando excelencia suprema en el aspecto más minucioso. Solo Dios tiene tal perfección absoluta. La perfección de cualquier otra persona o cosa es relativa. Es decir, una cosa es perfecta en relación con el propósito que le ha señalado el que la diseñó, produjo o la usa. Si éstos no le ponen reparos, entonces se llama apropiadamente “perfecta.”

Por supuesto, podríamos pasarnos la vida examinando todo con un microscopio de alta potencia. Entonces todas las líneas ‘perfectamente rectas’ aparecerían undulantes y melladas; toda la ropa ‘perfectamente limpia,’ acabada de lavar, revelaría pizcas microscópicas de materia extraña; una mesa ‘perfectamente libre de asperezas’ parecería tener pequeños cráteres y valles y asemejarse a la superficie de la Luna. Sin embargo aun si se eliminaran estos factores microscópicos, ¿realmente afectaría de manera alguna el uso que hacemos de estas cosas? Por eso, aunque pudiéramos estar descontentos con todas estas cosas clasificándolas de “imperfectas,” ¿por qué deberíamos de estarlo? Tal actitud exigente no sería práctica, sino una tontería; llenaría nuestra vida de descontento y exasperación.

La Biblia no presenta la perfección de tal manera alejada de lo práctico, irrazonablemente exigente, sino de una manera sensible, apegada a la realidad. De hecho, la mismísima palabra griega (téleios) que se vierte “perfecto” en el registro del discurso de Jesús (Mat. 5:48) también puede traducirse “completo” (1 Cor. 13:10), ‘plenamente desarrollado’ (1 Cor. 14:20) y ‘maduro.’ (Heb. 5:14) Lo mismo aplica a las palabras hebreas que se traducen “perfecto” en la Biblia. Por eso, en A New Standard Bible Dictionary de Funk y Wagnalls (pág. 694) leemos esta declaración acerca de “perfección” en la Biblia:

“Cuando se aplica a objetos impersonales [como pesas comerciales (Deu. 25:15)] . . . la palabra es sinónimo de ‘completo,’ . . . Sin embargo, la noción no aparece con una tentativa de precisión, sino con la misma libertad y aproximación a la exactitud que afuera de la Biblia. . . . Cuando se usa en cuanto al hombre denota, ante todo, concordancia con el ideal abrigado en esa ocasión, y ahí es un término relativo y bastante variable y expansivo. David alega ser perfecto [exento de tacha] en este sentido (Sal 18 versículo 23), aunque en otras partes confiesa pecaminosidad (Sal 51 versículo 3 en adelante).”

SIERVOS ‘EXENTOS DE TACHA,’ “SIN CULPA” DE DIOS

Sí, la Biblia dice de Noé que era “exento de tacha entre sus contemporáneos” y de Job que era “sin culpa y recto.” (Gén. 6:9; Job 1:8) Las mismas palabras hebreas que se traducen “exento de tacha” y “sin culpa” también pueden verterse “perfecto,” porque todo lo que está exento de tacha es “perfecto.” Es obvio que esto no significa que estas personas no tenían pecado, porque todas descendieron del pecador Adán. Por eso, ¿en qué sentido eran ‘exentas de tacha’ y “sin culpa”?

Podía decirse esto de ellas porque se elevaban plenamente a lo que Dios requería de ellas y Dios no requería de ellas más de lo que podían alcanzar. Como muestra Miqueas 6:6-8, Dios no hace demandas irrazonables de sus siervos. “Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?”

Sí, Jehová misericordiosa y razonablemente tomó en cuenta la imperfección y las incapacidades de sus siervos terrestres. Un padre no esperaría de su hijo joven lo que esperaría de un hombre plenamente desarrollado, ¿verdad? Tampoco esperaría el alfarero la misma calidad al moldear un vaso de barro común que al formar uno de barro refinado especial. Jehová Dios, que es el Gran Alfarero, considera la debilidad inherente de sus siervos humanos. Pues, “como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros, acordándose de que somos polvo.”—Sal. 103:13, 14; Isa. 64:8.

En sus Notes on the Gospels, Albert Barnes, docto bíblico del siglo diecinueve, hace algunas observaciones semejantes en cuanto al “estar sin culpa” (o la “perfección”) de tales hombres. De la palabra “perfecto” dice: “Originalmente se aplica a una pieza de mecanismo, como a una máquina que tiene todas sus partes. Aplicada a los hombres, se refiere a tener todas sus partes, o perfección, donde ninguna parte está defectuosa o falta. Por lo tanto, se dice que Job (i. 1.) es perfecto; es decir, no santo como Dios, o sin pecado... porque después se le halla culpa (Job ix. 20; xlii. 6); pero su piedad era proporcionada —tenía todas sus partes— era consistente y se manifestaba con regularidad. Exhibió su religión como príncipe, padre, individuo, benefactor de los pobres. No simplemente era un hombre piadoso en un lugar, sino uniformemente. Era consistente en todas partes. Ese es el significado en Mateo [5:48]. . . . que la piedad sea completa, y proporcionada y se manifieste con regularidad.”

Estos hombres de fe de tiempos antiguos merecieron ser llamados ‘exentos de tacha’ o “sin culpa,” no porque jamás hubieran cometido algún error o equivocación, sino porque, dentro de los límites que les era posible alcanzar, su devoción y lealtad a Dios era completa, sólida. Manifestaron un “corazón completo” (o “corazón perfecto” según muchas traducciones) para con Jehová. (1 Rey. 11:4; 2 Rey. 20:3) Aceptaban humildemente la corrección y la disciplina cuando se equivocaban. (Job 42:1-6; Sal. 51:1-4, 7-11) A pesar de sus errores y debilidades, la suma total de lo que hicieron fue lo que Dios requirió de ellos en ese tiempo y bajo las circunstancias existentes. Jehová Dios estuvo satisfecho con la adoración de ellos. Por lo tanto, si él no criticó su esfuerzo sincero y proceder general, ¿quién podría hacerlo legítimamente? Compare eso con lo que el apóstol Pablo dice en Romanos 8:31-34 acerca de los cristianos ungidos.

Cuánto nos consuela hoy saber que Jehová Dios nos trata de la misma manera comprensiva, solo requiriendo de nosotros lo que realmente podemos hacer. Esto debe animarnos a hacer que nuestra expresión de amor y devoción a él sea plena, constante, una que se manifieste en toda parte de nuestra vida.

PERFECCIONANDO NUESTRO AMOR Y MISERICORDIA

Teniendo presente esto, considere de nuevo las palabras de Jesús: “Ustedes en efecto tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.” Esas palabras nos llevan a lo que Jesús había estado considerando con sus oyentes. ¿Qué era eso? El amor y la generosidad. El relato de Lucas muestra que Jesús al llegar a este punto también mencionó el asunto de misericordia. (Luc. 6:32-36) Había mostrado a sus discípulos que el que ellos amaran a los que los amaban no era gran cosa. Pues, hasta los recaudadores de impuestos y gente de las naciones hacían eso. Pero si querían ‘demostrar que eran hijos de su Padre celestial’ los discípulos tenían que imitar a Dios en su modo de mostrar generosidad. ¿Cuál es su modo? Dios “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.” (Mat. 5:45) Sí, la misericordia de Dios es tan grande que abarca hasta a los animales, como puede verse en las antiguas provisiones sabáticas y en otros casos.—Éxo. 20:10; Jon. 4:11.

Los cristianos verdaderos, entonces, no deben ser limitados, incompletos, imperfectos al expresar amor y generosidad, sino que deben mostrar estas cualidades de manera extensa, completa, por consiguiente de manera perfecta, extendiéndose su amor aun a los enemigos. (Mat. 5:43, 44) Aquí Jesús no estaba hablando acerca de ser como el Dios Altísimo en todo respecto, cosa imposible para los humanos, sino que estaba enfatizando este aspecto particular de expresar un amor pleno, perfeccionado.

¿Manifestamos nosotros hoy amor de esta manera? ¿Mostramos amor al grado de ‘amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen’? Jesús mismo nos puso el ejemplo. Él fue como su Padre celestial en todas estas cosas. Jesús sirvió y enseñó a toda clase de personas, imparcialmente, generosamente, amorosamente, finalmente dando su vida a favor de la humanidad imperfecta, pecaminosa. Si perfeccionamos nuestro amor ensanchando nuestro interés en otros, no permitiendo que la parcialidad y el prejuicio nos hagan abstener de mostrar bondad y misericordia, entonces estaremos imitando al Hijo de Dios así como él imitó a su Padre. Este sentimiento expansivo en nuestro corazón contribuirá a relaciones excelentes con otros. Asegurará verdadera cordialidad y consideración en nuestra vida de familia e impedirá que haya fricción y desunión en las congregaciones cristianas, antes bien, mantendrá en ellas armonía y cooperación. Y, mucho más que esto, nuestra bondad bien desarrollada, expresada ampliamente, se extenderá a los vecinos mundanos, haciéndonos considerados, prestos para ayudarlos, sí, aun para con los extraños. A menudo nuestra misericordia podrá mostrarse de maneras materiales. Pero siempre recordaremos que la ayuda espiritual es la más vital, como mostró el proceder de Jesús. Nuestro corazón nos moverá a ofrecer ésta con la paciencia y la apacibilidad que entrañan la misericordia y el amor.

¿QUIERE USTED “SER PERFECTO”?

En una ocasión un joven rico abordó a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” Estaba obedeciendo los mandamientos de la Ley, pero Jesús le mostró que su adoración todavía carecía de puntos vitales. Era imperfecta. ¿Quería él “ser perfecto”? Entonces tenía que hacer que su adoración alcanzara el desarrollo pleno. ¿Cómo? Jesús le dijo que vendiera sus posesiones, que diera a los pobres y agregó “ven, sé mi seguidor.”—Mat. 19:16-21.

¿Discierne usted, pues, cómo la idea de lo completo entra en este asunto de “ser perfecto”? El joven acaudalado pudo haber hecho lo que Jesús recomendó. Es posible que haya sido soltero, sin obligaciones de familia. Aunque no lo hubiese sido, pudiera haber hecho lo que otros de los discípulos de Jesús estaban haciendo, pues no todos ellos eran solteros. Sin embargo el joven no quería convertir su caudal en un medio para ayudar a otros, como los pobres entre sus compañeros israelitas. ¡Qué diferente era su actitud egocéntrica de la del Padre celestial, cuyo amor y misericordia lo movieron a dar su posesión más amada, su Hijo, a favor de la doliente humanidad! (Rom. 5:7, 8) Los “muchos bienes” del joven significaban más para él que el aprovecharse de esta magnífica oportunidad de acompañar al mismo Hijo de Dios en su ministerio.—Mat. 19:22, 27-29.

De modo que, hoy, no se trata de que se le pida a usted hacer lo imposible, algo fuera de su alcance. Se trata de hacer lo que uno pueda hacer al rendir servicio a Dios y a su prójimo... y hacerlo de todo corazón. ¿Está usted haciendo eso? ¿Estudia usted su Palabra y la pone a trabajar en su vida? Entonces usted puede tener el placer y gozo de saber que, sobre la base del sacrificio de rescate del Hijo de Dios y su fe en él, Dios acepta esto como servicio perfecto de parte de usted. Demuestre que usted es un hijo verdadero de su Padre celestial. Muestre amor, bondad, generosidad y misericordia de la manera que él lo hace, y deje que su adoración penetre en toda parte de su vida.

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