Religión sólo en forma
La exhibición externa no es substituto para el mérito interno. Especialmente cierto es esto en lo que concierne a la religión, porque Dios mira al corazón. ¿Por qué será, entonces, que algunas personas practican la religión pero se muestran falsas a su poder? ¿Es el presente auge de la religión una señal de fe verdadera o sólo una moda falta de sinceridad? LEA ESTE ARTÍCULO Y EL QUE LE SIGUE.
VIVIMOS en un mundo de apariencias externas. A menudo las apariencias externas son engañosas. Difícilmente hay caso que ilustre esto más vívidamente que el de los fariseos. Después del regreso del cautiverio en Babilonia, el farisaísmo llegó a ser la fe de los judíos ortodoxos; en los días de Jesús la profesión del farisaísmo llegó a ser muy popular, hasta una moda. El ser fariseo significaba respetabilidad. Exteriormente los fariseos aparentaban ser enteramente justos, de hecho, los más religiosos de entre los hombres. Siempre se contaban en las filas de ellos hombres de sinceridad y de reputación irreprensible. Sin embargo, ¿qué es lo que hallamos? Que los fariseos desempeñaron una parte prominente en tramar la muerte de Jesús. ¿Cómo se puede explicar eso? Entendiendo que los fariseos practicaban su religión como algo que estaba de moda; tenían religión en forma pero no la tenían en verdad.
En el capítulo veintitrés de Mateo leemos que Jesús denunció severamente a los que practicaban la religión como moda: “Todas las obras que ellos hacen las hacen para ser contemplados por los hombres; porque ensanchan sus bolsas conteniendo pasajes de las Escrituras que ellos llevan como resguardos, y agrandan los flecos de sus vestidos.” (Mat. 23:5, NM) Estas bolsas o filacterias que contenían pasajes de las Escrituras eran bolsas de cuero que contenían tiras de pergamino en las cuales estaban escritas las palabras de Éxodo 13:1-10, 11-16; Deuteronomio 6:4-9; 11:13-21. Estas filacterias, llevadas en la frente o en el brazo, vinieron a ser un apéndice importante de la apariencia del fariseo, hasta tal grado que algunos las llevaban ostentosamente anchas. Esto o fué para poder tener más escrito en ellas, o para que, siendo más grandes los caracteres, fueran más visibles; así ellos podían adquirir mayor honor entre la gente.
Por esta razón Jesús les dijo a ellos: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque se asemejan a sepulcros blanqueados, que por fuera realmente parecen ser hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda clase de inmundicia. De esta manera ustedes también, por fuera realmente, parecen ser justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y todo lo que es contrario a ley.”—Mat. 23:27, 28, NM.
Tal como un “lobo en traje de oveja” le es más temible al rebaño confiado, del mismo modo aquellos religiosos que eran justos exteriormente servían de gran fuente de peligro a otros. Jesús dió énfasis a esto al usar otra ilustración enérgica: “¡Ay de ustedes, porque son como esas tumbas memorialescas que no están expuestas a la vista, de modo que los hombres caminan sobre ellas y no lo saben!” (Luc. 11:44, NM) Puesto que la ley de Moisés consideraba inmundos a los que tocaran cualquier cosa perteneciente a los muertos, los judíos tenían cuidado de ver que se blanquearan sus tumbas cada año, para que, siendo fáciles de hallar, pudieran evitarse. Pero en cuanto a los fariseos—¡su inmundicia no era aparente, eran sepulturas ocultas, de que no se sospechaba! La gente tropezaba con ellos, sin saber que había tocado a la muerte y estaba “corrompida.”
Exhibición externa, pero ningún mérito interno: ésa era la religión de los fariseos. Ellos eran hombres de la clase que practicaba la religión como algo que era popular en ese tiempo, hombres a quienes el apóstol de Cristo bien describió como “corrompidos de mente y despojados de la verdad, que piensan que la devoción piadosa es un medio de ganancia.” Pero los fariseos no eran los únicos que tenían esta manía. La entera nación judía era profundamente religiosa; su forma de devoción piadosa era muy impresionante, pero por dentro su religión estaba vacía. Casi todos ellos tropezaron con Jesús, rechazándolo como el Mesías; no sólo eso, sino que en los días de los profetas ellos mostraron que su devoción piadosa descansaba en una capa escondida de egoísmo. De manera que Jesús les dijo a éstos que practicaban la religión como algo que estaba de moda: “Hipócritas, Isaías profetizó aptamente acerca de ustedes cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con sus labios, sin embargo su corazón está alejado de mí.’”—1 Tim. 6:5; Mat. 15:7, 8, NM.
El caso de la gente del día de Jesús que practicaba la religión como algo que estaba de moda encierra gran significado ahora. ¿Por qué? Porque el apóstol de Cristo predijo como una señal concreta de los últimos días de este presente inicuo sistema de cosas que habría un auge de religión—religión farisaica. ¿Lo vemos? ¿Vemos a multitudes de personas que tienen religión en sus confesiones, sus catecismos, sus rezos, sus canciones, sus libros, sus juramentos y en sus lemas pero que aun así están completamente desprovistas del poder de la devoción piadosa? En breve, ¿vemos a gente que tiene religión en forma pero no en verdad? Para enterarse de los puntos de vista de clérigos prominentes acerca de estas preguntas vea el artículo siguiente.