Celebrando la cena del Señor
EN EL calendario de 1955 de los testigos de Jehová aparece una sola fecha marcada en rojo, y esa fecha es el 7 de abril. En esa fecha, mientras se hunde el sol detrás del horizonte en el oeste, cada testigo de Jehová sin excepción, sí, todo el que pueda hacerlo se reunirá con otros testigos en el lugar local donde se celebran las reuniones de la congregación. Este año se espera que se reúnan más de medio millón de testigos junto con varios centenares de miles de personas de buena voluntad.
¿Por qué deben reunirse todos los testigos de Jehová el 7 de abril? Porque es también el 14 de nisán. ¿El 14 de nisán? Sí, según el calendario que Jehová Dios le dió a la nación de Israel el primer mes del año era nisán o abib y comenzaba con la nueva luna más cerca del equinoccio primaveral o el primer día de la primavera.—Éxo. 12:1, 2.
¿Por qué es tan notable el 14 de nisán?, pregunta usted. Ese día llegó a ser sobresaliente en el año 1513 a. de J.C., cuando Jehová engrandeció su nombre por medio de quebrantar el yugo de los egipcios de sobre su pueblo y ponerle en libertad. Esa noche los israelitas comieron una “cena” que consistió de cordero o cabrito asado, pan ázimo y hierbas amargas; y se le llamó la “cena de la pascua” o “del paso” porque el ángel de la muerte perdonó o ‘pasó por alto’ a sus primogénitos, mientras que destruyó a todos los primogénitos de Egipto; es decir, les perdonó o salvó si habían llevado a cabo todas las instrucciones que incluían el salpicar parte de la sangre del cordero sobre las jambas y el dintel de las puertas de las casas en que comieron la cena, y se quedaron adentro.—Éxo. 12:3-13, NM.
Para que no se olvidaran nunca de ese día memorable en que Jehová vindicó su supremacía, humilló el orgullo de Faraón y libertó a su pueblo de la cruel esclavitud egipcia, Dios mandó que esta cena pascual se celebrara anualmente el 14 de nisán, y más tarde que había de celebrarse en la ciudad en que él colocara su nombre, Jerusalén. Así, unos quince siglos más tarde, el 14 de nisán de 33 d. de J.C., hallamos a trece israelitas celebrando la pascua en un aposento superior en Jerusalén. ¿Quiénes eran estos trece? Cristo Jesús y sus doce apóstoles.
Sin embargo, no es para celebrar la pascua judía que los testigos de Jehová se reunirán este año el 14 de nisán, sino más bien para celebrar los eventos extraordinarios que habían de ocurrir en ese 14 de nisán de 33 d. de J.C., eventos que superarían mucho en importancia aun a aquellos que habían ocurrido 1,545 años antes en Egipto. Sí, el 14 de nisán de 33 d. de J.C. vió vindicado el nombre de Jehová, porque en ese día Cristo Jesús suministró prueba de que un hombre perfecto podía mantener su integridad a pesar de todo lo que el Diablo le ocasionara, y en ese día se proveyó el sacrificio rescatador que al debido tiempo resultaría en libertar a todo amador de la justicia de la esclavitud al Faraón Mayor, Satanás el Diablo, y de su organización, el Egipto antitípico. ¿Todo en ese día? Sí, porque según el calendario de Dios el día comenzó a la puesta del sol y continuó hasta la próxima puesta del sol.
SIGNIFICADO DE LOS EMBLEMAS
Así como Moisés instituyó una celebración aniversaria de la liberación de los israelitas de Egipto en la mismísima noche en que fueron libertados, así también Cristo Jesús instituyó una celebración aniversaria de la liberación que él había de proveer en esa misma noche del 14 de nisán de 33 d. de J.C. Y aun cuando las diferentes organizaciones religiosas de la cristiandad celebran la “cena del Señor” semestral, trimestral, mensual, semanal, y aun casi diariamente, sin embargo en vista del hecho de que la pascua, que conmemoró la liberación de Egipto, se celebraba solamente una vez al año y eso el 14 de nisán, es razonable concluir, ya que no existen instrucciones algunas que indiquen lo contrario, que la cena del Señor también debiera celebrarse solamente una vez al año, el 14 de nisán, para conmemorar la liberación provista por la muerte del Cordero pascual antitípico, Cristo Jesús.
Fué después de la cena pascual y después que Jesús había despedido a Judas que él “tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándoselo a los discípulos, él dijo: ‘Tengan, coman. Esto significa mi cuerpo.’” (Mat. 26:26; Juan 13:21-30, NM) ¿A cuál cuerpo se refería Jesús aquí? ¿A su cuerpo carnal? Difícilmente, porque concerniente a dicho cuerpo leemos que ningún hueso de él fué quebrado, mientras que Jesús quebró el pan. (Juan 19:36) Más bien, él se refería a su cuerpo espiritual, la congregación cristiana, a la cual se llama un cuerpo o el cuerpo de Cristo más de cuarenta y cinco veces en las Escrituras. El que ésta es la conclusión correcta se desprende claramente de las palabras de Pablo: “El pan que partimos, ¿no es participar en común del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque somos muchos, somos un solo cuerpo, porque todos nosotros estamos participando de ese solo pan.” Claro está que el pan no representa el cuerpo carnal de Jesús, sino a los miembros de su cuerpo, la congregación cristiana.—1 Cor. 10:16, 17, NM.
Al participar de este solo pan uno dice en efecto: ‘Yo profeso ser miembro del cuerpo de Cristo.’ Puesto que en las Escrituras la levadura o el fermento representa el pecado y todo pan pascual tenía que ser hecho sin levadura, esto representaría el hecho de que los que son parte del cuerpo espiritual de Cristo harán cuanto puedan para guardarse libres de pecado y malicia. Además a este pan ázimo también se le llamaba el “pan de aflicción” porque era pesado, “triste” por decirlo así, y hacía que los israelitas recordaran sus sufrimientos en Egipto y la gran prisa con que salieron de Egipto, tan grande que no pudieron preparar su pan correctamente. Por lo tanto también representa adecuadamente el sufrimiento que los miembros del cuerpo de Cristo tienen que aguantar.—1 Cor. 5:6-8; Deu. 16:3; 1 Ped. 2:21, NM.
Después de dar de comer del pan a sus discípulos, Jesús también “tomó una copa y, habiendo dado gracias, se la dió a ellos, diciendo: ‘Tomen de ella, todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto” que ha de ser derramada a favor de muchos para el perdón de pecados.’” (Mat. 26:27, 28, NM) Puesto que el tomar de la copa quiere decir el participar con Cristo, ¿indica eso que los seguidores de Cristo tienen una parte en proveer perdón de pecados mediante el sacrificio de ellos? No, porque las Escrituras muestran que sólo Cristo podría proveer un rescate. (Sal 49:6-9; Juan 1:29) Pero sus seguidores pueden tener parte en beber la misma copa que Jesús bebió en el sentido de que esta copa también representa la voluntad de Dios para sus siervos, así como Jesús oró la noche de su traición: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Sin embargo, no como quiera yo, sino como quieras tú.”—Mat. 26:39, NM. Véase también Mateo 20:22.
Las Escrituras nos dicen que el alma o la vida está en la sangre. (Lev. 17:14) Sangre derramada, por lo tanto, significaría la muerte. De modo que los que toman de la copa en la cena del Señor confiesan de tal modo que ellos esperan morir con Cristo para poder participar en su resurrección. (Fili. 3:7-11) Con la llegada del reino de Dios, el beber del fruto de la vid es también un símbolo del participar en el gozo de Cristo.—Mat. 26:29; 25:21, 23, NM.
NINGUNA TRANSUBSTANCIACIÓN
Quizás para ahora algún buen católico romano que haya estado leyendo lo anterior diga: ‘Pero ¡ustedes han cambiado la Biblia! Según mi Biblia Jesús dijo acerca del pan y del vino: “Este es mi cuerpo,” y “Esta es mi sangre.”’ (Torres Amat) Es verdad, muchas traducciones vierten así las palabras de Jesús. Pero también hay otras que las vierten semejante a la manera que lo hace la Traducción del Nuevo Mundo. Así, Móffatt usa la palabra “significa” en lugar de “es”; C. B. Williams usa “representa” en vez de “es”; mientras que Wéymouth en su nota al pie de la página (Tercera edición) declara: “O ‘significa,’ ‘representa,’ ‘simboliza mi cuerpo.’ En muchos lugares tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento el verbo ‘es’ o ‘son,’ expresado o (como aquí) sobrentendido, puede verterse así.” Entre los ejemplos que Wéymouth da está el de la ilustración del sembrador en que Jesús dice repetidamente que una cosa “es” otra, aunque él quiere decir que una cosa “representa” otra. Vea Mateo 13:36-39.
Sí, el lenguaje de Jesús estaba lleno de metáforas, símbolos; y no sólo el de Jesús sino también el de sus apóstoles. Nótense las palabras de Pablo respecto a la roca en el desierto de la cual brotaron aguas para el beneficio de los israelitas: “Todos bebieron la misma bebida profética, abrevados por la misma roca profética que les acompañaba, la roca que era Cristo.” (1 Cor. 10:3, 4, Knox) ¿Era realmente esa roca Cristo? No, pero prefiguró, representó a Cristo. Lo mismo es verdad acerca de las palabras de Jesús en la noche que instituyó el memorial de su muerte.
Si Jesús hubiera querido decir que el pan era su mismo cuerpo y que éste sería o había de ser sacrificado repetidamente como pretende la Iglesia católica romana con el sacrificio de la misa, ¿no habría dicho él: “Hagan esto en sacrificio de mí”? o, ¿“Sacrifíquenme así”? Pero en vez de eso él dijo: “Hagan esto en conmemoración de mí.” (Luc. 22:19, Knox) Obviamente él quiso decir que esta observancia había de conmemorar su sacrificio, no repetirlo.
Y si el vino en ese tiempo era realmente la sangre de Jesús, ¿por qué al referirse a su sangre dijo que todavía “ha de ser derramada” por pecados? (Luc. 22:20, Knox) Además, Jesús declaró que él no volvería a “tomar de este fruto de la vid” hasta que lo tomara nuevo con sus apóstoles en el reino de su Padre. (Mat. 26:29, Knox) ¿Por qué referirse a ello como “este fruto de la vid” si realmente era su sangre?
Tampoco había necesidad alguna de que Jesús ejecutara tal milagro, mucho menos de que él probara que lo había hecho. Siempre que Jesús hacía milagros era para ayudar a los necesitados y honrar a su Padre, pero absolutamente no hubiera servido para ningún propósito el que Jesús milagrosamente cambiara ese pan y vino en carne y sangre. Además, cuando Jesús cambió agua en vino en la fiesta de bodas en Caná, el vino era verdadero vino, pero no hay evidencia de que los apóstoles hayan comido verdadera carne y sangre.—Juan 2:1-11.
Los que pretenden que el pan y el vino realmente llegan a ser la carne y sangre de Cristo en la misa son inconsistentes en que ellos hablan del ‘sacrificio incruento de la misa.’ ¿Cómo podría ser verdaderamente la sangre de Jesús y todavía haber un sacrificio incruento? Y si es un sacrificio incruento, entonces no puede remover pecados, porque Pablo dice claramente: “A menos que se derrame sangre, no puede haber remisión de pecados.”—Heb. 9:22, Knox.
Se nos dice que la santa misa es la forma más elevada de adoración. ¿No es extraño que en todas las veintidós cartas escritas a los cristianos primitivos se mencione una sola vez la cena del Señor (1 Cor. 11:23-33)? Si es indispensable al perdón de los pecados, ¿no es también extraño el que al discutir Juan el perdón de pecados no hiciera referencia ni una vez a la misa? (1 Juan 1:8-10; 2:1, 2, 12, NM) Y ¿qué hay acerca de la necesidad de que haya un sacerdote para que se diga la misa? ¿Hay una sola palabra siquiera en las Escrituras cristianas griegas acerca de una clase de sacerdotes quienes fueran los únicos elegibles para sacrificar el cuerpo de Cristo en la misa? Leemos acerca de que Cristo Jesús es el sumo sacerdote, y de que todos los cristianos forman un ‘sacerdocio santo y real,’ pero en ninguna parte leemos de que ciertos cristianos fueran una clase especial de sacerdotes. (Heb. 8:1; 1 Ped. 2:5, 9, Knox) Y ¿es razonable que Cristo Jesús el sumo sacerdote hubiese de ser ofrecido o sacrificado por imperfectos sacerdotes subalternos humanos? No importa de qué manera lo miremos, el insistir en que el memorial de su muerte que Cristo Jesús instituyó fué alguna cosa más que eso no tiene sentido.
PARTICIPANTES Y OBSERVADORES
El anuario o Yearbook of Jehovah’s Witnesses para 1955 dice que en el África ecuatorial francesa 584 personas asistieron al servicio del Memorial y ni una participó de los emblemas. ¿Por qué? De hecho, a través de todo el mundo 829,836 personas asistieron a las celebraciones de la cena del Señor y solamente 17,884, o aproximadamente uno de entre cuarenta y seis, participaron. ¿Por qué? Porque aunque todos los que se arrepienten, se convierten, ejercen fe en Jehová Dios y Cristo Jesús y entonces dedican su vida a hacer la voluntad de Dios, y que entonces cumplen con sus votos de dedicación, propiamente pueden ser clasificados como cristianos, sin embargo los únicos que pueden participar propiamente son los que además de eso han experimentado el despertamiento de una esperanza celestial en ellos debido a que Dios los ha engendrado con su espíritu santo como hijos de Dios y entonces a que han sido ungidos con ese mismo espíritu para ser miembros del cuerpo de Cristo. Solamente éstos pueden participar en la muerte de Cristo y también en su resurrección. Acerca de éstos Pablo escribió: “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Si, pues, somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos juntos para que también podamos ser glorificados juntos.”—Rom. 8:16, 17; 2 Tim. 2:11, 12, NM.
Sí, de los 829,836 asistentes a la celebración del Memorial en 1954, sólo 17,884 profesaron ser hijos espirituales de Dios. ¿Y los demás? Se reconocieron como las “ovejas” que muestran bondad a los hermanos de Cristo, como las “otras ovejas” que no son parte de la “manada pequeña,” y como la grande muchedumbre, vista en visión por Juan, que estaba de pie delante del trono en contraste con los 144,000 siervos sellados de Dios que compartirán el trono con Cristo Jesús.—Mat. 25:31-46; Juan 10:16; Luc. 12:32; Apo. 7:9; 3:21, NM.
Entonces ¿por qué asisten éstos al servicio del Memorial? Por causa del mandato de Jesús y debido al interés de ellos en sus hermanos espirituales. Además, en la cena del Señor se magnifica a Jehová por medio de recontar lo que él ha hecho para nosotros mediante su Hijo al proveer la liberación, y se le da importancia al ejemplo fiel de Cristo Jesús, el cual ejemplo todo cristiano dedicado tiene que seguir, sea que tenga esperanzas celestiales o terrenales. Es una lección de aprecio de lo que Jehová Dios y Cristo Jesús han hecho para nosotros y de lo que se requiere de nosotros. Por eso es que el 7 de abril los testigos de Jehová a través de todo el mundo se reunirán después de la puesta del sol en sus Salones del Reino locales.