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  • ¿Demasiado grande para Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 1/10 págs. 604-607

¿Demasiado grande para Dios?

EL TEMA desafiador de un discurso pronunciado, no hace mucho, por el “reverendo” M. R. Nelson, de Minneápolis, fué “Demasiado grande para Dios”. Lamentándose del triste estado de cosas en la política, el predominio del juego de azar, el gran número de borrachos, la moralidad baja, etc., el ministro explicó: “El efectuar los cambios que debemos hacer es una tarea demasiado grande para Dios solo. . . . El hacer la vida mejor es una tarea demasiado grande para Dios solo.” Este discurso fué recibido con entusiasmo por un gran auditorio. De manera que parece que hay una creencia creciente en que el Todopoderoso Dios ya no es tan poderoso. ¿Tiene ahora Dios que depender del hombre? ¿Y realmente hay algo “demasiado grande para Dios solo”?

Hubo un tiempo cuando Dios estuvo absolutamente solo. Empero sin la ayuda de nadie creó al Logos o Palabra, que después llegó a ser Cristo Jesús. Como poderosa criatura espiritual el Logos fué “el principio de la creación por Dios”, y “todas las cosas vinieron a la existencia por medio de él”. (Apo. 3:14; Juan 1:3, NM) Por medio del poder de Dios este trabajador magistral creó millares de criaturas espirituales y cuerpos inanimados. Todo esto lo hizo sin haber creado primero al hombre; en realidad, Dios no necesitó el consejo del hombre en la creación del planeta que es nuestro hogar. Jehová mismo declaró cuán absolutamente independiente es él del hombre: “¿Dónde estabas al fundar yo la tierra? Indícalo, si tienes inteligencia. ¿Anudas tú acaso los lazos de las Pléyades, o desanudas las cuerdas de Orión? ¿Haces salir la Corona a su tiempo?; y la Osa con sus hijos [satélites, UTA], ¿guíaslos tú? ¿Lanzarás los relámpagos, e irán y te dirán: ‘Henos aquí’?”—Job 38:4, 31, 32, 35, BC.

No hay un solo caso en la Biblia de una tarea que haya sido demasiado dura para Dios. El poder de Jehová es supremo y absoluto. “Porque dijo Él, y fué hecho; mandó, y así fué.” (Sal. 33:9, NC) El hombre se precipita a insignificancia diminuta siempre que Dios demuestra su poder. El diluvio universal del día de Noé anonadó a toda la humanidad salvo a los que creyeron en las promesas y poder de Jehová. El poder supremo también se demostró cuando, con fuego y azufre, Jehová devastó a Sodoma y Gomorra, sin que los habitantes incorregiblemente inicuos fueran problema demasiado grande para Dios. En realidad, Jehová envió sólo dos ángeles a Sodoma, habiendo ellos mismos declarado: “Vamos a destruir este lugar, por cuanto se ha hecho grande su clamor delante de Jehová; y Jehová nos ha enviado a destruirlo.” (Gén. 19:1, 13) ¿Fué una tarea grande, entonces, para Dios borrar a Sodoma? ¡No! porque sólo dos ángeles fueron enviados a hacer la tarea, y Jehová tiene a su mando todos los ejércitos del cielo, ¡que ascienden a no menos de 200,000,000!—Apo. 9:16, NM.

CRISTO VERIFICA LA OMNIPOTENCIA DE DIOS

Jehová ha demostrado repetidamente que él hará la vida mejor para el hombre a Su debido tiempo. Por medio de los milagros sanadores que Cristo Jesús ejecutó, Jehová dió una visión por anticipado de lo que su poder efectuará en el nuevo mundo a favor de su pueblo. Es interesante saber que los milagros de Cristo registrados en los cuatro Evangelios son tan numerosos que, por ejemplo, cerca de una tercera parte del libro de Marcos contiene descripciones de ellos. Estos milagros están entrelazados tan inextricablemente con el texto que no pueden ser quitados sin romper la continuidad. De todos los milagros que Cristo efectuó alrededor de tres cuartas partes de ellos tienen que ver con curación y salud. Ninguna enfermedad o deformidad fué en alguna ocasión una tarea demasiado grande para el médico de Jehová: “Y le trajeron todos los enfermos que sufrían de varias enfermedades y graves males, y personas poseídas de demonios y lunáticas y paralíticas, y él las curó.” (Mat. 4:24, NM) ¡Locos curados sin psiquiatras! ¡Enfermedades curadas sin penicilina! Y no hubo falta de poder cuando Cristo resucitó a Lázaro.—Juan 11:17, 40-44.

Cuando fué traicionado por Judas y la chusma se acercó rodeando para apoderarse de él, Jesús planteó una pregunta provocativa: “¿Crees tú que no puedo apelar a mi Padre para que me suministre en este momento más de doce legiones de ángeles?” (Mat. 26:53, NM) Hubiera sido una tarea grande para sus discípulos rescatar a Jesús de la chusma, pero se les hizo ver claramente que había un tremendo ejército celestial disponible si Jesús lo pidiera. Hoy la palabra “legión” quizás no parezca tan significativa, pero para los antiguos romanos y la gente bajo su dominio la palabra inmediatamente evocaba poder de catapulta y colosal, porque significaba un cuerpo de soldados que alcanzaba a tener en diferentes ocasiones de 4,500 a 6,000 miembros. ¿No entenderían los discípulos de Jesús, entonces, que él tendría un ejército de más de 72,000 ángeles a su mando si se los pidiera al Padre? De nuevo debe recordarse que ¡sólo dos ángeles de Jehová se necesitaron para aniquilar a Sodoma y Gomorra!

¿Cómo justiprecian los ángeles mismos el poder de Dios? Tenemos el testimonio del ángel Gabriel: “Con Dios ninguna declaración será una imposibilidad.” (Luc. 1:37, NM) ¡Qué poder abarcador significa eso! No tenemos razón para poner en tela de juicio la veracidad de la declaración de Gabriel, porque él dijo de sí mismo que “permanece cerca delante de Dios”; además, su mensaje a María acerca del inminente nacimiento de Jesús de una virgen aconteció exactamente como se declaró.—Luc. 1:19, 26-38; 2:1-21, NM.

Y ¿qué testimonio más digno de confianza necesitamos que el de Cristo Jesús, “el que descendió del cielo”? Él declaró: “Lo que es imposible para los hombres para Dios es posible.” (Juan 3:13; Luc. 18:27, NM) Así el Hijo de Dios reveló que habría tareas demasiado grandes para los hombres pero jamás demasiado grandes para Dios.

¿POR QUÉ LA TEORÍA DE “DEMASIADO GRANDE”?

Por virtud del poder omnipotente y la sabiduría infinita de Jehová, él es el gran computador del tiempo del universo. Para él el tiempo es ilimitado. Para el hombre el tiempo es limitado, tan limitado que siempre dice: “No tengo tiempo para esto o aquello.” ¡Y con razón! “Los días de nuestros años son setenta años; y si a causa de mayor vigor alcanzan a ochenta años.” (Sal. 90:10) Naturalmente, entonces, el hombre quiere que las cosas se hagan de prisa. Raramente se da cuenta de que el itinerario de Dios funciona en una base vastamente diferente a nuestro itinerario de un día de 24 horas. “Un día es con Jehová como mil años y mil años como un día.” (2 Ped. 3:8, NM) Porque Dios hace todo a su tiempo, el hombre miope se inclina a considerar eso como debilidad, como si algo fuera demasiado grande para Dios.

Considere, por ejemplo, el aumento de la organización visible de Dios, cosa que, en un tiempo, parecía imposible. Pero no era imposible, porque tenía que venir al debido tiempo de Dios. Aun en 1938 sólo había 47,143 publicadores proclamando mundialmente las buenas nuevas del reino de Dios, pero ¡para 1952 la cifra había subido vertiginosamente a 456,265! “El pequeño vendrá a ser mil, y el chico, nación fuerte: yo, Jehová, me apresuraré a hacer esto a su tiempo.”—Isa. 60:22.

Además, ¿cómo ha llegado a ser la vida del hombre tan degradada que su mejoramiento presenta una tarea tan formidable? ¿No es porque el hombre no ha vivido en conformidad con los principios estipulados en la Palabra de Dios, la Biblia? Un mundo deteriorándose en cuanto a lo moral y lleno de manos codiciosas, despiadadas y derramadoras de sangre no sería el resultado si el hombre hubiera seguido el consejo excelente del Maestro: “Todas las cosas, por lo tanto, que quieren que los hombres les hagan, también de igual manera deben hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas.” (Mat. 7:12, NM) Plagadas con una condición calamitosa en el mundo, algunas personas ahora dicen: “Es una tarea demasiado grande para Dios solo.” De nuevo el hombre no escucha la regla bíblica: “No se ejecuta sentencia contra la obra mala muy en breve.”—Ecl. 8:11.

Realmente, entonces, la tarea no es demasiado grande para Dios. La dificultad es que el hombre no es bastante grande para la tarea. Los logros científicos del hombre han hinchado su vanidad; ahora tiene una “cabeza grande”. Pero no es grande para Dios, no mayor que la cabeza de una langosta, y eso no es muy grande. “¿Nunca lo habéis entendido . . .? Dios es aquel que se está sentado sobre el círculo de la tierra, y los habitantes de ella le son como langostas.” (Isa. 40:21, 22) ¿Qué entiende una langosta acerca del poder del hombre? ¿Y qué sabe el hombre acerca del poder de Dios? “Al Omnipotente no le alcanzamos; grande es su poder.”—Job 37:23, NC.

La verdad es que cuando el hombre dice que una obra es demasiado grande para Dios, está impresionado por su propia importancia. Hoy tenemos lumbreras políticas de sesenta diferentes naciones reuniéndose en las N.U. en Nueva York intentando hacer que la tierra abunde de paz y seguridad. Dijo el presidente Truman unos cuantos días antes de la inauguración del general Eisenhower: “Si podemos conseguir paz y seguridad en el mundo bajo las Naciones Unidas, los desenvolvimientos vendrán tan rápidamente que no reconoceremos el mundo en el cual ahora vivimos.” Y en su discurso inaugural, el presidente Eisenhower llamó a las N.U. la “señal viva de la esperanza de toda la gente para la paz”. Pronto ahora Jehová frustrará los esfuerzos combinados de las naciones: “Jehová anula el consejo de las naciones: desbarata los propósitos de los pueblos.” “Cuando sea que estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente.” (Sal. 33:10; 1 Tes. 5:3, NM) La destrucción repentina del Armagedón dejará a las N.U. en ruinas humeantes, y la tierra esparcida con los cuerpos de los “muertos por Jehová”.—Jer. 25:33, 34.

Finalmente, la tarea más grande de todas, la aniquilación de Satanás el Diablo, la efectuará con gran facilidad Cristo Jesús, el “Rey de reyes” de Jehová. Cristo simplemente se apodera del Diablo y lo arroja al abismo. (Apo. 20:1-3) Por esa exhibición del poder incomparable de Jehová, exhibición que inspira reverencia, se introducirá el nuevo mundo para mejoramiento completo de la humanidad. (Apo. 21:1-4) Entonces nadie jamás volverá a decir que una tarea es demasiado grande para Dios. Más bien, todos los vivientes entenderán el rico significado de las palabras del Altísimo a Abrahán: “¿Hay cosa alguna demasiado difícil para Jehová?”—Gén. 18:14.

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