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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 1/9 págs. 518-519

Los que escogían los mejores lugares

Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos

ALGUNAS personas siempre quieren las mejores cosas para sí, y cogen estas cosas antes que otro pueda conseguirlas. ¿Has notado eso? Yo sí.

Por ejemplo, en una comida he visto que se pasa un plato grande. Está lleno de deliciosos pedazos de pastel. Cuando se va pasando el plato, cada persona mira con cuidado los pedazos para asegurarse de coger el más grande. ¿Te parece correcto hacer eso?

Hay otra cosa que he visto. Un padre y una madre han llevado a sus hijos consigo a visitar a un amigo. Al entrar en la casa del amigo, los niños han corrido para conseguir las sillas más cómodas. ¿Es correcto esto? ¿Crees que deberían tomar los mejores asientos?

Cuando el Gran Maestro estuvo en la Tierra algo parecido a eso pasó. Lo invitaron a una comida grande en la casa de un fariseo importante. Había muchos invitados. Al entrar los invitados para la comida, Jesús notó que escogían los mejores lugares cerca de la cabecera de la mesa. Querían lugares de honor. ¿Quieres saber lo que Jesús les dijo?

Les contó una historia. En ella había buen consejo para aquellos invitados, y hay buen consejo para nosotros hoy.

Jesús dijo: ‘Tal vez alguien te invite a un gran banquete de bodas. Cuando vayas, no escojas el lugar más honroso para sentarte allí. Pues quizás alguien más importante que tú también haya sido invitado. Entonces puede ser que el que haya hecho la fiesta venga a donde tú estás y diga: “Deja que éste tenga tu lugar.” Entonces te avergonzarás cuando todos los otros allí se queden mirándote mientras vas al lugar más bajo.’

Jesús quería enseñarles a aquellos convidados, que habían estado escogiendo los mejores lugares, lo que era correcto hacer. De modo que siguió diciéndoles:

‘Cuando te inviten a un banquete de bodas, ve y siéntate en el lugar más bajo. Entonces el que te ha invitado quizás venga y diga: “¡Amigo, tenemos mejor lugar que éste para ti!” Entonces tendrás honra delante de todos los demás al subir al mejor lugar.’—Luc. 14:1-11.

¿Entendiste lo que quiso decir Jesús con lo que contó? Vamos a considerar un ejemplo, y ver si entendiste. Supónte que fuésemos a comer en la casa de cierta persona. ¿Escogerías la silla más cómoda cuando te fueras a sentar, o dejarías el mejor lugar para otra persona? ¿Qué crees que Jesús querría que hicieras?

Considera otro ejemplo. Imagínate que estás subiendo a un autobús lleno de gente. ¿Debes apresurarte a conseguir un asiento, y dejar que una persona anciana se quede de pie? ¿Querría Jesús que tú hicieras eso?

Puede que alguien diga que a Jesús no le interesa lo que hagamos. Pero, ¿crees eso? Cuando Jesús estuvo en aquella comida grande en la casa del fariseo, notó qué asientos estaba escogiendo la gente. ¿Y no crees que él está igual de interesado en lo que hacemos hoy? La verdad es que ahora que Jesús está en el cielo está en mejor posición para ver lo que estamos haciendo.

¿Produce paz y contentamiento entre las personas el que cada una trate de conseguir el mejor lugar? ¿No es verdad que en vez de eso se ponen a pelear y a enojarse unas con otras? ¿Qué dirías tú?

A veces esto pasa cuando unos niños van juntos en un paseo en automóvil. Tan pronto como se abre la puerta del auto, corren a conseguir los mejores asientos, los que están cerca de la ventana. Y al momento hay una pelea. Se enojan unos con otros porque cada uno quiere el mejor lugar.

Esto también puede pasar cuando los niños salen a jugar pelota. Antes de siquiera empezar a jugar puede que tengan una pelea sobre quién va a ser el primero. ¿No es una lástima que pasen estas cosas?

El querer ser primero puede causar mucha dificultad. Hasta causó dificultad entre los apóstoles de Jesús. ¿Sabías eso? Te voy a decir algo acerca de ello.

Un día los hermanos Santiago y Juan vinieron a hablarle a Jesús. Estos apóstoles eran amigos íntimos de Jesús. De modo que le dijeron: ‘Queremos que nos hagas un favor.’

‘¿Qué quieren que yo haga por ustedes?’ preguntó Jesús.

Le dijeron: ‘Que nos dejes sentarnos junto a ti en tu reino: uno de nosotros a tu mano derecha y el otro a tu izquierda.’ Estos hermanos querían los primeros lugares en el Reino. Querían lugares honrosos.

Pero, ¿cómo crees que se sintieron los otros diez apóstoles cuando supieron lo que Santiago y Juan habían pedido? ¡Se enojaron! Por eso Jesús tuvo que dar buen consejo a todos ellos.

Jesús les dijo que los gobernantes de las naciones quieren parecer grandes e importantes. Quieren un puesto elevado, y que todos los obedezcan. Pero Jesús les explicó a sus seguidores que ellos no deberían ser así. Más bien, Jesús dijo: “El que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser el esclavo de todos.” ¡Imagínate!—Mar. 10:35-45.

¿Sabes tú lo que hace un esclavo? Sirve a otras personas, en vez de dejar que otros le sirvan a él. Ocupa el lugar más bajo, no el primer lugar. Actúa como el menos importante, no el más importante. Y recuerda que Jesús dijo que el que quiera ser primero debe actuar como esclavo para con otros.

Ahora bien, ¿qué te parece que eso quiere decir para nosotros? ¿Se pondría a pelear un esclavo con su amo en cuanto a quién habría de conseguir el mejor asiento? ¿O pelearía en cuanto a quién habría de comer primero? ¿Qué crees? Jesús mostró que el esclavo siempre pone a su amo delante de sí mismo. ¿No es eso lo que debemos hacer nosotros también?—Luc. 17:7-10.

Sí, la manera cristiana de hacer las cosas es poner a otros delante de nosotros mismos. Esto es lo que hizo el Gran Maestro. Y si seguimos su ejemplo agradaremos a Dios.

“Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.”—Sant. 4:7.

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