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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
w62 1/10 págs. 600-603

¿Ningún profeta de Galilea?

“VAYA al norte por riquezas, vaya al sur por sabiduría.” Así aconsejaba un proverbio judío en el tiempo de Cristo. ¿Por qué se compuso este proverbio? Porque, aunque Galilea al norte de la Palestina era la parte más próspera de ésta, el templo, el Sanedrín y las clases educadas se hallaban al sur, en Judea y Jerusalén.

El quid del proverbio, sin embargo, no era completamente cierto. Sí, Galilea, con sus muchas ciudades opulentas y pueblo florecientes, con su tierra fértil y lago productivo, abundaba en riquezas materiales. Pero Judea y Jerusalén, no obstante su pretensiones, no podían alegar que se destacaban en sabiduría. Puesto que leemos en la Palabra de Dios que “el temor de Jehová es el principio de la sabiduría,” y que “él hará que los mansos anden en su decisión judicial y enseñará a los mansos su camino,” era en Galilea, más bien que en Judea, donde se manifestaba la verdadera sabiduría, pues su gente era mucho más humilde y enseñable y manifestaba mucho más temor de Jehová, los cuales son requisitos previos para la sabiduría divina.—Sal. 111:10; 25:9.

Nadie estaba más equivocado que los fariseos presumidos, que, al oír a Nicodemo decir del galileo Jesucristo: “Nuestra ley no juzga a un hombre a menos que primero haya oído de parte de él y venido a saber lo que hace, ¿verdad?” replicaron con sarcasmo y mofa: “Tú no eres también de Galilea, ¿verdad? Escudriña y ve que de Galilea no ha de ser levantado ningún profeta.” ¡Cuán tristemente equivocados estaban aquellos fariseos sumamente engreídos! El mayor Profeta que jamás se haya visto o que jamás se verá en esta Tierra fue un galileo. Además de eso, de los doce apóstoles que ese profeta galileo escogió, los once que continuaron fieles también fueron galileos y el que se hizo traidor fue de Judea.—Juan 7:51, 52.

¿Qué hizo que los fariseos hablasen en semejante tenor de Galilea? ¿Había una diferencia tan notable entre Judea y Galilea como su dicho parece indicar? Verdaderamente la había, y de muchísimos modos. Judea y Galilea, los dos principales escenarios de la predicación y enseñanza de Jesús, diferían en clima, en aspecto, en recursos naturales, en fertilidad, en temperamento e instrucción de la gente y, de mayor importancia de todo, en la respuesta que cada uno brindó al ministerio de Jesucristo y sus apóstoles. La observación de estas diferencias acrecentará nuestro entendimiento y aprecio de mucho de lo que aparece en el Registro inspirado concerniente a la vida de Jesús. Además, esta información tiene una lección vital en ella para todos los que están buscando la verdad.

EL GALILEO CONTRA EL DE JUDEAa

Galilea en el tiempo de Cristo era el jardín de la Palestina, si no de todo el mundo. Su clima era de perpetua primavera. Tenía una belleza singular y una fertilidad extraordinariamente prolífera; toda suerte de frutas y nueces, así como también miel y grano, abundaban y eran de excelente calidad. Sus ciudades eran muchas y prósperas.

Todo esto estaba en franco contraste con Judea, que en ese tiempo tenía la tierra menos atractiva y menos fértil de toda la Palestina y muchas de cuyas ciudades estaban decayendo o ya estaban en ruinas. Sus veranos eran más calurosos, sus inviernos más fríos que los de Galilea. Y mientras que el mar de Galilea contenía una superabundancia de peces, el mar Muerto, que lindaba con Judea, rápidamente mataba todos los peces que llegaban a él por el río Jordán.

Había una diferencia casi tan grande entre los galileos y los de Judea como la que había entre sus tierras. Los de Judea consideraban a los galileos con desprecio más o menos franco. Esta actitud de ellos se debía con la mayor probabilidad, en parte, al hecho de que los galileos no eran de estirpe tan pura como los de Judea, estando entre ellos los descendientes de los que habían sido circuncidados por fuerza por los macabeos un siglo antes; también los galileos en su mayoría no tenían tan buena educación como los de Judea.

Los de Judea eran orgullosos, reservados y se consideraban a sí mismos los verdaderos guardianes de la Ley. ¿No fueron las Escrituras Hebreas en su mayor parte tanto escritas como copiadas en Judea? Cierto, los fariseos y los saduceos se peleaban continuamente, pero estaban unidos en su disposición hacia los bajos galileos. Los escribas y fariseos, que ‘se sentaban en la cátedra de Moisés,’ que decían pero no obraban en armonía con sus palabras, y que ‘ataban cargas pesadas y las ponían sobre los hombros de la humanidad, mientras que ellos mismos no estaban dispuestos a moverlos con el dedo,’ eran principalmente de Judea, y los galileos sufrían bajo su yugo religioso.—Mat. 23:2-4.

En contraste, los galileos eran un pueblo de buen corazón, amistoso, sano y entusiasta, aunque de un exterior algo tosco. El impulsivo Pedro, y Santiago y Juan los dos “Hijos del Trueno,” fueron galileos típicos. Se decía de los galileos que eran “sanos como su clima, alegres como su propio cielo.” Hasta cuando los impulsaba la intolerancia religiosa, procedían de modo distinto de los de Judea. Cuando fueron provocados por el habla clara de Jesús en la sinagoga de Nazaret, no procuraron testigos falsos ni tramaron la muerte de Jesús, sino que impulsivamente, en el ardor de la ira, procuraron arrojarlo del precipicio de su ciudad.—Mar. 3:17; Luc. 4:28-30.

Los guías religiosos de Jerusalén despreciaban a la gente común, los agricultores, pescadores y otros que se ocupaban en tareas manuales honradas, que es lo que eran los galileos en su mayoría. Los últimos se preocupaban más de un buen nombre; los primeros, de riquezas. Aunque no eran minuciosos con las sutilezas de la ley, no obstante los galileos tomaban su adoración de Dios seriamente. Los galileos daban énfasis a la ley escrita; los de Judea, a la tradición de los ancianos.

Los galileos iban fielmente a Jerusalén para las fiestas anuales, y, mientras que los de Judea estaban propensos a dedicar cosas a los sacerdotes, los galileos con mayor frecuencia dedicaban sus ofrendas a Jehová Dios. Con los de Judea la religión era principalmente un formalismo; con los galileos, un asunto del corazón, de relación personal con Dios, tal como lo recalcaban los profetas. Con los de Judea la libertad del yugo romano era primordialmente un asunto de política; con los galileos, la libertad y el triunfo de la justicia.

MINISTERIO GALILEO DE JESÚS

Jehová Dios en su sabiduría hizo que Jesús naciera en Judea, en Belén, para cumplir sus profecías y en armonía con la ascendencia real de Jesús y su papel futuro como Rey de los reyes. Al mismo tiempo maniobró las cosas de modo que Jesús fuese criado en Galilea, el territorio que tenía tanto el ambiente más favorable para la juventud de Jesús como el campo más propicio para su predicación y enseñanza una vez que hubiese comenzado su ministerio terrestre. Tal como Juan el Bautista halló una recepción favorable en Galilea, Jesús también. Pero en su celo por la justicia Juan habló en contra de la mala conducta de Herodes Antipas, con el resultado de que Herodes hizo encarcelar a Juan.

“Ahora bien, cuando [Jesús] oyó que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea. Además, después de salir de Nazaret [donde había sido criado], vino y se puso a habitar en Cafarnaúm [la ciudad más grande de Galilea] al lado del mar [de Galilea] en los distritos de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo que se dijo por medio del profeta Isaías, diciendo: ‘¡Oh tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, por el camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de las naciones! la gente sentada en oscuridad vio una gran luz, y en cuanto a los sentados en una región de la sombra de muerte, luz amaneció sobre ellos.’ Desde ese tiempo en adelante Jesús comenzó a predicar y decir: ‘Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.’”—Mat. 4:12-17.

Siendo ellos mismos humildes y de genio apacible y esperando sinceramente la venida del Mesías y del reino de Dios, no es extraño que los galileos respondieran al mensaje y al modo en que Jesús lo presentó al ir “predicando en sus sinagogas por toda Galilea,” después de lo cual “volvió a entrar en Cafarnaúm,” su hogar. No es nada probable que en Judea su sermón del monte, con su habla clara en cuanto a lo que era verdaderamente importante hubiese sido recibido del modo que lo fue en Galilea, donde Jesús lo dio. Allí no solamente lo oyeron a Jesús presentarlo todo sino que quedaron muy impresionados: “El efecto fue que las muchedumbres quedaron atónitas de su modo de enseñar; porque estaba enseñándoles como una persona que tiene autoridad, y no como sus escribas.” Como resultado, “después de haber descendido de la montaña, grandes muchedumbres lo seguían.”—Mar. 1:39; 2:1; Mat. 7:28 a 8:1.

La enseñanza de Jesús era sencilla, no compuesta, recóndita o compleja; sus ilustraciones llanas atraían a estos galileos. No que aquí no haya tropezado también con indiferencia y oposición. Ya hemos mencionado la ocasión en que los vecinos de su propio pueblo quisieron despeñarlo por el precipicio sobre el que estaba edificado el pueblo. Fue de este mismo pueblo que Jesús dijo: “Un profeta no carece de honor salvo en su propio territorio y en su propia casa.” Y fue de otras tres ciudades y pueblos galileos que Jesús exclamó: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! porque si las obras poderosas que han acontecido en ustedes hubiesen acontecido en Tiro y Sidón”—donde, no obstante, él dio un testimonio de muestra—“ellas hace mucho se hubiesen arrepentido sentadas en saco y cenizas. . . . Y tú, Cafarnaúm, ¿serás quizás exaltada al cielo? ¡Abajo al Hades vendrás!” Y estas tres sí bajaron al Hades, pues ya no existen hoy día. Sin embargo, aquéllas no fueron sus palabras más fuertes de acusación. Reservó ésas para Jerusalén: “No es admisible el que un profeta sea destruido fuera de Jerusalén.”—Mat. 13:57; Luc. 10:13-15; 13:33.

JUDEA NO FUE DESCUIDADA

Debido a que los Evangelios sinópticos tratan primordialmente con el ministerio galileo de Jesús algunos han sacado precipitadamente la conclusión de que Jesús descuidó a Judea, pero no es así. No que no hubiese podido ministrar a los de Judea sin ir a su distrito, pues el registro nos dice que grandes muchedumbres subieron de Judea para oír a Jesús, y también lo hicieron muchos escribas y fariseos.—Luc. 5:17.

No obstante, Jesús enseñó detenida y repetidamente en Jerusalén, como Juan muestra al narrar de los viajes de Jesús a Jerusalén para celebrar la pascua. Además, ¿no declaró Jesús, al pronunciar ayes sobre Jerusalén: “¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos, de la manera que la gallina recoge a sus polluelos bajo sus alas! Pero ustedes no lo quisieron”? ¿Y no dijo, cuando estaba siendo juzgado ante el Sanedrín: “Día tras día solía sentarme en el templo enseñando, y sin embargo no me tomaron en custodia”?—Mat. 23:37; 26:55.

De hecho, Jesús no hubiera estado justificado al hacer su fuerte acusación contra Jerusalén y sus guías religiosos de no haberles dado un testimonio cabal. Además, su amistad con Lázaro, María y Marta, que vivían en Judea no lejos de Jerusalén, indicaría que era su huésped frecuente y por lo tanto también debe haber predicado frecuentemente en Judea. No, Jesús fue enviado a todas las ovejas perdidas de la casa de Israel y no descuidó a ninguna de éstas. En el último año de su ministerio verdaderamente empleó más tiempo en Galilea, pero solamente porque sabía que su tiempo aún no había llegado: “Ahora bien, después de estas cosas Jesús continuó caminando por Galilea, porque no quería caminar por Judea, porque los judíos estaban buscando matarle.”—Juan 7:1.

¿Entonces los escritores sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas, nos dieron un cuadro unilateral del ministerio de Jesús? No necesariamente. Tal como hoy día el grado al cual uno tiene experiencias de predicación para relatar depende más del número de oídos que oyen que uno encuentra, que del tiempo que uno emplea de hecho predicando, de igual modo sucede con los que han registrado para nosotros las experiencias que Jesús tuvo en su ministerio. Los galileos sinceros, afectuosos, honrados, humildes y sencillos simplemente respondieron más prestamente al ministerio de Jesús que las gentes orgullosas, ricas y eruditas de Judea y especialmente de Jerusalén.

Puesto que judíos de Judea seguían a Jesús en Galilea y judíos de Galilea seguían a Jesús en Judea, bien podría darse el caso de que la muchedumbre que aclamó a Jesús como rey cinco días antes de su muerte se compusiera en su mayor parte de galileos que habían estado siguiendo a Jesús o que habían venido para la fiesta de la pascua. Bien podría deberse principalmente a éstos que los guías de Jerusalén temían apresar a Jesús a plena luz del día. El hecho de que, después que el cuerpo de Jesús había sido quitado del madero de tormento, fuesen “mujeres, que habían venido con él de Galilea” las que se preocuparan de embalsamar su cuerpo, parecería indicar esto. Con mucha probabilidad, también, la muchedumbre que clamaba por la muerte de Jesús en su juicio se componía mayormente de los de Judea, los que más prestamente eran influidos por el clero de Jerusalén.—Luc. 5:17; 23:55; Mat. 27:20-25.

Sin duda alguna, los fariseos que hablaban tan desdeñosamente de Galilea habían permitido que el prejuicio los cegase a la verdad y a los hechos. Hallan su correspondencia en el clero farisaico de hoy día. Así, una crítica que surge vez tras vez en las publicaciones religiosas es que entre los testigos cristianos de Jehová en la sociedad del nuevo mundo hay comparativamente pocos graduados universitarios u hombres de cultura superior. El grado a que esto sea así no viene al caso de ninguna manera en cuanto al mensaje que los testigos de Jehová traen. De hecho, es un argumento a su favor, ¿pues no escribió el apóstol Pablo, él mismo un erudito, que no muchos sabios de modo carnal, ni muchos poderosos y nobles eran llamados; y no fue esto exactamente lo que sucedió en el día de Jesús?—1 Cor. 1:26.

Por lo tanto no permita que su casta o cultura, raza o erudición le roben de su habilidad de examinar con mente y corazón despejados el mensaje que le traen los testigos de Jehová. Compárelo con su Biblia y luego actúe según lo que descubre que es la realidad. ¡Que todos tengamos presente que con Dios un buen corazón cuenta más que una cabeza llena!

[Nota]

a Como suplemento del registro bíblico para esta información hay obras históricas como Galilee in the Time of Christ por Merrill, The World Christ Knew por Deane, Where Jesus Walked por Field, The Life of Christ por Neander y The Life of Jesus por Goodspeed.

[Ilustración de la página 600]

GALILEA

EL MAR GRANDE

MAR DE GALILEA

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