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¡Despertad! 1971
g71 8/12 págs. 27-28

“Tu palabra es la verdad”

“Felices son los de corazón puro”

EN TODA la Palabra de Dios el corazón recibe prominencia; se recalca su importancia. De hecho, se menciona el corazón unas 740 veces desde Génesis hasta Revelación.

Típicas de la importancia que la Palabra de Dios atribuye al corazón son las palabras que se encuentran en Proverbios 4:23: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.”

Muy adecuadamente, en su Sermón del Monte Jesús recalcó la necesidad de mantener puro el corazón. Esta fue la sexta de sus ‘bienaventuranzas’ o felicidades. De hecho, él promete a los que tienen corazón puro uno de los galardones más elevados. ¿Y cuál es ése? Que “verán a Dios,” Aquel a quien ningún hombre ha visto jamás; a quien, de hecho, nadie de carne y hueso puede ver y vivir.—Mat. 5:8; Éxo. 33:20; Juan 1:18.

El corazón es el centro de los motivos, emociones, afectos y deseos. Los escritores griegos usan la palabra griega que se vierte aquí “puro” no solo para describir lo que está libre de contaminación, como el agua pura, sino también lo que no está adulterado, diluido, aleado, como: leche pura, vino puro, plata pura y oro puro. También se usaba para describir a personas que eran moralmente puras, libres de culpa.

¿Qué significa entonces tener uno un corazón puro? Entre otras cosas significa que tiene un corazón indiviso, un corazón que da a Jehová Dios lo que él requiere de nosotros, a saber, devoción exclusiva. (Éxo. 20:5) Como oró el salmista: “Unifica mi corazón para que tema tu nombre.” (Sal. 86:11) Los cristianos tienen que servir a Jehová Dios con “corazón completo,” tienen que amarlo con “todo [su] corazón.” Fue a los que tienen deficiencia en este sentido que el discípulo Santiago escribió estas palabras: “Purifiquen su corazón, indecisos.”—1 Cró. 28:9; Mar. 12:29-31; Sant. 4:8.

El corazón puro también es un corazón moralmente limpio. Se puede abrigar toda clase de inmundicia en el corazón, como señaló Jesús: “razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones”... todo esto contamina al corazón así como al hombre mismo. Para tener uno corazón puro es preciso que se mantenga limpio de “toda contaminación de la carne y del espíritu.”—Mat. 15:19, 20; 2 Cor. 7:1.

Otra cosa que hace que muchos no tengan corazón puro es la hipocresía. En consecuencia, la Palabra de Dios nos dice que “el objetivo de este mandato es amor procedente de un corazón limpio y de una buena conciencia y de fe sin hipocresía.” Si queremos agradar a Dios, no podemos tener motivos egoístas ocultos para hacer las cosas, como los líderes religiosos que se opusieron a Jesús. Él repetidas veces denunció la hipocresía de ellos con los términos más fuertes.—1 Tim. 1:5; Mat. 6:1-6; 23:13-36; Luc. 12:1.

Fe fuerte es otro requisito del corazón puro. Por eso se aconseja a los cristianos de este modo: “Cuidado, hermanos, por temor de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y falto de fe al alejarse del Dios vivo.” Sí, tienen que ‘confiar en Jehová con todo su corazón’ si quieren tener corazón puro.—Heb. 3:12; Pro. 3:5, 6.

¿Qué ayudará a uno a tener un corazón puro? El temor de desagradar a Jehová Dios, el temor de incurrir en su ira le ayudará a tenerlo. “El temor de Jehová significa odiar lo malo.” “El temor de Jehová es puro, subsiste para siempre.” No hay duda, el tener un temor sano de desagradar a Jehová Dios ayuda a uno a tener un corazón puro.—Pro. 8:13; Sal. 19:9.

Otra ayuda para la pureza de corazón es el amor a la justicia; el estar resuelto a tener una buena conciencia. Nada contamina tanto al corazón como una mala conciencia, y por eso el obrar uno de tal manera que tenga una buena conciencia le ayudará a mantener puro su corazón. La Biblia muestra que el apóstol Pablo se interesaba y preocupaba mucho en cuanto a tener una buena conciencia.—Hech. 23:1; 24:16; 2 Cor. 1:12.

Una comprensión afectuosa, amorosa y con agradecimiento de todo lo que Jehová Dios ha hecho para uno también le ayudará a tener un corazón puro. El amor a Dios impelerá a uno a guardar sus mandamientos, y éstos no son gravosos. Entre esos mandamientos está el de salvaguardar, ante todo, el corazón.—Pro. 4:23; 1 Juan 5:3.

También ayuda a mantener puro el corazón la esperanza del galardón de vida eterna, en los cielos o en un paraíso terrestre, que Dios ofrece a todos los que verdaderamente le aman y le sirven. “Todo el que tiene esta esperanza puesta en él, se purifica a sí mismo así como ése es puro.”—1 Juan 3:3.

El temor de desagradar a Dios, una buena conciencia, comprensión con agradecimiento y la esperanza de vida eterna... ¿cómo puede uno fortalecer estas cosas? Jehová Dios ha provisto tres ayudas fundamentales. Una de éstas es su Palabra. Léala diariamente. Estúdiela. (2 Tim. 3:16, 17) Otra ayuda es el espíritu santo de Dios, que ayuda a entender su Palabra y a fortalecer la determinación de uno de tener un corazón puro. (Luc. 11:13; 1 Cor. 2:9, 10) Y Dios también ha provisto una organización visible, un “esclavo fiel y discreto” que le suministra a uno alimento espiritual. Esta organización publica ayudas para el estudio de la Biblia y hace arreglos para reuniones donde uno puede asociarse con compañeros cristianos que también se interesan en tener corazón puro.—Mat. 24:45-47; Heb. 10:23-25.

¿Verán literalmente a Dios cara a cara todos los que verdaderamente tengan corazón puro? No, solo lo verán aquellos a quienes aplican primariamente estas ‘bienaventuranzas’ o felicidades. Estos son los seguidores ungidos de los pasos de Jesús, para quienes está escrito: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sí sabemos que cuando él sea manifestado seremos semejantes a él, porque lo veremos [a Dios] tal como él es.” (1 Juan 3:2) ¿Cómo será posible esto? Debido a que poseerán cuerpos espirituales incorruptibles, inmortales, siendo partícipes de la naturaleza divina. Acerca de ellos está escrito: “Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad.” Y además: “Nos ha dado libremente las preciosas y grandiosísimas promesas, para que por éstas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina.”—1 Cor. 15:53; 2 Ped. 1:4.

¿Serán éstos los únicos que habrán de ver realizada en ellos la felicidad que se menciona en Mateo 5:8? No, porque hay más de una manera en que se puede ver a Dios. Uno puede verlo literal o figuradamente. ¿Se acuerda usted de aquel siervo fiel de Jehová Dios de la antigüedad, Job? Después que Dios lo había iluminado y había enderezado su pensar, Job pudo decir a Dios: “De oídas he sabido de ti, pero ahora mi propio ojo de veras te ve.” (Job 42:5) Los que componen la “grande muchedumbre” que se menciona en Revelación 7:9 verán a Dios como lo vio Job, con “los ojos de su corazón.” Esta fue una de las razones por las cuales Jesús vino a la Tierra, para revelar ante los hombres a su Padre celestial, para que pudieran ‘verlo.’—Luc. 10:22; Juan 14:9; Efe. 1:18.

Por eso, que todos los que aman a Dios y la justicia se esfuercen por ser de corazón puro y así se aseguren de ver a Dios, ya sea literalmente en la “primera resurrección,” o figuradamente, con los ojos de su corazón.—Rev. 20:6.

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