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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/12 págs. 740-744

¿Es posible poner a Cristo en la Navidad?

¿Tendrán éxito los clérigos en sus esfuerzos por poner a Cristo en la Navidad? ¿Qué dice la Biblia acerca de la Navidad? ¿Dice cuándo nació Jesús?

“¡PONGAMOS a Cristo de nuevo en la Navidad!” Esas son las palabras que pronunció hace poco el evangelizador Billy Graham. Aun antes que solicitara eso este evangelizador popular, personas observadoras habían expresado dudas de que Cristo estuviera en la Navidad. Ahora que más y más líderes religiosos están pidiendo que se ponga a Cristo en la Navidad, se hace más y más patente que Cristo no está en ella.

A los lectores del Caller de Corpus Christi del 28 de diciembre de 1956, por ejemplo, se les recordó en un artículo de fondo que llevaba el encabezamiento “Demasiado” que la celebración carecía del espíritu o ánimo semejante al de Cristo. Dijo el periódico:

“La manera en que celebramos la Navidad es una extraña manifestación de nuestra gente. Si nosotros los estadounidenses no bebemos en exceso, comemos demasiado, y no se sabe con certeza cuál de las dos cosas le impone mayor esfuerzo al cuerpo humano. Es un tiempo en que el beber y comer en exceso produce un gran número de víctimas, y la moderación en todo se echa al olvido. El espíritu de Navidad según lo expresamos nosotros los norteamericanos se distingue principalmente por excesos—demasiado correr para áca y para allá, demasiado comer y beber, demasiado gastar, demasiada pérdida de sueño y descanso, demasiado de todo—menos del verdadero espíritu de Navidad, el cual por un motivo u otro queda perdido en la confusión.”

CELEBRADA POR LOS NO CRISTIANOS

El año pasado esta demasía de todo menos del cristianismo en la Navidad hizo que un rabino judío comentara sobre la situación. El Dr. Maurice N. Eisendrath, presidente de La unión de congregaciones hebreas americanas, habló por la red de radio NBC sobre el tema “Un rabino mira a la Navidad.”

“¿No ha venido a ser la Navidad un día de fiesta universal que todo el mundo observa?,” preguntó el rabí Eisendrath. “¿No es cierto que sus características y enseñanzas específicamente cristianas han retrocedido al fondo, mientras que su observancia más general, como tiempo festivo de dar regalos y divertirse de manera alegre, y a veces aun bulliciosa, es lo que rige? . . . ¿No es cierto que las voces de los agitadores de la radio y la televisión ahogan por completo la quieta vocecilla de los villancicos más profundamente conmovedores que solían oírse en otro tiempo? ¿No es cierto que los ornamentos de las calles están cobrando una importancia y desempeñando un papel de aun mayor significancia que el mensaje dentro del corazón de paz sobre la tierra a los hombres de buena voluntad?

“Por lo menos así le parece a uno que lo observa sin participar en ello—y virtualmente nadie en los Estados Unidos se queda observando sin participar. . . . Sí, lo mismo que los demás de sus compañeros estadounidenses, muchos de mis hermanos judíos se hallan cautivados por el ambiente general de esta temporada, y ya no son sólo observadores. Ellos también se hallan en medio de las multitudes, empujando y hormigueando, haciendo sus compras de Navidad. . . . Lo cual me lleva a la primerísima cosa que yo, como rabino, quisiera decir concerniente a la Navidad.

“Si yo fuera un ministro cristiano en vez de un maestro judío, no hay cosa que más lamentaría, ni que me llenara de más amargo resentimiento, que el ver esta transformación en grande efectuada por millares de cristianos, por algunos judíos y por muchos que no creen en el judaísmo ni en el cristianismo . . . de un día tan santo en un día de fiesta tan pagano, desprovisto de su significado espiritual más profundo.”

Así que se está diciendo que la Navidad es más pagana que cristiana. “Si Santa [Claus] roba a Jesús el principal lugar en el escenario,” declaró Billy Graham, “hacemos de la Navidad un día festivo pagano en vez de un día de observancia cristiano.”

¿Es posible cambiar las cosas? ¿Pueden los clérigos poner a Cristo en la Navidad? La respuesta ciertamente tiene que depender de lo que sea la voluntad de Cristo en el asunto. Podemos enterarnos de su voluntad dirigiéndonos a la Biblia y averiguando lo que ella dice respecto al asunto.

EL 25 DE DICIEMBRE NO ES CUMPLEAÑOS DE JESÚS

Se supone que la Navidad se celebra por ser el cumpleaños de Jesús. Muchas personas que profesan ser cristianas creen que el 25 de diciembre es el cumpleaños de Jesús. ¿Honra a Cristo esta fecha? Las enciclopedias nos dicen que esta fecha no es cristiana, sino pagana, que era el cumpleaños de Mitra, un mesías falso. Igual que The Encyclopedia Americana, nos dicen que “la mayoría de las costumbres que hoy se asocian con la Navidad no eran originalmente costumbres de Navidad, sino más bien costumbres no cristianas y costumbres que antecedieron a la era cristiana y que fueron adoptadas por la iglesia cristiana.” Así que no sólo no honra a Cristo esta fecha, sino que la fecha misma no es correcta.

¿Cuándo nació Jesús? La Biblia nos revela suficiente información para dejarnos saber que no nació el 25 de diciembre. De esta información también aprendemos en qué fecha nació Cristo.

Para aprender la fecha correcta en que nació Jesús nos es preciso saber algo acerca de la profecía bíblica de las “setenta semanas,” o según dice la Versión Torres Amat, las “setenta semanas de años.” Esto se encuentra en el capítulo nueve del libro de Daniel, los versículos veinticuatro a veintisiete. El ángel Gabriel dió esta profecía a Daniel: “Desde que salga la orden para restaurar y reedificar a Jerusalem, hasta el Mesías, el Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas.”—Dan. 9:25, Mod.

De modo que la Biblia nos dice el tiempo que se fijó para que apareciera el Mesías. ¿Cuándo? Había de ser sesenta y nueve semanas después de darse la orden de reedificar los muros de Jerusalén. Estas sesenta y nueve semanas no son semanas de días, sino semanas de años, en armonía con la regla bíblica de “un día por cada año,” que frecuentemente se halla en la cronología bíblica.—Eze. 4:6; Núm. 14:34, Mod.

¿Cuándo deben empezar a contarse estas sesenta y nueve semanas de años? En 455 a. de J.C. Fué en ese año, el año vigésimo de su reinado, que el rey Artajerjes decretó que se reedificaran Jerusalén y sus muros. Esto se halla en Nehemías 2:1-8. Así que empezando con 455 a. de J.C., las sesenta y nueve semanas de años, o 483 años, terminarían en 29 d. de J.C. Exactamente como dijo la profecía, el Mesías se presentó ese año. Cuando Jesús se bautizó en el río Jordán en 29 d. de J.C., vino a ser El Ungido, o Cristo, al ser ungido por el espíritu santo de Dios.

¿Cómo nos ayuda todo esto a saber la fecha en que nació Jesús? Pues, la profecía también nos dice cuándo sería muerto el Mesías. Sería “cortado” o lo matarían a mediados de la septuagésima semana de años. Así que el ministerio de Cristo duró sólo tres años y medio. Ahora nos es preciso saber cuántos años tenía Jesús cuando empezó su ministerio. La Biblia nos dice: “Jesús mismo, cuando comenzó su obra, era como de treinta años.” Es razonable creer, debido a la costumbre de aquellos tiempos, que Jesús empezó su trabajo luego que cumplió treinta años de edad.—Luc. 3:23.

Cuando Cristo murió en el madero de tormento, después de un ministerio de tres años y medio, tenía treinta y tres años y medio. Murió en el tiempo de la Pascua. Eso fué más o menos el primero de abril, 33 d. de J.C. De modo que Cristo, habiendo muerto a la edad de treinta y tres años y medio, hubiera cumplido los treinta y cuatro años seis meses más tarde, o como el 1 de octubre. Así que Jesús nació, no el 25 de diciembre, sino alrededor del 1 de octubre, 2 a. de J.C.

Cuenta con evidencia corroboradora la fecha de octubre. Por ejemplo, la Biblia nos dice que en lo que se refiere a edad Juan el Bautista llevaba seis meses a Jesús. (Luc. 1:26-38) Entonces, si sabemos cuándo nació Juan, sabemos más o menos cuándo nació Jesús.

La Biblia revela cuándo nació Juan. Zacarías, el padre de Juan, sirvió de sacerdote justamente antes que Juan fuera concebido. Él pertenecía a “la división de Abías.” (Luc. 1:5, 8-25) Ahora bien, 1 Crónicas 24:7-18 dice de las veinticuatro divisiones de los sacerdotes. La división de Abías, se nos dice allí, era la octava. De las veinticuatro divisiones el segundo turno que le tocaba a la división octava caería en el cuarto mes judío, o en la última parte de junio, según nuestro calendario. Así que Juan el Bautista fué concebido en la última parte de junio, en el año 3 a. de J.C., y por lo tanto nació a fines de marzo, 2 a. de J.C. Dado que Juan llevaba seis meses a Jesús, Jesús nació como el 1 de octubre, 2 a. de J.C.

Se ve pues que la Biblia no señala al 25 de diciembre como el cumpleaños de Jesús. En realidad, esta fecha no sólo carece de apoyo bíblico, sino que es irrazonable, como lo pone de manifiesto un comentario en Works por José Mede: “Al tiempo del nacimiento de Cristo todas las mujeres y niños habían de ir a la ciudad a que pertenecían para pagar una contribución, y para algunos eso quiso decir viajes largos; pero mediados de invierno no era tiempo apropiado para dicho asunto, especialmente para que viajaran las mujeres encinta y los niños. Por lo tanto, Cristo no pudo haber nacido en pleno invierno. También, al tiempo de nacer Cristo, los pastores se acostaban a campo raso vigilando sus manadas durante la noche; pero no es muy probable que hubiesen hecho esto en pleno invierno. Y si hay quien piense que el viento invernal no era tan extremo en estas partes, que recuerde las palabras de Cristo en el evangelio: ‘Orad que no sea vuestra huída en invierno.’ Si el invierno era tiempo tan malo que no se recomendaba huir en él, no parece ser tiempo adecuado para que los pastores se acostaran a campo raso, ni para que mujeres y niños hiciesen viajes.”

NO TIENE AUTORIZACIÓN LA CELEBRACIÓN DE CUMPLEAÑOS

En ninguna parte de la Biblia leemos que hayan celebrado el nacimiento de Jesús los primeros cristianos, ni siquiera en la fecha correcta. Cristo nunca autorizó tal celebración.

Cristo nos dijo qué fecha había de conmemorarse. Dijo que deberíamos recordar la fecha de su muerte, no la de su nacimiento. “Sigan haciendo esto en memoria de mí.” Ese es el mandato que Cristo dió a sus seguidores respecto a la celebración de la cena memorial. No hay mandato alguno como éste respecto a su nacimiento.—Luc. 22:19.

La Biblia dice de los cristianos verdaderos que “de ningún modo estamos dando causa alguna para tropiezo” y “de toda manera nos recomendamos como ministros de Dios.” ¿Cómo? Entre otras cosas “por pureza” y “por el habla verídica.” ¿Qué tiene de puro la Navidad? ¿Qué tiene de verídico? ¿Les recomienda el cristianismo a los que no son cristianos la Navidad? ¿Son su fecha falsa y su honra dada a un mesías falso y su Santa Claus falso cosas con las cuales Cristo desearía que se le asociara? Las palabras del apóstol de Cristo contestan: “Rechaza los cuentos falsos que violan lo que es santo.” “Que ordenes a ciertos individuos que no enseñen doctrinas diferentes, ni presten atención a cuentos falsos ni a genealogías que terminan en nada, sino que proporcionan preguntas para investigación más bien que una dispensación de algo mediante Dios en conexión con la fe.” “Ahora que ustedes han echado a un lado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo.”—2 Cor. 6:3-7; 1 Tim. 4:7; 1:3, 4; Efe. 4:25.

Por más buenas que sean sus intenciones, los hombres no pueden hacer cristiano un día de fiesta pagano ni cristianas costumbres paganas encubriéndolos con el nombre de Cristo, porque el principio bíblico dice claramente: “¿Qué consorcio tienen la justicia y lo que es contrario a ley? O ¿qué compañerismo tiene la luz con las tinieblas? Más aún, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial?”—2 Cor. 6:14, 15.

¿Qué, pues, se hace patente? Esto: Que Cristo no está en la Navidad. Y aun si se cambiara la celebración de la fecha pagana del 25 de diciembre a una en octubre; aun si se descartara por completo el mito de Santa Claus; aun si no se viera nada de glotonería ni borrachera en la celebración; aun si no fuera manchada la Navidad por actos viles de inmoralidad y crímenes; aun si se abandonara la práctica pagana del intercambio de regalos; aun si las iglesias en vez de las tiendas grandes fueran la atracción principal; sí, aun si todo esto se efectuara—y no hay la menor posibilidad de que suceda—¡no sería posible “poner” a Cristo “de nuevo” en la Navidad, ya que nunca, en absolutamente ningún tiempo, ha estado él en la Navidad! ¡Cuán irrazonable, cuán absurdo, que piense persona alguna que diga ser cristiano, sea clérigo o no, que los humanos pueden poner a Cristo en la Navidad—el principio de la cual es, de cabo a rabo, contrario a las Escrituras!

Por eso los cristianos verdaderos no tienen nada que ver con la Navidad, obedeciendo así el mandato bíblico: “Ya no toquen la cosa inmunda.”—2 Cor. 6:17.

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