Su alma, su espíritu y el más allá
QUIZÁS usted haya sentido ese vacío que produce en la vida de uno la muerte de una persona amada. En tales ocasiones la mayoría de las personas no solo se sienten tristes, sino también muy impotentes. Solo es natural el preguntarse: ¿Qué le sucede a una persona cuando muere? ¿Está todavía consciente en algún lugar? ¿Hay verdadera esperanza de que los muertos vuelvan a vivir? La Biblia contiene una respuesta consoladora a estas preguntas.
Declarado sencillamente, la muerte es lo contrario de la vida. Al sentenciar al primer hombre, Adán, por su desobediencia voluntariosa, Dios dijo: “Que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:19) Considere esto: ¿Dónde estaba Adán antes de que Dios lo formara del polvo y le diera vida? Pues, sencillamente no existía. Al morir, Adán regresó al mismo estado inanimado e inconsciente. No fue ni a un infierno de fuego ni a dicha celestial, sino que murió... como Dios dijo.—Gén. 2:17.
La Biblia enseña claramente que los muertos están inconscientes y sin vida en la tumba. Note lo que dice Eclesiastés 9:5, 10 (Val) en cuanto a la condición de los muertos: “Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.”
Esto significa, por lo tanto, que los muertos no pueden hacer nada y no pueden sentir nada. Sus pensamientos han cesado, como declara la Biblia: “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salud. Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: en aquel día perecerán sus pensamientos.”—Sal. 146:3, 4, Val.
¿TIENE EL HOMBRE UN ALMA INMORTAL?
Pero, ¿qué hay acerca del alma? ¿No es ésta una parte del hombre que se separa del cuerpo cuando sobreviene la muerte y sigue viviendo? Para responder apropiadamente a esto tenemos que determinar qué es el alma.
Quizás le sorprenda saber que tanto a los animales como a los hombres se les llama “almas” en las Escrituras inspiradas. Por ejemplo, Números 31:28 habla de “un alma [hebreo, néphesh] de cada quinientas, del género humano y del ganado vacuno y de los asnos y del ganado lanar.” Note aquí que tanto a los humanos como a los animales se les clasifica como almas. Si usted tiene una Biblia Versión Moderna, puede buscar Génesis 1:20, 24 y notar que peces, aves y animales se hallan en la clase de las “almas vivientes.”—Vea también Revelación 16:3, donde aparece la palabra griega para “alma,” psykhé.
Entonces, ¿qué es el alma? Veamos lo que dice acerca de ella la propia Palabra escrita del Creador. En Génesis 2:7 leemos: “Y procedió Jehová Dios a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.”
Note, por favor, que después que Dios hizo que el hombre empezara a respirar “el hombre vino a ser alma viviente.” Por lo tanto el hombre era un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es médico. (1 Cor. 15:45) Puesto que el alma humana es el hombre mismo, entonces no puede ser algo parecido a una sombra que meramente habite el cuerpo o que pueda existir separado de la persona.
En armonía con este hecho, la Biblia muestra claramente que el alma humana posee cualidades físicas. Por ejemplo, la Biblia dice que el alma tiene deseo de alimento físico, al decir: “Tu alma desea con vehemencia comer carne.” (Deu. 12:20; vea también Levítico 17:12.) Dice, también, que las almas tienen sangre que corre por sus venas, porque habla de “la sangre de las almas de los pobres, de los inocentes.” (Jer. 2:34, Val) Sí, el alma de usted es verdaderamente usted, con todas sus cualidades físicas y mentales.—Pro. 2:10.
¿Qué hay, pues, de los textos que usan expresiones como “mi alma,” o de los que hablan del alma de una persona como si fuera algo dentro de ella? Estos textos, por supuesto, tienen que estar en armonía con los textos bíblicos que ya hemos considerado, porque no puede haber contradicción en la Palabra de Dios. Queda manifiesto, entonces, que la palabra “alma” se puede usar en diferentes sentidos. A veces se refiere a uno mismo como alma. De manera que tal como uno dice “mí mismo,” puede también decir “mi alma,” queriendo decir básicamente lo mismo. Así, el salmista escribió: “Mi alma se ha desvelado de desconsuelo.”—Sal. 119:28.
“Alma” también se puede referir a la vida de que uno disfruta como alma o persona viviente. Por ejemplo, podemos decir que alguien está vivo, queriendo decir que es una persona viva o viviente. O podemos decir que tiene vida, queriendo decir que tiene vida como persona. Del mismo modo, el hombre, según la Biblia, es un alma; pero, mientras está vivo, se puede decir que “tiene alma.”
De modo que, tal como hablamos de que alguien pierde su vida, podemos hablar de que pierde su alma. Jesús dijo: “Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mat. 16:26, Val) Cuando Raquel se vio en dificultades al dar a luz a Benjamín, su alma (o vida como alma) salió de ella y ella murió. (Gén. 35:16-19) Ella cesó de ser una persona viva y llegó a ser un cadáver. Y cuando el profeta Elías hizo un milagro en cuanto a un niño que había muerto, el alma del niño (o su vida como alma) volvió dentro de él y “llegó a vivir.” Ya no era un cadáver sino que de nuevo era un alma viviente.—1 Rey. 17:17-23.
Puesto que el alma es la persona misma, ¿qué le sucede al alma cuando viene la muerte? La Biblia dice muy claramente que el alma está sujeta a la muerte, diciendo: “El alma que esté pecando... ella misma morirá.” (Eze. 18:4, 20) El apóstol Pedro citó de los escritos de Moisés acerca del futuro Profeta Jesús y dijo: “En verdad, cualquier alma que no escuche a ese Profeta será completamente destruida de entre el pueblo.”—Hech. 3:23.
En consistencia con esta verdad fundamental, ni una sola vez en todos sus versículos dice la Biblia que las almas humanas o las almas animales sean inmortales, imperecederas, que no puedan ser destruidas ni morir. Sin embargo, hay docenas de textos bíblicos que muestran que el alma puede morir o ser muerta. (Lev. 23:30; Sant. 5:20) Hasta de Jesucristo la Biblia dice: “Derramó su alma hasta la mismísima muerte.” (Isa. 53:12) Vemos, pues, que el alma humana es la persona misma, y cuando la persona muere, es el alma humana lo que muere.
Mucho del mal entendimiento acerca de la muerte se ha debido a la confusión que hay en la mente de muchas personas en cuanto al significado de “alma” y “espíritu.” La Biblia muestra que no son la misma cosa, como veremos.
¿QUÉ ES EL ESPÍRITU DE LAS CRIATURAS VIVIENTES?
De Job 34:14, 15 aprendemos que hay dos cosas que el hombre (o cualquier otra criatura terrestre consciente) tiene que tener para estar vivo y mantenerse así: espíritu y aliento. Allí leemos: “Si [Dios] fija su corazón en cualquiera, si el espíritu [hebreo, rúahh] y aliento [hebreo, neshamah] de aquél él lo recoge a sí, toda carne expirará junta, y el hombre terrestre mismo volverá al mismísimo polvo.” También la Biblia habla de Jehová Dios como “Aquel que tiende la tierra y su producto, Aquel que da aliento a la gente sobre ella, y espíritu a los que andan en ella.”—Isa. 42:5.
Sabemos que el primer hombre fue formado por Dios del “polvo del suelo,” es decir, los elementos tomados del terreno. Cuando Adán fue creado, Dios hizo que los miles de millones de células de su cuerpo vivieran, que tuvieran en ellas la fuerza de vida. Esta fuerza activa de vida es lo que aquí se quiere decir con la palabra “espíritu” (rúahh). Pero para que la fuerza de vida continuara en cada una de los miles de millones de células de Adán, necesitaban oxígeno y esto se había de suministrar por la respiración. De modo que enseguida Dios “alentó en su nariz soplo [neshamah] de vida.” Entonces los pulmones de Adán empezaron a funcionar y de ese modo a sostener por medio de la respiración la fuerza de vida que había en las células de su cuerpo.—Gén. 2:7, Val.
Esto fue parecido a lo que sucede en el caso de ciertos nenes recién nacidos. Aunque hay vida en el nene cuando nace, a veces no empieza a respirar inmediatamente después del nacimiento. Se le hace necesario al médico dar una nalgada al niño para que empiece a respirar, porque sin aliento el niño pronto se moriría. Así, también, la vida que había en las células del cuerpo de Adán tenía que ser sostenida por el proceso de respiración para que Adán ejecutara las actividades de una persona viva.
Mientras que el alma humana es la persona viva misma, el espíritu es sencillamente la fuerza de vida que hace posible que esa persona esté viva. El espíritu no tiene personalidad, ni puede hacer las cosas que una persona puede hacer. No puede pensar, hablar, oír, ver ni sentir. En ese respecto, se pudiera asemejar a la corriente eléctrica de la batería de un automóvil. Esa corriente puede encender el combustible para hacer que el motor produzca potencia, hacer que brillen los focos, tocar la bocina, o hacer que el radio del automóvil produzca voces y música. Pero, sin el motor, los focos, la bocina o el radio, ¿podría esa corriente de la batería hacer cualquiera de estas cosas ella misma? No, porque es meramente la fuerza que hace posible que el equipo ejecute y haga tales cosas.
Este espíritu o fuerza de vida se encuentra en toda criatura viva, pues se lo pasan los padres a los hijos al tiempo de la concepción. Así, Dios le dijo a Noé que causaría un diluvio de aguas “para arruinar toda carne en la cual está la fuerza activa [rúahh, espíritu] de vida,” tanto de animales como de hombres.—Gén. 6:17, margen de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés, edición de 1953; vea también 7:15, 22, Val.
Porque todos tienen esta misma fuerza de vida o espíritu, el hombre y los animales mueren de manera parecida. Por esa razón, Eclesiastés 3:19, 20 dice: “Hay un suceso resultante con respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante con respecto a la bestia, y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos ellos tienen un solo espíritu [rúahh] . . . Todos están yendo a un solo lugar. Todos procedentes del polvo han llegado a ser, y todos están volviendo al polvo.”
Puesto que Dios es el Dador de vida, su Palabra dice que cuando una persona muere “el polvo vuelve a la tierra justamente como sucedía que era y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio.” (Ecl. 12:7) En la muerte la fuerza de vida al fin abandona todas las células del cuerpo y éste comienza a degenerar. Terminan todo pensamiento y acción conscientes. (Sal. 104:29) ¿Cómo, entonces, ‘vuelve a Dios que lo dio’ el espíritu? ¿Parte literalmente de la Tierra la fuerza de vida y viaja a través del espacio hasta la presencia de Dios? No, pero vuelve a Dios en el sentido de que ahora las perspectivas de vida futura de la persona están enteramente en manos de Dios. Solo Dios puede restaurar el espíritu, haciendo que la persona viva de nuevo.
Algunas personas viven en temor de los muertos y hacen ofrendas para apaciguar a antecesores muertos. Pero nos podemos consolar con el conocimiento de que, puesto que los muertos están inconscientes, no es posible que les causen daño a los vivos. Y aunque uno haya amado mucho a alguna persona que ha muerto, la Palabra de Dios muestra que uno no puede beneficiar a la persona muerta haciendo que se ejecuten actos o ceremonias religiosos para el muerto, quizás a gran costo para los que le sobreviven. (2 Sam. 12:21-23) El conocer la verdadera condición de los muertos también nos protege contra la práctica de tratar de hablar con los muertos. La Biblia advierte que los que afirman que hablan con los muertos realmente están poniéndose en comunicación con los demonios, espíritus inicuos que falsamente fingen ser la persona que ha muerto.—Deu. 18:10-12.
¿QUÉ ES EL INFIERNO?
Muchas organizaciones religiosas enseñan que los inicuos son atormentados por la eternidad en el fuego del Infierno. Hace unos cuantos años la Iglesia Católica Romana en su concilio ecuménico reafirmó creer en la realidad del infierno como lugar de castigo eterno. Pero, ¿enseña esta creencia la Palabra de Dios? Quizás usted sepa el significado que la organización eclesiástica con la cual usted se asocia le da al “infierno,” pero, ¿ha investigado el que se le da en las Escrituras? ¿Qué es el infierno según la Biblia?
En las Escrituras Hebreas de la Biblia la palabra “infierno” se usa como traducción para la palabra hebrea sheol. Esta palabra aparece un total de 65 veces. En la Versión Valera, Revisión de 1960, sheol se traduce “Seol” 63 veces y “sepulcro” 2 veces. Pero en la popular Versión Valera de 1934 sheol se traduce “sepulcro” 31 veces; “sepultura,” 13; “infierno,” 11; “abismo,” 3; “profundo,” 3; “huesa,” 2; “hoyo profundo,” una vez; y “fosa,” una vez. La Versión Torres Amat (1925), católica, traduce sheol “sepulcro” 16 veces; “infierno,” 34; “infiernos,” 3; “infierno o sepulcro,” 2; “muerte,” 2; y “muera,” “sepultura,” “fajas mortuorias,” “infierno o muerte,” “infiernos o sepulcro,” “profundo,” “a punto de morir” y “abismo,” una vez cada una. En las Escrituras Griegas Cristianas se usa a veces la palabra “infierno” como traducción de la palabra griega hades, La Versión Valera traduce hades “infierno” 8 veces e “infiernos” 2 veces para las diez veces que aparece la palabra. La Valera Revisada deja la palabra como “Hades” en cada caso. La Versión Torres Amat la traduce “infierno” 7 veces; “sepulcro,” 2 veces; “profundo del infierno” una vez.
¿Es el infierno un lugar caliente? ¿Se refieren sheol y hades a algún lugar donde los inicuos sufran después de la muerte? Es claro que no es así, porque ya hemos visto que los muertos no están conscientes y por lo tanto no pueden sufrir. La Biblia no se contradice en cuanto a la condición de los que están en el infierno. Esto lo prueba el hecho de que la Biblia dice que Jesús estuvo en el infierno. (Hech. 2:31, Val) Cuando el apóstol Pedro declaró esto en el día del Pentecostés, él claramente quiso decir que Jesús había estado en la sepultura, no en un lugar de tormento ardiente. (1 Cor. 15:3, 4) Al decir esto el apóstol citó del Salmo 16:10 [15:10, TA]. Aquí se usó la palabra hebrea sheol, y en Hechos 2:31 se usa la palabra griega hades para verter esa palabra. Esto muestra que sheol y hades se refieren a la misma cosa. El “infierno” de la Biblia es realmente la sepultura de la humanidad.
Para más prueba de esto, considere lo que sucedió después que el profeta Jonás fue engullido por el pez grande. Dice la Biblia: “Entonces oró Jonás a Jehová su Dios, desde las entrañas del pez; y dijo: ¡De en medio de mi aflicción clamo a Jehová, y él me responde! ¡desde lo más hondo del infierno pido auxilio, y tú oyes mi voz!” (Jon. 2:1, 2, Mod) ¿Dónde estaba Jonás? ¿En algún lugar ardiente? No. Jonás estaba en las entrañas del pez, las cuales habrían sido su tumba o sepulcro si Dios no lo hubiera librado de allí. Es por eso que la Versión Valera usa “sepulcro” (versículo 3) en vez de “infierno.”
También considere el caso del hombre justo Jacob. Cuando se lamentaba por su hijo José, dijo: “Yo tengo de descender á mi hijo enlutado hasta la sepultura [sheol; infierno, Dy].” (Gén. 37:35, Val) Piense ahora: ¿Creía Jacob que su hijo bueno José estaba en un lugar ardiente de fuego, y quería él mismo unírsele allí? Es obvio que Jacob simplemente pensaba que su hijo estaba muerto y en el sepulcro, y en su condición triste Jacob mismo quería morir.
Job, un siervo justo de Dios, que estaba sufriendo mucho, oró a Dios, según la versión católica Scío de San Miguel: “¿Quién me dará, que me cubras en el infierno [sheol; el sepulcro, Val, TA], y me escondas, hasta que pase tu furor, y me aplaces el tiempo, en que te acuerdes de mí?” (Job 14:13) ¡Qué irrazonable pensar que Job deseaba protección en el infierno si éste fuera un lugar ardiente de fuego! Se desprende claramente que este “infierno” es sencillamente la sepultura, y Job deseaba ir allí para que sus sufrimientos terminaran. Tanto la gente buena como la gente mala va al “infierno” de la Biblia, la sepultura común de toda la humanidad.
EL HOMBRE RICO Y LÁZARO
No obstante, hay un lugar donde aparece hades que ha hecho que algunas personas crean que el infierno de la Biblia es un lugar de tormento físico. Es donde Jesús habla del hombre rico y Lázaro, y dice que el hombre rico murió, y en hades sufrió tormento. (Luc. 16:22-31) ¿Por qué es tan diferente el uso de hades aquí al compararlo con su uso en otros lugares? Porque Jesús estaba dando una parábola o ilustración y no estaba hablando del hades o sepulcro literal.—Mat. 13:34.
Considere esto: ¿Es razonable o bíblico creer que un hombre sufre tormentos sencillamente porque es rico, lleva buena ropa y tiene mucho de comer? ¿Es bíblico creer que a uno se le bendice con la vida celestial solo porque es un mendigo? Considere esto también: ¿Está el “infierno” literalmente a tal distancia del cielo que se pueda oír en un lugar lo que se dice en el otro, de modo que puedan conversar entre sí personas en los dos lugares? Además, si el hombre rico estuviera en un lago ardiente literal, ¿cómo podría Abrahán enviar a Lázaro a refrescar su lengua con solo una gota de agua en la punta de su dedo? Entonces, ¿qué estaba ilustrando Jesús?
En esta ilustración el hombre rico representó a la clase de líderes religiosos que rechazó y más tarde mató a Jesús. Lázaro representó a la gente común que aceptó al Hijo de Dios. La Biblia muestra que la muerte se puede usar como símbolo, representando un gran cambio en la vida de uno o en su proceder. (Compare lo dicho con Romanos 6:2, 11-13; 7:4-6.) Una muerte, o un cambio de las condiciones anteriores, sucedió cuando Jesús alimentó espiritualmente a los de la clase de Lázaro, y finalmente para el Pentecostés ellos entraron en el favor del Abrahán mayor, Jehová Dios. Al mismo tiempo, los líderes religiosos falsos “murieron” con respecto a tener el favor de Dios. Rechazados, sufrieron tormentos cuando los seguidores de Cristo, después del Pentecostés, desenmascararon sus obras malas. (Hech. 7:51-57) Esta ilustración no enseña, pues, que se atormenta a muertos en un infierno de fuego literal.
GEHENA Y EL PURGATORIO
Quizás alguien levante una objeción y diga que la Biblia sí habla del “fuego del infierno” o “infierno del fuego.” (Mat. 5:22, TA, Val) Es cierto que algunas versiones usan esta expresión, pero en esos casos la palabra griega original que se usa aquí para “infierno” es Géenna, y no hades. “Gehena” aparece doce veces en las Escrituras Griegas Cristianas, y se refiere al valle de Hinón a las afueras de los muros de Jerusalén. Cuando Jesús estuvo en la Tierra este valle se usaba como un enorme basurero donde se mantenían ardiendo fuegos por medio de añadir azufre para quemar la basura. El Smith’s Dictionary of the Bible, tomo I, explica: “Llegó a ser el muladar [basurero] común de la ciudad, donde se arrojaban los cadáveres de criminales, y los cuerpos muertos de animales, y toda otra clase de suciedad.”
En vista de esto, cuando Jesús dijo que ciertas personas serían echadas en el Gehena por sus malas acciones, ¿qué quiso decir? No que serían atormentadas para siempre. Jesús usó aquel valle (Gehena) de fuego y azufre como un símbolo adecuado de destrucción eterna. Eso es lo que las personas que lo escucharon en aquel primer siglo entendieron que aquello quería decir. El “lago de fuego” mencionado en Revelación tiene un significado parecido, no el de tormento consciente, sino “muerte segunda,” muerte o destrucción eterna. Es manifiesto que este “lago” es un símbolo, porque la muerte y el infierno (hades) son arrojados en él. Esas cosas no pueden ser quemadas literalmente, pero sí eliminadas, o destruidas.—Rev. 20:14; 21:8.
¿Qué hay, entonces, del purgatorio? Se dice que éste es un lugar donde las almas humanas están conscientes y están siendo purgadas por fuego después de la muerte. Puesto que la Biblia muestra claramente que los muertos están inconscientes, ¿cómo pudiera Dios estar atormentando a alguien en tal lugar? (Sal. 146:4 [145:4, TA]) Realmente, ni la palabra “purgatorio” ni la idea de un “purgatorio” aparecen en la Biblia.
¿VOLVERÁN A VIVIR LOS MUERTOS?
La enseñanza bíblica sobre la verdadera condición de los muertos alivia la mente de uno de mucho temor y preocupación innecesarios en cuanto a los que han muerto. El saber que los muertos no están sufriendo es algo que ayuda a uno a comprender mucho mejor el amor de Dios, y su justicia. Sin embargo, alguien quizás se pregunte todavía: Si un hombre muere y sencillamente va a la sepultura, ¿qué esperanza hay para los muertos? La Biblia revela que hay una maravillosa esperanza, la esperanza de volver a vivir.
Durante su ministerio terrestre, Jesucristo mostró el poder que tenía sobre la muerte, al realmente hacer volver a la vida humana a personas que habían muerto. (Luc. 7:11-16; Juan 11:39-44) Así suministró una vista por anticipado de lo que hará en escala grandiosa en el nuevo sistema de cosas de Dios. La perspectiva alentadora es que entonces el infierno, la sepultura común de la humanidad, será vaciado de sus muertos inconscientes. (Rev. 20:13) Algunos reciben una resurrección a gloria celestial como criaturas espíritus, aun como sucedió con Jesucristo. (Rom. 6:5) No obstante, la gran mayoría de la humanidad volverá para disfrutar de la vida en un paraíso terrestre restaurado.—Hech. 24:15; Luc. 23:43.
En el nuevo sistema de Dios los muertos resucitados, si cumplen las justas leyes de Dios, nunca tendrán que volver a morir. (Isa. 25:8) Ciertamente esta grandiosa provisión para bendecir a la humanidad es razón para que adquiramos más conocimiento de Jehová y de su Hijo, Jesucristo. El hacer esto puede llevarnos a vida y bendición eternas.