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  • ¿Mejorarán las cosas?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
w76 15/8 págs. 483-484

¿Mejorarán las cosas?

“MUCHOS de mis amigos,” dijo un tendero ya canoso de la Vieja Delhi, en la India, “creen ahora que las cosas mejorarán para nosotros.” Entonces agregó: “Pero yo no sé. No veo cómo pueden mejorar. La avaricia y la tontedad del hombre nos han puesto donde nos hallamos, y solo tenemos al hombre para hacer que las cosas mejoren. ¿Por qué deberíamos contar con que la criatura que puso las cosas en esta mala condición haya de mejorarlas? Esto no sucederá.”

Cuando se trata del futuro, hoy muchas personas comparten el punto de vista sombrío de este tendero de la India.

Sin embargo, se pudiera preguntar: ¿Significa en realidad el hecho de que el hombre no pueda producir condiciones mejores que no hay base para esperanza respecto al futuro? Uno de los hombres más sabios que ha habido en la Tierra no lo creyó así. Ese hombre fue el profeta cuyas palabras han tenido más extensa difusión y han sido traducidas a más lenguas que las de cualquier otro hombre. Ese profeta fue Jesucristo.

Sus profecías siempre se han cumplido. Una de sus profecías sobresalientes tuvo que ver con la ciudad de Jerusalén y su templo. Jesucristo predijo que Jerusalén caería y que los conquistadores ‘no dejarían piedra sobre piedra’ en la ciudad. (Luc. 19:44) Con relación al magnífico templo, dijo: “Los días vendrán en que no se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.” (Luc. 21:6) En cumplimiento de esas palabras, en el año 70 E.C. los ejércitos romanos al mando de Tito destruyeron por completo a Jerusalén y aquel glorioso templo. Esto es sólo un ejemplo de muchos que vindican a Jesucristo como profeta verdadero.

Ciertamente, pues, también tenemos buena razón para tomar en serio lo que él dijo acerca de que llegarían mejores tiempos para la humanidad. Él les indicó a sus discípulos que el alivio de las injusticias, opresión, inseguridad, hambres, guerras y otros problemas vendría en un tiempo de temor e inquietud sin precedente. Dijo: “En la tierra las naciones estarán confundidas y se asustarán . . . La gente se desmayará de miedo al pensar en lo que va a suceder en el mundo.” (Luc. 21:25, 26, Versión Popular) ¿No es esto lo que vemos hoy día?

Sin embargo, no fue simplemente un cuadro de desesperanza e impotencia lo que Jesucristo pintó. Continuó: “Cuando comiencen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados.” (Luc. 21:28, VP) Luego, por medio de una ilustración, Jesucristo llamó la atención sobre lo próxima que estaría aquella liberación y también el instrumento por medio del cual se efectuaría. “Miren la higuera,” dijo él, “o cualquier otro árbol. Cuando ven que ya brotan sus hojas, ustedes mismos saben que ya se acerca el tiempo de calor. De la misma manera, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios ya está cerca. En verdad les digo, que todo sucederá antes que muera la gente de este tiempo.”—Luc. 21:29-32, VP.

De modo que no es por medio de ningún hombre o grupo de hombres que se nos librará de la angustiosa situación mundial, sino por medio del reino de Dios. Jesucristo mismo es el rey de ese gobierno. El hecho de que recibiría autoridad real se reveló en una visión profética como sigue: “Con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días [el Altísimo] obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél. Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él.” (Dan. 7:13, 14) Después de eso se muestra que a todas las potencias gobernantes de la Tierra que rehúsan servirle se les arranca su autoridad. (Dan. 7:17, 18) Jamás volverá ‘el hombre a dominar al hombre para perjuicio suyo.’—Ecl. 8:9.

Como gobernante mundial, Jesucristo tiene la sabiduría que le permite producir, no solo mejores tiempos, sino la mejor condición posible en la Tierra. Antes de que naciera milagrosamente en la Tierra, había estado en los cielos con su Padre, el Dios Altísimo. (Luc. 1:30-38) Era la “Palabra,” es decir, el vocero de su Padre para todas las otras criaturas inteligentes. En la existencia que tuvo antes de ser individuo humano, él, la “Palabra,” participó con su Padre en la creación. La Biblia nos dice: “En el principio, pues, él estaba con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él.”—Juan 1:2, 3, VP.

Por consiguiente, Jesucristo sabe qué es la vida y cómo se puede perpetuar por toda la eternidad. También sabe cómo se pueden utilizar del mejor modo los recursos de la Tierra, sin causar innecesaria contaminación del terreno, el agua y el aire. Por lo tanto, bajo su régimen esta Tierra puede ser transformada en un paraíso deleitable.

Mientras estuvo en la Tierra como hombre, Jesucristo abrió los ojos de los ciegos, destapó los oídos de los sordos, hizo hablar a los mudos, puso salud en las extremidades de los lisiados y hasta levantó a los muertos. Puesto que a él se le resucitó, Jesucristo ciertamente no hará menos para la humanidad después que asuma la administración de los asuntos de la Tierra. Él resultará fiel a estas palabras suyas: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir.”—Juan 11:25.

El régimen de Jesucristo reflejará el mismo interés y afecto que había en su invitación a otros para que se hicieran discípulos de él. Dijo: “Vengan a mí, todos los que se afanan y están cargados, y yo los refrescaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas.”—Mat. 11:28, 29.

¿Cómo podemos estar seguros de que Jesucristo, como poderoso rey celestial, será tan humilde como fue y estará tan interesado en traer alivio y refrigerio a la humanidad como lo estuvo mientras estuvo en la Tierra? ¿No pudiera haber cambiado? Las Santas Escrituras nos dan esta confortante seguridad: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y para siempre.”—Heb. 13:8.

Las cosas realmente mejorarán muchísimo en el futuro no muy lejano cuando el reino de Dios por Cristo reemplace al régimen de hombres imperfectos. ¡Qué magnífico alivio traerá eso de las injusticias, opresión, sufrimiento, contaminación, enfermedad y muerte!

Ciertamente tenemos buena razón para querer a Jesucristo como nuestro Rey. ¿Está usted familiarizado con Sus requisitos para los que quieren ser sus súbditos leales? El grupo de cristianos conocido como testigos de Jehová está presto y dispuesto a ayudar a cualquier persona a conseguir un mejor entendimiento de estos requisitos según se encuentran en la Biblia. ¿Por qué no aprovecha usted la ayuda de ellos la próxima vez que lo visiten?

[Comentario de la página 484]

“En la tierra las naciones estarán confundidas y se asustarán . . . La gente se desmayará de miedo al pensar en lo que va a suceder en el mundo . . . Cuando comiencen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados.”—Luc. 21:25, 26, 28, “Versión Popular.”

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