Preguntas de los lectores
● Éxodo 33:20 declara: “El hombre no puede verme y vivir.” Empero Éxodo 24:10 dice concerniente a Moisés y algunos de los ancianos de Israel: “Vieron al Dios de Israel.” ¿Cómo pueden armonizarse estas dos declaraciones aparentemente contradictorias?—C. B., Pensilvania.
Literalmente es cierto que ningún organismo de carne y sangre puede ver a Jehová Dios y vivir. Como criatura espiritual Cristo es “la imagen del Dios invisible” y “la representación exacta de su mismo ser”, no obstante una revelación parcial de su gloria fué tan intensamente brillante que cegó a Saulo de Tarso, y le volvió la vista sólo después de un milagro de Dios. (Hech. 9:1-18; Col. 1:15; Heb. 1:3, NM) Una vista plena del “Padre de las luces celestiales” sería más de lo que la carne humana pudiera resistir.—Sant. 1:17, NM.
Cuando la Biblia habla de Moisés u otros viendo a Jehová Dios significa que vieron una manifestación de su gloria, y ésta generalmente se dió por medio de un representante angelical del Todopoderoso. Por consiguiente Éxodo 24:16 habla de “la gloria de Jehová” habitando sobre el monte Sinaí, en vez de Jehová mismo, al relatar que Moisés y otros vieron “al Dios de Israel”. Esta “gloria de Jehová” se debió a la presencia de uno de los ángeles de Jehová, porque su gloria y su ángel están asociados, como en Lucas 2:9 (NM) cuando se hizo el anuncio del nacimiento de Jesús a los pastores: “De repente el ángel de Jehová se puso junto a ellos y la gloria de Jehová centelleó en derredor de ellos.”
Tenemos testimonio directo de que Jehová no descendió personalmente al monte Sinaí para presentarse y hablar a Moisés y entregarle la Ley. Que Jehová se apareció y habló sólo mediante representantes se muestra por los siguientes textos: “Ustedes que recibieron la Ley según fué transmitida por ángeles pero que no la han guardado.” “Fué transmitida por medio de ángeles por mano de un mediador.” Pablo se refirió a la Ley como “la palabra hablada por medio de ángeles”. (Hech. 7:53; Gál. 3:19; Heb. 2:2, NM) Porque en el Sinaí Dios no habló con su propia voz sino mediante la voz de su representante angelical, Éxodo 19:19 (VA) dice: “Moisés hablaba, y Dios le contestaba mediante una voz.” Lo anterior también nos informa que fué la espalda del ángel o gloria de Jehová lo que Moisés vió, y no Jehová mismo, como se registra: “Cuando mi gloria pase cerca . . . quitaré mi mano, para que puedas ver mi espalda, mientras que mi rostro no será visto.”—Éxo. 33:22, 23, UTA.
Otra ocasión donde la Palabra de Dios se interpreta para nosotros sobre este asunto es en el caso de Moisés y el arbusto ardiendo. Éxodo 3:4, 6 declara que “le llamó Dios de en medio de la zarza” y dijo, “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” Pero el versículo 2 nos dice que “apareciósele el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza”. Por consiguiente Jehová se apareció y habló sólo mediante un representante.
De nuevo, cuando Jacob luchó con un hombre que en verdad era un ángel materializado de Jehová fué bendecido con un nuevo nombre, el de Israel. Israel significa “rigiendo con Dios; soldado (luchador) con Dios”; y Jacob llamó el lugar “Peni-El”, significando “cara de Dios”, diciendo, “he visto a Dios, . . . cara a cara.” (Gén. 32:24-30) Pero en realidad, sólo fué el ángel materializado de Jehová al que había visto y con el que había luchado, y quien rehusó decir su nombre, como acostumbraban hacer tales criaturas espirituales materializadas. También, cuando un ángel de Dios se apareció a Manoa y a su mujer ellos consideraron a este representante como Dios mismo: “Entonces conoció Manoa que era el Ángel de Jehová. Por lo cual Manoa dijo a su mujer: De seguro que moriremos, porque hemos visto a Dios.”—Jue. 13:3-22.
El principal representante de Jehová Dios es Cristo Jesús, y en su caso también se confirma este principio. Correctamente se menciona a Jehová Dios como el Creador de todas las cosas, no obstante sabemos del registro de la Biblia que después que creó directamente a su “Hijo unigénito” el resto de la obra de la creación fué ejecutado por y mediante ese Hijo, en su capacidad de Logos o Verbo. Pero dado que él era el representante y obrero de Jehová en esta actividad creativa, y autorizado por Dios para hacerla, Jehová mismo es mencionado como el Creador de los cielos y la tierra. (Isa. 40:26, 28; Juan 1:10; Col. 1:16; Apo. 3:14) Por razones parecidas, y debido a que el curso y habla de Jesús sobre la tierra representaron tan perfectamente a Jehová Dios, Jesús dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también.” (Juan 14:9, NM) De modo que este texto no prueba la enseñanza de la trinidad, igual como las referencias de que el ver a ángeles era ver a Dios no prueban que los ángeles estaban comprendidos dentro de una deidad trinitaria.
● ¿Fué traspasado el costado de Jesús con la lanza antes o después de su muerte en la estaca de tormento? Los relatos de Mateo y de Juan parecen contradecirse en este punto.—D. L., Wáshington.
El peso de la evidencia es que fué después de su muerte que su costado fué traspasado. Mateo 27:49, 50 (NM) dice: “Pero los demás dijeron: ‘¡Déjenlo! Veamos si Elías viene a salvarlo.’ Otro hombre tomó una lanza y traspasó su costado, y salió sangre y agua. De nuevo clamó Jesús en voz alta, y dejó de respirar.” La Traducción del Nuevo Mundo tiene una nota al pie de la página que declara que la oración acerca del hombre traspasando su costado y el salir sangre y agua se halla en algunos manuscritos importantes pero no se halla en otros. La creencia de muchos es que esta declaración fué interpolada después del Evangelio de Juan, pero que fué colocada mal por el interpolador. Algunas traducciones ni la mencionan, otras la ponen entre paréntesis o paréntesis angulares, y otras la ponen con una nota explicativa al pie de la página, como lo hizo la Traducción del Nuevo Mundo.
Sin embargo, no hay nada discutible acerca del relato de Juan sobre el asunto. Dice: “Los soldados vinieron, por lo tanto, y quebraron las piernas del primer hombre y las del otro hombre que hablan sido empalados con él. Pero al llegar a Jesús, y ver que ya había muerto, no le quebraron las piernas. No obstante uno de los soldados punzó su costado con una lanza, e inmediatamente salió sangre y agua.” (Juan 19:32-34, NM) Las piernas de los otros empalados fueron quebradas para apresurar la muerte, y si Jesús no hubiera muerto ya, le hubieran quebrado las piernas a él. Su muerte anticipada obró para el cumplimiento de la profecía de que ninguno de sus huesos serla quebrado. (Sal. 34:20; Juan 19:36) Que su muerte sucedió más rápidamente que lo usual en tales casos se muestra por la sorpresa de Pilato al oír que ya había muerto. (Mar. 15:44, 45) Posiblemente el soldado traspasó el costado de Jesús para quitar toda duda de su muerte, y eliminar cualquier restablecimiento posterior que pudiera ser falsamente anunciado como una resurrección, como podría haber sucedido si Jesús sólo se hubiera desmayado.
Pero ¿qué causó que su muerte viniera tan pronto? Muchos opinan que murió de un corazón quebrantado, y de este modo explican no sólo su muerte rápida sino también el flujo de “sangre y agua” por la herida de la lanza. Por una ruptura literal del corazón o de uno de los grandes vasos sanguíneos donde se conectan al corazón, sangre sería arrojada al pericardio, la membrana que flojamente envuelve al corazón y en la cual también se contiene el fluido acuoso pericardino. Al escribir sobre la causa física de la muerte de Jesús un doctor dijo que tal ruptura sucedió y que sangre se vertió en el pericardio, para separarse ahí en suero acuoso y una suave substancia roja coagulada. Él indicó que tal separación de las partes componentes de la sangre raramente ocurre en un cuerpo muerto salvo en tales casos de extravasación, es decir, cuando la sangre es forzada o echada fuera de sus propios vasos. Entonces si un soldado permaneciendo de pie bajo el cuerpo de Jesús en la estaca metiera una lanza hacia arriba en el costado, fácilmente podría internarse hacia arriba, debajo de las costillas, traspasar el pericardio lleno completamente de suero y substancia coagulada, y producir el flujo de lo que parecería ser “sangre y agua”. O, es posible que el corazón quebrantado o la aorta force sangre dentro de la cavidad del pecho, y en este lugar forzado la sangre pronto empezaría a separarse en suero y substancia roja coagulada. Por la gran incisión hecha por la punta de lanza metida hacia arriba este suero acuoso y substancia coagulada fluirían.
Hay base bíblica para creer que Jesús murió de un corazón quebrantado. Su angustia mental al momento fué intensa, como se indica por sus palabras: “Mi Dios, mi Dios, ¿con qué fin me has abandonado?” (Mat. 27:46, NM) Esta expresión de sentirse abandonado fué predicha en el Salmo 22:1, junto con algunos otros versículos en ese salmo que fueron proféticos de Cristo Jesús al tiempo de su muerte. Un corazón quebrantado ciertamente podía verse en las palabras del versículo 14: “Como aguas he sido derramado; todos mis huesos están descoyuntados: mi corazón se ha hecho como cera; se derrite en medio de mis entrañas.” Ordinariamente la sangre no fluiría de un cuerpo muerto, pero el traspasar el pericardio en la condición anteriormente descrita sería como agujerear una bolsa de agua. Y si hubiera sido traspasado antes de morir, como lo indica el relato de Mateo, sangre hubiera fluido pero sería sangre entera, y no separada en sus partes componentes para dar la apariencia de “sangre y agua”.
Por consiguiente la evidencia es que el relato de Juan es el exacto, y él ciertamente fué un testigo ocular muy cercano, tan cercano que el empalado Jesús le habló.—Juan 19:25-27.