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  • El género de muerte de Jesús
    La Atalaya 1960 | 1 de octubre
    • él todavía había de pasar. En esto vemos la misericordia de Jehová al permitir él que Jesús se enfermara antes de ser clavado en el madero de tormento.

      Después que Jesús fue arrestado y se le sometió a un juicio de burla, fue azotado y, ante la insistencia de la muchedumbre guiada por el clero, fue entregado para ser empalado. Terrible como fue la experiencia, el dolor sin duda fue aminorado hasta cierto grado por las experiencias amortiguadoras de nervios por las cuales él ya había pasado. Más bien que permitir que Jesús sufriera mucho tiempo en el madero de tormento o permitir que los soldados pusieran fin a su vida por medio de quebrarle los huesos, “Jehová mismo se deleitó en aplastarlo,” lo cual él hizo por medio de permitir que expirase unas cuantas horas después de ser empalado. Jesús, dándose cuenta de lo que sucedía, clamó: “Mi Dios, mi Dios, ¿con qué propósito me has abandonado?” Y, rendido de angustia, “Jesús dio un gran grito y expiró.” (Mar. 15:34, 37) Al explicar lo que sucedió, Guillermo Stroud, M.D., en The Physical Cause of the Death of Christ, se refiere a la observación de cierto Grüner, quien dice: “Es común que personas cuyo corazón está oprimido por congestión excesiva de sangre, con ansiedad y palpitación, y que están amenazadas de sofocación, clamen con voz fuerte.” Aparentemente se le había quebrado el corazón o una de las arterias grandes se había reventado, haciendo que él expirara.

      Esto hizo posible el cumplimiento de otra parte importante del propósito de Jehová. “A menos que se derrame sangre, ningún perdón se efectúa.” (Heb. 9:22) Y respecto a la muerte de Jesús se había escrito: “Derramó su alma hasta la mismísima muerte.” (Isa. 53:12) Su muerte tenía que ser en un madero para poder libertar a judíos creyentes de la maldición de la Ley, pero la muerte en un madero no haría que fuera derramada sangre, y eso se requería para cumplir con los requisitos divinos para la remisión de pecados de todos los creyentes de entre el género humano. (Gál. 3:13) Pero habiendo Jehová aplastado a Jesús por medio de permitir que sus manos y pies fueran traspasados con clavos y permitiendo una ruptura de su corazón o de una de las arterias, la sangre se derramó en su pericardio o tórax. Por eso cuando uno de los soldados tomó una lanza y traspasó su costado, “salió sangre y agua.” (Juan 19:34) De esta manera, aunque le agradó a Jehová terminar rápidamente con la agonía, de su Hijo, él también hizo posible que todas las cosas escritas por los profetas inspirados se cumpliesen y que se llenaran los requisitos para la salvación.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1960 | 1 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Puede decirme por qué Jesús no bautizó? ¿Hay algunos textos que muestren por qué no lo hizo? —F. P., Canadá.

      En Juan 4:1-3 leemos: “Ahora, cuando el Señor se dio cuenta de que los fariseos habían oído que Jesús estaba haciendo y bautizando más discípulos que Juan—aunque, en realidad, Jesús mismo en ningún caso bautizaba, sino que sus discípulos lo hacían—salió de Judea y partió otra vez para Galilea.”

      Cuando se consideran los grandes números de personas que venían a Jesús para bautizarse, es razonable concluir que Jesús dejó el bautismo de ellos a sus discípulos para estar libre él para la obra más importante de curación espiritual y física. Además, Jesús indudablemente no quiso bautizar a persona alguna para que más tarde no hubiese quien se sintiera superior por haber sido bautizado por el Hijo de Dios o menos favorecido por no haber tenido ese privilegio. Tal como lo expresó el apóstol Pablo años después al escribir respecto a su propio caso: “Agradecido estoy de que no bauticé a ninguno de ustedes salvo a Crispo

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