BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w60 1/5 págs. 261-266
  • Inocencia por respetar la santidad de la sangre

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Inocencia por respetar la santidad de la sangre
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • CRISTIANOS NO EXENTOS DE LEY DE LA SANGRE
  • Respeto a la santidad de la sangre
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
  • Sangre
    Ayuda para entender la Biblia
  • Valoremos debidamente el don de la vida
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2004
  • Sangre
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
w60 1/5 págs. 261-266

Inocencia por respetar la santidad de la sangre

“Yo estoy limpio de la sangre de todo hombre.”—Hech. 20:26.

1. ¿Cuán preciosa nos es nuestra sangre, y cómo difiere la actitud de Cristo como Rey de la actitud de los que hacen estallar bombas atómicas?

¡CUÁN preciosa es la sangre de nuestro cuerpo! Nuestra vida depende de la sangre y ésta forma entre una décima y una duodécima parte de nuestro cuerpo. Naturalmente, nos estremecemos ante la amenaza de cualquier aumento de esa enfermedad de la sangre que llaman leucemia y que es uniformemente fatal, como resultado del desprendimiento radioactivo por la explosión de bombas atómicas sobre tierra. En un mes de pruebas atómicas intensas durante el otoño de 1958 la Unión Soviética virtualmente aumentó al doble la cantidad del desecho radioactivo en la atmósfera de la tierra. Eso dijo el Dr. W. E. Libby, científico miembro de la Comisión Americana de Energía Atómica. Esto aumenta el peligro que amenaza a la sangre por todo el mundo. ¿De qué manera? Por el peligro que le proviene al hombre debido a los desprendimientos radioactivos, puesto que el producto radioactivo más importante de las explosiones atómicas sobre tierra es una substancia química conocida como estroncio 90, una materia radioactiva de larga duración que puede causar cáncer del hueso y leucemia. Es en el tuétano de nuestros huesos que se produce la sangre. (Times de Nueva York, 14 de marzo de 1959) Ciertamente la actitud de los hombres que hacen explotar estas amenazas a la sangre humana es muy diferente a la actitud de Cristo, a quien nuestro Creador ha nombrado Rey de un nuevo mundo. De este Rey la profecía sagrada dice: “Las almas de los pobres las salvará. De la opresión y de la violencia redimirá su alma, y la sangre de ellos será preciosa a su vista.”—Sal. 72:13, 14.

2. ¿Qué cosa poco aprecian los hombres en general hoy día acerca de las leyes de Dios en cuanto a la sangre, y por qué deberíamos informarnos sobre esto?

2 El valor de la sangre y la conexión estrecha que existe entre la sangre y la vida—nadie conoce esto mejor que el Creador de este tejido viviente y movedizo de los cuerpos animales. Como nuestro Creador y Dador de vida él hace mucho dio leyes concerniente a la sangre. Estas leyes manifestaron que él atribuía cierta cualidad de sagrado, cierta santidad, a la sangre. Poco aprecian los hombres en general hoy día que ellos están bajo la ley del Creador concerniente a la sangre y que serán castigados por violar su santidad. No será un castigo leve, sino uno que demandará su misma vida. Más de 4,327 años han pasado desde el diluvio del día de Noé, pero la ley que Dios proclamó en aquel entonces acerca de la sangre todavía aplica. Más aun, aplica a toda la humanidad; porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, descendimos de los no judíos a quienes esta santa ley fue proclamada, Noé y sus hijos, Sem, Cam y Jafet. Nuestra vida depende de informarnos acerca de esta ley y observarla. Será provechoso para nosotros y recibiremos esclarecimiento si notamos el lenguaje de esta ley que es para todo el género humano que vive hoy día.

3, 4. (a) ¿Qué puede decirse en cuanto a si el sacrificio que Noé hizo después del diluvio violó la santidad de la sangre o no? (b) En su ley a Noé concerniente a la sangre ¿qué dijo Jehová?

3 Cuando Noé y sus compañeros de viaje salieron del arca en la que ellos y los animales y pájaros habían sobrevivido al mayor diluvio experimentado por los humanos, Noé condujo a su familia en ofrecer sacrificio a Dios. Noé mató a algunas de todas las bestias y aves limpias en el monte Ararat. Esto no demostró ser violación de la santidad de la sangre. Más de quince siglos antes del Diluvio el fiel Abel, el segundo hijo de Adán, había ofrecido un sacrificio, que significó el matar algunos primogénitos de su rebaño de ovejas. Pero Dios aceptó este sacrificio y dio testimonio a Abel de que era justo, inocente. (Gén. 4:1-4; Heb. 11:4) Asimismo Dios aprobó el sacrificio que Noé hizo de los animales y aves limpios, y Noé “vino a ser heredero de la justicia que es según la fe.” (Gén. 8:18-22; Heb. 11:7) Fue cuando expresó su aprobación para con Noé y sus hijos que Dios, el Salvador de la raza humana, declaró su ley concerniente a la sangre, para gobernarnos. Leemos:

4 “Dios pasó a bendecir a Noé y a sus hijos y a decirles: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra. Y un temor a ustedes y un pavor a ustedes continuará sobre toda criatura viviente de la tierra y sobre toda criatura volátil de los cielos, sobre todo lo que va arrastrándose sobre el suelo, y sobre todos los peces del mar. En mano de ustedes se les dan ahora. Todo animal que se arrastra que está vivo puede servir de alimento para ustedes. Como en el caso de la vegetación verde, les doy todo ello. Sólo carne con su alma—su sangre—no deben comer. Y, además de eso, su sangre de sus almas la reclamaré. De la mano de toda criatura viviente la reclamaré; y de la mano del hombre, de la mano de aquel que es su hermano, reclamaré el alma del hombre. El que derrame la sangre del hombre, por el hombre su propia sangre será derramada, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre.”—Gén. 9:1-6, NM; Elberfelder; Segond; Lienart; De-Vaux.

5. ¿Por qué no habían comido carne antes del Diluvio los hombres temerosos de Dios, y de qué manera autorizó Dios a los hombres a comer carne después del Diluvio?

5 Abel jamás comió carne con su sangre, que es su alma o vida. Abel fue un hombre temeroso de Dios, y el permiso divino para que el género humano comiera la carne de los animales inferiores y las aves y los peces todavía no se había dado. Asimismo, Noé y los que junto con él sobrevivieron al diluvio no habían comido carne antes del diluvio, por la misma razón. Con pleno respeto al valor y significado preciosos de la sangre, ahora Dios permitió que el género humano comiera la carne de los animales y las aves, pero no junto con la sangre de la criatura que se comía.

6. ¿Quién fue el primero que mencionó la sangre, y en qué circunstancias?

6 Aun antes del Diluvio Dios había permitido y aprobado el que la sangre de las víctimas sacrificatorias fuese derramada en su santo altar, pero ni la sangre ni la carne que la contenía había de ingerirse en el cuerpo humano como alimento. En la Biblia el primero que mencionó la sangre fue Dios mismo. Cuando Caín rehusó confesar que había asesinado a su hermano Abel, Dios dijo a Caín: “¡Escucha! La sangre de tu hermano está clamando a mí desde la tierra. Y ahora se te maldice con destierro de la tierra que ha abierto su boca para recibir por mano tuya la sangre de tu hermano.”—Gén. 4:10, 11.

7. ¿Qué hecho manifestó Jehová cincuenta y cinco siglos antes de que lo probaran los científicos, y qué pasa por alto la ciencia médica hoy día?

7 Al mencionar la sangre de Abel en vez de su cuerpo de carne, Dios indicó el hecho de que la vida está en la sangre. Cincuenta y cinco siglos antes de que los científicos médicos lo probaran Dios manifestó el hecho de que la base de la vida está en la sangre. En la ley que dio a Noé inmediatamente después del diluvio Dios dijo plenamente que la vida, la mismísima alma, estaba en la sangre. Pero la ciencia médica moderna se niega a reconocer la propia ley de Dios que manda que se respete la santidad de la sangre. La ciencia médica moderna pasa por alto que hoy todo el género humano está obligado por ese decreto de la sangre y que está sujeto a castigo a manos de Dios por quebrantar esa ley sagrada concerniente a la sangre.

8, 9. (a) En el día de Nemrod, ¿de qué se apartó el género humano, y por qué? (b) ¿Cómo dio énfasis el lenguaje de Rubén respecto a José al hecho de que la vida se representa por la sangre?

8 Noé tuvo un bisnieto llamado Nemrod, que llegó a ser rey de Babilonia. Bajo su influencia la mayor parte del mundo de la humanidad comenzó a apartarse de guardar la propia ley de Dios concerniente a la santidad de la sangre. Eso había de esperarse, ya que Nemrod sobresalió como “poderoso cazador en oposición a Jehová.” (Gén. 10:8-10) Abrahán, el hombre de fe en Jehová Dios, vino de las cercanías del antiguo reino de Nemrod. Por medio de Isaac y Jacob, Abrahán tuvo doce bisnietos, que fueron cabezas de las doce tribus de Israel. Surgieron celos y la vida de una de estas cabezas tribales, José, fue amenazada a manos de sus hermanos. Esforzándose por salvarlo, su hermano mayor Rubén dijo: “No derramen sangre.” Finalmente sus hermanos vieron que no redundaría en ningún provecho egoísta suyo matar a José y tratar de ‘ocultar su sangre’ y lo vendieron como esclavo. Años después Jehová Dios levantó a José de la esclavitud y prisión en Egipto al puesto de primer ministro de Faraón, el rey de Egipto.

9 Debido al hambre que había en Palestina, los diez hermanos de José anteriormente celosos fueron enviados a Egipto a comprar abastecimiento de alimento necesario. Fueron llevados delante de José pero no lo reconocieron, estando él como primer ministro de Egipto. Para ponerlos a una prueba de su condición de corazón, José por medio de un intérprete los acusó de ser espías y los amenazó con la pena de muerte. Amenazados con perder su propia vida, los diez hermanos recordaron su culpa y comenzaron a hablar en hebreo en cuanto a cómo habían vendido a José posiblemente para muerte de éste. Entonces Rubén habló: “¿No les dije: ‘No pequen contra el niño,’ pero ustedes no escucharon? Y ahora su sangre, aquí ciertamente se reclama.” (Gén. 37:21-28; 42:21, 22) Así el israelita Rubén usó la mismísima expresión que Jehová Dios había usado cuando impuso la ley concerniente a la santidad de la sangre sobre todo el género humano. Mediante su lenguaje Rubén dio énfasis al hecho de que la vida humana se representa por la esencialísima sangre.

10. Al hacer su pacto con Israel, ¿cómo insistió Jehová en que Israel guardara la ley que él dio a Noé?

10 Siglos después Jehová libró a las doce tribus de Israel de la esclavitud en Egipto y las trajo al monte Sinaí en Arabia. Allí por medio del profeta Moisés como mediador instituyó un pacto, una relación contractual, entre él mismo y las doce tribus de Israel, para que él fuera su Dios y para que ellos fueran su pueblo escogido. Además de los Diez Mandamientos, les dio centenares de otras leyes. A fin de que fueran para él un pueblo santo, diferente de los pueblos no israelitas del mundo, Jehová Dios insistió en que guardaran la ley que él había dado a su antepasado Noé concerniente a la santidad de la sangre. Por consiguiente les prohibió que introdujeran sangre de hombre o de animal en su cuerpo como alimento o bebida.

11. Mediante la ley de Jehová ¿qué se prohibió a los residentes extranjeros así como a los israelitas, y por qué?

11 Una de las leyes que Él les dio decía: “No deben comer ninguna sangre en ningún lugar donde moren, sea de ave o de bestia. Cualquier alma que coma cualquier sangre, esa alma debe ser cortada de su pueblo.” Ni aun había de permitirse que los residentes extranjeros que se hallaban entre su nación tomaran sangre para alimento. La ley de Jehová decía: “En cuanto a cualquier hombre de la casa de Israel o algún residente temporario que esté residiendo por un tiempo en medio de ustedes que coma cualquier clase de sangre, ciertamente pondré mi rostro contra el alma que esté comiendo la sangre y de veras la cortaré de entre su pueblo. Porque el alma de la carne está en la sangre, y yo mismo la he puesto sobre el altar para que ustedes hagan expiación por sus almas, porque la sangre es lo que hace expiación debido al alma en ella. Por eso he dicho a los hijos de Israel: ‘Ninguna alma de ustedes debe comer sangre y ningún residente temporario que esté residiendo por un tiempo en medio de ustedes debe comer sangre.’”—Lev. 7:26, 27; 17:10-12.

12. ¿Qué dice la Cyclopædia de McClintock y Strong tocante a la prohibición de la sangre como alimento y con el transgredir esta prohibición?

12 La Cyclopædia of Biblical, Theological and Ecclesiastical Literature de McClintock y Strong, Tomo I, página 834, dice sobre prohibir sangre como alimento: “En casos donde la prohibición se presenta en conexión con los artículos legales e ilegales de la dieta, la razón que generalmente se señala en el texto es que ‘la sangre es el alma,’ y se ordena que sea derramada en el suelo como agua. Pero donde se presenta con referencia a las porciones de las víctimas que habían de ofrecerse al Señor, entonces el texto, Además de la razón anterior, insiste en que ‘la sangre hace expiación debido al alma.’ (Lev. xvii, 11, 12). Este mandato estricto no sólo aplicaba a los israelitas, sino aun a los extranjeros que residían entre ellos. El castigo señalado a su transgresión era el de ser ‘cortados del pueblo,’ mediante lo cual se parece querer decir la pena de muerte (compare con Hebreos x, 28), aunque es difícil determinar si se infligía con la espada o con lapidación.”

13. ¿Qué hechos vitales recibieron énfasis en las leyes que Dios dio a los cazadores israelitas?

13 Por consiguiente Dios dijo a cada cazador israelita que no fuera como el poderoso cazador babilónico Nemrod, sino que respetara la sangre de la presa: “En ese caso debe derramar su sangre y cubrirla con polvo. Porque el alma de toda clase de carne es su sangre por el alma en ella. En consecuencia dije a los hijos de Israel: ‘No debes comer la sangre de ninguna clase de carne, porque el alma de toda clase de carne es su sangre. Cualquiera que la coma será destruído.’” (Lev. 17:13, 14) La sangre era como el alma. Por eso Jehová Dios dijo además a cada cazador que se hallaba en el pacto con él: “Simplemente resuélvete firmemente a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma [néfesh, hebreo] con la carne. No debes comerla. Deberías derramarla en el suelo como agua.” (Deu. 12:23, 24) El comer el alma significa comer una vida dada por Dios, y esto hace al comedor responsable como de quitarle una vida a Dios.

CRISTIANOS NO EXENTOS DE LEY DE LA SANGRE

14, 15. (a) ¿Qué reconocieron los cristianos judíos primitivos concerniente al pacto de la Ley y concerniente a la propia ley de Dios dada a Noé? (b) Por consiguiente ¿qué instrucciones envió la junta directiva a los cristianos no judíos?

14 ¿Qué hay, pues, acerca de los cristianos, de los que verdaderamente siguen en las pisadas de Jesucristo el Hijo de Dios? Jesús estableció la congregación cristiana sobre la tierra. Durante tres años y medio después de su muerte y resurrección la congregación se formó exclusivamente de judíos o israelitas y prosélitos circuncisos. Estos cristianos judíos reconocieron que el pacto de la Ley que Jehová Dios hizo con la nación de Israel por medio de Moisés, había sido cancelado, clavado, por decirlo así, al madero de tormento en el cual fue empalado Jesucristo como sacrificio humano perfecto. El apóstol cristiano Pablo, que antes había sido fariseo judío, afirmó este hecho. (Efe. 2:13-16; Col. 2:13-17) La congregación cristiana estaba en un pacto nuevo con Jehová Dios por medio de la sangre derramada de Jesucristo. Sin embargo, esos cristianos reconocieron que todavía estaban bajo la propia ley de Jehová dada a Noé concerniente a la santidad de la sangre, la cual ley santa jamás había sido cancelada o anulada. Por consiguiente los doce apóstoles y otros cristianos maduros de la congregación de Jerusalén, como una junta directiva, enviaron estas instrucciones aun a los cristianos bautizados que anteriormente no habían sido judíos circuncisos:

15 “Al espíritu santo y a nosotros nos pareció bien no agregarles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias, que te mantengan libres de cosas sacrificadas a los ídolos y de la sangre y de cosas que matan sin extraerles su sangre y de la fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Que tengan buena salud!”—Hech. 15:28, 29; 21:24, 25.

16. A pesar de la revocación del pacto de la Ley y la introducción del nuevo pacto, ¿qué no pueden hacer los cristianos, y por qué?

16 No, a pesar de revocar el pacto de la ley y a pesar de introducir el pacto nuevo hecho válido por la sangre sacrificada de Jesucristo, Jehová Dios no había cambiado su ley concerniente a la idolatría y la sangre y la inmoralidad sexual. Por lo tanto los cristianos no podían adorar a Dios por medio del uso de imágenes o símbolos; no podían cometer adulterio ni fornicación; no podían derramar sangre en asesinato ni alimentar su cuerpo con sangre de ave, bestia ni de hombre.

17. ¿Por qué no viola el pacto concerniente a la sangre el beber de la copa común en la cena del Señor?

17 Cierto, aquellos cristianos del primer siglo celebraban la cena del Señor cada año, en la cual celebración cada congregación participaba de una copa común de vino. Pero al beber de esta copa común no bebían la sangre literal del Cordero sacrificatorio, Jesucristo. Horas antes de que el soldado romano hiriera el costado izquierdo del Jesús empalado de modo que sangre y agua salieran, el Señor Jesús había pasado la copa emblemática a sus once apóstoles fieles que se hallaban en el cuarto superior en Jerusalén y les había dicho: “Tomen de ella, todos ustedes; porque esto significa mi ‘sangre del pacto’ que ha de ser derramada a favor de muchos para el perdón de pecados. Pero yo les digo, que de aquí en adelante yo de ninguna manera beberé de este producto de la vid [es decir, vino] hasta aquel día cuando lo tome nuevo con ustedes en el reino de mi Padre.” (Juan 19:33-37; Mat. 26:26-29) El vino tinto que se hallaba en esa copa sólo era simbólico. Era símbolo de la sangre vital de Jesús que había de derramarse en sacrificio a Dios para limpiarnos de nuestros pecados.

18. ¿De qué manera participan de la sangre del Cristo los celebradores de la cena del Señor?

18 Años después el apóstol Pablo escribió a los celebradores de la cena del Señor: “La copa de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es participar en común de la sangre del Cristo?” (1 Cor. 10:16) El que bebieran de esta copa memorial de vino era pictórico de cómo participaban del beneficio de la vida humana sacrificada de Jesús, representada por su sangre. Participan por medio de su fe en él como El que murió con el fin de comprarlos del pecado y de la muerte.

19. ¿Cómo autorizó Dios que se usara la sangre para conseguir la vida, y por eso desde qué punto de vista ven la sangre de Cristo los cristianos verdaderos?

19 Dios había autorizado que la sangre de una víctima sacrificatoria fuera derramada sobre su santo altar como una ofrenda de una vida a él. En conformidad con ello los cristianos reconocieron la sangre humana perfecta de Jesús como derramada sobre el altar verdadero de sacrificio de Dios con el fin de proveer vida eterna para todos los que aceptan su sacrificio. De modo que era sangre preciosa y tenía poder de compra con Dios. El apóstol Pedro escribió a sus compañeros cristianos: “Ustedes saben que no fue con cosas corruptibles, con plata y oro, como rescate que ustedes fueron librados de su forma inútil de conducta recibida por tradición de sus antepasados. Sino que fue con sangre preciosa, semejante a la de un cordero inmaculado y sin tacha, la de Cristo.”—1 Ped. 1:18, 19.

20. ¿Por qué el derramamiento de la sangre de Cristo afectó de manera diferente a los judíos que insistieron en que Pilato ejecutara a Jesús?

20 Por lo tanto el que se derramara su sangre sobre el altar de Dios no afectó a los cristianos creyentes de la misma manera que afectó a los judíos que insistieron en que el gobernador romano ejecutara a Jesús en un madero de tormento. El gobernador Pilato se lavó las manos en agua delante de la muchedumbre, diciendo: “Soy inocente de la sangre de este hombre. Ustedes deben encargarse de ello.” Convinieron en encargarse de ello, diciendo: “Recaiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.” (Mat. 27:24, 25) Voluntariamente convinieron en asumir la responsabilidad de derramar la sangre de Jesús y de transmitir esta responsabilidad a sus hijos.

21. Por beber de la copa en la cena del Señor, ¿de qué fueron acusados los cristianos primitivos, y qué demuestra su defensa tocante a la ley declarada a Noé?

21 Cada año los cristianos primitivos celebraban la cena del Señor, en la cual bebían de la copa común de vino que simbolizaba la sangre de Jesús. Sin duda, o a cierto grado, debido a esto los incrédulos paganos acusaron a estos cristianos fieles de beber sangre humana. Este fue uno de los cargos falsos contra los cuales los voceros de la congregación cristiana tuvieron que defenderse. Les tapaban la boca a estos enemigos del cristianismo explicándoles que la sangre humana era muy superior y más valiosa que la sangre animal; y tan lejos estaban de beber sangre humana los cristianos, que era contrario a la ley de su Dios el beber la sangre de aun los animales inferiores, bestias irracionales. Numeroso es el testimonio en el sentido de que aquellos cristianos fieles no introducían sangre humana en su organismo con ningún propósito.—Vea Origines Ecclesiasticae, o, Antiquities of the Christian Church, por José Bingham (1668-1723), Libro 17, capítulo 5, párrafo 20.a

22. ¿Cuándo comenzaron los cristianos hipócritas a argüir contra la validez de la ley que Dios dio a Noé? Y ¿cómo?

22 No fue sino hasta después del tiempo del teólogo católico romano Agustín (354-430), obispo de África del Norte, que personas que pretendían ser cristianas comenzaron a afirmar que la regla divina que prohibía a los seguidores de Cristo participar de la sangre como alimento simplemente fue una prohibición temporaria y que no aplicaba ahora. Sin embargo, este argumento fue parte de la apostasía de cristianos hipócritas que se apartaron de la fe verdadera que el apóstol Pablo había predicho.—2 Tes. 2:1-3.

23. Puesto que Jehová no cambia, ¿de qué manera observan los cristianos la exhortación de Judas y se mantienen inocentes?

23 Después que Dios predijo la venida de su Hijo Jesucristo al templo para obra de juicio, Dios dijo: “Yo, Jehová, no cambio.” (Mal. 3:1-6, Mod) Los cristianos verdaderos, fieles, de hoy día ponen por obra la exhortación del discípulo Judas: “Luchen vigorosamente por la fe que una vez para todo tiempo fue entregada a los santos.” (Jud. 3) De acuerdo con esta fe se mantienen inocentes en cuanto a la sangre. Evitan la pena en que se incurre al violar la santa ley inalterada de Dios de la santidad de la sangre. Dios no demanda la vida o alma de ningún hombre a mano de ellos.

¡Cantad a Jehová, al que habita en Sión! ¡publicad entre las naciones sus hazañas! Porque, cual vengador de la sangre inocente, se ha acordado de los oprimidos: no se olvida del clamor de los afligidos.—Sal. 9:11, 12, Mod.

[Nota]

a Origines Ecelesiasticae se publicó por José Bingham en ocho tomos, el primero en 1708 y el último en 1722.“Esta gran obra es un repertorio perfecto de hechos en la arqueología eclesiástica y no ha sido superada y ni siquiera se le ha acercado en su especialidad libro alguno publicado desde entonces.”—Cyclopædia de McClintock y Strong, Tomo I, página 814, columna 2. (Edición de 1891)

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir