Por qué usted debe leer la Biblia
‘PERO yo he leído la Biblia,’ quizás usted diga. ‘Siendo niño me la leían, y la oímos cuando ésta se considera en los servicios religiosos.’
Sin embargo, ¿basta con eso?
Ciertamente es una cosa excelente el que le hayan leído la Biblia cuando era joven. Eso indica que sus padres se empeñaban en prestar atención al mandamiento bíblico de grabar la Palabra de Dios en la mente de sus hijos. Deu. 6:4-9; Efe. 6:4) Pero, ¿basta lo que usted escuchó hace tiempo para equiparlo a llevar una vida cristiana? ¿No se necesita también la lectura regular de la Biblia?
Por ejemplo, si su hijo le hiciera a usted una pregunta que envolviera su conducta, ¿podría usted darle consejo basado en la Palabra autoritativa de Dios? ¿O estaría usted obligado a decirle solo lo que pareciera correcto a los propios ojos de usted? Y, ¿qué hay de las decisiones personales de usted? ¿Están apoyadas por las Escrituras? La amonestación inspirada de que ‘hay un camino que parece recto ante el hombre, pero los caminos de la muerte son su fin,’ graba en uno la importancia de confiar en lo que Dios dice en su Palabra.—Pro. 14:12; 3:5, 6.
También hay que considerar la responsabilidad cristiana de compartir con otros las cosas buenas que están en la Palabra de Dios. ¿Está usted equipado con el conocimiento bíblico que se necesita para hacer esto? Jesús mismo recalcó la importancia de este conocimiento al decir: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.”—Juan 17:3.
¿No es patente, por lo tanto, que para manejar eficazmente la Biblia usted tiene que leerla con regularidad? Las verdades rápidamente se deslizan de la mente a menos que se repasen. Aun la asistencia regular a los servicios religiosos no reemplaza esta necesidad de leer la Biblia. El discípulo cristiano Lucas mostró esto cuando escribió concerniente a los de Berea. “Ahora bien, éstos [los habitantes de Berea] eran de disposición más noble que los de Tesalónica,” escribió Lucas, “porque recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, examinando con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así.”—Hech. 17:11.
Observe que los de Berea ‘examinaban con cuidado las Escrituras diariamente,’ además de asistir a los servicios religiosos. Este es el derrotero que recomienda la Biblia. Pero, ¿cuál es la situación hoy en día?
Un reportero que asistió a la iglesia en el noroeste de los Estados Unidos observó que esto es muy diferente. Dijo que pocas personas traían Biblias, pero, en cambio, leían las Biblias provistas por la iglesia, y luego las devolvían al terminarse el servicio. El reportero preguntó: “¿No necesitan tener la Biblia en casa? ¿Es la Biblia solo para una hora el domingo por la mañana?”a
¿Qué piensa usted? Puede guiar la Biblia la vida de una persona si ésta no está familiarizada con sus enseñanzas? ¿Cómo puede uno estar seguro de qué decisiones hacer si no sabe cuáles son los requisitos de Dios? Y, ¿qué hay de la esperanza de uno para el futuro? ¿Puede tener confianza una persona en las promesas bíblicas de vida eterna si no ha leído esas promesas? Además, ¿podrá dar una razón de su esperanza y edificar esperanza en otros por medio de compartir con su semejante las buenas nuevas de la Biblia si no la ha estudiado con cuidado?
Tales preguntas vienen a la memoria cuando uno lee los comentarios del periodista sindicado Luis Cassels en cuanto a algunos feligreses. “El sesenta por ciento no pudo nombrar los cuatro Evangelios,” dijo él. “El setenta y cinco por ciento no pudo identificar el Calvario como el lugar donde Jesús fue crucificado. Quizás algunas congregaciones salgan mejor,” opinó Cassels. “Pero no muchas. La inmensa mayoría de los norteamericanos hoy en día son analfabetos bíblicos. Simplemente nunca han leído el libro que afirman considerar como ‘la palabra de Dios.’”b
A pesar de esta negligencia, hay toda razón por la cual usted debería leer la Biblia. ¡Porque verdaderamente es la Palabra de Dios! “Toda Escritura es inspirada de Dios,” asegura un apóstol de Jesucristo.—2 Tim. 3:16.
¿Cree usted esto, verdaderamente? Si lo cree, usted hará de la lectura de la Biblia un hábito diario. La Palabra de Dios lo capacitará a usted a hacer decisiones correctas. También fortalecerá su confianza en la promesa de Dios de vida eterna bajo su reino justo.—Mat. 6:9, 10.
Sin embargo, para que la lectura de la Biblia sea provechosa así usted no tiene que leerla como muchas personas la leen. Algunos examinan la Biblia para hallar prueba para sus creencias religiosas en vez de basar su creencia en lo que leen. Y otros leen la Biblia, no tanto para aprender la voluntad de Dios como para abarcar cierto número de páginas, para con el tiempo decir que la han leído de principio a fin.
Pero, observe cómo Dios estimula a la lectura de ese libro, la Biblia: “Debes leerlo en tono de voz bajo día y noche, a fin de que cuides de hacer de acuerdo con todo lo que está escrito en él.” (Jos. 1:8) Sí, mientras usted lea observe cómo la Biblia aplica a su vida. Si usted tiene cuidado, pensando conforme lee y silenciosamente haciéndose preguntas, usted verá cómo los incidentes bíblicos afectan su propia vida. Usted observará si necesita hacer ajustes en su actitud y acciones para agradar al Dios Todopoderoso.
La Biblia no se escribió para consultarse como uno consulta un diccionario, sino con el propósito de que se leyera. Es verdad que para probar su punto sobre determinadas cuestiones Jesús y sus apóstoles reunieron textos de diversos libros de la Biblia, estableciendo así un precedente correcto. Sin embargo, al mismo tiempo, es vital leer la Biblia consecutivamente. Esto servirá para impedir que usted arranque textos del contexto.—Luc. 24:27; Hech. 17:2, 3.
¡Qué tesoro recompensador le aguarda a usted dentro de las páginas de la Biblia! ¡Es la lectura más excelente que hay! La sabiduría divina que se halla en sus páginas es “más preciosa que los corales,” escribió el sabio escritor de Proverbios. De hecho, “es árbol de vida a los que echan mano de ella.” Ciertamente, entonces, para su propio bienestar, usted debería leer la Biblia con regularidad.—Pro. 3:13-18.
[Notas]
a Post-Intelligencer de Seattle, 3 de abril de 1963.
b Times de San Mateo, 15 de abril de 1961.