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  • Los tesalonicenses aprenden sobre la presencia de Cristo y el día de Jehová

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  • Los tesalonicenses aprenden sobre la presencia de Cristo y el día de Jehová
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1976
w76 15/12 págs. 744-746

Los tesalonicenses aprenden sobre la presencia de Cristo y el día de Jehová

A MEDIADOS de los años setenta han terminado seis mil años de historia humana. En relación con esto, muchos siervos sinceros de Jehová tenían grandes esperanzas en cuanto a la proximidad de la “grande tribulación” que se menciona en Mateo 24:21, 22, y la fase final del día de Jehová. A este respecto pudiera asemejárseles a los cristianos del primer siglo de Tesalónica, la congregación de los cuales fue establecida por el apóstol Pablo en su segunda gira misional en 49 E.C. Como veremos, los asuntos de la parousía o presencia de Cristo y el día de Jehová descollaban con gran prominencia en la mente de aquellos cristianos primitivos.

El registro inspirado no declara cuánto tiempo permanecieron Pablo y su compañero Silas en Tesalónica. Pero por lo menos fue suficiente como para que él estableciera una congregación allí y para que en varias ocasiones recibiera ayuda de la congregación de Filipos. En Tesalónica encontraron muchos oídos que oían, ‘algunos judíos, una gran multitud de prosélitos griegos, algunas mujeres prominentes,’ así como varios individuos que abandonaron sus ídolos para hacerse creyentes.—Hech. 17:4; 1 Tes. 1:9.

Los judíos locales, poniéndose celosos debido al buen éxito de Pablo, causaron un alboroto, y esto resultó en que algunos de los recién conversos fueran tratados con aspereza. Debido a esto, los hermanos locales pensaron que lo mejor sería enviar a Pablo y Silas a Berea, de manera que no recibieran un trato todavía peor. El tener que dejar a los tesalonicenses súbitamente hizo que Pablo se inquietara mucho por el bienestar espiritual de ellos. ¿Cómo les iba a sus hijos espirituales? ¿Permanecían firmes, o habían sido en vano todos los esfuerzos que había hecho a favor de ellos? Dos veces Pablo mismo se esforzó por visitarlos y cada vez ‘Satanás le cortó el camino.’ De modo que optó por el siguiente recurso y envió allá a su compañero Timoteo. Y cuando éste regresó con las buenas noticias de que permanecían firmes, Pablo no solo se regocijó en gran manera, sino que al instante les escribió una carta sumamente alentadora. El contenido de esta carta sugiere que Timoteo también le trajo a Pablo información adicional acerca de los tesalonicenses. Esta carta y la que le siguió en breve, escritas para el 50 y el 51 E.C., muy probablemente fueron, aparte del Evangelio de Mateo, las primeras partes de las Escrituras Cristianas que se escribieron. Evidentemente Pablo estaba en Corinto cuando escribió estas cartas.

IMITADO EL EJEMPLO DE PABLO

¡Qué excelente ejemplo para imitación les pusieron Pablo y sus compañeros a los creyentes tesalonicenses! Jamás hubo error o inmundicia o engaño en su exhortación. Tampoco se presentaron con habla lisonjera ni una apariencia fingida para obtener ganancia egoísta, ni buscaron gloria para sí. Aunque eran apóstoles, pagaron sus propios gastos, trabajando noche y día para no ser una carga costosa a las personas a quienes sirvieron espiritualmente. En todo tiempo resultaron ser “leales y justos e intachables.”—1 Tes. 2:5, 6, 10.

Predicaron las buenas nuevas no solo con habla, sino con poder y con espíritu santo y con fuerte convicción. Más que eso, Pablo y sus compañeros amaron intensamente a aquellos tesalonicenses, pues fueron amables entre ellos como una madre que al criar a sus propios hijos los acaricia, y les impartieron, no solo las buenas nuevas, sino también sus propias almas. Y tal como lo haría un padre sabio y amoroso, exhortaron a los tesalonicenses a andar de manera digna como cristianos.—1 Tes. 2:7, 8, 11.

El principio de que “cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará” se puede aplicar a los esfuerzos de Pablo. (Gál. 6:7) Su excelente ejemplo resultó en imitadores excelentes. Por lo tanto Pablo pudo darles encomio por haber aceptado la Palabra de Dios como lo que en realidad es, cosa que no es de origen humano, sino de origen divino, y por permitir que estuviera activa en sus vidas. Sí, pudo escribir Pablo, “ustedes llegaron a ser imitadores de nosotros y del Señor,” porque aceptaron la palabra a pesar de persecución. Esto hizo que ellos llegaran a ser ejemplos para otros más, tanto por su aguante como por su celo al predicar.—1 Tes. 1:6; 2:14.

Porque imitaron el excelente ejemplo de amor altruista que puso Pablo, él pudo encomiarlos por ‘su fiel obra, su amorosa labor y su perseverancia.’ Sí, “con respecto al amor fraternal, ustedes no tienen necesidad de que les estemos escribiendo, porque ustedes mismos son enseñados por Dios a amarse los unos a los otros; y, de hecho, lo están haciendo para con todos los hermanos.” (1 Tes. 1:3; 4:9, 10) Y en su segunda carta los encomia de manera similar: “Estamos obligados a siempre dar gracias a Dios por ustedes, hermanos, como es apropiado, porque su fe está creciendo en gran manera y el amor de cada uno y de todos ustedes está aumentando de parte del uno para con el otro.” Con razón Pablo se ‘enorgullecía’ de ellos debido a su fe fuerte a pesar de toda la persecución que tenían que soportar.—2 Tes. 1:3, 4.

“SIGAN HACIÉNDOLO MÁS PLENAMENTE”

Aunque los tesalonicenses iban bien, Pablo sabía que había lugar para mejoras, y por eso les escribió: “Les solicitamos y les exhortamos por el Señor Jesús, . . . acerca de cómo deben andar y agradar a Dios, así como de hecho están andando, que sigan haciéndolo más plenamente.” Lo cual incluía ¿qué? Actividad celosa en el predicar y enseñar; abstenerse de inmundicia moral como la que practican los que no conocen a Dios; el cuidar cada uno de no abusar de los derechos de su hermano, pues “Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino con relación a la santificación.”—1 Tes. 4:1-7.

Era cierto que se estaban mostrando amor unos a otros, pero Pablo los instó a ‘seguir haciéndolo en medida más plena.’ Evidentemente algunos eran perezosos y por eso Pablo los instó a ocuparse de sus propios negocios, trabajar duro con sus manos para que no estuvieran necesitando nada. De hecho, a Pablo le pareció necesario recalcar este punto más vigorosamente todavía en su segunda carta, y escribió: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma.” Obviamente algunos estaban andando en desorden y no estaban efectuando ninguna clase de trabajo. Señalando a su propio ejemplo de trabajar noche y día, Pablo exhorta a éstos a trabajar con sus manos a fin de que coman el alimento que ellos mismos ganen.—1 Tes. 4:10-12; 2 Tes. 3:10-12.

Pablo muestra interés en las cargas de los que llevan la delantera al presidir, y por eso da a la congregación tesalonicense la exhortación de que a éstos “les den consideración más que extraordinaria en amor por causa de su trabajo.” Y consciente siempre de la importancia de la ayuda de Dios, Pablo les aconseja: “Oren incesantemente.” De hecho, tal como en todas las cartas que siguieron, Pablo recalca el tema de la oración. Repetidas veces dice que él ora por ellos y también sigue pidiendo que ellos oren por él.—1 Tes. 1:2; 2:13; 5:13, 17, 18, 25; 2 Tes. 1:11; 3:1.

LA PRESENCIA DE CRISTO Y EL DÍA DE JEHOVÁ

Parece que aquellas nuevas animadoras que Pablo predicaba acerca de la vuelta de Cristo y el día de Jehová les eran especialmente atractivas a los tesalonicenses en medio de la persecución que sufrían. Esto se indica por la frecuencia con que él alude a estos temas en sus cartas. Seis veces menciona la palabra parousía de Cristo, mientras que todas las demás cartas suyas solo la menciona una vez. Y solo en estas cartas habla del día de Jehová. Pablo espera con deleite la presencia de su Señor Jesús, cuando podrá gloriarse en aquellos creyentes tesalonicenses, a quienes había dado por primera vez las “buenas nuevas.” (1 Tes. 2:2, 19) Y ora que a ellos se les halle “intachables en santidad delante de nuestro Dios y Padre al tiempo de la presencia de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.”—1 Tes. 3:13.

Al consolar a los que habían sido afligidos por la muerte, Pablo nos da más discernimiento acerca de la presencia de Cristo. En ese tiempo los cristianos que se hayan dormido en la muerte serán levantados a la gloria celestial y luego después de eso los que estén vivos serán arrebatados al encuentro de su Señor, y recibirán su galardón celestial. (1 Tes. 4:13-17) Pablo cierra su primera carta con una oración en la cual pide que se les halle intachables al tiempo de la presencia de Cristo.—1 Tes. 5:23.

LA SEGUNDA CARTA

En su segunda carta, después de encomiar a los cristianos tesalonicenses por su amor y constancia, Pablo pasa a asegurarles que es justo de parte de Dios, al tiempo de la revelación o apokalypsis de Jesucristo, pagar con tribulación a los que les causan tribulación a ellos. Eso será cuando Cristo desde el cielo ejecute venganza en todos los inicuos, haciendo que les sobrevenga súbita “destrucción eterna.” Esa revelación de Cristo coincide con el día de Jehová.—2 Tes. 1:6-9.

Pablo en su primera carta les había advertido que el día de Jehová vendría como ladrón en la noche y que cuando los hombres del mundo estuvieran diciendo “¡Paz y seguridad!” les sobrevendría súbita destrucción. Evidentemente a causa de eso, algunos precipitadamente sacaron la conclusión de que el día de Jehová, así como la presencia de Cristo, ya habían acontecido. De modo que Pablo en su segunda carta procede a mostrar que antes de la venida del día de Jehová habría una gran apostasía y que se revelaría un “hombre de desafuero” e “hijo de destrucción” compuesto o en forma de organización. El que éste se revelara estaba siendo restringido por “la cosa que obra como restricción,” a saber, la presencia de Pablo y otros apóstoles. Mientras todos éstos estuvieran con la congregación cristiana primitiva esta gran apostasía no podría florecer plenamente. Este hombre de desafuero sería reducido a nada al debido tiempo de Dios, al tiempo de la manifestación de Cristo.—2 Tes. 2:1-12.

Podemos alegrarnos de que Pablo les testificara a los cristianos de Tesalónica acerca de la presencia de Cristo y el día de Jehová. Si no hubiese sido por el profundo interés de ellos en estos temas, los cristianos desde entonces podrían haber estado sin alguna información muy valiosa acerca de estas dos enseñanzas o doctrinas cristianas.

Como aquellos cristianos de Tesalónica, el pueblo de Jehová está sumamente interesado en la parousía o presencia de Cristo al tiempo de su segunda venida.a También, están sumamente interesados en el día de Jehová. Saben que cuando los gobernantes del mundo estén clamando: “¡Paz y seguridad!,” inmediatamente vendrá la tribulación que Jesús mencionó en su gran profecía.—Mat. 24:21, 22; Rev. 7:14.

Hay excelente admonición para todos nosotros, también, en las palabras de Pablo que se encuentran en 1 Tesalonicenses 5:13-22: “Sean pacíficos los unos con los otros. . . . Amonesten a los desordenados, hablen confortadoramente a las almas abatidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos. . . . Siempre estén regocijándose. Oren incesantemente. Con relación a todo den gracias. . . . Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse firmemente a lo que es excelente.” ¡Que siempre se nos halle haciendo estas cosas!

[Nota]

a Lucas, en Hechos 17:11, dice que los de Berea eran de “disposición más noble” que los de Tesalónica porque ‘examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas’ —que Pablo les decía— “eran así.” Si los tesalonicenses hubiesen sido tan aplicados como aquéllos, es posible que no hubieran sacado conclusiones incorrectas acerca de la presencia de Cristo y el día de Jehová.

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