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  • “Recíbanse con gusto los unos a los otros”
    La Atalaya 1982 | 15 de enero
    • “Recíbanse con gusto los unos a los otros”

      “Recíbanse los unos a los otros, como el también Cristo los recibió a ustedes, para la gloria a Dios.”—Rom. 15:7, Versión Popular.

      1. (a) ¿A cuántos se les ha dado la bienvenida a la Organización de las Naciones Unidas como miembros de ella? (b) ¿Qué no ha podido producir ésta, y por eso qué se teme constantemente?

      HASTA la fecha, se ha dado la bienvenida a 154 naciones a la Organización de las Naciones Unidas. No todos sus Estados miembros tienen la misma ideología política. Hasta abrigan actitudes hostiles, pero en las N.U. tratan de ser “enemigos amistosos.” Parece que han captado la veracidad de lo que expresó un periodista y poeta norteamericano al decir: “Unidos... perduramos. Divididos... fracasamos.” La O.N.U. afirma ser una organización para la paz y seguridad mundial. No obstante, durante todos estos años desde que terminó la II Guerra Mundial en 1945, no ha producido lo que dijo el político norteamericano Wendell Wilkie: “Un solo mundo, un solo gobierno.” De modo que se teme cada vez más el estallido de la III Guerra Mundial con armas nucleares.

      2. Aun dentro de una nación, ¿qué cosas pueden militar en contra de que a un ciudadano lo reciban con gusto sus conciudadanos?

      2 Puede que hasta en una nación que sea miembro de las N.U., sus ciudadanos no reciban con gusto dentro de su grupo social a todos los demás conciudadanos. Existen prejuicios que controlan los asuntos. Los ricos no reciben gustosamente a los pobres. Los miembros de una religión no reciben con gusto a personas de otra religión. Los afiliados a un partido político rehúsan dar la bienvenida a los que son de un partido político opuesto. Las personas que han recibido instrucción superior no consideran a las que han recibido poca o ninguna instrucción dignas de su atención. Hasta el color de la piel de una persona puede militar en su contra en el caso de gente de piel de otro color. Los orígenes raciales pueden influir en el asunto. No se ve que se acepte de modo general y uniforme a un individuo sobre la base de que sea miembro socio de una familia humana grande. Por lo tanto, las aversiones y hostilidades personales determinan a qué lugares la persona puede conseguir entrada.

      3. (a) ¿Cómo no ha sido la cristiandad una excepción a las cosas que se han mencionado? (b) ¿Han dado mejor resultado las N.U. que la Sociedad de las Naciones en cuanto a ser una expresión del reino de Dios mediante Cristo?

      3 La cristiandad no es excepción a todo lo que se ha descrito aquí, aunque se supone que sea una sociedad de naciones cristianas. Puesto que son cristianas solo de nombre, vez tras vez han violado lo que se profetiza en Isaías 2:4: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” En la cristiandad las personas que son cristianas solo de nombre pelean patrióticamente en pro de sus propios lazos nacionales aunque resulte en la muerte de ellos mismos o la de sus contrarios. No hallan que la organización de las Naciones Unidas les proporcione razón sólida para regocijarse, a pesar de que allá en diciembre de 1918 el Concilio Federal de las Iglesias de Cristo en América llamó a la Sociedad de las Naciones, que entonces se había propuesto, “la expresión política del reino de Dios en la Tierra.” Ciertamente la Organización de las Naciones Unidas no ha resultado ser una expresión del reino de Dios por medio de Cristo.

      4. Dado que Pablo fue uno de los que citaron de las profecías de Isaías, ¿qué dijo él acerca de ‘las cosas escritas en tiempo pasado’?

      4 No obstante, las palabras supracitadas acerca de que las naciones no alzarían espada unas contra otras y que no aprenderían más la guerra están resultando ciertas en el caso de los que son verdaderos imitadores de Jesucristo. Este Hijo pacífico de Dios citó muchas veces de las profecías de Isaías que habían sido escritas mucho tiempo antes. Lo hizo a fin de instruir a sus seguidores. Uno de estos seguidores, el apóstol Pablo, escribió a los discípulos de Cristo radicados en Roma en el primer siglo y les recordó: “Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que por medio de nuestra perseverancia y por medio del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.”—Romanos 15:4.

      5. En lo que tiene que ver con perseverancia, ¿quién dio el mejor ejemplo a Pablo y a compañeros cristianos?

      5 Al cumplir las cosas que en tiempo pasado fueron escritas en las Sagradas Escrituras, Jesucristo soportó vituperio y persecución aun al grado de sufrir una muerte ignominiosa en un madero como si hubiera sido un criminal político. Puesto que perseveró hasta tal extremo, llegó a ser un ejemplo perfecto para sus discípulos que los fortalecería para que perseveraran hasta el fin.

      6. (a) ¿Qué muestra que, al estar en el madero, Jesús mantuvo firmemente asida su esperanza, y cómo se le fortaleció para que perseverara? (b) Como en el caso de Jesús, ¿qué es cierto acerca de sus seguidores respecto a la esperanza y la perseverancia?

      6 Puesto que perseveró constantemente hasta el fin de su carrera terrestre, Jesús mantuvo firmemente asida la esperanza que Dios le había dado. Por eso, pudo decirle al ladrón compasivo que fue fijado a un madero al lado de él: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Lucas 23:43) Durante aquellas horas penosas en que estuvo en el madero de tormento, Jesús sacó mucho consuelo de recordar las cosas “escritas en tiempo pasado” que se referían a él, y así fue fortalecido poderosamente. Así mismo, sus seguidores dedicados que sufren los vituperios amontonados sobre Jehová Dios y Jesucristo mantienen firmemente asida su esperanza para el futuro, inspirada por las Escrituras. Ellos también derivan muchísimo consuelo de las Escrituras que fueron “escritas en tiempo pasado.” La esperanza de ellos, basada en las Escrituras sumamente fidedignas, “no conduce a la desilusión.”—Romanos 5:5.

      7. La entera congregación debe tener la actitud mental ¿de quién?, y, ¿cómo afecta esto el que glorifiquen a Dios?

      7 Lo que nosotros debemos hacer es tener el estado de ánimo que Jesucristo tuvo durante todo lo que él sufrió en un mundo enemigo. En armonía con esto, el apóstol Pablo formuló esta oración: “Ahora que el Dios que suministra perseverancia y consuelo les conceda tener entre ustedes la misma actitud mental que Cristo Jesús tuvo, para que, de común acuerdo, con una sola boca glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 15:5, 6) Al esforzarnos por tener esa actitud mental y así imitar a nuestro Dechado, Jesucristo, nos mantendremos unidos como congregación de sus discípulos. El que un grupo tenga la misma actitud mental resulta en que se hagan expresiones similares. Así parece como si “una sola boca” estuviera hablando por toda la congregación con mayor fuerza y grandiosidad. Esto es sumamente apropiado. Jamás pudiera recalcarse demasiado la importancia de glorificar unidamente a Dios el Padre y a nuestro Señor Jesucristo. Nuestras voces deben combinarse armoniosamente con respecto a Aquel que ha de ser glorificado. De otro modo el oyente se confundiría respecto al mensaje que se quiera transmitir.

      Una bienvenida como la que dio Cristo

      8. ¿Qué pudiera haber tendido a afectar la unidad de la congregación de Roma a la que Pablo escribió su carta?

      8 En muchas organizaciones o sociedades de este sistema de cosas puede que muchos tiendan a no recibir gustosamente a los recién llegados debido a prejuicios nacionales o raciales. Las diferencias que hay en la cantidad de instrucción que se ha recibido pueden desempeñar un papel, o puede que haya diferencias religiosas. Puede que allá en la Roma antigua del primer siglo E.C. haya habido razones naturales para estas cosas divisivas.

      9. ¿De quiénes se componía la congregación romana en aquel entonces, y qué pudiera haber producido las diferencias en cuanto a con quiénes preferían asociarse los individuos?

      9 El apóstol Pablo todavía no había llegado a Roma, aquella ciudad cosmopolita e imperial, pero, puesto que esperaba llegar allá dentro de poco, escribió su carta inspirada a la congregación que estaba radicada allí. Después de llamar atención a lo abordable que era Jesucristo como el dechado perfecto, Pablo pasó a decir: “Por lo tanto recíbanse con gusto los unos a los otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.” (Romanos 15:7) En primer lugar, entre “todos los que están en Roma como amados de Dios, llamados a ser santos,” había judíos naturales circuncisos y gentiles, o sea, no judíos incircuncisos, hombres libres y esclavos. (Romanos 1:7; 3:1-6; Filipenses 4:22) Se ve, pues, que entre aquellos cristianos romanos había personas de diferentes antecedentes religiosos y posición social, todo lo cual producía variedades de puntos de vista y de sentimientos concienzudos. Esto también pudiera haber resultado en preferencias en cuanto a con quién asociarse.

      10. ¿Cómo fijó Jesús el modelo en cuanto a cómo debemos recibirnos los unos a los otros, y qué tenía él en mira al hacerlo así?

      10 Dejando todo eso a un lado, Pablo exhortó a todos a que ‘se recibieran con gusto los unos a los otros,’ haciéndolo de modo afectuoso, cordial, sincero, debido a tener aprecio genuino a un compañero cristiano, un compañero de creencia. Había un modelo perfecto el cual seguir respecto a esto, porque Pablo dice que debemos hacerlo “así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros.” Cuando Jesús estuvo en la Tierra, ¿no dijo él: “Al que viene a mí de ninguna manera lo ahuyentaré”? (Juan 6:37) ¡Sí! Como hombre perfecto, él pudiera habernos mantenido a cierta distancia debido a nuestras imperfecciones y condición pecaminosa. Pero no lo hizo. ¿Por qué no? Pablo declara la razón al añadir estas palabras: “Con gloria a Dios en mira.” Al recibir con gusto a todos los que creyeran en él, Cristo glorificó a Dios, puesto que así se ensalzaba la magnanimidad de Dios y su deseo de que todos los humanos se salvaran por medio del sacrificio de rescate de su Hijo Jesucristo. Era justamente como Jesús mismo dijo: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.”—Juan 3:16.

      11. ¿Por qué resulta en gloria para Dios el que se les dé una bienvenida afectuosa a los recién llegados?, y por eso, en Galilea, ¿qué dijo el resucitado Jesús que hicieran sus discípulos?

      11 Así mismo, cuando nosotros, como imitadores de Jesucristo, recibimos a todos los que buscan la verdad y les damos una bienvenida afectuosa a la congregación a pesar de su raza, color, anterior afiliación religiosa, posición social o educación seglar, esto contribuye a la gloria de Dios. Da a todos los que se reciben así un punto de vista correcto tocante a Jehová Dios. Manifestando que él estaba dispuesto a recibir en la congregación, de la que él era el Cabeza espiritual, a todos los creyentes verdaderos, el resucitado Jesús informó a sus discípulos en “Galilea de las naciones” lo que deberían hacer, diciendo: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado.”—Isaías 9:1; Mateo 28:16-20.

      12. (a) ¿De qué nos sirve a nosotros el que tengamos en mira la gloria de Dios cuando recibimos con gusto a otros? (b) ¿Cómo sirve nuestro ir de casa en casa para contrarrestar el que se acuse a Dios de derramamiento de sangre?

      12 Cuando damos la bienvenida sin distinción a todos los que vienen, nos sirve de verdadero estímulo recordar que lo estamos haciendo “con gloria a Dios en mira.” Mueve a los que han recibido tal bienvenida a reconocer la generosidad afectuosa de Dios y a glorificarlo ellos mismos. Cuando salimos de nuestros lugares de reunión y vamos de casa en casa para proclamar las buenas nuevas del reino de Dios a todas las personas con quienes nos encontramos, demostramos que ‘nos recibimos con gusto los unos a los otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira.’ El proceder así resulta en gloria para el Dios de quien somos Testigos, sea que las personas a quienes visitamos aprecien el mensaje del Reino o no. Las personas que reciben con gusto el mensaje del Reino por fin participarán en glorificar al Dios que les envió sus mensajeros del Reino. Los que no reciben con gusto el mensaje de salvación que Dios nos ha dado comprenderán en algún tiempo del futuro que Jehová Dios había pensado en ellos y les había enviado sus fieles Testigos, lo cual los dejará sin motivo para criticar a Dios. (Ezequiel 33:33) Así Dios permanece libre de acusación en cuanto a la sangre de ellos.

      De carpintero a “ministro”

      13. ¿Por qué no se puede acusar a Dios de parcialidad por haber dado las primeras oportunidades a un pueblo menos populoso que el resto del mundo?

      13 Pero, ¿quiénes tuvieron la primera oportunidad para beneficiarse de la provisión de Dios? Fue el pueblo por medio del cual recibimos la Santa Biblia. Fueron los judíos naturales. Bueno, pues, ¿no estaba Dios mostrando parcialidad, especialmente cuando recordamos que los no judíos eran mucho más numerosos que los judíos circuncisos aun hace 1.900 años? Superficialmente, pudiera parecer así. Pero Dios tuvo que comenzar en alguna parte, y comenzó con aquellos a quienes había hecho promesas especiales por medio de los antepasados de ellos, a saber, los judíos circuncisos. Sin embargo, los beneficios finales que resultarían de seguir Dios este proceder no estarían limitados estrictamente a los judíos naturales o hebreos. Así que, ¿hay motivo justo para quejarse acerca de eso? ¡De ninguna manera!

      14. Por eso, ¿qué clase de hombre estaba obligado a llegar a ser el Hijo de Dios del cielo, y qué bienvenida le dieron los que eran de su propia clase?

      14 No olvidemos nunca que hubo hombres dignos a quienes Dios había hecho promesas inquebrantables respecto a sus descendientes naturales, los judíos. Por consiguiente, el Hijo de Dios tuvo que descender del cielo a fin de cumplir aquellas promesas de su Padre celestial. Esto lo obligó a nacer como miembro de una raza que era objeto de odio internacional, el pueblo con quien Dios hizo un pacto nacional. Sin embargo, aun como judío, el Hijo de Dios no fue recibido con gusto por la mayoría de los consocios judíos, tal como dice un escritor de la historia terrestre del Hijo de Dios, a saber: “Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron.”—Juan 1:11.

      15. ¿Qué clase de trabajo hizo Jesús en Nazaret, y al hacerlo, estaba sirviendo como “ministro de los circuncisos”?

      15 Por eso, a la congregación cristiana que estaba en Roma, de la cual no todos eran judíos naturales, el apóstol Pablo, que era judío, escribió: “Porque digo que Cristo realmente vino a ser ministro de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios, para confirmar las promesas que Él hizo a los antepasados de ellos, y para que las naciones glorificasen a Dios por su misericordia.” (Romanos 15:8, 9a) Al ir creciendo Jesús, aprendió a ser carpintero en Nazaret de Galilea, en el hogar de su padre adoptivo, el judío circunciso José. Dado que Jesús nació en la tribu de Judá, no pertenecía a la familia sacerdotal ni a la tribu de los levitas que servían en el templo. Naturalmente, no podía ingresar en las filas de los siervos del templo en Jerusalén. Pero, ¿vino a la Tierra Jesús, el Hijo de Dios, simplemente para servir y morir como carpintero? ¡No! Por eso, el que él llegara a ser “ministro de los circuncisos” significaba mucho más que el llegar a ser carpintero como su padre adoptivo José.

      16. A fin de servir a más personas que a las de su propio pueblo de Nazaret como carpintero, ¿qué procedió a hacer Jesús?

      16 Si Jesús hubiese persistido en su carpintería en Nazaret y no hubiera progresado más en la vida, ciertamente no habría cumplido con el ministerio que fue predicho para él. Por eso, su Padre celestial, Jehová Dios, lo inició en algo diferente, para que fuera “ministro de los circuncisos,” no solo de los habitantes de Nazaret, sino de la nación entera. Por consiguiente, a los 30 años de edad dejó para siempre el oficio de carpintero.

      17. ¿Qué comparación hay entre el trabajo de Jesús, después que fue bautizado y ungido, y el servicio del sumo sacerdote judío en el templo?

      17 ¿Qué clase de trabajo emprendió Jesús después de ser bautizado por Juan el Bautizante, quien era levita, y de ser bautizado con el espíritu santo de Dios? ¿Era un servicio inferior a aquel que desempeñaban los sacerdotes del templo y los levitas, quienes eran verdaderos “ministros” de Dios en Jerusalén? Ciertamente todo el que esté familiarizado con los hechos reconoce que él emprendió un servicio oficial, un “ministerio,” y no simplemente una profesión religiosa. Tal como lo expresa la Versión Moderna de la Biblia: “Cristo fué hecho ministro de la circuncisión, a causa de la fidelidad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres.” (Romanos 15:8; también la Versión Hispanoamericana) Es innegable que él estaba ejecutando un servicio nacional, que estaba ocupando un puesto ministerial, no por el nombramiento de algún hombre, sino el de Dios, el Soberano Universal. Lo que Jesús hizo después de cambiar de ocupación en la Tierra fue muchísimo más importante que el servicio religioso que el sumo sacerdote judío rendía en Jerusalén.

      18. Aunque no lo reconoció como “ministro” ninguna nación terrestre, ¿por qué fue “de los circuncisos” que Jesús llegó a ser “ministro”?

      18 Tal como Jesucristo no podía desempeñar ningún servicio religioso en el templo de Jerusalén y así competir con los sacerdotes y levitas que servían ahí, no podía desempeñar, y, por supuesto, no desempeñaría ningún servicio religioso en ningún templo de las naciones no judías, en Roma, Atenas ni en ningún otro sitio. No obstante, estaba obligado a llegar a ser “ministro de los circuncisos” por respeto a la veracidad de Dios. ¿Cómo es eso? Pues, tenía que “confirmar las promesas que [Dios] hizo a los antepasados de ellos,” que eran hebreos, no gentiles. Por ejemplo, el ‘antepasado’ de ellos, Abrahán, tuvo muchos hijos de tres mujeres, pero Dios escogió al único hijo que Abrahán tuvo de su primera esposa, Sara, para que recibiera la promesa abrahámica, es decir, a Isaac. A su vez, Isaac tuvo hijos gemelos, pero Dios escogió al gemelo más joven, Jacob, a quien más tarde se llamó Israel, para transmitirle la promesa abrahámica respecto a la “descendencia” por medio de quien se bendeciría a todas las naciones de la Tierra. Con el tiempo, los 12 hijos de Jacob produjeron las 12 tribus de Israel, con las cuales, como nación, Dios hizo su pacto nacional por medio del profeta Moisés en calidad de mediador.

      19. ¿Por qué no nació Jesús en la tribu de Leví, y quiénes le dieron la bienvenida a la Tierra, y dónde?

      19 Más adelante, después que la nación de Israel optó por tener un rey humano como representante visible de Jehová, Jehová hizo Su promesa respecto a la realeza al rey David de la tribu de Judá. Por lo tanto, el Mesías prometido, o Cristo, tenía que venir de la familia de David. Esto explica por qué Jesús nació en el pueblo natal de David, Belén, como heredero de David, nacido de la virgen María, quien era de la tribu de Judá. Ángeles celestiales le dieron la bienvenida a la Tierra. Así que el Hijo de Dios no pudo escaparse de nacer judío. Las promesas inquebrantables de Dios su Padre tenían que ser confirmadas o vindicadas. Dios no iba a dejar que se le probara mentiroso.

      20. Aunque Jesús llegó a ser uno “de los circuncisos,” ¿qué esperaba a las naciones no judías, y por qué?

      20 Jesús tuvo mucho gusto en cooperar con su Padre celestial. Por eso, “realmente vino a ser ministro de los circuncisos.” A él se le circuncidó como uno de ellos. Por tres años y medio después de la muerte y resurrección de Jesús se extendió favor especial a los judíos circuncisos. No obstante, a los gentiles incircuncisos, o no judíos, les esperaba una bienvenida a la organización teocrática de Jehová. Esto habría de realizarse en confirmación de las promesas inviolables de Jehová a los hombres.

  • “Alégrense, oh naciones, con su pueblo”
    La Atalaya 1982 | 15 de enero
    • “Alégrense, oh naciones, con su pueblo”

      1. ¿Por qué es que los judíos que todavía guardan la ley de Moisés no han demostrado ser “su pueblo” con el que a las naciones se les hace un llamado a ‘alegrarse’?

      ¿QUIÉN es “su pueblo” con el cual a todas las naciones se les hace un llamado a ‘estar alegres’? (Romanos 15:10) El pueblo judío no ha demostrado ser éste. Los judíos naturales, quienes todavía tratan de cumplir con la ley de Moisés, han sido objetos de odio y persecución durante los pasados 1.900 años desde el año 70 de la E.C., año en que las legiones romanas bajo el mando del general Tito destruyeron la antigua Jerusalén. Extraño como parezca, ni siquiera los judíos naturales mismos se han regocijado con “su pueblo,” el pueblo de Jehová. En la parte final de una canción

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