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  • El enfoque está en su fe... en Romanos

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  • El enfoque está en su fe... en Romanos
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 1/2 págs. 29-31

El enfoque está en su fe... en Romanos

¿QUÉ es imprescindible para agradar a Dios?

Usted quizás dé varias respuestas: Llevar una vida buena. No hacer mal a nadie. Hacer ciertos sacrificios a Dios. Obedecer Sus leyes. Efectuar buenas obras. Aceptar a Cristo y ser sincero en la adoración que uno rinde.

Esas respuestas tienen mérito, pues están relacionadas con cosas que uno necesita hacer para tener la aprobación de Dios. Pero hay algo más que es tan vital, que sin ello todo lo anterior no tendría sentido. Es la FE.

Tal vez usted piense: ‘Tengo fe y sé que la fe es importante’. Sin embargo, todos hacemos bien en reflexionar sobre una idea que nos comunica repetidas veces el libro de Romanos. Usted hallará este tema coherente en Romanos 1:16, 17. El apóstol Pablo nos dice ahí que ‘las buenas nuevas son el poder de Dios para salvación’ y que ’el justo vivirá por medio de la fe’. ¿Significa esto que la salvación está al alcance de toda persona que ejerza fe? ¿Hace la fe que las obras cristianas sean innecesarias? La carta de Pablo a los Romanos contesta esas preguntas.

¿Ha leído usted personalmente Romanos? O, ¿la ha leído usted repetidas veces? Esta última pregunta es mejor, pues se ha dicho que en Romanos hallamos la presentación más extensa que Pablo hizo de las buenas nuevas. De modo que vale la pena leer Romanos vez tras vez; mientras más la “mastica” uno, más “nutritiva” es.

Salvación por fe para todos

Había una cuestión que preocupaba mucho a los cristianos del primer siglo: ¿Podían conseguir tanto los judíos como los gentiles la aprobación de Dios y ser declarados justos por él? Dios inspiró a Pablo a que escribiera sobre este asunto vital en Romanos. Lo que él escribió puede ser sumamente importante para nuestra vida a medida que ejercemos fe y procuramos la salvación. Romanos también contiene una lección valiosa para nosotros, si de alguna manera nos inclinamos a pensar que cierta raza o nación es mejor que otra.

Para que podamos comprender mejor los argumentos que Pablo desarrolló, resumamos una buena porción del libro. A medida que usted lea Romanos con este resumen a mano, tendrá un cuadro claro y general que le permitirá entender los hilos de razonamiento que Pablo desarrolló. Así no perderá de vista el cuadro más amplio, lo cual puede suceder cuando sencillamente se lee de versículo en versículo.

Después de su introducción y la declaración afectuosa en cuanto a su deseo de visitar la congregación de Roma, Pablo pasa rápidamente a este tema central: Dios es imparcial y extiende la posibilidad de alcanzar salvación a “todo el que tiene fe”... sea judío o gentil. Aunque la cuestión de cómo podría considerar Dios a los judíos o a los gentiles no es tan candente hoy como lo fue en aquel tiempo, los comentarios de Pablo dan énfasis a nuestra fe. ¿Por qué es ésta imprescindible para todos? (Romanos 1:1-17.)

En realidad, todos los hombres son pecadores que merecen la ira de Dios. Eso pudiera reconocerse fácilmente en el caso de los no judíos que inexcusablemente pasan por alto las pruebas de la existencia del Dios verdadero. Estos a menudo adoran cosas creadas y (debido a sus conceptos erróneos acerca de Dios) se entregan a prácticas degradadas (Romanos 1:18-32). Pero en realidad eso se ve también entre personas como los judíos, quienes tal vez juzguen o critiquen a los pecadores gentiles. Ambos están en la posición de ser juzgados. ¿Por qué? Los judíos tienen la ley de Dios y afirman enseñarla. Los gentiles tienen la conciencia, que los impele a hacer lo correcto, y que, por consiguiente, los hace responsables. Por lo tanto, ni la circuncisión ni la incircuncisión de la carne es lo primordial. (Romanos 2:1-29.)

Si usted fuera un judío cristiano de aquel entonces, es probable que hubiera comprendido por qué reconoció Pablo que a los judíos se les había encomendado la Palabra de Dios. Sin embargo, no podría eludir la verdad, confirmada en las Santas Escrituras, de que el pecado nos abarca a todos. Así que hay necesidad apremiante de que las criaturas humanas puedan de alguna manera llegar a ser justas. Dios ha satisfecho esa necesidad por un nuevo medio de alcanzar justicia... fe en Jesús. ¿Quisiera usted alguna prueba de que la fe es superior a las obras de ley? Considere el ejemplo de Abrahán, a quien Dios declaró justo por la fe que él desplegó aun antes de ser circuncidado o antes que se diera la Ley a Israel. Y no podemos hacer caso omiso de que la promesa resultante que recibió Abrahán significó bendición para todos, sin importar el origen racial. (Romanos 3:1–4:25.)

¿Comprende usted, entonces, lo importante que es la fe para los cristianos? En el caso de los llamados a recibir vida en el cielo, la fe antecede a que se les declare justos y reciban su ungimiento con espíritu santo. No obstante, ¡qué agradecidos podemos estar todos por la posibilidad de conseguir la aprobación de Dios mediante nuestra fe! Las personas que vivieron antes que se diera la Ley eran pecadoras y murieron debido a ello. Después que Moisés recibió la Ley, el pecado se hizo más patente. ¿Qué pudiera contrarrestar el efecto del pecado de Adán, quien nos pasó la imperfección? El derrotero fiel de Jesús y el poder expiatorio de su muerte sacrificatoria. Si ejercemos fe en eso, podemos tener “vida eterna en mira”. (Romanos 5:1-21.)

Vivir de acuerdo con la fe

A medida que usted continúe leyendo Romanos verá que Pablo considera una conclusión errónea a la cual podrían llegar algunos debido a las declaraciones de él. ¿Cómo es eso? Pues bien, una persona podría razonar que si Dios puede reaccionar al pecado por medio de mostrar bondad inmerecida, ella pudiera simplemente seguir con su proceder y pecar. ¡Qué error sería hacer eso! Pablo explica que los cristianos, cuyos pecados han sido perdonados, no deben dejar desde entonces en adelante que el pecado los gobierne. Es como si el pecado hubiera sido anteriormente nuestro dueño, al que obedecíamos; pero ahora es como si nuestro anterior amo hubiera muerto y pudieran pasarse por alto sus órdenes. Tenemos un nuevo amo... Dios. Con fe debemos ser “esclavos de la justicia” y tener “fruto en la forma de santidad, lo cual resultará en vida eterna”. (Romanos 6:1-23.)

Se requiere esfuerzo para vivir como cristiano, de acuerdo con la fe. Ese esfuerzo no implica sencillamente tratar de cumplir con un código de leyes, pues los que estaban antes bajo la Ley no pudieron cumplirla perfectamente y ahora se les había librado de ella, tal como una esposa queda libre de la ley de su esposo cuando éste muere. Pero podemos sacar estímulo de la confesión franca de Pablo: El admitió que no podía evitar el pecado, como quería hacerlo. No obstante, sintió que Jesús lo libró. Nosotros podemos experimentar una liberación similar. (Romanos 7:1-25.)

Aquellos a quienes Dios ha adoptado como hijos espirituales reinarán juntos en el cielo con Jesucristo. Eso les da esperanza, y debe asegurar a todo cristiano fiel que Dios ayudará a los que confían en él. De hecho, si somos fieles a él, nada puede separarnos de su amor que es por medio de Jesús (Romanos 8:1-39). No hay por qué dudar de que Dios efectuará lo que es bueno. El tiene tanto el derecho como el poder para resolver los asuntos del modo que quiera, como lo demostró al escoger a Jacob y al tratar con Faraón. Ya que a la mayoría de los judíos se les hizo tropezar y éstos no aceptaron al Mesías, Dios decidió que cualquiera que ejerciera fe podría ser salvo. ¡Eso ciertamente es buenas nuevas! Sin embargo, nos impone la responsabilidad de ejercer fe por medio de declarar las buenas nuevas para que personas de todas las naciones puedan oír y adquirir fe. (Romanos 9:1–10:15.)

Debemos ver la lección de cómo se resolvió este asunto. Aunque tenían una posición favorecida ante Dios y estaban en primer lugar para recibir vida celestial como el “Israel de Dios”, los judíos naturales no permanecieron en su lugar. Como ramas naturales de un olivo cultivado, se les podó a fin de dejar lugar para los gentiles (asemejados a ramas de acebuche) que aceptaron a Cristo. Sin duda, todos los que han recibido la misericordia de Dios de esa manera, o de alguna otra, deben, agradecidamente, continuar ejerciendo fe para alcanzar la salvación. (Gálatas 6:16; Romanos 10:16–11:36.)

¿Cómo puede usted manifestar su fe, aparte de hacer declaración pública para salvación y así ayudar a otros a conocer las buenas nuevas? Hallará algunas respuestas en Romanos 12:1–13:14. Como cristiano, usted puede evitar que se le amolde a este sistema inicuo; puede cultivar la modestia, desplegar hospitalidad y vencer el mal haciendo el bien. Claro, según lea ese pasaje hallará otros consejos excelentes, incluso algunos relacionados con la sujeción relativa a las “autoridades superiores” gubernamentales.

Otro deber cristiano es ser considerado con las personas que tienen una conciencia débil y estar dispuesto a privarse de cosas lícitas para no hacer tropezar a éstas. Cuando soportamos así las debilidades de los que no son fuertes, en vez de agradarnos a nosotros mismos, imitamos el ejemplo que dio Cristo. También promovemos la paz y la unidad. (Romanos 14:1–15:16.)

A medida que lea los dos capítulos de conclusión de Romanos 15, 16, usted verá que Pablo ciertamente vivió de acuerdo con su fe. Tenía un ministerio particularmente para con las personas de las naciones gentiles, y estaba intensamente ocupado cumpliendo ese ministerio. Además de visitar la congregación de Roma, Pablo esperaba viajar hasta España. Dicho lugar era un importante puesto en la frontera occidental del Imperio Romano, y era territorio virgen desde el punto de vista de Pablo. Los numerosos saludos personales de Pablo a los cristianos de Roma son otra prueba de su fe viva y activa.

Está claro que el libro de Romanos nos ayuda a comprender la superioridad de la fe sobre las obras de la Ley. Pone en claro rotundamente que Dios, por su imparcialidad, está dispuesto a aceptar a todos los que ejercen fe, y les extiende la perspectiva de llegar a ser justos y alcanzar vida sin fin. Entonces, siempre estemos conscientes de que necesitamos tener fe firme y vivir de acuerdo con ella.

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