Preguntas de los lectores
● En 1 Corintios 10:13 el apóstol Pablo escribió: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con la tentación él también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.” ¿Cuál es la fuente de esa tentación y cómo dispone Dios la salida para el cristiano?—EE. UU.
Como se ilustra por las experiencias que tuvo Israel en el desierto, a las que hace referencia Pablo en los versículos precedentes, la “tentación” viene por medio de circunstancias que podrían inducirlo a uno a quebrantar la ley de Dios. Más temprano en este capítulo, Pablo escribió: “Estas cosas llegaron a ser nuestros ejemplos, para que nosotros [los cristianos] no seamos personas que desean cosas perjudiciales, tal como ellos las desearon. Ni nos hagamos idólatras, como algunos de ellos se hicieron; así como está escrito: ‘Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a divertirse,’ Ni practiquemos fornicación, como algunos de ellos cometieron fornicación, de modo que cayeron, veintitrés mil de ellos en un día. Ni pongamos a Jehová a prueba, como algunos de ellos lo pusieron a prueba, de modo que perecieron por las serpientes. Ni seamos murmuradores, así como algunos de ellos murmuraron, de modo que perecieron por el destructor.”—1 Cor. 10:6-10.
¿Fueron estas circunstancias de tal índole que los israelitas no pudieron resistir las tentaciones que tuvieron que ver con ellas? Considere los hechos. Los israelitas llegaron a desear “cosas perjudiciales” cuando Jehová les proveyó milagrosamente suficientes codornices como para durarles un mes. No habían comido carne por algún tiempo, pero se les había dado un buen suministro de maná para comer. Sin embargo cedieron a la tentación de una codicia tan desenfrenada que “el que menos recogió, recogió diez homeres” o dos mil doscientos veinte litros de codornices.—Núm. 11:19, 20, 31-35.
Más temprano, mientras Moisés recibía la Ley en el monte Sinaí, los israelitas se hicieron “idólatras,” como menciona Pablo. Participaron en la adoración del becerro y cedieron a placeres sensuales. ¿Por qué? La ausencia de su caudillo visible fue la circunstancia que hizo surgir la tentación, porque le dijeron a Aarón: “Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque en cuanto a este Moisés, el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, ciertamente no sabemos qué le habrá pasado.”—Éxo. 32:1, 6.
Precisamente antes de entrar en la Tierra Prometida millares de israelitas fueron atraídos por mujeres moabitas. Por asociarse con estas mujeres sus pasiones pecaminosas se despertaron hasta tal grado que cometieron inmoralidad sexual. Esta es la ocasión, a la cual hizo referencia Pablo, en la cual millares fueron derribados en un solo día por su pecado.—Núm. 25:1.
A veces, los israelitas también cedieron a la tentación de quejarse rebeldemente. En una ocasión se expresaron contra Jehová y Moisés: “¿Por qué nos han hecho subir de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay pan y no hay agua, y nuestra alma ha llegado a aborrecer el pan despreciable.” (Núm. 21:5) Por aquellas quejas los israelitas estaban ‘poniendo a prueba la paciencia de Jehová.’ Estaban poniéndolo a prueba en cuanto a si aquel quejarse sería dejado impune o no.
Una de las ocasiones en las cuales los israelitas no resistieron la tentación de murmurar fue después de la destrucción de los rebeldes Coré, Datán, Abiram y sus asociados. Esto se debió a que comenzaron a razonar que la ejecución de los rebeldes había sido una injusticia. Números 16:41 relata esto: “Al día siguiente la entera asamblea de los hijos de Israel se puso a murmurar contra Moisés y Aarón, diciendo: ‘Ustedes han dado muerte al pueblo de Jehová.’” Como consecuencia de criticar la manera en que se administraba la justicia, 14.700 israelitas perecieron de un azote que Dios envió.—Núm. 16:49.
Manifiestamente ninguna de las tentaciones fueron de tal índole que los israelitas no pudieran haberlas resistido. Sin embargo los israelitas cedieron a la tentación por olvidar a Jehová, el amoroso cuidado que les daba, y la rectitud de su ley y caminos. Perdieron la fe.
Como en el caso de los israelitas, las tentaciones a las que se enfrentan los cristianos son comunes a la experiencia humana. Por eso, si los cristianos hacen los esfuerzos que se necesitan para resistir esas tentaciones y confían en que Jehová Dios los sustente, pueden permanecer fieles. Esto se debe a que “Dios es fiel” y no permitirá que su pueblo sea ‘tentado más allá de lo que pueda soportar.’ Jamás dejará o abandonará a sus siervos al grado de permitirles entrar en situaciones o circunstancias que hagan humanamente imposible para ellos efectuar la voluntad de él.
En el caso de las circunstancias y situaciones que él permite que se desarrollen, Jehová dispone la salida fortaleciendo a su pueblo para que resista la tentación. Por ejemplo, quizás otros sometan a un cristiano a abuso físico en su esfuerzo por hacer que renuncie a su fe. Esta circunstancia puede tentar al cristiano a ceder a fin de evitar más tormento y posiblemente hasta la muerte. Pero, teniendo como base la seguridad inspirada que da el apóstol Pablo, el cristiano sabe que las circunstancias que hacen surgir la tentación solo son temporales. Jehová no permitirá que la situación se desarrolle hasta tal punto que Él no pueda fortalecer suficientemente la fe cristiana y la fuerza espiritual para que se mantenga la integridad.
Por otra parte, también, por medio de su espíritu Jehová sostiene a los que se ven sometidos a presiones. Obrando como recordador y maestro, el espíritu santo de Dios les hace recordar cosas de las Santas Escrituras que necesitan saber para resistir la tentación y los ayuda a discernir la aplicación correcta de estas cosas. (Juan 14:26) Por lo tanto no se les engaña de modo que sigan un proceder incorrecto. Entienden las cuestiones verdaderas que están envueltas en las situaciones que se presentan. Así, Jehová ha sostenido a muchos haciendo que hayan continuado fieles hasta la mismísima muerte. No fue la muerte lo que dispuso la salida para ellos, sino que fue la ayuda que proveyó Jehová lo que hizo posible que aguantaran hasta el fin sin ceder a la tentación.
Jehová no solo ayuda a sus siervos por medio de su espíritu, sino que también usa a sus ángeles a favor de ellos. Dice Hebreos 1:14: “¿No son todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación?”