La obediencia conduce a la vida
“Al Eterno su Dios seguirán, a él reverenciarán, sus mandamientos guardarán, su voz obedecerán, a él adorarán, y a él serán leales.”—Deu. 13:4, Mo.
1. ¿Cuál es el requisito de Jehová para que uno obtenga la vida eterna?
JEHOVÁ el Creador es el manantial de toda la vida. Él se la da a quien le place y se la quita a los que no son dignos de ella. Ninguna criatura sobre la tierra puede reclamar posesión de la vida, porque la tienen sólo mientras existen, aunque algunas sí la tienen por promesa. Toda persona cuerda quiere vivir eternamente, y siempre desde que la desobediencia del hombre trajo la pena de muerte se ha hecho la pregunta semejante a la que un hombre bien versado en la ley judía le preguntó al Señor Jesucristo, a saber: “¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” Contestando, Jesús le preguntó: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lo lee usted?” En contestación él dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente,” y, “a tu prójimo como a ti mismo.” Él le dijo: “Usted contestó correctamente; ‘siga haciendo esto y conseguirá la vida.’” (Luc. 10:25-28, NM) Aquí se declara concisa y correctamente el mandato de Jehová, y los que sean obedientes a él obtendrán la vida y vivirán eternamente. ¿Verdaderamente deseamos la vida eterna? ¿Cuánto daríamos para conseguirla? ¿Estamos preparados para obedecer los mandamientos de Dios plenamente a fin de heredarla? Ninguna criatura la conseguirá a menos que agrade a Dios y reciba Su aprobación. También es cierto que nadie será aprobado a menos que sea obediente.
2. Defina obediencia, dé ejemplos y prueba bíblica.
2 Podríamos preguntar: ¿Qué significa obediencia, y qué se halla implicado en nuestra obediencia? En realidad significa obrar de acuerdo con mandatos, desempeñar con prontitud lo que requiere o dirige una autoridad, un sentido de deber. La obediencia es un requisito divino e incluye una sumisión gozosa, anuente a hacer la voluntad de Dios. Desde el principio de la creación Jehová Dios siempre ha exigido y recompensado la obediencia completa. Cuando él creó al mundo justo lo efectuó por medio de agencias espirituales bajo la dirección de Cristo Jesús en su estado prehumano. “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque por medio de él todas las otras cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles, no importa que sean tronos o señoríos o gobiernos o autoridades. Todas las otras cosas se han creado mediante él y para él.” (Col. 1:15, 16, NM) Efectuando la voluntad de Jehová también hubo ángeles, “millones de millones” de ellos. (Dan. 7:10) Aun así, con todas estas criaturas maravillosas había armonía perfecta al principio. Dios no tiene que forzar la obediencia, sino que sus mandatos son obedecidos inmediatamente. “Porque dijo Él, y fué hecho; mandó, y así fué.” (Sal. 33:9, NC) Esto lo confirma el registro desde el principio: “Dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz.” (Gén. 1:3, Va) En ésta la primera mañana de la creación los mandatos de Dios fueron obedecidos completamente, y así continúa el registro de obediencia a su propósito expreso de un día creativo a otro. Jehová requiere que algo se haga. Él manda, alguien oye y presta y anuentemente obedece. La cooperación en las obras de Dios se revela por la declaración: “Hagamos al hombre.” (Gén. 1:26) Este no es un ejemplo de alguien hablando de sí mismo en plural, dirigiendo sus palabras a sí mismo como si fuera una pluralidad de personas, ya que no se manifiesta tal pluralidad en aquellos textos donde Dios habla de sí mismo. Sin embargo Jehová comunica a su Hijo y a las otras criaturas espirituales lo que él se propone hacer, dándoles así un interés en el asunto. Esto significa que Jesucristo, como Logos, y los millones de criaturas angelicales estaban cooperando juntos en completa armonía y perfecta obediencia gozosa efectuando las obras de Dios. Todos estos servicios se completaron a tiempo y esta obediencia amorosa trajo gran satisfacción a Jehová. “¡Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fuerza, que ejecutáis sus mandatos escuchando la voz de su palabra!”—Sal. 103:20.
3. (a) ¿Cómo declaró Dios sus mandatos al primer hombre y a la nación teocrática al tiempo de su principio? (b) Explique algunos de los buenos resultados de la obediencia.
3 Al principio de la existencia del hombre Dios demandó obediencia de él. “Jehová Dios mandó al hombre, diciendo: De todo árbol del jardín podrás libremente comer; mas del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás; porque en el día que comieres de él, de seguro morirás.” (Gén. 2:16, 17) Durante el breve período de obediencia de Adán éste tuvo una conciencia clara y limpia; no tenía miedo ni vergüenza. La obediencia quiso decir paz, protección, felicidad, armonía con Dios, y vida. Cuando fué echado del Edén por desobediencia entonces la obediencia se vió en los querubines que guardaban el camino al árbol de la vida, para que el hombre no pudiera llegar a él. (Gén. 3:24) También, al tiempo en que Jehová primero creó una nación fué muy específico en su requisito de obediencia. “Mirad que pongo delante de vosotros hoy la bendición y la maldición: la bendición, si obedeciereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que os ordeno hoy; y la maldición, si no obedeciereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios.” (Deu. 11:26-28) La obediencia también trae bendiciones y amistad con Dios. “Entonces Jehová dijo consigo mismo: ¿He de ocultar a Abraham lo que voy a hacer? Porque yo le he conocido a fin de que mande a sus hijos y a su casa después de sí, de modo que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio; para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha prometido acerca de él.” (Sant. 2:23; Gén. 18:17, 19) La obediencia también trae salvación, porque al tiempo del diluvio, a Noé, su familia y parejas de criaturas vivientes Jehová les mandó qué hacer. Los mandatos fueron obedecidos y como resultado vino la salvación. Además Jehová prueba a su pueblo mediante la obediencia. “Es el Eterno su Dios que los prueba, para ver si realmente aman al Eterno su Dios con toda su mente y todo su corazón. Al Eterno su Dios seguirán, a él reverenciarán, sus mandamientos guardarán, su voz obedecerán, a él adorarán, y a él serán leales.” (Deu. 13:3, 4, Mo) Los que van a ser el pueblo de Jehová tienen que ser obedientes. “Hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. Obedece pues la voz de Jehová tu Dios, y cumple sus mandamientos y sus estatutos.” Él promete recoger a los esparcidos si se manifiesta obediencia: “Y [si] te volvieres a Jehová tu Dios, y obedecieres su voz, . . . entonces Jehová hará tornar tu cautiverio, y se compadecerá de ti, y volverá a recogerte de todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios.” (Deu. 27:9, 10; 30:1-10) En este mismo capítulo también se promete traer de vuelta a los presos y desterrados a la tierra de promesa, y que él pondrá maldiciones sobre los enemigos. Los textos mencionados claramente manifiestan que la obediencia trae armonía y amistad con Jehová, paz, salvación, prueba para aprobación, libertad de la opresión, y castigo sobre los enemigos de su propio pueblo. Entonces, si Jehová Dios haría todas estas cosas para el Israel natural, él hará cosas mayores para el Israel espiritual por razón de su plena obediencia a sus mandamientos.
OBEDIENCIA DE CORAZÓN
4. Describa la obediencia de Abrahán con Isaac, y la bendición resultante para él y otros.
4 Jehová sabe si estamos rindiendo verdadera obediencia o no, y a menudo nos prueba para ver si somos sinceros. Uno de los ejemplos más sobresalientes de esto registrados en la Escritura es el de Abrahán. “Probó Dios a Abraham, . . . Y dijo: Toma a tu hijo, a Isaac, tu hijo único, a quién amas, y véte a tierra de Moría, y ofrécele allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Y Abrahán demostró su obediencia anuente, porque “madrugando Abraham, aparejó su asno” y luego al tercer día vió el lugar que Dios le había dicho. Cuando Isaac le preguntó dónde estaba el cordero para el holocausto, Abrahán contestó: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío.” Voluntariamente, sin queja o pregunta, Abrahán efectuó los mandamientos de Jehová. Él sabía que Jehová fué quien le había dado el hijo y Jehová podía quitárselo. De modo que Abrahán tomó el cuchillo para matar a su único y muy querido hijo amado, que yacía atado sobre el altar. Pero antes de que el golpe cayera, la voz del ángel de Jehová le habló, seguramente como la música más dulce que jamás había oído: “No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; pues ahora conozco que tú temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, tu hijo único.” Cuán poco sabía Abrahán que los “ojos” de Jehová le habían estado observando todo el tiempo, para ver si Abrahán sería obediente hasta el fin, y sólo cuando el golpe iba a ser descargado fué que él intervino. Jehová entonces declaró: “Serán bendecidas en tu simiente todas las naciones de la tierra; por cuanto has obedecido mi voz.” En consecuencia la obediencia de Abrahán produjo, mediante la bondad inmerecida de Jehová, esta promesa que es suficientemente amplia y generosa para abarcar a todo el mundo.—Gén. 22:1-18.
5. Ofrezca declaraciones bíblicas que revelan la obediencia completa del Hijo de Dios y lo que esto significa para sus seguidores.
5 Luego el ejemplo perfecto de nuestro Señor Jesucristo está puesto para guía de todos sus seguidores que quieran obtener favor y vida de Jehová. Está escrito: “Se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y vino a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, cuando se halló en forma de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento.” (Fili. 2:7, 8, NM) “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió y terminar su obra.” (Juan 4:34, NM) “Busco no mi propia voluntad sino la voluntad de aquel que me envió.” (Juan 5:30, NM) “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Sin embargo, no como quiera yo, sino como quieras tú.” (Mat. 26:39, NM) Jesús siempre fué obediente aun antes de sufrir, pero la prueba de que lo era tenía que manifestarse en hecho. Él vino a ser un modelo de la obediencia que ha de rendirse por todos los que le siguen. Él sufrió, aunque era el amado de Dios. ¿Quién, entonces, estará libre de sufrir por causa de la justicia, y quién se quejará mientras sufre? A nuestro Padre celestial le agrada que obren de acuerdo con su voluntad con gozo, anuencia y prontitud. “Aunque era Hijo, aprendió la obediencia de las cosas que padeció, y después que hubo sido hecho perfecto vino a ser responsable por la salvación eterna de todos los que le obedecen.” (Heb. 5:8, 9, NM) Ninguno está exceptuado. Por consiguiente es de la mayor importancia que seamos obedientes o jamás conseguiremos vida.
6. (a) ¿Qué mandato dió Jehová al rey Saúl, y cómo lo efectuó? (b) ¿Qué gran lección se aprende de la conducta de Saúl y la Palabra de Jehová por medio de Samuel?
6 El Señor Jesús fué obediente de corazón. Pero la Escritura proporciona ejemplos de los que no obedecieron de corazón, y uno de los más sobresalientes es el de Saúl, el primer rey asignado y reconocido de Israel. Su experiencia demuestra claramente que puede haber obediencia exterior que no es una indicación verdadera de sinceridad de corazón y sumisión a la voluntad de Dios. Jehová juzga el motivo verdadero que inspira a alguien a acción. Al rey Saúl se le ordenó: “Ahora pues, anda y hiere a Amalec; y destruíd completamente todo lo suyo, sin tenerle compasión alguna; antes harás morir hombres y mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos.” Él no llevó a cabo completamente el mandato. Al interrogarle después de la batalla, Samuel dijo: “¿Por qué pues no has obedecido a la voz de Jehová?” (1 Sam. 15:3, 19) Saúl se excusó de que había salvado al rey, Agag, probablemente para exhibirle y luego matarle, y entonces en parte culpó al pueblo. “Pero las tropas tomaron algunas de las ovejas y los bueyes, lo mejor de lo que había sido destinado a la destrucción, para un sacrificio al Eterno, Dios tuyo.” (1 Sam. 15:21, Mo) Esta fué una excusa miserable, porque era patente que Saúl no había llevado a cabo los mandatos recibidos, y el decir que la razón para no hacerlo fué la de ofrecer sacrificio a Jehová no era satisfactorio. Por eso Samuel dijo: “¿Acaso se complace el Eterno en holocausto y sacrificio como en la obediencia a su palabra? La obediencia es mucho mejor que el sacrificio, el escucharle mejor que la carne gorda de los carneros.” (1 Sam. 15:22, Mo) El corazón de Saúl no estaba inclinado a lo correcto y no fué obediente aunque había bastante demostración exterior. No podemos engañar a Jehová. Con demasiada frecuencia los hombres juzgan por las apariencias externas. Este hecho se ilustró muy bien cuando Samuel fué a la casa de Isaí, el belemita, para ungir a uno de los hijos para ser rey en lugar de Saúl. Samuel exclamó, “¡Seguramente ante Yahveh está su ungido!” cuando vió a Eliab. “Pero Yahveh dijo a Samuel: ‘No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura; pues le he descartado, porque Dios no se fija en lo que se fija el hombre, pues el hombre mira la externa apariencia, mas Yahveh mira el corazón.’”—1 Sam. 16:6, 7, BC.
7. ¿Qué clase de obediencia se requería verdaderamente, y cómo sirve Cristo de ejemplo?
7 La nación de Israel siguió el mismo proceder que el rey Saúl. Era obediencia de corazón lo que Dios requería. Israel no se manifestó dispuesto a prestar atención a su consejo, y Dios bien lo sabía. Ellos nunca aprendieron que Jehová siempre daba mayor énfasis a obediencia sincera y anuente que a observancias externas. Pablo, escribiendo sobre el mismo asunto a los hebreos, dice: “Por esto cuando entra al mundo él dice: ‘“Tú no deseaste sacrificio y ofrendas, pero me preparaste un cuerpo. No aprobaste holocaustos enteros y ofrenda por los pecados.” Entonces dije yo, “¡Mira! Yo he venido (en el rollo del libro está escrito acerca de mí) para hacer tu voluntad, oh Dios.”’” (Heb. 10:5-7, NM) Aquí se expresa con belleza singular la condición de corazón de Cristo Jesús y la gran verdad de que todas las observancias exteriores no son de valor alguno a menos que haya obediencia y el siervo esté de pleno acuerdo con la voluntad de Dios. Cristo Jesús se entregó por completo a hacer la voluntad de Dios. De ahí en adelante toda su mente, corazón, alma y fuerza serían dedicados a llevar a cabo la voluntad de Jehová. Desde ese tiempo en adelante no demandaría derecho alguno porque él estaba plenamente dedicado al santo servicio de Dios. Todo lo que él tenía, todas las esperanzas y ambiciones humanas, todas fueron colocadas en el altar de Dios para ser usadas en el inestimable ministerio, y él las dió con gratitud de corazón.
8. ¿Cuáles son algunos de los mandatos de Dios para nosotros hoy, y por qué debemos obedecer?
8 Así como él siempre ejecutó el mandato de Jehová, nosotros debemos hacer lo mismo. Las Escrituras llaman a nuestra atención los mandatos que en este tiempo del fin debemos obedecer para tener la aprobación de Dios. Si los desatendemos recibiremos su desaprobación. Por ejemplo, se nos manda “declarar buenas nuevas a los pobres, . . . predicar una liberación a los cautivos”; “cantad [alabanza] a Jehová”; ‘traer buenas nuevas, publicar la paz y la salvación’; ‘predicar estas buenas nuevas del reino en toda la tierra habitada’; ‘hacer una senda para los desterrados que regresan, alzar una calzada, quitar las piedras; hacer señal a las naciones’; ‘amonestar al inicuo de su camino, para que se vuelva de él, . . . para que no muera en su pecado’; y decir “a los que están presos: ¡Salid! y a los que están en tinieblas: ¡Manifestaos!” (Luc. 4:18, 19; Mat. 24:14, NM; Isa. 12:5, 6; 52:7; 62:10; Eze. 2:3-5; 33:7-9; Isa. 49:9) Estos son unos cuantos de los muchos mandatos que Jehová Dios y Cristo Jesús han impuesto sobre los fieles. No podemos desobedecer. La ejecución fiel es obligatoria. El Altísimo expresa las instrucciones mediante el Rey Cristo Jesús, y él, el mayor que Moisés, cuidará de que la voluntad de Dios sea hecha. La palabra procedente del trono de Jehová en los cielos resuena a todo el pueblo de Dios hoy: ‘¡Óiganle!’ Pedro dió énfasis a esto diciendo: “De hecho, Moisés dijo: ‘Jehová Dios producirá para ustedes de entre sus hermanos un profeta semejante a mí. A él tienen que escuchar conforme a todas las cosas que les hable. Realmente, cualquier alma que no escuche a ese Profeta será completamente destruída de entre el pueblo.’”—Hech. 3:22, 23, NM.
OBEDIENCIA GOZOSA Y ANUENTE
9. ¿Con quiénes se complace Jehová, y qué pregunta deberíamos hacernos?
9 Los que obedecen el mandato de Jehová con un espíritu gozoso y anuente y que no se quejan son los que le complacen a él. Una persona de esa clase mantiene los oídos abiertos a los mandatos de Jehová y está alerta a oportunidades de servicio. “He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de una criada, a la mano de su señora; así miran nuestros ojos a Jehová nuestro Dios.” (Sal. 123:2) Tales corazones obedientes son deleitables. Los padres terrestres encuentran mucho placer en la obediencia pronta y alegre, porque correctamente la consideran como medida del amor del niño. La obediencia obligada no es una expresión de amor. Estrictos castigos disciplinarios por mala conducta obligan a los soldados en los ejércitos a ser obedientes a sus superiores, gústeles o no. Los siervos tienen que ser obedientes a sus amos, o resulta en alguna forma de castigo. Jehová ha dotado a sus criaturas humanas de libertad para obedecer y desobedecer para que así pueda probarlas, y las recompensas dependen de la obediencia gozosa. Cada uno, por lo tanto, debe hacerse la pregunta: ¿Estoy obedeciendo gozosa y anuentemente los mandatos de Jehová?
10. ¿Debe uno examinarse a sí mismo? ¿Cómo? Ofrezca ejemplos y manifieste lo que debería resultar de ello.
10 También recordemos que para efectuar este servicio de predicación mundial se necesita mucho equipo. Por ejemplo, se usa literatura y toda forma de publicidad, lo cual significa rotativas y otra maquinaria que la produzca. Una organización creada para operar en todas partes del mundo superentiende y dirige la obra del Señor que ahora se está efectuando por cientos de miles de personas cristianas que se han escapado de este inicuo sistema de cosas destinado a la destrucción, y quienes ahora forman una gran congregación unificada. Por eso algunos son invitados a participar en trabajos tales como servir mesas, limpiar pisos, ventanas o ropa, o manejar máquinas, empacar literatura para ser enviada a otras partes del campo, conservación general, o trabajo en haciendas del Reino. Todo esto es necesario porque estos fieles esclavos del Señor tienen que ser alimentados, hospedados, vestidos, preparados para otros deberes y hechos responsables para los servicios que han de ser desempeñados en el campo. A veces la utilidad de una persona puede ser estorbada por su propia actitud hacia el trabajo del Señor confiado a él. Quizás haya dejado que su asignación venga a ser común, como cualquier otro trabajo que una persona pudiera obtener en el mundo. Perdiendo de vista el grandioso privilegio que tiene de demostrar su amor a Jehová mediante servicio anuente y gozoso, quizás se incline a murmurar y quejarse, o a empezar a pensar que nadie más trabaja tan diligentemente o tiene tan poco tiempo para sí mismo como él. Quizás sería bueno que tal individuo se examinara. ¿Por qué debería compadecerse a sí mismo? ¿No dedicó todo lo que él tenía a Jehová? ¿No está contento entonces con que su vida esté llena de privilegios de servicio a Jehová? Después de consideración sobria, estará agradecido porque tiene mucho que hacer. ¿No es mejor de esa manera que tener muy poco? ¡Naturalmente que sí! Que venga más, porque todo lo que queremos hacer es servir a Jehová y no dejar que incomodidades o inconveniencias personales se interpongan. Sólo entonces podemos decir Sí a la pregunta de: ¿Estoy obedeciendo gozosamente los mandatos de Jehová?
11. Cuando se nos asignan más servicios, ¿cómo debemos considerarlos? y ¿cómo nos expresamos a Jehová debido a ellos?
11 Quizás usted esté sirviendo como uno de los siervos en una congregación y se le hayan dado más privilegios de servicio en provecho del pueblo de Jehová. ¿Cómo los considera usted? ¿Los llama usted “cargas adicionales”? Y ¿está usted siendo agobiado con esas “cargas”? Es posible que usted piense: “Si algunos de los otros siervos hicieran más, entonces mi ‘carga’ sería más fácil,” y usted siente que tiene muchísimo que hacer, ¿verdad? Parece que los otros dejan que usted lo haga todo, y usted se pone a pensar que eso no está bien. Usted no debería tener tanto, mientras que otros aparentemente tienen tan poco. ¿Por qué no se pregunta usted primero: ¿Qué son estas “cargas”? ¿No son los muy preciados privilegios de servicio del Reino que son entregados a su cuidado en este ministerio grandioso y glorioso? ¿No es realmente cierto que en verdad en su corazón usted aprecia estos servicios concedidos a usted mediante la administración del “esclavo fiel y discreto”, y que usted verdaderamente quiere rendir obediencia gozosa y anuente? Cuando usted considera sus privilegios a la luz correcta, entonces realmente no son “cargas”, sino privilegios, y Jehová nos está probando mediante la manera en que los aceptamos y desempeñamos. Si usted lo entiende de esta manera, entonces ¿cómo puede usted hacer otra cosa que dar gracias al Señor por todo lo que él le da a hacer, y rendir obediencia anuente y gozosa con gratitud?
12. ¿Por qué es necesario obtener una perspectiva clara concerniente a pruebas domésticas?
12 Quizás usted no esté rindiendo obediencia anuente y gozosa en el servicio debido a problemas domésticos. Es posible que su cónyuge no esté de acuerdo con usted en cuanto a la verdad, y se está manifestando mucho desacuerdo. Posiblemente se haya pasado de esta etapa y en la casa usted esté sufriendo oposición, celos debido a su devoción a la verdad, amenazas vulgares, lenguaje obsceno, habla de deshacer el hogar, hasta brutalidad mental y física. Es posible que usted haya concluído que es imposible rendir obediencia gozosa y anuente a Jehová en vista de estas cosas. Sin embargo, es posible, y aun más que eso, es absolutamente necesario que los que están pasando por tal opresión y prueba logren una perspectiva clara de su posición. De otra manera no podrán servir a Jehová apropiadamente.
13. ¿Cómo es posible sufrir por causa de Cristo en nuestra propia casa?
13 Cierto es que usted no puede estar contento con la conducta de los que le ofenden. Tampoco puede usted estar gozoso por el daño verdadero que recibe. Pero ¿a qué se debe? ¿Puede haber razón alguna para tales experiencias? Penetremos a las inmediatas dificultades presentes y tratemos de determinar la razón, y cuál será el resultado. Supóngase que usted fuera a recibir esta persecución férrea y cruel de alguno del mundo mientras usted estuviera participando en el servicio de predicación. ¿Cuál sería su reacción? Sin duda usted determinaría que éstas eran las persecuciones que el Señor Jesús dijo que usted tendría, y se sentiría agradecido de que usted hubiera sido considerado digno de llevar estos reproches, “porque a ustedes se les dió el privilegio a favor de Cristo, no sólo de poner su fe en él, sino también de sufrir a favor de él.”—Fili. 1:29, NM.
14. Para ser obedientes ¿por qué es tan importante tener una base cristiana bíblica para nuestras acciones?
14 Entonces si esta persecución injustificable le sobreviene, es necesario tener una mente clara, balanceada, dirigida por el espíritu del Señor; de otra manera quizás se tome alguna acción impetuosa o insensata que después se lamente profundamente por no haber estado de acuerdo con la voluntad expresa de Jehová para sus hijos. Una persona espiritualmente inmatura pudiera concluir que no se debiera aguantar persecución de su propio cónyuge, y eso sería justificación para salirse de la situación. Sería bueno que esas personas volvieran a considerar el asunto, y trataran de obtener el punto de vista cristiano. (Mat. 19:9; 1 Cor. 7:10-13) Puede haber alguna razón justificable para la separación, tal como el divorcio por causa de adulterio, o que el que no está en la verdad abandone al que sí está. ¿Qué curso debe seguirse entonces? El Señor Jesús dijo: “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, puesto que el reino de los cielos les pertenece a ellos. Felices son ustedes cuando la gente los vitupera y los persigue . . . porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes.” (Mat. 5:10-12, NM) No se trata de quiénes son los que le hacen esto a usted, sea en su casa o afuera en el mundo, sino más bien por qué lo hacen, y cómo usted los trata a ellos y a la persecución.
15. ¿Cómo aprendemos la obediencia mediante el sufrimiento? ¿Por qué es esto necesario?
15 Si Jehová Dios le está probando, ¿cómo podría usted ser probado plenamente a menos que permaneciera en la experiencia y aprendiera la obediencia sufriendo de la misma manera que nuestro Gran Maestro y Señor? La regla bíblica es que cuando somos perseguidos no podemos perseguir en cambio. Quienquiera que nos ofenda no debe ser ofendido por nosotros en represalia. Cuando palabras malas y embusteras son expresadas contra nosotros no debemos pagar en la misma moneda. ¿Por qué no? Porque la actitud mental que debemos tener en tales circunstancias se nos describe de esta manera por Pablo: “Cuando se nos está persiguiendo, lo soportamos; cuando se nos está calumniando, rogamos.” Además, Pedro aconsejó: “De hecho, ustedes fueron llamados a este curso, porque hasta Cristo sufrió por ustedes, dejándoles un modelo para que siguieran cuidadosamente sus pisadas. Él no cometió pecado, ni engaño se halló en su boca. Cuando él estuvo siendo vilipendiado, él no recurrió a vilipendiar a su vez. Cuando él estuvo sufriendo, él no recurrió a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga justamente.” Pablo también dijo: “Sigan bendiciendo a los que les persiguen; estén bendiciendo y no maldiciendo.”—1 Cor. 4:12, 13; 1 Ped. 2:21-23; Rom. 12:14, NM.
16. ¿Cuál fué el curso que Jesucristo adoptó cuando estuvo sufriendo? y ¿qué seguridad se nos da a nosotros?
16 No puede haber ninguna duda en cuanto al significado de estos textos y el curso de conducta que debe seguirse. Entonces si ‘continuamos amando a nuestros enemigos y orando por los que nos persiguen; para que probemos que somos hijos de nuestro Padre’, ¿cómo podemos quejarnos y derramar nuestras dificultades en el oído oyente más cercano? ¿No había usted pensado en soportar la prueba usted mismo? ¿Ha leído usted alguna vez acerca de Cristo Jesús quejándose a sus compañeros más íntimos acerca de las pruebas que su Padre había permitido que le sobrevinieran? O ¿demostró desagrado y fastidio contra la voluntad de Dios? No, ¡nunca lo hizo! Y ¿por qué no? Porque él “siguió encomendándose al que juzga justamente”. Por lo tanto todo el pueblo de Jehová tiene que reconocer que nuestro servicio requiere aguante paciente, y paciencia significa constancia alegre. A veces las pruebas que usted tiene parecerán demasiado duras para soportarlas; pero tenga confianza, porque no lo serán si usted obedientemente sigue adelante y sigue encomendándose al que juzga justamente. Pablo sabía lo que eso quería decir y él consoló a sus hermanos con estas preciosas palabras: “Ninguna tentación les ha sobrevenido a ustedes que no sea común al hombre. Pero Dios es fiel y él no permitirá que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación él también abrirá el camino de salida para que puedan soportarla.” (1 Cor. 10:13, NM) Note claramente que Pablo no dice que se proporcionará una manera para que usted se salga de sus pruebas, sino más bien para que las aguante. Por lo tanto, no huya de estas experiencias, o trate de saltarlas. Más bien tenga paciencia para aguantar.
17. Si las pruebas se aguantan apropiadamente, ¿qué se produce, y qué enseñan Santiago, Pedro y Pablo concerniente a ellas?
17 Los que pertenecen a este sistema de cosas inicuo no pueden entender esta actitud, porque para ellos es una actitud débil. Ellos dirían, “¡Combátanla!” o “¡Sálganse de la situación!” No, el mundo jamás comprenderá lo que usted verdaderamente hace, pero usted lo sabe. Usted aprecia cómo esto lo prueba y que si no fuera por su amor a Jehová y Cristo Jesús y su pueblo usted no tendría estas persecuciones, y es el entender esto lo que le trae dulce consuelo, feliz descanso y tranquila seguridad. El Señor Jesús expresó las promesas de Dios de que ‘ellos heredarán la tierra’, ‘ellos verán a Dios,’ ‘serán llamados los hijos de Dios y grande será la recompensa.’ Pero el sufrimiento y la prueba tienen que venir primero y la disciplina tiene que aguantarse. Pablo dice: “Consideren atentamente a aquel que ha aguantado tal habla contraria de pecadores en contra de los intereses de ellos mismos, para que no se vayan a cansar y se rindan en su alma. Pero ustedes se han olvidado por completo de la exhortación que se dirige a ustedes como a hijos: ‘Hijo mío, no tengas en poco la disciplina de Jehová, ni desfallezcas cuando seas corregido por él; porque a quien ama Jehová él disciplina, de hecho él azota a todo el que recibe como hijo.’”—Heb. 12:3, 5, 6, NM; vea también Hebreos 12:11, 1 Pedro 1:6, 7, y Santiago 1:2-4.
18. ¿Cómo están relacionados estos sufrimientos y pruebas a la obediencia y la vida? y ¿cómo es Jesús un modelo?
18 Entonces ¿qué haremos cuando nos enfrentemos a las muchas pruebas hoy, ante tal amonestación bíblica? ¿Nos atreveremos a quejarnos? ¿Debemos tratar de huir de estos problemas y persecuciones, o dirigirnos a nuestros hermanos y seguir diciéndoles qué vida tan dura llevamos? Seguramente que no. Recuerde la palabra dada por medio de Pedro: “Por lo tanto, humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte al tiempo debido, mientras arrojan toda su ansiedad sobre él, porque él los cuida.” (1 Ped. 5:6, 7, NM) Todos deben tener esa profunda satisfacción consciente de que se está haciendo la voluntad de Jehová, y que hay sumisión completa a la voluntad de Dios en el corazón. Posiblemente haya ocasiones cuando debido a las pruebas tendrá lágrimas en los ojos, pero en lo íntimo de su corazón usted está agradecido y hasta en medio del sufrimiento no pediría que fuera diferente. Esté anuente y gozoso en su obediencia completa a los propósitos de Jehová. Cuando el Señor Jesús estaba sufriendo tan cruelmente delante de Herodes y los romanos no tendría una sonrisa en el rostro, porque estaba siendo lastimado, pero él sabía que estaba bebiendo la copa que su Padre se propuso que él bebiera, y por eso “como cordero fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. (Isa. 53:7, Va) Ninguna murmuración, ninguna queja, obediente hasta la muerte; y la obediencia condujo a la vida. Él es nuestro modelo.