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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 15/7 págs. 30-32

Preguntas de los lectores

● ¿Estuvo en desacuerdo el apóstol Pablo con el cuerpo gobernante del primer siglo en cuanto a comer carne ofrecida a ídolos, como concluyen algunos al comparar Hechos 15:28, 29 con el capítulo 8 de 1 Corintios?

No, pues la evidencia prueba que Pablo estaba en pleno acuerdo con el decreto de los apóstoles y ancianos.

En el año 49, Pablo y Bernabé llevaron al cuerpo de ancianos y apóstoles de Jerusalén la cuestión de si los conversos gentiles tenían que circuncidarse. El concilio, basándose en las Escrituras y en los tratos de Dios, y guiado por el espíritu santo, determinó que los conversos no tenían que observar la Ley. Pero, entre otras cosas, sí tenían que ‘seguir absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos.’—Hech. 15:1-29.

Para el año 55, Pablo escribió a los Corintios acerca de comer carne que hubiera sido sacrificada a ídolos. Dijo que en realidad un ídolo no es nada. Por eso, el cristiano podía comer carne que hubiera sido sacrificada a un ídolo, y que más tarde, como sobrante, se sacara y vendiera en una carnicería o un restaurante público que tenía que ver con el templo. Sin embargo, si alguien que anteriormente adoraba al ídolo fuera a tropezar porque el cristiano comiera tal carne, Pablo aconsejaba que sería mejor evitar el hacer aquello para que la fe de la otra persona no recibiera daño.—1 Cor. 8:7-13; 10:25-33; Rom. 14:1-4, 19-23.

En vista de esto, algunos comentadores de la Biblia han alegado que Pablo estaba rehusando acatar el decreto del concilio o que seguía habiendo una división en cuanto a este asunto. Por ejemplo, el profesor E. Blaiklock dice: “En 1 Cor. viii. 4 Pablo mismo adopta públicamente una actitud más liberal que la que el decreto estipula.” Heinrich A. Meyer escribe acerca de que Pablo supuestamente había adoptado una “posición que subsistía por sí sola... completamente independiente de la autoridad de todos los demás apóstoles.” Y el Dr. Meyer comenta que en Primera a los Corintios, capítulo 8, Pablo “no hace ninguna referencia al decreto de los apóstoles ni aquí ni en ningún otro lugar, lo cual está en armonía con su conciencia de su propia dignidad apostólica directa e independiente. . . . Además, este mismo capítulo, junto con el 1 Cor. cap. x., muestra claramente que, en virtud de su posición independiente como apóstol, desde bastante temprano se había sacudido de toda aplicación del acuerdo temporario que se adoptó en Jerusalén.”

Tal razonamiento es engañoso, peligroso y contrario a la Palabra inspirada de Dios. Refleja la idea de que los libros de la Biblia presentan opiniones humanas personales y contradictorias y no son todos inspirados y provechosos. (2 Tim. 3:16, 17) Y, por lo menos en algunos casos, refleja un deseo de clasificar el decreto de Hechos 15:28, 29 como temporario y ahora innecesario. Pero esto está en conflicto con la Biblia y con la evidencia histórica de que los cristianos del siglo segundo y más allá reconocían la vigencia del decreto.

¿Cuál era realmente la posición de Pablo en cuanto al asunto de ‘abstenerse de cosas sacrificadas a ídolos’?

Lejos de oponerse a aquel decreto, Pablo y Bernabé participaron en el concilio que llegó a aquella decisión. Entonces dieron publicidad a la decisión. como lo informa Hechos 16:4: “Ahora bien, según iban viajando por las ciudades entregaban a los de allí para que los observasen los decretos sobre los cuales habían hecho decisión los apóstoles y ancianos que estaban en Jerusalén.” Esto edificó a las congregaciones.

¿Cambió Pablo su posición para el tiempo en que escribió Primera a los Corintios (c. 55) o Romanos (c. 56)? De ninguna manera. De hecho, fue después de haber escrito estas dos cartas que fue a Jerusalén por última vez. (1 Cor. 16:8; Hech. 19:1; Rom. 15:25) mientras estuvo allí, se reunió con Santiago y los ancianos, quienes volvieron a hacer referencia al decreto de Hechos 15:28, 29 como un decreto todavía valido y obligatorio para los cristianos. Pablo no disintió.—Hech. 21:17-26.

Por eso, tenemos buena razón para esperar que cualquier conflicto aparente entre el decreto del concilio y lo que Pablo escribió pueda resolverse. Y ciertamente así sucede.

Lo que el decreto de Hechos 15:28, 29 prohibía era que el cristiano fuera parte de una ceremonia religiosa formal o que cometiera un acto de idolatría. Los que sacrificaban un animal a un ídolo recibían parte de la carne para comérsela. Está claro que el hacer eso era un acto religioso; y se consideraba que estaban participando en una comida con el dios pagano. (Éxo. 34:15; Deu. 32:17; 1 Cor. 10:18-21) De ninguna manera podían los cristianos hacer tal cosa. El decreto del cuerpo gobernante cristiano lo había prohibido, y Pablo concordaba plenamente con aquello. Escribió: “Por lo cual, amados míos, huyan de la idolatría.”—1 Cor. 10:14; 1 Tes. 1:9.

Así, al escribir lo que escribió en 1 Corintios 8 y 10 y Romanos 14, Pablo no estaba otorgando permiso para participar en un acto de idolatría o en una fiesta en honor de un ídolo, como habían hecho los israelitas e incurrido en la ira de Dios. (Núm. 25:1-4; Rev. 2:14) Más bien, estaba tratando con el hecho de simplemente comer, como en una comida acostumbrada, carne procedente de un templo de ídolos que había sido vendida al público en general. Aquella carne no era inmunda ni estaba contaminada simplemente debido a sus antecedentes.

● La lecitina se encuentra en la sangre. Y muchos alimentos elaborados tienen como ingrediente la lecitina. ¿Se obtiene esa lecitina de la sangre?

No, no hay razón para pensar de esa manera.

La lecitina es una sustancia natural que se usa de muchas maneras en el campo industrial debido a que tiene afinidad tanto para el aceite como para el agua en una emulsión. Comercialmente, suele usarse en el mantecado, los dulces y productos horneados, así como en algunos cosméticos y productos químicos. Pero, ¿cuál es la fuente de esta lecitina?

La lecitina es un fosfolípido que se encuentra en toda célula viva. La Encyclopedia Americana de 1977 señala lo siguiente: “Las mayores concentraciones de lecitinas se encuentran en el cerebro y el tejido nervioso y en los glóbulos rojos. También se encuentran en grandes cantidades en la yema del huevo y en algunos tipos de semillas vegetales.”—Tomo 17, pág. 147.

El hecho de que la sangre contenga lecitina ha preocupado a algunos cristianos que han visto la lecitina alistada como ingrediente en etiquetas de alimentos. La Biblia ordena a los cristianos que ‘se abstengan de sangre.’ (Hech. 15:28, 29) Por eso, ellos deben evitar el comer carne que no haya sido desangrada y alimentos que estén hechos con sangre, tales como la morcilla. Pero, puesto que los glóbulos rojos contienen concentraciones de lecitina, algunos cristianos han rehusado comer todo producto que tenga en su lista de ingredientes la lecitina. Otros se han sentido impelidos a escribir a ciertos fabricantes para investigar la fuente de la lecitina que se usa en ciertos alimentos.

Sin embargo, The Encyclopedia Americana continúa explicando: “En el comercio, la lecitina se usa como emulsificador en la industria de los alimentos, particularmente en la elaboración de margarina y chocolate. La lecitina que se usa en las industrias se obtiene de huevos o como producto secundario de la elaboración del aceite de soya.” (Cursivas nuestras.)

Puesto que la lecitina, que es relativamente barata, se puede obtener de huevos o aceite de soya en cantidades apropiadas para el comercio, no hay razón para que algún elaborador trate de extraer la lecitina de la sangre. Valga esta ilustración: Los glóbulos rojos también contienen moléculas de hierro. Sin embargo, ¡qué insensato sería el que un elaborador pensara en extraer hierro de la sangre para hacer ollas u otros productos de hierro cuando la misma sustancia (el hierro) se puede obtener de mineral de hierro a una fracción del costo del otro procedimiento!

La realidad es, pues, que la lecitina comercial no viene de la sangre. Por eso los cristianos no tienen que preocuparse en cuanto a la sangre cuando ven “lecitina” alistada en la etiqueta de algún producto alimenticio.

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