Preguntas de los lectores
● ¿Hay alguna objeción bíblica para el uso de píldoras para la prevención de la fecundación?
El uso de contraceptivos es un asunto que ha de decidir personalmente el matrimonio envuelto, puesto que la Biblia misma no condena la prevención voluntaria de la concepción. La Sociedad no aconseja sobre contraceptivos, como se indicó en La Atalaya del 15 de julio de 1951, páginas 447, 448. Pero debe hacerse notar que el uso de contraceptivos, tales como píldoras para la prevención de la fecundación, no es igual que la esterilización. La esterilización, sea temporal o permanente, con el propósito específico de prevenir la concepción, bíblicamente sería cosa mala. (Para detalles, vea La Atalaya del 1 de mayo de 1962, páginas 286-288.) En cuanto al asunto de píldoras para prevenir la fecundación, si una mujer casada las usa, entonces debe ser con el consentimiento de su esposo.
Los doctores reconocen bien que el uso de cualquier preparado a base de drogas es un riesgo probable. Todas las bibliotecas médicas tienen publicaciones que tratan de los efectos secundarios de las drogas; de modo que esto no es algo que sea poco conocido. La cuestión que ha de decidirse es si el individuo está dispuesto a aceptar el riesgo que posiblemente haya envuelto con el fin de obtener el resultado deseado. Nadie puede decir dogmáticamente que cierta droga es absolutamente innocua; los individuos reaccionan de manera diferente. Sin embargo, en lo que toca a la Biblia, el practicar la prevención de la fecundación por el uso de píldoras hechas con ese propósito no está prohibido; la decisión de usar o no usar tal producto es del matrimonio individual. Para más detalles, vea la ¡Despertad! del 8 de julio de 1962, páginas 27, 28.
● ¿Hay algún significado simbólico para el número cuarenta? Si lo hay, ¿qué es?—A. L., EE. UU.
En cuanto al número cuarenta, tiene que hacerse notar que se usa en conexión con muchas cosas diferentes en la Biblia, como se muestra por una concordancia completa de la Biblia. En sus publicaciones la Sociedad nunca ha atribuido a este número algún significado único que abarque todo uso del número. Sin embargo, en La Atalaya del 1 de septiembre de 1941, en la página 137, al considerar Jueces 5:31, se comentó sobre un período de paz de cuarenta años, después de la liberación de los israelitas de la opresión por los cananeos; y se mostró que esto prefiguró el tiempo del reinado pacífico de 1,000 años del Señor Jesucristo. Obviamente este significado no puede atribuirse a todas las otras veces en que el número aparece en la Biblia. Por ejemplo, el número a veces parece estar asociado con un período de juicio, un juicio o un castigo. Así, la lluvia de los días de Noé cayó durante cuarenta días. (Gén. 7:4) La ley de Moisés estipulaba que determinados tipos de transgresores recibieran cuarenta azotes. (Deu. 25:3) Israel vagó por el desierto durante cuarenta años como castigo por su derrotero de rebeldía. (Núm. 14:34) Jonás le advirtió a Nínive que en cuarenta días sería destruida. (Jon. 3:4) Sin embargo, no hemos de concluir que cada vez que aparece el número cuarenta en las Escrituras tiene significado simbólico.
● ¿Cómo podemos armonizar el relato de Lucas de la Cena del Señor, en el cual él dice que se pasaron dos copas, con los relatos de Mateo, Marcos y Pablo, que dice que solo se pasó una copa de vino?—R. D., EE. UU.
Al comparar varios relatos bíblicos del mismo incidente o acontecimiento siempre es bueno tener presente esto: Aunque un escritor en particular mencione solo una persona u objeto, no obstante esto no significa necesariamente que no haya habido más de uno. Por eso tenemos que Mateo menciona que se curó a dos ciegos y a dos poseídos de demonios, mientras que tanto Marcos como Lucas mencionan solo a uno de cada clase. (Mat. 8:28; 20:30; Mar. 5:2; 10:46, 47; Luc. 8:27; 18:35) También, tanto Mateo como Marcos hablan de un solo ángel en la tumba de Jesús tras la resurrección de éste, mientras que Lucas habla de dos.—Mat. 28:2-4; Mar. 16:5-7; Luc. 24:4, 5.
Así es también en este asunto de la cantidad de copas envuelta en el relato de Lucas 22:17-20, el cual dice: “Aceptando una copa, dio gracias y dijo: ‘Tomen ésta y pásenla del uno al otro entre ustedes; porque les digo: De ahora en adelante no volveré a beber del producto de la vid hasta que llegue el reino de Dios.’ También, tomó un pan, dio gracias, lo partió, y se lo dio a ellos, diciendo: ‘Esto significa mi cuerpo que ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí.’ También, la copa de la misma manera después que hubieron cenado, diciendo él: ‘Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes.’”
La primera copa mencionada aquí (versículo 17) alude a la celebración de la Pascua, como se muestra por el versículo quince. La celebración de la Pascua en el día de Jesús incluía el uso de copas de vino. Realmente, como declara The Jewish Encyclopedia, tomo 9, página 552, y la Cyclopædia de M’Clintock y Strong, tomo 7, página 739, los judíos usaban por lo menos cuatro copas de vino en la celebración de la Pascua. La Misna declara muy definitivamente: “Aun el más pobre en Israel no debe comer a menos que se siente a la mesa, y no deben darle menos de cuatro copas de vino para beber.” (Pesahim 10:1) El comentario de Lucas en el versículo diecisiete, entonces, alude a una de las copas de vino que se pasaban durante la celebración de la Pascua y de la cual copa Jesús mismo bebió, diciendo: “No volveré a beber del producto de la vid hasta que llegue el reino de Dios.”—Luc. 22:18.
Comenzando con el versículo diecinueve, que da principio a un nuevo párrafo en la Traducción del Nuevo Mundo, ahora se menciona, no la Pascua, sino la institución de la Cena del Señor. Jesús usó algo del pan sin levadura y una de las copas de vino, que ya estaban a la mano. La copa mencionada en el versículo veinte, la que se usó en la Cena del Señor, es la única que mencionan Mateo (26:27) y Marcos (14:23) y Pablo en 1 Corintios 11:25. La Cena del Señor, sin embargo, no fue parte de la celebración misma de la Pascua; Jesús instituyó allí un nuevo arreglo.