BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w50 1/5 págs. 137-139
  • La fe con amor

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • La fe con amor
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1950
  • Subtítulos
  • NADA SIN ÉL
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1950
w50 1/5 págs. 137-139

La fe con amor

1. ¿Cómo podría uno adquirir fe, pero cómo únicamente sería de provecho?

EL CONOCIMIENTO es el fundamento para la fe. Romanos 10:14-17 lo manifiesta muy bien cuando dice: “¿Mas cómo le han de invocar, si no creen en él? o ¿cómo creerán en él, si de él nada han oído hablar? . . . Así que la fe proviene de oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Cristo.” (Torres Amat) Pero allá en los días de los apóstoles era posible recibir dones de fe por el poder del espíritu de Dios, cierta convicción que se implantaba en un cristiano por inspiración. Dice Pablo: “Porque a uno, por medio del espíritu, le es dada palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo espíritu; a otro, fe, por el mismo espíritu.” (1 Cor. 12:8, 9) Dicha fe o convicción que se concedía milagrosamente a ciertas personas era cosa necesaria en ese tiempo y resultaba en acciones. Porque los hombres y mujeres de la antigüedad mostraron su fe, se habla de ellos loablemente en el registro bíblico. La fe es cosa muy necesaria, porque la victoria sobre este mundo puede ganarse por un cristiano únicamente si tiene fe en el Dios Todopoderoso. Pero en este caso, también, el don de fe tiene que ir acompañado por el amor para que resulte en provecho eterno de uno mismo. Porque, dice el apóstol, “si tuviere toda la fe, de modo que pudiese remover montañas, mas no tuviere amor, nada soy.”—1 Cor. 13:2.

2. ¿Qué montañas debemos orar que sean removidas? ¿Con qué cualidad?

2 Cierto, Jesús sí les dijo a sus discípulos: “Si tuvieses fe como un grano de mostaza, pudierais decir a esta montaña: Pásate de aquí allá, y se pasaría; y nada os sería imposible.” (Mat. 17:20) Pero no existe registro que indique que él o alguno de sus discípulos jamás tuvo la necesidad de quitar del camino una montaña literal. No existe registro indicando que, sin dinamita o pala de vapor, ellos usaron nada más la fe y oraron al Dios Todopoderoso para que removiera una montaña, y, ¡presto! ésta haya sido alzada y depositada lejos de la vista en el mar. De modo que ninguno de nosotros debe pensar hoy día que jamás tendremos que orar con fe extraordinaria para que una montaña literal sea removida de nuestro camino. Sin duda el término montaña se refiere a obstáculos y dificultades vastos e imponentes que impiden nuestro progreso y que parecen ser tan invencibles e inmovibles como montañas literales. Como, por ejemplo, cuando el profeta Isaías describe la preparación del camino de Jehová para su pueblo desalojado, él dice que “todo monte y cerro [será] abatido”. O como cuando el profeta Zacarías le dice al gobernador judío Zorobabel acerca de la oposición organizada con que se confrontaba su obra de reconstrucción y luego le dice a los opositores organizados: “¿Qué eres tú, oh gran montaña? ante Zorobabel te convertirás en llanura; y él sacará la piedra de remate con aclamaciones de: ¡Gracia, gracia a ella!” (Isa. 40:4; Zac. 4:7) Pero para orar pidiendo la remoción de dichos obstáculos que se parecen a montañas requeriría una medida extraordinaria de fe, “TODA la fe.”

3. ¿Cómo tuvieron fe Adán y Eva y Judas, y con todo por qué fracasaron?

3 Entonces ¿qué? ¿No aseguraría esto que el poseedor de dicha fe excepcional vencería a todas las cosas en su camino, hasta el mismo mundo, y que por fin alcanzaría el premio de la vida eterna en el justo nuevo mundo? No, dice Pablo, a menos que junto con su fe tuviera amor. Pedro dijo que a la fe debe añadirse cariño fraternal y amor. Debido al conocimiento que Cristóbal Colón había adquirido por medio de cierta información y observaciones, él tenía fe de que esta tierra es redonda y actuó en armonía con esa fe y descubrió a la América; pero no tenía amor. Usando su fe sirvió a este mundo y sus intereses nacionales y comerciales. Debido a que Adán y Eva no vieron a Jehová Dios, su Creador, en el jardín del Edén era menester que tuvieran fe de que él existía, pero ellos fracasaron en la prueba de su amor hacia él. Dice Santiago: “Tú crees que Dios es uno solo. Bien haces: también los demonios lo creen, y tiemblan.” (Sant. 2:19) Tenemos también el caso de Judas Iscariote. Seguramente ha de haber tenido fe cuando se unió a la compañía de Jesús y fué escogido para ser uno de sus doce apóstoles. Ha de haber tenido fe cuando Jesús lo envió a él y a sus coapóstoles como evangelistas mandándoles que predicaran e hicieran milagros; y que lo hicieran sin llevar provisiones adicionales para su viaje. En esa conexión Jesús le dijo a Judas y a los demás: “Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre: mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.” (Mat. 10:1-22) Judas no perseveró en las pisadas de Cristo hasta el fin. Aunque en un tiempo tuvo fe, perdió en cuanto al amor, y traicionó a su mejor amigo bajo Dios.

4. ¿Cómo puede uno que tiene fe fracasar en cuanto a los dos grandes mandamientos?

4 Hay que tener amor para perdurar, porque debido al egoísmo podemos ofendernos con la persona en quien hemos estado manifestando fe. Podemos ser gigantes en cuanto a la fe, no permitiendo que dificultad alguna, aunque sea del tamaño de una montaña, estorbe nuestro camino, sino venciendo toda dificultad. Pero la fe que nos hace producir estas obras y hazañas de fe tiene que ir acompañada por el amor. Está bien dicho, entonces: “Pues que en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale algo, ni tampoco la incircuncisión, sino la fe que obra por medio del amor.” (Gál. 5:6) Podemos tener fe en Dios sabiendo que él suministrará alimento y ropa para los hermanos que nosotros vemos están necesitados. Pero aunque sea correcta esta fe, mostramos falta de amor si nosotros no hacernos lo que podemos para suplir su necesidad. Esta falta hace que Santiago diga: “¿Qué aprovecha, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, mas no tiene obras? ¿Acaso tal fe puede salvarle? Si un hermano o una hermana estuviere desnudo, o careciere del pan de cada día, y uno de vosotros le dijere: Id en paz, calentaos y saciaos; mas no les diereis las cosas necesarias para el cuerpo, ¿de qué les aprovecha? Así también la fe, si no tuviere obras, es de suyo muerta.” (Sant. 2:14-17) Ahora si el hombre que profesaba tener fe hubiera tenido amor, entonces hubiera desempeñado algunas obras de auxilio a favor de su hermano necesitado. De hecho, porque no tenía amor verdadero, no sacó provecho de su fe. No se mostró ser imitador de Dios al tratar con su prójimo. Falló en cuanto al segundo de los grandes mandamientos, y por eso resultó ser nada.

NADA SIN ÉL

5, 6. ¿Cómo podría uno entregar todo lo que posee y con todo no sacar provecho?

5 En todo caso, sin embargo, no hemos de confundir obras caritativas con el amor. No, porque el apóstol Pablo sigue diciendo: “Aunque regale todo lo que yo poseo, y me entregue yo mismo, pero lo hago por orgullo, no por amor, de nada me sirve.” (1 Cor. 13:3, Una Tradu. Amer. [en inglés]) En esta conexión sólo tenernos que recordar a Ananías y Safira. En ellos podernos ver cómo sería posible que algunas personas dieran una dádiva orgullosamente para causar una impresión y para dar la apariencia de ser como otros que estaban donando todo lo que tenían, sólo que Ananías y Safira no habían dado todo lo que tenían a la comunidad cristiana. Hay muchas razones egoístas que harían a un hombre entregar todo lo que tiene a favor de la caridad.

6 El levita Bernabé, después de llegar a ser cristiano, vendió su hacienda y depositó el dinero a los pies de los apóstoles como una donación, y su nombre fué registrado en la Biblia porque hizo eso. En el caso de él, no lo hizo con esa esperanza, pero alguna otra persona podría donar todo lo que posee con la idea de forjarse un nombre. Este entonces anuncia la donación que está entregando y su nombre se registra en los libros de esa organización caritativa como un donador ejemplar, como un promovedor de la caridad que hizo un sacrificio desinteresado. No importa lo generoso que parezca ser la donación, el móvil que lo impulsó no fué puro, no fué verdadero amor. En el sermón del monte pronunciado por Jesús fué adecuado que Jesús amonestara contra el anunciar uno sus limosnas y contra el hacer uno sus obras caritativas con el propósito expreso de ser visto y admirado por la gente. El donador caritativo que tiene verdadero amor seguirá la instrucción de Jesús: “Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; de modo que tu limosna sea en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mat. 6:1-4) El Padre celestial no recompensa el don monetario o material del dador, sino que recompensa el amor que impulsa el don. De modo que el amor es lo que resulta en provecho para el dador.

7, 8. ¿Cómo deben de hacerse las dádivas, y promoverse el auxilio?

7 Nunca debemos ceder a un impulso egoísta cuando hacernos algún regalo. Quizá esté en progreso una campaña de auxilio. Todos en nuestro derredor podrán estar donando algo. Para que no piensen que uno es tacaño y para dar la apariencia que uno es tan generoso como los demás o para lograr alguna ventaja comercial, quizá nos sintamos obligados a dar aunque sea algo. Ese sería un regalo de interés y de provecho personal, y no uno que se dió por un dador alegre. Un dador verdaderamente amoroso no dará escasamente un mínimum, sino todo lo que le es posible, hasta negándose a sí mismo, porque desea hacerlo por amor a Dios y a Sus criaturas. Esa es la clase de persona que Dios reconoce, y el apóstol Pablo dice concerniente a las obras de socorro de su día: “Haga cada cual según tiene propuesto en su corazón; no de mala gana, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre.”—2 Cor. 9:7.

8 El apóstol no nos dice, por supuesto, si él dió de sus propias posesiones, pero sí dió sus servicios personales gratuitamente, y por esto lo que él haya dado materialmente fué impulsado por el amor. Él no hizo como hacen muchos hoy día, los cuales responden a una campaña caritativa pública y dan, diremos, mil dólares a una organización caritativa y luego dicen: “Tenga, USTED vaya y alimente y alivie a esa gente angustiada.” No, sino que Pablo se gastó a sí MISMO en la obra de auxilio. Para que sus hermanos cristianos en Grecia pudiesen dar alivio de una manera organizada a sus hermanos cristianos necesitados en Palestina, él dió instrucciones acerca de cómo preparar las provisiones de auxilio. De esa manera podían manejarse sin pérdida de tiempo y esfuerzo y podían usarse de la manera más efectiva para ayudar a sus hermanos necesitados. No se preparó ni se publicó una lista de donadores, por cuanto eso hubiera incitado móviles egoístas. Todo se hizo con el fin de apelar a su amor cristiano, y no se apeló a egoísmo de ninguna clase. De otro modo, la caridad manifestada no hubiera servido de provecho para los donadores, no hubiera desarrollado en ellos el amor.—1 Cor. 16:1-4; 2 Cor. 8:1-24.

9, 10. ¿Cómo debe de hacerse el sacrificio de uno mismo para que sea de provecho propio?

9 Un hombre bien podría entregar todos sus bienes para ayudar a los pobres, y con todo estar renuente a entregarse a sí mismo en el interés del servicio de Dios y la salvación de Sus criaturas. De manera que la entrega de uno mismo puede representar un sacrificio más grande que el de entregar simplemente todas sus posesiones a favor de la caridad. Pero hasta en este caso la falta del amor puede hacer que la entrega de uno mismo sea sin valor a la vista de Dios. No queremos engañarnos acerca de este punto, porque Pablo dice: “Si doy todo lo que yo poseo para alimentar a los que tienen hambre, y aunque (para decir lo que es jactancioso) sacrifique mi cuerpo, mas no tengo Amor, de nada me valdrá.” (1 Cor. 13:3, N.T. del Siglo Veinte [en inglés]) Una persona concentrada en sí misma podría buscar el martirio. Podría contemplar el futuro y decir: “Si pongo en peligro mi vida de esta manera, o si me expongo y muero de esta manera, la gente me admirará y me glorificará y por mucho tiempo hablará de mí. Quizá hasta hagan mención de mí en la historia como un mártir y me hagan una placa o me edifiquen un monumento conmemorativo.” Tal proceder no sería uno de amor ni parecido al de Cristo.

10 Jesucristo se entregó a sí mismo voluntariamente, sin quejarse, parecido a una oveja en manos de los matadores, pero no lo hallamos jactándose debido a eso. Repetidas veces llamó la atención a su sacrificio. No obstante esto nunca se hizo en forma de jactancia. Fué con el fin de enseñarle a la gente el único camino que hay para conseguir la salvación. Él entregó su cuerpo hasta la muerte porque amaba a Jehová Dios y porque se complacía en hacer Su voluntad. Cuando entró al escenario mundial y dió principio a su trabajo como el Sumo Sacerdote de Dios que se ofrecería a sí mismo él dijo: “He aquí yo vengo; (en el rollo del libro está escrito de mí); me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón.”—Sal. 40:7, 8; Heb. 10:5-10.

11. ¿Qué es lo que cuenta con Dios, si no es la exhibición propia en el sacrificio?

11 Se exhorta a los hermanos espirituales de Cristo que son llamados para heredar el trono celestial con él a la diestra de Dios que entreguen sus vidas humanas en el servicio de Él. Pablo les escribe para decir: “Os ruego pues, hermanos, por las compasiones de Dios, que le presentéis vuestros cuerpos, como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios; culto racional vuestro.” Para hacer esto no tenemos que hacer algo para exhibirnos y recibir la fama de gran mártir. Para ser fieles sencillamente tenemos que aprender cuál es la buena, la acepta y la perfecta voluntad de Dios y luego hacer eso calladamente, con regularidad y firmeza para agradar y glorificarle a él. El aprender la voluntad de Él transformará nuestra mente, y ya no trataremos de conformarnos al camino egoísta de este mundo, tratando de aparecer como mártires para nuestra propia gloria. Nuestra obediencia fiel a la voluntad y mandamientos de Dios, es lo que probará nuestra perfección cabal en el amor a Dios, y debido a esto Él nos contará como dignos de preservación eterna en el nuevo mundo. (Rom. 12:1, 2) De manera que lo que impresiona a Dios no es el morir grandiosamente o como mártir. El obedecerle fielmente y sin afectación es lo que cuenta. Esto es lo que prueba nuestro amor hacia él y es lo que fortalece y perfecciona el amor en nosotros. De manera que repetimos la amonestación del apóstol: “Y aunque reparta todos mis bienes, y aunque entregue mi cuerpo para poder jactarme, si no tengo amor, no he aprovechado nada.”—1 Cor. 13:3, Rótherham (en inglés).

12. ¿El camino del amor es más excelente que qué? ¿Qué cosa nos puede ayudar para esto?

12 Ciertamente, pues, el camino de amor es el único camino de provecho para con Dios. El camino de amor es más excelente que el de proseguir meramente recibiendo y usando los dones y talentos que se han impartido milagrosamente por el espíritu o fuerza activa de Dios. Puesto que esos dones milagrosos ya no se imparten hoy día, es más necesario que nunca antes cultivar el amor. El espíritu de Dios nos puede ayudar a hacer esto para perfección.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir