integridad bajo prueba. Consideren su prosperidad de organización y su expansión en números. Observen su celo consumidor y amor al reino de justicia de Jehová. Consideren todo esto cuidadosamente y ustedes no podrán menos que conocer con certeza que una fuerza invisible poderosa, sí, el espíritu santo de Jehová, está activando a este pueblo. ¡Es una demostración de “la unidad del espíritu” en una grandiosa escala global!—Efe. 4:3.

24. (a) Si no es por fuerza militar ni poder humano, ¿de dónde viene la fuerza del cristiano? (b) ¿Por qué razón excelente tienen que depender los ministros de Dios de la fuerza que Jehová suple?

²⁴ Ahora bien, todo esto es exactamente como Jehová dijo hace mucho tiempo que sería: “‘No por una fuerza militar, ni por poder, sino por mi espíritu,’ ha dicho Jehová de los ejércitos.” Por eso el apóstol Pablo atribuyó su propia fuerza al poder de Jehová, diciendo: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.” Por eso que jamás un siervo de Jehová confíe en su propia fuerza ni en el poder de otros hombres, sino, en cambio, “si alguno ministra, ministre como dependiendo de la fuerza que Dios suple; para que en todas las cosas Dios sea glorificado.”—Zac. 4:6; Fili. 4:13; 1 Ped. 4:11.

25. ¿De qué grandiosas bendiciones disfrutan cabalmente ahora todos los que son activados por el espíritu de Jehová?

²⁵ Debido a que sus ministros dedicados hacen todas las cosas para que Jehová sea alabado y glorificado, él, en cambio, les concede muchas bendiciones. Entre estas bendiciones están el gozo y la felicidad. Aunque “ustedes aceptaron la palabra bajo mucha tribulación,” lo hicieron “con gozo de espíritu santo,” dicen las Escrituras. (1 Tes. 1:6) Además, la promesa es: “Felices son los hombres cuya fuerza está en ti... Andarán de energía vital a energía vital.” Este gozo y felicidad no es una alegría superficial inspirada por los “mimos” del mundo. Más bien, es un genuino, profundo, interior sentimiento de satisfacción y contentamiento de que se disfruta aun si a causa de dolor físico corren lágrimas por las mejillas a causa de ser uno golpeado despiadadamente en una bóveda a prueba de ruido de una prisión mohosa. Es la felicidad que viene a los que están haciendo feliz el corazón de Jehová, a los que participan en la vindicación de su gran Nombre y Santa Palabra.—Sal. 84:5, 7; Pro. 27:11.

Siguiendo tras mi propósito en la vida

Por C. E. Frost

EL Betel de Brooklyn es mi hogar, y me siento feliz al decir que lo ha sido por los pasados cuarenta y siete años. Esta es la colmena de actividad conocida como las oficinas internacionales de los testigos de Jehová. ¡Qué contraste con la vida en nuestra granja familiar cerca de Brazil, Indiana! Allí fue donde nací en diciembre de 1874, cuando Ulises S. Grant estaba en su segundo período como presidente de los Estados Unidos.

Nuestros padres concurrían a la iglesia metodista local y a los niños nos enseñaron esa religión. Cuando yo tenía unos veinte años de edad, una predicadora de la secta Santidad efectuó una reunión de reavivamiento espiritual en las cercanías y fui a escuchar. Ella consideró la santificación y el obtener el espíritu