Estudio 11
Usando buena habla cada día
1. ¿Qué hará que nuestra habla le sea placentera a Jehová?
1 “Que los dichos de mi boca . . . lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová.” (Sal. 19:14) Para que esto sea realidad en nuestro caso, tenemos que hablar acerca de las cosas correctas y de la manera que sea digna de un siervo de Dios. Queremos que nuestra habla pruebe que somos siervos fieles de Dios cada día, no meramente cuando estamos en el Salón del Reino o afuera en el ministerio del campo. Entonces el lenguaje que usemos en nuestros hogares, en el trabajo, en la escuela, hablará bien de nuestro ministerio.—2 Cor. 6:3.
2, 3. ¿Por qué son importantes nuestra manera de hablar y nuestra selección de palabras?
2 Nuestra manera de hablar es importante. Esto incluye hasta nuestra expresión facial y el tono de la voz. Nuestra felicidad como siervos de Jehová debe mostrarse en nuestro rostro. Un aire amigable y una sonrisa afectuosa atraen a la gente. Aunque las verdades bíblicas acerca de las cuales hablamos son serias, también son alentadoras. Por eso ¡sea entusiástico! Una expresión impasible no va bien con nuestro mensaje de esperanza.
3 Al familiarizarse con el habla buena usted se dará cuenta de que las palabras y expresiones tienen “personalidad.” Pueden ser amargas o dulces, blandas o duras, amigables u hostiles, edificantes o desmoralizadoras. En vista de eso, es vitalmente importante seleccionar la palabra o expresión correcta. Esto es particularmente cierto cuando en ello están envueltas las palabras de la verdad, las buenas nuevas del Reino.
4. ¿Cómo podemos ampliar nuestro vocabulario?
4 Ampliando su vocabulario. No hay escasez de las palabras que se pueden usar para alabar a Jehová, como lo muestra un vistazo a cualquier diccionario. Pero la pregunta es: ¿Usa usted bien el caudal de palabras disponible? Al leer, ¿busca usted en el diccionario las palabras que no entiende completamente, o quizás las marca para buscarlas al terminar de leer el artículo? Esto le ayudará a aumentar su vocabulario. También se dará cuenta de que hay muchas palabras que usted reconoce, pero que no usa en el habla diaria. Haga un esfuerzo consciente por usarlas cuando sea apropiado. Ciertamente será para provecho suyo como ministro o estudiante cristiano el seguir cultivando la habilidad del bien decir.
5, 6. ¿Qué nos ayudará a aprender a usar con precisión las palabras?
5 Aprenda a usar la palabra precisa. Pudiera haber dos palabras que tuvieran significados semejantes pero levemente diferentes, que se habrían de usar en circunstancias diferentes. Si usted advierte especialmente esto, evitará ofender a los que le escuchan, y mejorará la claridad de su habla. El consultar un buen diccionario es útil. Algunos diccionarios alistan bajo cada palabra tanto sus sinónimos (palabras de significado semejante, aunque no idéntico) como sus antónimos (palabras de significado algo opuesto). Así usted no solo encuentra varias maneras de expresar la misma idea, sino también diferentes matices de significado. Eso le es muy útil cuando busca la palabra que mejor encaje en ciertas circunstancias. El uso de la palabra que es idónea también le evita palabreo innecesario, y le ayuda a ir al grano. El palabreo tiende a oscurecer los pensamientos. Por eso, practique el expresarse en pocas palabras. Cuando lo haga bien, entonces empiece a variar su expresión con palabras descriptivas que añadan color y significado.
6 A medida que usted amplíe su vocabulario, no piense solo en términos de nuevas palabras, sino considere palabras que tengan características particulares: verbos que expresen vigor; adjetivos que comuniquen color; expresiones de transición que ayuden a evitar la monotonía; expresiones que muestren afecto y una nota de bondad. Al leer las publicaciones de la Sociedad se puede notar una amplia variedad de palabras y frases de las cuales escoger.
7, 8. ¿De qué peligros en cuanto a un vocabulario más amplio debemos estar al tanto?
7 El propósito de un vocabulario más amplio, por supuesto, no es que la persona se luzca. Nuestro objetivo es comunicar información, no hacer una impresión personal en los que nos escuchan. Nuestro punto de vista debe ser idéntico al que expresó el apóstol Pablo de este modo: “En la congregación prefiero hablar cinco palabras con mi mente, para también instruir a otros verbalmente, que diez mil palabras en una lengua [extranjera].” (1 Cor. 14:9, 19) Si el habla de uno es demasiado difícil para ser entendida, lo mismo daría que estuviera en una lengua extranjera. De manera similar, es sabio evitar hacerse innecesariamente técnico para personas para las cuales los detalles no tendrán valor. Aun en la conversación corriente no debemos tratar de impresionar a los que nos escuchan con habla compleja y palabras poco conocidas. Es más importante que los que nos escuchan capten lo que decimos. Recuerde que, según Proverbios 15:2, “la lengua de los sabios hace el bien con el conocimiento.” La selección de buenas palabras, palabras que se entiendan con facilidad, ayuda a hacer refrescante y estimuladora nuestra habla en vez de aburrida y no interesante.—Col. 4:6.
8 Es importante también aprender a decir las palabras correctamente. Pronúncielas debidamente. Usted puede consultar un diccionario y también observar cómo otros pronuncian ciertas palabras. Esto le ayudará a evitar el descuido en la pronunciación. Otros peligros que deben evitarse en el habla de cada día son el pegar las palabras unas a otras, oscureciéndolas, y comerse la terminación de las palabras. No hable a través de sus dientes. Use buena dicción. Abra la boca para articular con claridad.
9-12. ¿Qué clase de habla debemos evitar, y por qué?
9 Lenguaje que debe evitarse. La Palabra de Dios nos guía en cuanto a la clase de habla que debemos evitar en nuestra vida cotidiana. El apóstol Pablo nos aconseja, por ejemplo, evitar las “cosas que no son decorosas,” tales como “bromear obsceno.” (Efe. 5:3, 4) Debemos evitar las palabras y expresiones que son obscenas y vulgares. Pablo también escribió: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para la edificación según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes.” (Efe. 4:29) Se ve, pues, que los cristianos deben evitar las malas palabras y el habla grosera. Algunas personas creen que ese lenguaje da énfasis a lo que dicen. Pero hay muchísimas palabras buenas que son vigorosas. No es necesario imitar el habla ruda de esas personas cuando les hablamos. El lenguaje sencillo puede ser útil, pero debe ser limpio y correcto.
10 También deben evitarse ciertas expresiones y giros del habla que chocan con el uso gramatical. Muchas veces sucede que personas mundanas del campo del entretenimiento usan esa clase de habla o la popularizan en canciones modernas. La gente tiende a imitar a estas personas. No es bueno que los cristianos adopten esos patrones o modelos de habla. El hacer eso nos identificaría con el mundo y su modo de vivir. A menudo los vendedores de drogas y otros cuyo patrón entero de vida es criminal o inmoral tienen su propio vocabulario, usan palabras de una manera que no se le hace inmediatamente clara al que por casualidad escucha. Pero nuestra norma de habla no debe ser afectada por esas influencias mundanas.—Rom. 12:2.
11 Los cristianos deben ejercer cuidado para evitar lenguaje irreverente. Algunas personas usan los términos “Dios” y “Señor,” también “Jesús” y “Cristo,” simplemente para añadir énfasis al habla, o como sustituto para una mala palabra. Otras palabras también son objetables como interjecciones.—Éxo. 20:7; Mat. 5:34-37.
12 Lo que la gente dice o hace nos puede irritar a veces. Aun así, no sería correcto el que un cristiano replicara con habla colérica o abusiva. Dice el apóstol: “Realmente deséchenlas todas de ustedes, ira, cólera, nocividad, habla injuriosa y habla obscena de su boca.” (Col. 3:8) Por eso, aunque el habla de otros lo irrite, el proceder sabio es controlar su espíritu.—Pro. 14:29; Sant. 3:11.
13-16. ¿Qué nos ayudará a mejorar nuestra gramática y nuestros hábitos del habla?
13 Gramática correcta. Algunas personas quizás se den cuenta de que su gramática no es gramática de peritos. Quizás se hayan criado en un país extranjero o no hayan tenido oportunidad de adquirir mucha educación académica cuando más jóvenes. No deben desanimarse; más bien, deben hacer un esfuerzo genuino por mejorar, haciéndolo por amor de las buenas nuevas. Se pueden dar ciertos pasos provechosos. Por ejemplo, la lectura en grupo de familia ofrece oportunidades para hacer esas correcciones. Mucho de lo que sabemos acerca de la gramática lo aprendemos oyendo a otros hablar. Por eso, escuche cuidadosamente cuando hermanos maduros y bien educados hablan. Al leer la Biblia y las publicaciones de la Sociedad, note la estructura de las oraciones y la forma de las palabras que se usan en diferentes situaciones. Modele su propia habla en armonía con estos buenos ejemplos.
14 Los más jóvenes deben aprovecharse de la oportunidad de aprender buena gramática y dicción mientras asisten a la escuela. Mientras haya incertidumbre en ti, joven, en cuanto a la razón por la cual aplica esta o aquella regla gramatical, pídele más información a tu maestro o maestra. Tienes buena razón para perseverar, porque ciertamente quieres ser un ministro eficaz de las buenas nuevas.
15 Esfuércese por usar buena habla todos los días. El que tiene hábitos de habla descuidada en sus conversaciones diarias no puede esperar hablar bien en ocasiones especiales. Para eso se necesita práctica. Pero si usted usa habla de calidad en las circunstancias ordinarias de la vida, entonces le vendrá fácil y naturalmente cuando esté en la plataforma o al testificar a otros acerca de la verdad de Dios.
16 El practicar buen habla todos los días ayuda a llenar nuestra mente y corazón de palabras deleitables con las cuales podemos expresar nuestro aprecio por los magníficos propósitos de Jehová por medio de su reino. Entonces experimentaremos la verdad de las palabras de Jesús en Lucas 6:45: “El hombre bueno del buen tesoro de su corazón produce lo bueno.”