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  • Todos están sirviendo a un dios

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  • Todos están sirviendo a un dios
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¡Despertad! 1973
g73 22/8 págs. 27-28

¿Cuál es el punto de vista bíblico?

Todos están sirviendo a un dios

SEA que los hombres quieran reconocerlo o no, están sirviendo al Creador del universo, Jehová Dios, o a uno que está en oposición a él, Satanás el Diablo. ¿Cómo puede ser esto?

Un principio que se encuentra en la Biblia hace esto claro. Nos dice: “¿No saben que si siguen presentándose a alguien como esclavos para obedecerle, son esclavos de él porque le obedecen, ya sea del pecado con la muerte en mira o de la obediencia con la justicia en mira?” (Rom. 6:16; Mat. 6:24) Por lo tanto, cuando una persona va en contra de la voluntad de Dios, está complaciendo al adversario de Dios. Sea que la persona crea en Satanás o no, al conformarse al mundo y a sus caminos injustos, está sirviendo los intereses de Satanás.

Para servir al Dios verdadero, uno tiene que conocer la voluntad divina como se declara en la Biblia. No se gana nada con insistir, como lo hacen algunos, que ellos saben lo que es correcto y que las Escrituras son innecesarias. Si una persona cree que está haciendo lo que es correcto, ¿por qué debería temer hacer un examen de la Biblia? ¿No sugeriría el rehusar hacerlo que en el fondo sabe que debe cambiar sus caminos?

También es imprudente el aceptar la palabra de otra persona sin hacer una investigación personal. Aunque una persona sea celosa y crea que está haciendo lo correcto, puede sin saberlo estar sirviendo a Satanás como dios. El celo y la sinceridad no son suficientes. Esto se ilustra en el caso de muchos judíos allá en el primer siglo E.C. Con respecto a ellos, el apóstol Pablo escribió: “Tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto; pues, a causa de ignorar la justicia de Dios pero de procurar establecer la suya propia, no se sujetaron a la justicia de Dios.” (Rom. 10:2, 3) Debido a este celo mal dirigido, ellos persiguieron violentamente a los verdaderos seguidores de Jesucristo. Como el apóstol Pablo les dijo a los cristianos de Tesalónica: “Ellos no están agradando a Dios, sino que están en contra de los intereses de todos los hombres, puesto que tratan de estorbar el que hablemos a las gentes de las naciones para que éstas se salven, con el resultado de que ellos siempre colman la medida de sus pecados.”—1 Tes. 2:15, 16.

Esto muestra el peligro de tener un conocimiento incompleto de la voluntad de Dios. Los judíos en el primer siglo de la E.C. estaban familiarizados con las Escrituras Hebreas, pues éstas se leían todos los sábados en las sinagogas. (Luc. 4:17-21; Hech. 15:21) Pero no actuaron en armonía con esas Escrituras y rechazaron la evidencia en ellas que señalaba a Jesús como el Mesías prometido. Rehusaron aceptar la verdad que se revelaba por medio de Jesús. Por elección, el conocimiento que ellos tenían de Dios permaneció incompleto.

Como consecuencia, muchos judíos hicieron al Diablo su dios. ¿Cómo hicieron esto? No por medio de decir que servían al Diablo, sino por medio de reflejar una disposición asesina para con Jesús. Es por eso que Jesús les dijo sin ambages: “Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían a mí, porque de Dios vine yo y estoy aquí. Ni he venido de mi propia iniciativa, no, sino que Aquél me envió. ¿Por qué es que ustedes no saben lo que hablo? Porque no pueden escuchar mi palabra. Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, habla según su propia disposición, porque él es mentiroso y el padre de la mentira.”—Juan 8:42-44.

Por lo tanto, los únicos a quienes Dios reconoce como sus siervos son los que aceptan toda su verdad revelada y amoldan sus vidas a ella. Jehová Dios exige devoción exclusiva. (Deu. 5:9) ¿Qué significa esto para uno? Significa que, para complacer a Dios, uno tiene que aceptar toda la Palabra de Dios y concienzudamente aplicarla a todo aspecto de la vida de uno.

¿Está una persona haciendo esto si se entrega a ritos religiosos supersticiosos o paganos mientras afirma ser cristiana? En varias partes de la Tierra la gente que afirma ser cristiana también consulta a astrólogos o adivinadores, aunque la Biblia condena esto. (Deu. 18:10-12) También quizás emplee los servicios de un “curandero” para tratar de curarse de males corporales. No ve nada malo en el hecho de que en el ritual se invocan a varios dioses. ¿Están esas personas sirviendo al Dios verdadero? ¿Cómo pudieran hacerlo en vista de que su Palabra dice: “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero?”—2 Cor. 6:14.

Esto fue la mismísima cosa de lo cual los israelitas se hicieron culpables. Afirmaban servir a Jehová y al mismo tiempo sacrificaban a otros dioses. No veían nada malo en mezclar prácticas idolátricas con su adoración de Jehová. (Jer. 44:16-19) ¿Pero aprobó Jehová su adoración? No. El profeta Jeremías les dijo: “En cuanto al humo de sacrificio que ustedes hicieron en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, ustedes y sus antepasados, sus reyes y sus príncipes y la gente de la tierra, ¿acaso no fue esto lo que Jehová recordó y lo que procedió a subir a su corazón? Por fin Jehová ya no pudo aguantarlo a causa de la maldad de los tratos de ustedes, a causa de las cosas detestables que habían hecho, y por eso su tierra llegó a ser un lugar devastado y objeto de pasmo e invocación de mal, sin habitante alguno, como sucede este día. Por el hecho de que ustedes hicieron humo de sacrificio y que pecaron contra Jehová y no obedecieron la voz de Jehová y no anduvieron en su ley y en sus estatutos y en sus recordatorios, es por eso que les ha acaecido esta calamidad.”—Jer. 44:21-23.

Jehová Dios no cambia. (Mal. 3:6) Todos los que no están dedicados exclusivamente a la adoración verdadera se enfrentan a la calamidad. ¿Por qué? Porque puesto que no están del lado de Jehová, son siervos de Satanás el Diablo y de sus demonios inicuos. El apóstol Pablo les escribió a los cristianos de Corinto: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios.”—1 Cor. 10:20.

Igualmente, aunque una persona afirme adorar al Dios verdadero, si trata a las cosas creadas como objetos de reverencia, este es un asunto serio. Esto lo reconoció el fiel Job cuando dijo: “Si solía ver la luz cuando fulguraba, o la preciosa luna que iba caminando, y empezó mi corazón a ser seducido en secreto y mi mano procedió a besar mi boca, eso también sería un error para la atención de los jueces, porque hubiese negado al Dios verdadero arriba.” (Job 31:26-28) Así es que, si una persona usara imágenes como una ayuda en la adoración o comenzara a idolatrar a una persona o cosa, ¿estaría sirviendo al Dios verdadero? La Biblia contesta: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria, ni mi alabanza a imágenes esculpidas.” (Isa. 42:8) Por lo tanto, entonces, si por medio de sus pensamientos o acciones un adorador ‘niega al Dios verdadero,’ ¿a quién se dirige su adoración? ¿Quién es su dios? Obviamente, “el dios de este sistema de cosas,” el Diablo.

Seguramente, eso no es lo que usted quiere. Haga a Jehová su Dios. Ámelo únicamente a él. Manifieste ese amor por medio de obedecer sus mandamientos.

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