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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1962 | 1 de marzo
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mayoría de los nuevos que estaban entrando en la verdad. Pero ahora que hay seis circuitos solamente puedo ver a todos los publicadores una vez al año en nuestras asambleas nacionales. Durante la última, miré a los treinta y seis hermanos nuevos que estaban por ser bautizados y me asombré de que conocía solo a unos pocos de ellos. Eso es indicio seguro de crecimiento. El bautizar a treinta y seis en un día es un contraste considerable con los veintitrés que fueron bautizados durante todo el año de 1956.
Debido al quebrantamiento de la salud del siervo de sucursal, se me pidió que lo reemplazara hasta que otro pudiera ser enviado. Aunque me sentía incompetente para el trabajo de oficina, gocé de esos diez meses. Hubo algo que hacer en todo momento. Hubo problemas que resolver, literatura que despachar, volantes que imprimir, nuevas casas misioneras que establecer, asambleas que cuidar y predicación personal con la congregación local.
Fue un gran placer el asistir a la gran asamblea internacional de 1958 y visitar una vez más a viejos amigos y parientes. Al acercarse el fin de mis vacaciones, yo estaba listo para regresar a mi trabajo en Bolivia. Amo trabajar aquí entre estas personas que tienen hambre espiritual.
Fue un gozo ver en la asamblea a muchos hermanos que planeaban servir donde hay mayor necesidad, y hablar con personas jóvenes que pensaban en hacer del servicio de tiempo cabal su propósito en la vida. Nunca se arrepentirán de haber seguido tal derrotero. Cuando considero lo que he hecho y lo que podría haber hecho al seguir tras otra meta, quedo convencido de que seguí tras la única meta que vale la pena. Si yo pudiera vivir de nuevo mi vida, no escogería seguir ningún otro proceder.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1962 | 1 de marzo
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Preguntas de los lectores
● ¿Cómo deben entenderse los comentarios sobre el adorno femenino en 1 Timoteo 2:9, 10 y 1 Pedro 3:3, 4?—J. H., EE, UU.
Los textos en cuestión dicen: “Igualmente deseo que las mujeres se adornen con vestidos bien arreglados, con modestia y cordura, no con estilos de trenzas y oro o perlas o traje muy costoso, sino de la manera que es propio para las mujeres que profesan reverencia a Dios, es decir, por medio de obras buenas.” “Y que no sea su adorno el de trenzados externos del pelo ni el de ponerse ornamentos de oro ni el de usar prendas de vestir exteriores, sino que sea la persona secreta del corazón en la indumentaria incorruptible del espíritu sereno y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios.”
Comentadores de la Biblia tales como Adán Clarke hablan de los peinados elaborados, o trenzados del cabello en que se entremezclaban adornos de oro, que eran la moda entre las mujeres paganas de los días de los apóstoles. Ese despliegue de “encanto” y ostentación estaba muy fuera de lo apropiado para cristianas y por eso tanto Pablo como Pedro hablaron contra él.
No obstante, las sectas de la cristiandad que van al extremo de prohibir todo adorno femenino tomando como base para ello estas órdenes de los apóstoles están obviamente equivocadas. No podemos concluir que todo trenzar del cabello o todo uso de adornos es incorrecto, porque Pedro incluye “el usar prendas de vestir exteriores,” y ciertamente las mujeres tienen que usarlas. El punto de este consejo bíblico no es lo que las mujeres cristianas pueden usar o no pueden usar sino en qué han de colocar el énfasis: no en el adorno externo sino en el adorno interno, en la mente y el corazón, en la clase correcta de disposición, si quisieran ser atractivas. ¡Ay, es mucho más fácil usar el adorno exterior que desarrollar el adorno interior!
La mujer cristiana hará bien en vestirse moderadamente, modestamente y con buen gusto, evitando lo chillón y la sensualidad. Tal como ella no debería atraer atención indebida por usar adornos o joyas ostentosos y chillones, también debería ejercer cuidado para que el
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