“Persevera en tu obra”
LA OBRA que vale la pena es muy provechosa. El uso de energía y tiempo al hacer estas cosas y al efectuar faenas, si son de la clase correcta, al terminarse manifiesta ser provechoso. Pero si usted no sabe qué obra vale la pena y es de la clase correcta, entonces escoja un ejemplo noble de un trabajador provechoso y sígalo. ¡Vea el ejemplo perfecto de Cristo Jesús! Él vino a ser el siervo esclavo de su Padre Jehová Dios. “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando,” dijo él. (Juan 5:17, NM) El ministerio de Jesús fué grande y maravilloso, su obra fué justa y buena y de valor duradero. ¿Provechosa para él? En verdad que sí, porque cuando fué completada fué exaltado al puesto más alto del universo próximo al Altísimo Dios. Su obra también fué provechosa para todos los que amaran y sirvieran a Jehová Dios.
¿Y cómo emprendió su faena digna de alabanza este Trabajador Modelo? “Y rodeaba Jesús por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando la buena nueva del reino, y sanando toda suerte de enfermedad y toda dolencia.” (Mat. 9:35) Este Ejemplo noble demostró a sus discípulos cómo poner a trabajar sus facultades, aptitudes y habilidades en la obra de servicio de Dios. En una ocasión los envió en un viaje de predicación con instrucciones para cubrir el territorio, de pueblo en pueblo, de lugar en lugar, y perseverar en él hasta que hubieran completado el circuito.—Lucas 9:1-6; Mateo 10.
Pero eso no completó la obra; más de lo mismo tenía que seguir. Discípulos de Cristo como trabajadores tendrían que ir a “todas las naciones” antes de que esta obra importante se terminara. (Mat. 28:19, 20; Hech. 1:8) Eso quiso decir que todavía había mucho trabajo por hacerse. Mucho territorio tendría que cubrirse. Se necesitaría mucho tiempo. Por eso los privilegiados que participarían en el trabajo no podían abandonarlo.
¿Pero cómo puede uno hoy en día perseverar en esta obra que empezó hace cerca de dos mil años? Una pregunta importante, especialmente en estos “postreros días”, cuando el Diablo está atacando furiosamente a los siervos del Señor en un esfuerzo máximo para hacer que abandonen su obra del Reino. (1 Ped. 5:8, 9) No se equivoque, Satanás y sus demonios usarán cualquier ardid posible en un esfuerzo por desviarlo de servir a Jehová Dios. Si la persecución por parte del mundo fracasa, tal vez haga que sus parientes cercanos se opongan a usted. Si estos lazos no logran dominarlo, el inicuo quizás ponga como carnada en la trampa las cosas materiales—dinero, posición, diversión rutilante, concupiscencias y vanidades mundanas. Pero si usted quiere adelantar su obra teocrática nunca tome tiempo para examinar estas atracciones. Mantenga sus manos en el arado. Mire directamente al frente. Nunca mire “hacia atrás”.—Luc. 9:62; 17:31, 32.
Contestando la pregunta directamente: Persevere en su obra de predicación del evangelio siguiendo los modelos maravillosos trazados por Cristo y sus discípulos. Su tiempo, fuerzas y oportunidades están limitados. Úselos como un seguidor verdadero de Cristo debe usarlos. Concurra a las asambleas instructivas en los Salones del Reino de los testigos de Jehová. Sea constante en su obra predicadora de casa en casa. Revisite a la gente que está interesada. Principie estudios bíblicos con ellas. “Cuida de ti mismo y cuida de tu enseñanza; persevera en tu obra; si haces eso, salvarás a los que te escuchan y también a ti mismo.”—1 Tim. 4:16, Mo.
¡Qué provechosa es esta obra! No únicamente usted y sus oyentes tendrán gozos con contentamiento y paz mental ahora, sino que usted ganará la vida en el nuevo mundo de Dios.