Apreciando nuestra relación con Jehová
“Demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos.”—Mat. 5:45.
1. ¿Por qué nos es precioso un buen amigo, y por qué tenemos que considerar a Jehová como nuestro mejor amigo?
UN AMIGO fidedigno debe contarse entre nuestras posesiones más valiosas. Una persona como ésa es un consuelo tranquilizador en tiempo de necesidad y un gozo deleitable cuando tenemos bendiciones que compartir. Si tenemos varios amigos leales ciertamente somos ricos. Pero ¿a quién consideraría usted como su mejor amigo? Probablemente aquel con el cual más tenga usted en común y cuya relación con usted contribuya al mayor grado a suplirle a usted lo que necesita. Todos podemos pensar en amigos a quienes queremos mucho, pero en ninguna parte entre todos ellos podemos hallar uno que se iguale a Jehová como amigo que tan completamente pueda satisfacer nuestras necesidades. “Al que se halla sin energía dinámica hace que abunde en plena potencia,” de modo que imparte todo lo que se requiere para sustentarnos. (Isa. 40:29-31) Los que aprecian su relación con Él se apegan inseparablemente a Él como compañero allegado.
2, 3. (a) ¿Cómo podemos familiarizarnos personalmente con Jehová? (b) ¿Qué responsabilidad viene junto con Su amistad?
2 Considerándolo desde un punto de vista humano, algunos quizás piensen que una relación con él es algo ajeno a la realidad práctica. ¿Cómo puedo ser yo un amigo allegado de una persona tan alejada? ¿Qué oportunidad hay de evaluar personalmente sus cualidades? Pocos de nosotros tenemos la expectativa de estar en asociación con él en su presencia literal, pero esto no significa que jamás podemos saber cómo es él como persona. Él suministró un conocimiento exacto de su personalidad por medio de su Hijo. Jesús declaró: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también.” (Juan 14:9) Sus discípulos podían observar en Jesús las mismas cualidades que existen en su Padre. Su presencia y obras entre los hombres nos dieron una oportunidad sin paralelo de familiarizarnos personalmente con su Padre. “Felices son los ojos que contemplan las cosas que ustedes contemplan,” dijo Jesús. “Muchos profetas y reyes desearon ver las cosas que ustedes contemplan, pero no las vieron.” (Luc. 10:23, 24) Ni Moisés, que experimentó la intimidad de estar en comunicación personal con Jehová, fue tan bendecido como los que pudieron ver y oír a Jesús.
3 Jesús hizo posible que supiéramos cómo es Jehová. Nos mostró cómo acercarnos a su Padre para obtener Su buena voluntad. Su conocimiento personal del Padre llegó a ser un manantial de información del que podíamos beneficiarnos. El apóstol Pablo declaró: “Cuidadosamente ocultados en él están todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Col. 2:3) Un estudio de las enseñanzas y cualidades personales de Jesús nos ayuda a entender y apreciar a su Padre como un amigo confiable. Mientras más allegados llegamos a estar, mayor es nuestro gozo. De la misma manera, nuestra responsabilidad se hace mayor. Tenemos mayor responsabilidad ante él. Al que voluntariosamente le vuelve la espalda a Jehová después de reconocerlo como amigo se le considera como persona que ha “pisoteado al Hijo de Dios y . . . ha ultrajado con desdén el espíritu de bondad inmerecida.” (Heb. 10:28, 29) El conocer esto, en vez de causar aversión en nosotros, nos suministra aun más razón para buscar su amistad.
JESÚS APRECIA PLENAMENTE SU RELACIÓN CON JEHOVÁ
4. ¿Qué oportunidad tuvo Jesús de llegar a conocer a su Padre, y qué asignación recibió?
4 En todo respecto, Jesús mostró que atesoraba su relación con su Padre. Todo lo que decía y hacía mostraba que conocía muy bien a su Padre y quería ser como él en todo respecto. Habiendo vivido, antes de existir como hombre, una existencia que se extendió por grandes edades de tiempo, continuamente estuvo en la presencia de su Padre, pudo verlo literalmente y experimentar la relación estrecha que existe entre un padre amoroso y un hijo devoto. Su asignación de trabajo fue llevar a cabo los propósitos de creación de su Padre. Como resultado, “todas las cosas vinieron a existir por medio de él.” (Juan 1:3) El que lograra a perfección aquel trabajo envolvió una infinita variedad de deberes, la magnitud de los cuales solo escasamente podemos percibir. Se le confió utilizar la más poderosa fuerza que existe: el espíritu santo. La usó en obediencia fiel a la voluntad de su Padre, efectuando todo lo que Él se había propuesto.
5. (a) ¿Cómo continuó ejerciendo Jesús autoridad aun cuando estuvo en la Tierra? (b) ¿Qué propósito doble gobernó su uso de la autoridad?
5 El Hijo sabe lo que es tener gran poder. Está “sobre todos los demás,” y el Padre ha “entregado en su mano todas las cosas.” (Juan 3:31, 35; Mat. 28:18) Mientras estuvo en la Tierra continuó ejerciendo un grado de esa autoridad. Cuando el apóstol Pedro reaccionó violentamente al arresto de Jesús, éste reprendió a Pedro y preguntó: “¿Crees que no puedo apelar a mi Padre para que me suministre en este momento más de doce legiones de ángeles?” (Mat. 26:53) Al tratar con sus apóstoles, hablaba con autoridad. Cuando lo llamaron “Señor,” expresó reconocimiento de esto, diciendo: “Hablan correctamente, porque lo soy.” (Juan 13:13) Sus palabras y manera de comportarse no dejaban duda en cuanto a quién estaba al mando. Sin embargo, siempre ejerció la autoridad de manera bondadosa, para efectuar un propósito doble: primero, ensalzar a su Padre y revelar Sus propósitos, y, segundo, beneficiar a los que querían obedecer. El modo en que manejaba las cosas estaba expresamente diseñado para dirigir atención favorable a su Padre; ensalzaba Su nombre delante de otros. Solícitamente procuró dar a conocer las cualidades maravillosas y provisiones amorosas de su Padre. Sin titubear, repetidas veces declaró su propia subordinación a Jehová Dios, confesando que estaba resuelto a siempre ‘hacer las cosas que le agradan.’—Juan 8:29.
6. ¿Cómo mostró Jesús un interés sincero en otros?
6 Se interesaba en el bienestar de otros, pues deseaba ayudarlos a merecer la aprobación de su Padre. De ninguna manera se aprovechó de su autoridad para explotarlos para su propia ganancia. Sus escasas posesiones materiales eran evidencia de que no anhelaba enriquecerse a costa de ellos. No daba órdenes arbitrariamente a otros; la consideración y la apacibilidad fueron características de su manera de proceder. Recibía sobre la misma base a todos los que venían a él, sin preferir a los ricos ni desdeñar a los pobres.
7. ¿Cuál era el sentir de Jesús en cuanto a la autoridad de su Padre, y cómo afectó eso a sus discípulos?
7 Veía en su Padre todo lo que era bueno, justo y recto. La obediencia no era simplemente un deber; él quería a su Padre como Amo sobre él. El que Jesús reflejara a perfección esas cualidades en su propia personalidad generó el mismo deseo en sus discípulos. También, lo que ellos vieron en Jesús hizo que quisieran a Jesús como Amo de ellos. Pedro habló por todos los creyentes cuando identificó a Jesús como “el Santo de Dios” y como aquel que tiene los “dichos de vida eterna.” (Juan 6:67-69) Debido a que Su llamamiento siempre se hacía con el amor como base, instintivamente eran atraídos a él. (Juan 15:12) El apego que aquel amor creaba se mantenía aun a costa de sus vidas. El resultado era una unidad inseparable, que los ligaba en obediencia leal al Padre.—Juan 17:20, 21.
8. ¿Cómo mostró Jesús confianza completa en su Padre?
8 La confianza y la seguridad de Jesús en su Padre eran totales. Su convicción de toda alma era que su Padre jamás lo desilusionaría. No había dudas en su mente en cuanto a la bondad, justicia, valor o buen éxito final de las obras de su Padre. Sin vacilar se ponía a la disposición de su Padre, se ofrecía voluntaria y solícitamente a obrar, “no como yo quiero, sino como tú quieres.” (Mat. 26:39) A estas conclusiones llegó aquel que conoce al Padre mejor que toda otra persona. Es obvio que en él inspiraba temor reverente la indescriptible belleza de las cualidades que veía en su Padre.
CRISTO REVELÓ A JEHOVÁ COMO AMIGO
9. ¿Cómo nos ayudó Jesús a apreciar la profundidad del amor de su Padre a nosotros?
9 ¡Qué bendición sería para nosotros conocer al Padre como Jesús lo conocía! Su deseo más profundo era ayudarnos a hacer eso, para que con el tiempo experimentáramos el gozo sublime de la amistad de su Padre. Por medio de la conducta de Jesús, las cualidades maravillosas de su Padre se revelaban y todos podían verlas. Entre estas cualidades la principal es su amor infinito. Juan 3:16 dice: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito” como rescate. Empezamos a comprender la profundidad de ese amor cuando observamos a Jesús, impelido por el mismo amor, ofreciéndose voluntariamente para ‘entregar su alma a favor de sus amigos.’ (Juan 15:13) Sentimos una deuda eterna de gratitud a Jesús por lo que hizo. Cuando apreciamos que su Padre hizo posible todo el arreglo a costa de su Hijo cariñosamente amado, nos sentimos atraídos a Jehová con corazones rebosantes de agradecimiento.
10. ¿Cómo imitó Jesús a su Padre en mostrar humildad?
10 Los que iban a Jesús lo encontraban abordable, listo para escuchar y siempre interesado sinceramente en ellos. (Juan 4:6, 30-34) Muchos se asombraban al hallar en él una humildad genuina que comúnmente no se encuentra en hombres de autoridad. ¡Qué agradablemente conmovedor es saber que podemos acercarnos al Padre, Jehová Dios, con la misma seguridad de que él nos recibirá bondadosamente, desplegando un interés sincero en nuestras necesidades! Se puede ver una humildad asombrosa aun en el Padre, y esto nos atrae irresistiblemente a él.—Sal. 18:35.
11. ¿Qué atraía a las personas para que llegaran a ser discípulos de Jesús, y qué efecto tenía esto en la relación de ellas con su Padre?
11 Aunque Jesús era un hombre perfecto que poseía atributos físicos varoniles, lo atractivo en él no tenía esa base. A los que no amaban la justicia ni cualidades virtuosas no les impresionó lo que vieron tocante a él, tal como lo había predicho la profecía. (Isa. 53:1, 2) Los que llegaron a ser sus discípulos fueron las personas que tenían alto aprecio a la bondad y la justicia, que apreciaron las evidencias inequívocas de eso en él. El que nosotros mismos observemos estas cualidades admirables en Jesús intensifica la estimación que le tenemos a su Padre porque nosotros también llegamos a admirarlo personalmente. Y hemos llegado a amar la justicia que se manifiesta en todos sus caminos.
CRISTO REVELÓ NUESTRA RELACIÓN CON JEHOVÁ
12. (a) ¿Cómo pudiéramos tender a responder a la idea de que podemos llegar a ser amigos de Jehová? (b) ¿Qué conocimiento nos anima a acercarnos?
12 Nuestra primera respuesta a la sugerencia de que podemos ser amigos allegados de Jehová es la de sentir que no somos dignos de ello. Aun así, él afectuosamente nos llama para que vayamos a él, tal como un padre llamaría a sus hijos. Él de veras es nuestro Padre, y tenemos un lugar en su familia de hijos humanos. Nuestro acercamiento a él por medio de Jesús no requiere ningún cambio básico en nuestra naturaleza corporal, puesto que originalmente fuimos creados a su ‘imagen y semejanza,’ poseyendo un grado de sus atributos. (Gén. 1:26) Existiendo estos vínculos ya, podemos llegar a estar relacionados con él de manera significativa. Realmente el único lugar donde es verdaderamente natural que estemos es dentro de su familia; cualquier lugar fuera nos deja alejados, cortados de las cosas esenciales que son necesarias para nuestra existencia. Adán fue responsable por la brecha que se abrió en nuestra relación de familia con Dios; su pecado deliberado resultó en que fuéramos condenados como pecadores que han sido alejados. Misericordiosamente, Jehová nos suministró una manera de recobrar lo que se perdió. Jesús nos reveló lo que nos hace falta y nos mostró con exactitud qué cambios necesitamos en nuestra personalidad para ser aceptables nuevamente como parte de la familia de Dios.
13. ¿Qué obstáculo se ha interferido en nuestra relación con Él, y cómo será vencido?
13 Por supuesto, prescindiendo de lo diligentemente que lo intentemos, jamás podríamos por nuestra propia cuenta vencer el obstáculo del pecado heredado. Mientras éste permaneciera, nuestra personalidad reflejaría las tendencias pecaminosas que no le son aceptables a Dios. Pablo confesó: “Lo malo que no deseo es lo que practico.” Se regocijó al meditar en los beneficios de la aplicación del rescate, los cuales con el tiempo quitarían todos los obstáculos que se interfieren en nuestro desarrollo de la nueva personalidad. (Rom. 7:19, 24, 25) Los que califican para recibir con plenitud los beneficios del rescate aprenden a expresar esta nueva personalidad de un modo que agrada a Dios.
14. ¿Qué privilegio se extiende a los que están en buena relación con Jehová?
14 El recobrar una buena relación con él significa recobrar en su servicio privilegios que hemos perdido. Él nos extiende la oportunidad de participar en la obra que está efectuando en la actualidad, a saber, la diseminación del mensaje del Reino. Nos invita a participar, no como esclavos en condición humilde, sino como sus “colaboradores.” (1 Cor. 3:9) Se nos otorga el honor de ‘trabajar junto con él.’ (2 Cor. 6:1) Hoy, más de 2.000.000 de “colaboradores” disfrutan del privilegio de participar con él en esta obra que salva vidas.
15. Aunque trabajemos duro, ¿qué tenemos que reconocer en cuanto a los resultados?
15 Aunque nos esforzamos vigorosamente, por mucho la mayor parte de la obra la efectúa Dios. Nuestra asignación es simplemente llevar las buenas nuevas a los que nos rodean, haciendo cuanto podamos para enseñar a los que responden. (Mat. 24:14; 28:19, 20) Podemos agradecer el que con consideración Él nos asigne tan saludable y valiosa actividad, que nos da oportunidad de ejercitar nuestra mente y habilidades a grado cabal. Nos esmeramos cuanto podemos, pero nos damos cuenta de que sería presuntuoso el que tomáramos el crédito por los resultados. Es Jehová quien ha abierto el corazón de los centenares de miles de personas que han respondido, habiendo quitado los obstáculos que los han mantenido en ignorancia. Cuando Su ley llega a encontrarse en el corazón de ellos, es porque él la puso allí de acuerdo con Su nuevo pacto. (Heb. 10:16) Los cambios monumentales que se han producido en la vida de estas personas no se pueden atribuir a nuestra destreza como instructores, sino a la operación del poderoso espíritu santo de él.
16. ¿A qué grado tenemos que dar crédito a Jehová por los nuevos discípulos?
16 Cuando vemos que los nuevos creyentes se hacen firmes en su posición, estamos presenciando la evidencia visible del espíritu de Dios en operación. Realmente es un milagro de Dios cada vez que el corazón de una persona se abre para aceptar la verdad bíblica. Nos vemos obligados a maravillarnos cada vez que alguien es sanado de ceguera espiritual y librado del lazo del Diablo. Cuando finalmente las personas dedican su vida y se someten al bautismo en agua para llegar a ser discípulos de Jesús, todo el crédito tiene que darse al Padre. Jesús mismo reconoció ese hecho cuando declaró: “Nadie puede venir a mí a menos que el Padre . . . lo atraiga.” (Juan 6:44) ¡Qué privilegio el que no solo se acepte a uno como amigo de Dios, sino que también se le confíen responsabilidades como trabajador a su lado! El aprecio nos mueve a estar profundamente agradecidos.
CRISTO REVELÓ NUESTRAS RESPONSABILIDADES PARA CON DIOS Y EL HOMBRE
17. (a) En nuestra relación, ¿qué espera Jehová de nosotros? (b) ¿Qué ejemplo perfecto puso Jesús al respecto?
17 Jesús, por su ejemplo y enseñanzas, nos ayuda a ver dónde nos encontramos en nuestra relación con su Padre y las responsabilidades que llevamos en esta posición favorecida. Su Padre espera que confiemos en Él. De ninguna manera confió Jesús en su propio juicio. Buscó la guía y ayuda de su Padre en todas las cosas, orándole a Él incesantemente. (Luc. 6:12) La obediencia también es vital. Además, la obediencia de la clase correcta es esencial. Dios no quiere ni la servidumbre abyecta de un esclavo que no razona, ni una obediencia temerosa impulsada simplemente por miedo al castigo. Jesús puso el ejemplo, pues fue no solo un hombre “justo,” sino “bueno.” No evitó la maldad simplemente porque la ley de Dios la prohíbe. Lo hizo porque él mismo no la toleraba. Como su Padre, ‘amaba la justicia y odiaba el desafuero.’ (Heb. 1:9) Era inconcebible para él abrigar pensamientos de algo malo.—Mat. 16:22, 23.
18. Cuando los hombres alcancen la perfección, ¿a qué grado requerirán leyes escritas?
18 Un examen del motivo que hubo detrás del ejemplo perfecto de Jesús eleva nuestro pensar de modo que llegamos a apreciar el nivel elevado en el cual su Padre nos tratará cuando, con el tiempo, alcancemos la perfección. Cuando los hombres demuestran el atributo piadoso de la bondad o apego a lo bueno como lo hizo Jesús, se hacen innecesarias las leyes extensivas. Pablo confirmó eso, cuando dijo: “No se promulga la ley para el justo, sino para los desaforados e ingobernables.” (1 Tim. 1:9) Después de detallar el fruto del espíritu de Dios, agregó: “Contra tales cosas no hay ley.” (Gál. 5:22, 23) Cuando los hombres son movidos por inclinaciones justas desde adentro, de ninguna manera se les restringe o estorba por leyes escritas. Una vez que hayamos alcanzado la perfección, haremos lo que es correcto porque como hombres perfectos optamos por amar lo que es correcto. ‘Seremos libertados de la esclavitud a la corrupción y tendremos la gloriosa libertad de los hijos de Dios.’ (Rom. 8:21) Será obsoleto un código voluminoso. Toda la guía que necesite el hombre se resumirá en el mandamiento sencillo de “ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios.” (Miq. 6:8) Salomón lo resumió en menos palabras, diciendo que “el deber todo del hombre” es: “Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos.”—Ecl. 12:13.
19. Si imitamos a Jesús, ¿cómo consideraremos la maldad?
19 Debemos esforzarnos por estar tan cerca de la norma perfecta de Jesús como sea posible. Si tenemos su actitud mental, nunca consideraremos negativamente la ley de Dios, de modo que obedezcamos al grado más mínimo que sea necesario para acatarla. Porque amamos la justicia y odiamos el desafuero, jamás será nuestro sentir que algo está bien mientras la congregación cristiana no pueda castigarnos por ello. Tampoco veremos cuánto podemos acercarnos a la maldad sin quebrantar alguna ley, ni persistiremos en algo dudoso porque los ancianos no pueden mandarnos que hagamos otra cosa. Porque amamos a Jehová ‘odiaremos lo que es malo’ y nos mantendremos tan alejados de ello como sea posible.—Sal. 97:10.
20, 21. (a) ¿Qué nos mueve a hacer el aprecio? (b) ¿Por qué es necesario esto para una buena relación con Jehová?
20 Una relación allegada con Jehová es lo óptimo que puede experimentar el hombre. El galardón de esto supera por mucho cualquier tesoro materialista. Las cualidades dignas de alabanza de bondad y amor a otros que produce en nosotros son inapreciables. El aprecio nos impele a invitar a otros a unirse a nosotros en esta relación de familia con Dios. Solícitamente los llamamos para que ‘¡vengan! . . . tomen del agua de vida gratis.’ (Rev. 22:17) Con personalidades ahora amoldadas por el amor genuino que Jesús nos enseñó, nos elevamos por encima de la tendencia imperfecta de pensar solo en nosotros mismos y excluir a otros. Ese amor nos enseña que el negarnos a compartir los beneficios de Su bondad inmerecida es dejar de cumplir el propósito de ésta. (2 Cor. 6:1) Mientras más profundamente vamos apreciando esta cualidad piadosa, mayor se hace nuestro interés en el bienestar de otros.
21 No se puede mantener ninguna relación con el Padre celestial sin ese interés. Una posición aceptable delante de él dependerá perpetuamente de lo dispuestos que estemos a imitar su amor en nuestros tratos con otros. Toda expresión de bondad que él demostró se repitió en las acciones de Jesús para con nosotros, lo que enfatiza el profundo amor de su Padre a la humanidad. Nadie que muestre una desatención egoísta a su prójimo puede jamás ser hecho perfecto en su amor a Dios. El mostrar consideración a otros es una necesidad fundamental para relaciones correctas con él.
22. (a) ¿Cómo podemos mostrar amor genuino a nuestros hermanos? (b) ¿Cómo se puede mostrar ese amor a los de fuera de la congregación?
22 Comprendiendo eso, estamos sinceramente interesados en otros. Los que nos rodean en la congregación cristiana son de interés especial. Estamos deseosos de ‘obrar lo que es bueno para con todos, pero especialmente para los que están relacionados con nosotros en la fe.’ (Gál. 6:10) En todo respecto nos esforzamos por prestar ayuda cuando las necesidades de nuestros hermanos, sean espirituales o materiales, se manifiestan. Pero nuestro amor de ninguna manera está circunscrito al angosto alcance de nuestros hermanos espirituales; se ensancha para abarcar a todos los hombres, aun los que ahora se encuentran muy alejados de Dios. Tenemos un sentimiento de compasión para con ellos, el cual nos mueve a trabajar por sus mejores intereses como deseamos que otros hagan para con nosotros. (Mat. 7:12) El que ellos aprendan las cosas que Jesús enseñó es aprender el camino a la vida. Nuestra predicación del mensaje del Reino les ayuda a obtener una relación correcta con Jehová y muestra la más alta consideración a su bienestar. (Mat. 28:18-20) Es una de las mejores maneras por las cuales podemos hacerles el bien. Gozosamente aprovechamos toda oportunidad para participar; no estamos satisfechos con un simple esfuerzo de muestra. Continuamente analizamos el uso del tiempo y los recursos que tenemos disponibles con la meta de crear oportunidades adicionales para predicar. El servicio de precursor, el servir donde hay mayor necesidad de ayuda, etcétera, los consideramos como privilegios selectos que en realidad nos permiten demostrar la cualidad genuina de nuestro amor.
23. ¿Qué beneficios produce nuestro esfuerzo por mantener una buena relación con Jehová?
23 Este trabajo resulta en bien para todo el que tiene que ver con él. Jehová se deleita en nuestra obediencia anuente y esfuerzo de buena gana para vindicar su nombre. Jesús se regocija en tenernos como súbditos en perspectiva que estaremos bajo su régimen milenario. Nuestros hermanos espirituales se nos acercan en un afectuoso vínculo de unidad. Las personas de características de oveja sienten una deuda duradera de gratitud por lo que amorosamente hemos hecho a favor de ellas. ¡De veras, nuestro corazón se regocija al ver las maravillosas bendiciones que provienen de nuestra relación con Jehová! ¡Cuánto nos alegramos de que se nos haya permitido ‘hacernos amigos’ de él y recibir su garantía de un futuro en “lugares de habitación eternos”!—Luc. 16:9.
24. ¿Por qué debemos apreciar nuestra relación con Jehová?
24 Jehová ciertamente ha demostrado que es el mejor y más fidedigno amigo que conoceremos. El familiarizarnos con él como compañero allegado es la experiencia más enriquecedora de nuestra vida. Como el “Dios feliz,” ya está cumpliendo su promesa de hacernos felices también. (1 Tim. 1:11) El buen éxito en estrechar firmemente ese vínculo de amistad sustentará nuestro gozo interminable. Apreciando la seguridad, tranquilidad de ánimo y esperanza que hemos hallado en nuestra relación, nos sentimos movidos a expresar nuestras más profundas y más sinceras gracias a nuestro mejor amigo, Jehová.
[Ilustración de la página 594]
Jesús ayudó a otros a entrar en relación con Jehová, recibiendo a toda persona sobre la misma base, sin preferir a los ricos ni desdeñar a los pobres