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  • Necesitamos la organización de Jehová
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
w63 1/4 págs. 217-221

Necesitamos la organización de Jehová

FUE con buena razón que Jesucristo asemejó a los adoradores de Jehová a ovejas gregarias. Semejante a ovejas, se necesitan unos a otros y necesitan la superintendencia amorosa de un pastor. El que es la voluntad de Jehová que ellos estén juntos en un solo rebaño en vez de estar esparcidos, teniendo una existencia espiritual separada, lo evidencia lo que dijo Jesús en el décimo capítulo de Juan. En el undécimo versículo él se identifica como el pastor de ellos, diciendo: “Yo soy el pastor excelente; el pastor excelente entrega su alma a favor de las ovejas.” Luego en el versículo dieciséis él declara: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a ésas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser una sola manada, un solo pastor.” Este recogimiento de adoradores de Jehová en un solo rebaño muestra que es su propósito que ellos estén en asociación estrecha los unos con los otros.

Jesús no hubiera asemejado a los cristianos a ovejas en un solo rebaño si no fuese el propósito de Dios que ellos estuviesen juntos en una organización. Su espíritu se halla donde estén el Pastor Excelente y el rebaño. ¿Cómo puede uno esperar continuar bajo la influencia de ese espíritu si se separa del rebaño y trata de vivir una vida espiritual solitaria? Es semejante a separar un ascua de una camada de ascuas. Tal como el ascua se enfría pronto debido a estar separada del fuego, así la llama espiritual que hay en un siervo dedicado de Dios pronto se enfría y se apaga cuando él voluntariamente se separa del rebaño donde está el espíritu de Jehová.

Respecto a ovejas que se extravían, Jesús dijo: “¿Qué les parece? Si cierto hombre llega a tener cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿no dejará él las noventa y nueve sobre las montañas y emprenderá una búsqueda por la que anda extraviada? Y si sucede que la encuentra, de cierto les digo, se regocija más por ella que por las noventa y nueve que no se han extraviado. Asimismo no es cosa deseable a mi Padre que está en el cielo el que uno de estos pequeños perezca.” (Mat. 18:12-14) Con el rebaño de la organización de Dios hay seguridad, pero hay grave peligro en el extraviarse de él.

El estar dentro del rebaño cristiano implica más que el solamente creer en enseñanzas cristianas. También quiere decir estar en comunicación con la organización de los adoradores de Jehová. Cuando las ovejas están en un rebaño, están en asociación física las unas con las otras. Esto también es necesario en el caso de los cristianos. El apóstol Pablo dejó esto en claro cuando dijo: “Considerémonos unos a otros para incitar al amor, y a las obras excelentes, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos, y tanto más al ver que el día se acerca.” (Heb. 10:24, 25) ¿No está uno abandonando el congregarse con adoradores dedicados de Jehová al tratar de vivir una vida espiritual solitaria, no teniendo ninguna asociación física con el rebaño cristiano? Jesús no hubiera dado su ilustración asemejando a cristianos a un rebaño de ovejas si no creyese que a los adoradores de Jehová les hace falta la organización cristiana.

ORGANIZACIÓN CRISTIANA PRIMITIVA

Los apóstoles llegaron a ser los superintendentes principales de la organización cristiana primitiva. Los que se hacían cristianos los consideraban como el conducto que Jehová usaba para instruirles y guiarles en la adoración verdadera. Cuando había alguna disputa entre ellos, acudían a los apóstoles para una decisión. Un caso de esto fue cuando surgió una disputa en la congregación de Antioquía en Siria acerca del asunto de la circuncisión. La congregación envió a Pablo y a Bernabé al centro de dirección de la organización cristiana en Jerusalén para una decisión. “Pero cuando hubo ocurrido no poca disensión y polémica por Pablo y Bernabé con ellos [los hombres que estaban perturbando a la congregación], hicieron los arreglos para que Pablo y Bernabé y algunos otros de ellos fueran a los apóstoles y hombres de mayor edad en Jerusalén respecto a este asunto.” (Hech. 15:2) Allí el cuerpo gobernante dictó una decisión y ésta fue llevada a todas las congregaciones. “Y según viajaban por las ciudades entregaban a los que estaban allí para observancia los decretos sobre los cuales habían hecho decisión los apóstoles y hombres de mayor edad que estaban en Jerusalén.”—Hech. 16:4.

La junta administrativa o cuerpo gobernante de la organización cristiana del primer siglo enviaba a representantes viajeros que comenzaban nuevas congregaciones y visitaban a las que estaban establecidas. Tenían autoridad para nombrar a personas a puestos de superintendencia en las congregaciones para que la organización local funcionara suavemente y cumpliera su propósito. (Hech. 14:23) En 1 Timoteo 3:1-13, leemos algunas de las instrucciones de organización que Pablo, representante del cuerpo gobernante, dio respecto a superintendentes y siervos ministeriales. Así se puede ver que los cristianos primitivos estaban en un solo redil que formaba una organización. Allí era donde hallaban el espíritu de Jehová, y allí era donde recibían conocimiento bíblico, buen consejo, disciplina firme y guía confiable en el camino que le complace al Dios Todopoderoso.

LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ HOY

En este siglo veinte las “ovejas” del Señor necesitan estar juntas en un solo redil tanto como en el primer siglo. Así como en ese tiempo Jehová tenía una organización para sus adoradores, de igual modo deberíamos esperar que tenga una hoy. Pero, ¿cómo puede ser identificada cuando hay tantas organizaciones religiosas que llevan el nombre de cristianas? La desunión y conflicto de enseñanzas entre ellas eliminan la idea de que Dios las esté usando a todas. Él no es Dios de confusión. Él usó a una sola organización en el primer siglo, y podemos esperar que use a una sola organización hoy. La que estuviera haciendo la obra que él ha mandado que se hiciera tendría su espíritu.

La confusión de numerosas organizaciones religiosas que afirmaban ser cristianas comenzó a aparecer después de la muerte de los apóstoles cuando hubo una apostasía en la organización cristiana primitiva. Muchas sectas comenzaron a aparecer. El apóstol Pablo predijo esto cuando dijo: “Yo sé que después de mi partida entrarán entre ustedes lobos opresivos y no tratarán al rebaño con ternura, y de entre ustedes mismos se levantarán hombres que hablarán cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí.” (Hech. 20:29, 30) Aun antes de que él muriera había personas que comenzaron a causar divisiones. “Ahora los exhorto, hermanos, que vigilen a los que crean divisiones y motivos para hacer tropezar contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y evítenlos.” (Rom. 16:17) Judas también habló acerca de tales personas. En el décimo versículo de Judas su carta él dijo: “Estos hombres están hablando injuriosamente de todas las cosas que realmente no conocen.” Y luego en el decimosexto versículo Jud 16 él declaró que “su boca habla cosas hinchadas, entre tanto que están admirando personalidades en el interés de su propio provecho.”

Dios ciertamente no usó los grupos separados que fueron formados allá en ese tiempo por los individuos disidentes que perdieron de vista la falta que les hacía la organización de Jehová. Su espíritu no estaba con ellos, sino que permaneció con el rebaño compuesto de personas que estaban poniendo en primer lugar los intereses de él en vez de personalidades. Pablo condenó la práctica de seguir a hombres cuando dijo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer; de modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que lo hace crecer.”—1 Cor. 3:6, 7.

El buscador cuidadoso puede encontrar la organización de Jehová hoy por medio de buscar sus marcas identificadoras. Una de ellas es su separación del mundo. Santiago dijo: “Cualquiera, pues, que desea ser amigo del mundo se está constituyendo enemigo de Dios.” (Sant. 4:4) La organización cristiana del primer siglo no se comprometía en la política y guerras del mundo romano, sino que se mantenía separada de él así como lo hizo Jesús.—Juan 17:16.

Es una práctica común el que organizaciones religiosas de la cristiandad estén profundamente implicadas en asuntos políticos, aun hasta el punto en que miembros de la misma organización se dispongan a matarse los unos a los otros en guerras políticas. Jamás hicieron esto los cristianos primitivos, ni lo hacen los que forman la organización mundial de Jehová hoy día.

Otra marca de la organización de Jehová es la magnificación de su nombre, dándolo a conocer a los pueblos del mundo. Jesús manifestó la importancia de este nombre por medio de poner la santificación de él primero en su oración modelo. (Mat. 6:9) Solamente una organización está dando a conocer el nombre de Jehová a través del mundo hoy día. Solamente ella está sosteniéndolo y está proclamando la importancia de que sea vindicado. Esa organización es bien conocida como portadora del nombre.

Jesús predijo que la predicación de las buenas nuevas del Reino sería efectuada por sus seguidores. (Mat. 24:14) En 189 países los testigos de Jehová están haciendo precisamente eso. La de ellos es la única organización que se concentra en esta obra importante que Jesús comenzó en el primer siglo. Ella sola está promoviendo esta obra de predicación y entrenando a todos los que entran en ella a participar en esa obra. Tal como actividad en el ministerio cristiano era importante entre los siervos de Jehová del primer siglo, así es importante hoy. Dijo Pablo: “Con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.” (Rom. 10:10) Puesto que la predicación es importante para la salvación, debería esperarse de la organización de Dios que la recalque. Esto es lo que están haciendo los testigos de Jehová.

Bajo la superintendencia del resto de los seguidores ungidos de Cristo, la organización de los adoradores de Jehová hoy en día está aparejada para predicar y enseñar las buenas cosas que se hallan en la Palabra de Dios. En obediencia al mandato de Jesús, está ‘buscando primero el reino y su justicia.’ (Mat. 6:33) Por toda la Tierra está ayudando a transformar a personas para que lleguen a ser ministros cristianos guardadores de integridad que son pacíficos, honrados y moralmente limpios. Está haciendo que multitudes se vuelvan a Jehová Dios y está edificando su fe en su Palabra.

Organiza congregaciones y les envía representantes para edificar a las “ovejas” del Señor y brindarles ayuda en hacer “declaración pública para salvación.” Hace cuanto pueda para ayudarles a andar en el camino de la obediencia a Dios. Anima, instruye, aconseja y disciplina, así como lo hacía la organización cristiana del primer siglo. Dedica sus recursos enteramente al cumplimiento de la comisión cristiana de predicar las buenas nuevas del Reino. Los buenos frutos que ha producido para el honor y la alabanza de Jehová así como su prosperidad espiritual testifican al hecho de que su espíritu ha estado operando en esta una sola organización. Ella está haciendo la voluntad de Él.

LEALTAD A LA ORGANIZACIÓN

En el primer siglo hubo “ovejas” que comenzaron a extraviarse de la organización cristiana, perdiendo de vista el hecho de que el espíritu de Dios operaba en ella. A los tales entre los gálatas el apóstol Pablo dijo: “Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién les estorbó para que no continuaran obedeciendo la verdad? Esta clase de persuasión no es de Aquel que los llama.” (Gál. 5:7, 8) Así, hoy puede esperarse que haya “ovejas” que se extravíen.

Hay personas que han estado estrechamente asociadas con la organización de Jehová pero que comienzan a perderla de vista y a pensar que no la necesitan. Algunos han estado en comunicación estrecha con los superintendentes de la organización. Debido a que conocen personalmente a estos hombres y la obra que hacen en dirigir las actividades de predicación de la organización, llegan a ver tan solo a estos hombres cuando piensan de la organización en vez de ver la organización como un entero. Ellos dejan que personalidades les hagan tropezar, olvidando que es Dios quien está haciendo que la organización crezca y prospere, no los hombres que sirven en ella. Este error lo cometió la gente del pueblo de Jesús, Nazaret.

La gente del pueblo de Nazaret no veía a Jesús como un instrumento en las manos de Dios que hacia la obra de Dios. Lo veía solamente como el hijo de José, un mero carpintero. “‘¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago y José y Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿Dónde, entonces, adquirió este hombre todas estas cosas?’ De modo que comenzaron a tropezar a causa de él.” (Mat. 13:55-57) Hoy día uno debería tener los ojos fijos en lo que la organización de Jehová está haciendo para adelantar los intereses de Jehová más bien que en personalidades que están dando su servicio a Dios y a su organización.

El cuidado de la organización de Dios hoy no está en las manos de hombres inspirados por Dios. Pueden cometer errores así como puede hacer cualquier hombre imperfecto. Aun el apóstol Pedro, quien indiscutiblemente tenía el espíritu de Dios, cometió errores. En cierta ocasión negó a Jesucristo. En otra tuvo que ser reprendido por Pablo por ‘no andar rectamente de acuerdo con la verdad de las buenas nuevas.’ (Gál. 2:14) El espíritu de Dios le inspiró a escribir partes de la Biblia, pero no impidió que él fuese agente de libre albedrío capaz de cometer errores cuando no estuviese bajo inspiración. Su error en el asunto de aplicar doctrina cristiana en su relación para con no judíos no arguye que él no tuviera en absoluto el espíritu de Dios. Lo mismo es verdad hoy.

Los hombres de la organización de Jehová que preparan instrucción espiritual para las “ovejas” del Señor estudian las Escrituras diligentemente para aprender lo que Dios ha puesto allí para la instrucción y guía de su pueblo. No hacen ninguna afirmación de inspiración—solo de que son estudiantes de la Biblia. Puesto que sus comentarios sobre las Escrituras no son inspirados, pueden a veces cometer errores. ¿Hace esto que sean falsos profetas? ¡De ninguna manera! Un falso profeta no se corrige. Persiste en proclamar un punto de vista erróneo aun cuando sabe que es erróneo. Pero estos estudiantes de la Palabra de Dios corrigen entendimientos erróneos cuando los descubren. Se interesan en la verdad, no en la justificación de sí mismos. Sus equivocaciones no quieren decir que el espíritu de Dios no opera en ellos; opera, así como operaba en Pedro a pesar de sus errores.

A través de los años el resto ungido ha publicado por medio de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract muchas cosas que ha aprendido de su escudriñamiento incesante de la Palabra de Dios. Algunas de estas cosas han hecho que los testigos de Jehová sean distintivos de las organizaciones religiosas de la cristiandad, las cuales se niegan a corregir puntos de vista erróneos, y han resultado ser verdades bíblicas básicas. Otras, mediante estudio adicional, han quedado reveladas, por estudio adicional, como conclusiones erróneas debidas a perspectivas no claras sobre ciertos pasajes. A medida que se hizo más claro el entendimiento de estos pasajes, se corrigieron los errores. Tales correcciones manifiestan su honradez y amor a la verdad.

Este deseo sincero de escudriñar por entendimiento exacto de las cosas de la Palabra de Dios y esta voluntad de hacer cambios cuando se acumula evidencia bíblica para indicar la necesidad de ellos deberían infundir confianza en la organización. Aseguran a las “ovejas” del Señor de que la organización jamás les dará informes erróneos a sabiendas.

El espíritu de Dios opera sobre sus siervos dedicados hoy día, no para inspirarlos, sino para moverles poco a poco hacia entendimiento aumentado. Permite que cometan errores a medida que crecen en entendimiento de la Palabra de Dios, pero con el tiempo les ayuda a ver sus errores, los cuales ellos corrigen gozosamente. De este modo progresan por el sendero de los justos, a medida que la luz del entendimiento bíblico se hace constantemente “más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido.” (Pro. 4:18) Este progreso en conocimiento bíblico pudiera asemejarse a un cielo anublado que gradualmente se despeja. A medida que se hacen más grandes las aberturas entre las nubes, más y más luz penetra a través. A veces se percibe una verdad, pero ésta es oscurecida luego por un entendimiento erróneo, así como una nube pasajera oscurece momentáneamente algunos de los rayos del sol. Más tarde esta verdad vuelve con mayor claridad cuando se remueve el entendimiento erróneo. El espíritu de Dios es evidente sobre la organización por el progreso que está logrando por el sendero de la verdad bíblica.

La persona que permite que una semilla de descontento contra la organización de Jehová crezca hasta llegar a ser una raíz venenosa se pone en posición peligrosa. (Heb. 12:15) Si abandona el rebaño, ¿adónde podrá ir? Sabe que el mundo del Diablo y sus organizaciones religiosas no tienen palabras de vida. Sabe lo insensato de unirse a desertores que ahora luchan contra la organización. Si se va, se coloca en la posición de aquellos acerca de los cuales habló Juan cuando dijo: “Salieron de nosotros, pero no eran de nuestra suerte; porque si hubieran sido de nuestra suerte, hubieran permanecido con nosotros.”—1 Juan 2:19.

Los que permanecen leales a la organización de Jehová adoptan el punto de vista que adoptaron los apóstoles cuando muchos de los discípulos de Jesús dejaron de seguirle. Pedro expresó los sentimientos de ellos al decir: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes dichos de vida eterna.” (Juan 6:68) Las “ovejas” leales ven que el camino a la vida es con la fiel organización de Jehová.

Cual ovejas gregarias que permanecen juntas en un rebaño y hallan albergue y protección en un redil, los adoradores de Jehová hoy día hallan albergue, protección y un abastecimiento abundante de alimento espiritual en su organización de testigos. Bajo la dirección de ella están haciendo lo que es excelente a los ojos de Dios, y su espíritu está prosperándolos. A los tales el apóstol Pablo dijo: “No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos de cansancio.”—Gál. 6:9.

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