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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1979
w79 15/9 págs. 16-20

Dando a Jehová lo mejor

“‘Maldito es el que actúa astutamente cuando existe en su hato un animal macho, y él está haciendo un voto y sacrificando uno arruinado a Jehová. Porque yo soy un gran Rey,’ ha dicho Jehová de los ejércitos, ‘y mi nombre será inspirador de temor entre las naciones.’”—Mal. 1:14.

1. ¿Pueden los seres humanos realmente dar algo a Jehová?

¿NO PARECE extraño el que criaturas humanas imperfectas siquiera pensaran en dar algo al Gran Creador, Jehová? Pues, fíjese: ¡no hay nada en todo el universo que no pertenezca ya a él! En su Palabra, él mismo declara: “La plata es mía, el oro es mío.” (Ageo 2:8) “A mí me pertenece todo animal silvestre del bosque, las bestias sobre mil montañas. Conozco bien toda criatura alada de las montañas, y los tropeles de animales del campo abierto están conmigo. Si tuviera yo hambre, no te lo diría; porque a mí me pertenece la tierra productiva y su plenitud. ¿Comeré la carne de poderosos toros, y acaso la sangre de machos cabríos beberé?” (Sal. 50:10-13) De seguro Jehová Dios no necesita regalos de nadie, porque él está completo en sí mismo. Es Aquel que existe por sí mismo.

2. ¿Qué reconoció David en cuanto a las ofrendas voluntarias que se daban a Jehová?

2 Como joven al cual se había enseñado la ley mosaica, David, el hijo de Jesé de Judá, sabía que Jehová es dueño de toda la Tierra. (Éxo. 19:5) En años posteriores, cuando estaba dando contribuciones para el templo que se edificaría en Jerusalén, en oración David dirigió estas palabras al Altísimo: “¿Quién soy yo y quién es mi pueblo, para que retengamos el poder para hacer ofrendas voluntarias de esta manera? Porque todo proviene de ti, y de tu propia mano te hemos dado. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificarte una casa para tu santo nombre, de tu mano es, y a ti todo ello pertenece.”—1 Cró. 29:14, 16.

3. (a) ¿Qué preguntas pudieran presentarse acerca de los regalos dados a Jehová? (b) ¿Qué respuesta bíblica hay a tales preguntas?

3 De modo que David reconoció que nosotros los humanos no podemos enriquecer de ninguna manera al Altísimo. Sí; sea lo que sea que demos, es simplemente devolver una parte pequeña de lo que hemos recibido de la Fuente de “toda dádiva buena y todo don perfecto.” (Sant. 1:17) Pero ¿significa esto que no tiene valor el que llevemos regalos a nuestro Creador? ¿Desprecia él las ofrendas de sus siervos devotos? La respuesta de la Palabra de Dios es: No. Jehová Dios invita a los adoradores humildes a llevarle sus regalos. En Salmo 96:8 leemos: “Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su nombre; lleven un regalo y entren en sus patios.”

4. ¿Qué clase de regalos complacen a Jehová?

4 Por supuesto, Jehová quería excelentes ofrendas que tuvieran como fuerza impelente corazones llenos de aprecio. Estos serían regalos que envolvieran abnegación así como preparación meditativa y devota. Por ejemplo, mientras la ley mosaica estaba en vigor, el israelita no podía sencillamente llevar cualquier animal a la puerta del patio del tabernáculo y esperar que recibiría reconocimiento favorable de Dios. La Ley declaraba: “En caso de que un hombre le presentare un sacrificio de comunión a Jehová a fin de pagar un voto o como ofrenda voluntaria, debe resultar ser animal sano entre la vacada o el rebaño, a fin de granjearse aprobación. Absolutamente ningún defecto debe resultar haber en él. Ningún caso de ceguera o fractura o de tener un corte o verruga o condición costrosa o culebrilla, ninguno de éstos deben ustedes presentar a Jehová.”—Lev. 22:21, 22.

5. ¿Qué estipulaba la Ley acerca de las ofrendas de grano?

5 En cuanto a ofrendas de grano, éstas habían de ser de flor de harina. (Lev. 2:1, 4; 6:14, 16; Núm. 15:4) Este requisito hubiera eliminado toda harina de condición ordinaria, harina que no hubiese sido bien cernida. Sí, solo lo mejor era apropiado como ofrenda al Santo, Jehová.

6. ¿Qué relación había entre los móviles del corazón y el que los sacrificios del israelita fueran o no aceptables?

6 Otro requisito importante para hacer ofrendas aceptables a Jehová era el de que la persona que hiciera la ofrenda tuviera en su corazón el móvil correcto para hacerla. Sin un profundo deseo interno de agradar a su Creador, el israelita estaría ofreciendo sacrificios en vano. Note cómo se da énfasis a esto en las siguientes palabras: “‘¿De qué provecho me es la multitud de sus sacrificios?’ dice Jehová. ‘Suficiente he tenido ya de holocaustos de carneros y la grasa de animales bien alimentados; y en la sangre de toros jóvenes y corderos y machos cabrios no me he deleitado. Cuando ustedes siguen entrando para ver mi rostro, ¿quién es el que ha requerido esto de la mano de ustedes, para hollar mis patios? Cesen de traer más ofrendas de grano que nada valen. El incienso... me es algo detestable . . . Sus lunas nuevas y sus períodos de fiesta ha odiado mi alma. Para mí han llegado a ser una carga; me he cansado de llevarlos. Y cuando extienden ustedes las palmas de sus manos, escondo de ustedes mis ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no estoy escuchando; sus mismísimas manos se han llenado de derramamiento de sangre.’” (Isa. 1:11-15) Cuando faltaban la devoción genuina y un espíritu de generosidad, las formas exteriores de la adoración se podían comparar a sobornos dados con el fin de comprar el favor divino. Eran completamente inaceptables.

NUESTRO REGALO A JEHOVÁ

7. ¿Por qué no ofrecemos sacrificios animales hoy día?

7 A diferencia de los israelitas, nosotros los discípulos de Jesucristo no presentamos sacrificios sobre algún altar material. El pacto de la Ley que mandaba tales ofrendas fue cancelado sobre la base de la muerte de Jesús en un madero. (Col. 2:13, 14) Esto hace surgir la pregunta: ¿Qué sacrificios podemos ofrecer?

8. En Romanos 12:1, ¿qué escribió el apóstol Pablo acerca de sacrificios, y cómo hemos de entender sus palabras?

8 Pablo, el apóstol cristiano, estimuló del siguiente modo a los creyentes ungidos con espíritu que habían de ceder su cuerpo de carne y recibir un glorioso cuerpo espiritual al ser levantados de entre los muertos: “Les suplico por las compasiones de Dios, hermanos, que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio.” (Rom. 12:1) Así, los estimuló a usar sus energías y capacidades en el servicio del Creador. Los miembros del cuerpo de uno son los instrumentos por medio de los cuales uno puede hablar y actuar. Por lo tanto, ‘para presentar sus cuerpos en sacrificio vivo,’ estos cristianos tenían que estar activos, y ‘hacer todas las cosas para la gloria de Dios.’ (1 Cor. 10:31) Para que el sacrificio fuera “santo,” tenían que mantenerse limpios en sentido moral y espiritual. Y solo por medio de dejar que sus acciones tuvieran como motivo el amor sin hipocresía sería ‘acepta a Dios’ aquella presentación de sus cuerpos. (1 Cor. 13:3) Cuando llevaban una vida de devoción plena a Dios en actitud, palabra y acción por selección deliberada, con la comprensión de que esto era lo debido y correcto en vista de la compasión divina que se les había mostrado, efectuaban su servicio sagrado con su “facultad de raciocinio.” Sea cual sea nuestra esperanza actual, celestial o terrestre, ¿no podemos nosotros igualmente rendir nuestro servicio a Dios con toda el alma?

9. En Hebreos 13:15, 16, ¿qué estímulo se nos da?

9 En la carta a los hebreos, aprendemos más aún acerca de los sacrificios aceptables. Hebreos 13:15, 16 dice: “Por medio de [Cristo] ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre. Además, no olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque con dichos sacrificios Dios se agrada mucho.”—Compare con Oseas 14:2.

10. ¿A qué se refiere la expresión “el fruto de labios,” y qué preguntas pudiéramos hacernos a este respecto?

10 Nuestra ofrenda del “fruto de labios” incluiría participar en el cumplimiento de Mateo 24:14: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” ¿Estamos verdaderamente dando lo mejor que podemos dar a esta importante obra de predicar? ¿Mostramos prontitud y presteza para aprovechar las oportunidades de dar un testimonio? ¿Es nuestra vida de cristianos ejemplar, de modo que “el fruto de labios” constituya un sacrificio acepto de alabanza?—Rom. 2:21, 22.

11. ¿Por qué es provechoso examinar la actitud que tenemos en cuanto a las reuniones cristianas?

11 Las expresiones públicas en las reuniones cristianas son también parte de nuestro sacrificio. Obviamente, para que esto sea posible tenemos que estar presentes cuando nuestros compañeros de creencia se reúnen para adorar. ¿Realmente anhelamos estar con otras personas que tienen nuestra misma fe preciosa, o permitimos que otras actividades e intereses ocupen innecesariamente el tiempo que pudiéramos pasar con nuestros hermanos? Hacemos bien en imitar el ejemplo del salmista que comparó su intenso deseo de estar en comunión con Jehová Dios junto con compañeros de adoración al deseo intenso de agua que siente una cierva. Sin agua, un ciervo no podría sobrevivir de ninguna manera. (Sal. 42:1, 2) ¿Realmente comprendemos que no podemos vivir sin Jehová, “la fuente de agua viva”?—Jer. 2:13.

12, 13. ¿Cómo podemos derivar el mayor beneficio de las reuniones cristianas?

12 Mientras estemos en las reuniones ciertamente desearíamos derivar el mayor provecho de ellas. Podemos hacer esto si nos esforzamos por aplicar el siguiente consejo inspirado: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes, . . . animándonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día va acercándose.” (Heb. 10:24, 25) Puesto que el gran día de Jehová en el cual él ha de ejecutar su juicio tiene que venir, ¿no tenemos buena razón para considerar devotamente lo que podemos hacer para fortalecer y estimular a nuestros hermanos? Ciertamente no queremos que a ninguno de ellos se le halle en condición desaprobada cuando llegue ese día. (Luc. 21:34-36) ¿Revelan nuestras expresiones que estamos genuinamente interesados en el bienestar espiritual de ellos? Por nuestros comentarios en las reuniones, ¿estamos promoviendo amor, un interés altruista en el bienestar eterno de otros? ¿Animan nuestras declaraciones a todos a continuar efectuando obras excelentes, a ser celosos en proclamar las “buenas nuevas” y ser ejemplares en todo aspecto de la vida diaria?—Compare con Tito 2:1-14.

13 Al incitar a otros “al amor y a las obras excelentes” incitamos lo mismo en nosotros, sí, grabamos en nuestra mente y corazón la importancia de las obras que son consecuentes con la fe. Esto puede tener un efecto muy beneficioso en nosotros, pues puede hacer que nos examinemos y que mejoremos en el vivir y la actividad cristianos. Y cuando prestamos atención a lo que otros dicen y entonces aplicamos el estímulo bíblico, adquirimos la felicidad que viene de ser “hacedores de la palabra.”—Sant. 1:22-25.

14, 15. Además del dar espiritual, ¿qué más está envuelto en nuestros “sacrificios”?

14 La carta a los hebreos anima a compartir, a responder a las necesidades de otras personas. Esto fue lo que se dijo a las personas a quienes se dirigió la carta: “Sigan acordándose de los días anteriores en los cuales, después que fueron iluminados, ustedes aguantaron una gran contienda bajo sufrimientos, a veces estando expuestos como en un teatro tanto a vituperios como a tribulaciones, y a veces llegando a ser partícipes con los que estaban experimentando cosa semejante. Porque ustedes se condolieron de los que estaban en prisión y también aceptaron gozosamente el despojo de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión mejor y duradera.” (Heb. 10:32-34) ¿Nos compadecemos nosotros también de los que están sufriendo, y acudimos en ayuda de ellos?

15 Los siervos de Dios se encuentran en situaciones que varían considerablemente. Algunos quizás se encuentren en pobreza. Otros quizás experimenten tristeza y depresión, y tengan gran necesidad de consuelo y compañerismo. O puede ser que otros se sientan desilusionados debido a serios problemas personales. Es verdad que Jehová Dios se encargará de que los justos no queden enteramente abandonados. (Sal. 37:25) Pero ¿no deberíamos sentir nosotros personalmente la responsabilidad de ser los agentes de Dios en la extensión de bondad y ayuda? El que despleguemos descuido a este respecto es un asunto serio. El apóstol Juan escribió: “Cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasar necesidad y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.”—1 Juan 3:17, 18.

POR QUÉ SE NOS INVITA A LLEVAR NUESTROS REGALOS

16, 17. ¿Por qué nos invita Jehová a hacer “sacrificios”?

16 Para que seamos fieles al ofrecer nuestros sacrificios espirituales, es necesario que comprendamos por qué Jehová Dios nos invita a obrar así. Nuestro Padre celestial ya conoce nuestros pensamientos y actitudes más recónditos. Pero desea que expresemos nuestro amor a él por el bien positivo que hacemos para otras personas. Su deseo es que sus siervos sean como él en el despliegue de bondad y generosidad. (Mat. 5:43-48) Esto suministra el medio que él usa para atraer a sí a las criaturas humanas. ¿De qué manera? Puede ser que, por observar nuestro modo de vivir loable, otras personas lleguen a reconocer que la verdadera felicidad proviene de hacer la voluntad de Dios.—Mat. 5:16.

17 Puesto que Jehová Dios nos hizo, él sabe lo que es conveniente para nosotros. Esta es otra razón por la cual nos invita a llevarle nuestros regalos. El que tengamos un espíritu generoso contribuye a que disfrutemos ahora de tranquilidad mental y paz de corazón, así como de felicidad genuina. La Biblia declara: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Además, podemos estar seguros de que nuestro Padre celestial nos recompensará abundantemente tanto ahora como en el futuro eterno. El Hijo de Dios dijo: “Cuando hagas dones de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:3, 4) “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás feliz, porque ellos no tienen con qué pagártelo. Pues se te pagará en la resurrección de los justos.”—Luc. 14:13, 14.

18. ¿Cómo debe caracterizarse nuestro dar, y por qué?

18 Por eso, al ver nuestros sacrificios desde un punto de vista abarcador, tenemos que admitir que en las reuniones, cuando compartimos con otros las “buenas nuevas,” y en actitud, palabra y acción, sí, en todo campo de la vida, debemos estar preparados para dar lo mejor que tenemos. No debemos mostrar falta de ánimo con relación a estos asuntos vitales. Lo que está en juego es la aprobación de Jehová y el que se nos otorgue vida. Por lo tanto, vivamos en armonía con esta garantía bíblica: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, en que han servido a los santos y continúan sirviendo.”—Heb. 6:10.

“El hombre de actos fieles recibirá muchas bendiciones, pero el que está apresurándose a ganar riquezas no permanecerá inocente.”—Pro. 28:20.

[Ilustraciones de la página 17]

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