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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
w56 1/9 págs. 529-536

Actividad y vida contra inactividad y muerte

“Lucha por la victoria en la correcta contienda de la fe.”—1 Tim. 6:12, NM.

1. ¿Cuál era la actitud de los antiguos griegos en cuanto a sus eventos y héroes atléticos y cómo reaccionaban a ellos?

¿QUIERE usted ver un estadio atestado, repleto de gente excitada? Entonces haga que su mente viaje al antiguo Corinto, y su enorme estadio atlético. Cada dos años esa ciudad—la más grande, la más rica y la más festiva de toda Grecia—era la escena del concurso atlético ístmico de fama nacional. Por muchos días el concurso era la principal atracción de toda Grecia. Los juegos no eran simplemente deportes. Tenían un fondo religioso. Además, la gente consideraba a los atletas como símbolos de la preparación militar. Todo soldado tenía que ser un atleta sumamente entrenado. Los deportes atraían atención nacional aún más que hoy día. Durante los juegos no se podían conseguir más asientos; todo el lugar que había para permanecer de pie estaba atestado. ¡Ahora los atletas entran en el campo marchando, un campo que tiene dos veces el tamaño del campo de juego del estadio Yanqui de la ciudad de Nueva York! El gentío se llena de excitación a medida que justiprecia a los que van a competir. Al comenzar los eventos, en que hay gran competencia, toda la gente se esfuerza por ver todo y no perder ni un solo de talle. Gritos de estímulo resuenan para los campeones que es esfuerzan. Fuertes gemidos de desesperación revelan que los favoritos están perdiendo. ¡Aplausos ensordecedores se dan al vencedor que finalmente triunfa! Después el gran tropel de gente inunda las calles de Corinto, hablando únicamente de estos eventos por días. El vencedor es más altamente honrado que cualquier otra persona de todo el istmo. Idolatrado como un héroe nacional, posee la corona de hojas de hiedra o, en tiempos posteriores, de hojas de pin. Le llueven regalos y la ciudad le da una pensión grande para toda la vida. Cicerón dijo que una ciudad griega festejaba más a su campeón atlético que Roma a su más grande general al regresar de conquistar una nación.

2. ¿Por qué fué tan apto que Pablo hiciera mención de los Juegos griegos?

2 Sabiendo todo lo concerniente a los jugos de Corinto, Pablo comparó la actividad de los cristianos primitivos, el pueblo de Jehová, a competencias atléticas. Al referirse a corredores luchadores y boxeadores en los concursos atléticos vivamente ilustró las recompensas de la actividad y el peligro de la inactividad. Los cristianos a quienes él escribió conocían bien los juegos. Algunos en una ocasión u otra sin duda habían estado entre las muchedumbres que gritaban en el estadio. No podían evitar el saber acerca de los juegos, porque estos eran el tema de conversación por dondequiera que iban. Los requisitos que tenían que llenar los que iban a competir produjeron ejemplos poderosos que aplican a los cristianos hoy en día. Los juegos olímpicos modernos, nombrados en honor de las antiguas competencias olímpicas de Grecia, nos recuerdan con vigor cómo aplican hoy en día las palabras de Pablo concernientes a los juegos antiguos.—1 Cor. 9:24-27; Fili. 3:13, 14.

3. ¿De qué manera proporcionó un modelo adecuado para nosotros la vida de un atleta victorioso, y respecto a qué punto en cuestión?

3 Pablo vió a cada cristiano como uno de los competidores en un estadio gigantesco, como un ‘espectáculo ante hombres y ángeles.’ Satanás el Diablo había hecho ante el Todopoderoso Dios el desafío de que los hombres aquí en la tierra no podían retener su integridad a Jehová. Pablo recordaba que Jehová había alistado al fiel Abel y a muchos otros después de él de parte de él en la competencia. Él mostró que Jehová era el fundador del equipo cristiano capitaneado por Cristo Jesús. (1 Cor. 4:9; Heb. 11:4; 12:1, 2, NM) Los cristianos corintios sabían bien cómo los atletas ambiciosos dedicaban toda su vida a ganar el premio. Antes de venir al estadio regularmente ejecutaban proezas tan difíciles como las del concurso o competencia. Ellos no obtenían su belleza de cuerpo, gracia de ejecución, fuerza y aguante como resultado de prepararse sólo por unas cuantas semanas. Para que el atleta estuviera suficientemente preparado se necesitaban años de trabajo arduo haciendo realmente las cosas que se ejecutaban en los juegos. Se requería que llevara una vida muy estricta, con hábitos correctos. La vida de disipación sin cuidados a la que se entregaban muchos corintios tenía que ser evitada. De muchas maneras, como todos los cristianos corintios podían entender, la vida del atleta victorioso proporcionaba un modelo apropiado para que el cristiano lo siguiera.

4-6. ¿Cómo se mostró en ese entonces la importancia de observar las reglas, y cómo aplica esto a los cristianos?

4 La importancia de observar las reglas del equipo y de entrenarse rigurosamente tenía que ser grabada con carácter permanente en la mente del competidor que había de salir victorioso. Cada uno hacía un voto de apegarse estrictamente a todas las reglas y requisitos del entrenamiento. Su vida restringida estaba dedicada enteramente a sesiones de práctica y a entrenamiento. Una vida criminal o manchada descalificaba al atleta. El no obedecer las reglas lo excluía del concurso. De la misma manera nosotros también tenemos que observar todas las reglas. Un atleta podía ser el primero en llegar a la meta y, sin embargo, si no había observado todas las reglas, perdería el derecho al premio por violación. Aunque corramos hasta el fin nos es posible perder el premio por no observar las reglas. Pablo recalcó esto cuando dijo: “No fuera que de algún modo yo estuviera corriendo o hubiera corrido en vano.”—Gál. 2:2, NM.

5 Jueces que prestaban juramento hacían cumplir las reglas del antiguo concurso. Vivían con los que iban a competir día y noche, desde el comienzo del entrenamiento, para asegurarse en contra de trampería. Hacían hincapié en entrenamiento riguroso. Los requisitos del entrenamiento impulsaron a Pablo a usarlo para ilustrar puntos en sus cartas. ¿Podría uno participar en el evento antes de haberse entrenado fielmente? ¡No! Pablo dió énfasis a lo importante que nos es ese entrenamiento, al decir: “Por otra parte, vé entrenándote teniendo como mira la devoción piadosa. Porque el entrenamiento corporal es provechoso por un poco, pero la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, ya que contiene promesa de la vida ahora y de la que ha de venir.”—1 Tim. 4:7,8, NM.

6 La organización teocrática, semejante a un equipo, observa las reglas de Jehová. Sale con la corona de triunfo. Pero ¿saldrá ganando cada participante? Los competidores ascienden a miles. No todos ellos ganan. Algunos pierden porque no obedecen las reglas. En el campo de la competencia, ¿qué vemos? Muchos desobedecen las reglas por no entrenarse o por no correr. ¿Pueden ganar sin observar las reglas? Pablo responde: “Además, si alguien contiende aun en los juegos, no es coronado a no ser que haya contendido de acuerdo con las reglas.” (2 Tim. 2:5, NM) La desobediencia por inactividad los hace abandonar la competencia.—Mat. 10:22, NM.

7. Antes de poder obedecer las reglas ¿qué cosa nos es menester tener primero?

7 Pero es menester que usted conozca las reglas antes de poder obedecerlas. ¿Cómo puede usted llenar los requisitos a menos que conozca cuáles son las reglas? Es fácil el que todos las conozcan, porque están en su Biblia. La organización de Jehová le facilita a usted el conocer las reglas por medio de publicar ayudas teocráticas. Es posible aprender las reglas en las reuniones de congregación, en los centros de servicio y en estudio personal.

REGLAS

8. ¿Cómo anota uno su nombre en la lista de participantes en el concurso de parte de Jehová?

8 Primero, usted tiene que anotar su nombre en la lista de los que van a competir. El patrocinador del evento, Jehová Dios, tiene que saber que usted es un participante en la competencia. Usted tiene que reconocer al capitán de nuestro equipo, Jesucristo. (Juan 6:44, NM) Usted tiene que seguir en las pisadas de Jesús. ¿Qué fué la primera cosa que Jesús hizo? Se dedicó a hacer la voluntad de su Padre. Él dijo: “Yo he venido para hacer tu voluntad.” (Heb. 10:7-9, NM; Sal. 40:8) Por eso usted tiene que estar dedicado, luego ser bautizado. ¿Lo está? Si no, usted no está en la competencia. ¡Por eso primero ponga su nombre en la lista de los que compiten de parte de Jehová!—Isa. 55:6.

9. ¿Cuáles son las reglas esenciales, y qué hace que algunos se salgan?

9 Las reglas esenciales son: Consiga conocimiento y sabiduría y también obedézcalos. La sabiduría no puede obtenerse sin conocimiento. El conocimiento y la sabiduría son una defensa. (Ecl. 7:12) Esto significa estudio. Tal vez no consiga un conocimiento perfecto de todos los detalles, hasta los más mínimos de muchas verdades reveladas. Sin embargo, usted puede y tiene que entender los rasgos principales de la verdad para participar en el concurso. Es menester que pueda predicar los fundamentos de la verdad en cualquier ocasión que se le pida y servir como maestro de otros. (1 Ped. 3:15; 2 Tim. 2:2, NM) El conocimiento y la sabiduría impedirán que usted vaya por su propio camino. “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu mismo entendimiento: tenle presente en todos tus caminos, y él dirigirá tus senderos.” (Pro. 3:5, 6) Muchos se salen de la senda de la carrera. Tratan de resolver los problemas de acuerdo con la sabiduría de este mundo y son derrotados en la carrera. (1 Cor. 3:19) El rey Saúl creyó tener razón cuando hizo su propia voluntad. (Pro. 14:12; 16:25) Samuel lo reprobó por no confiar en Dios: “El obedecer es mejor que un sacrificio.” (1 Sam. 15:22, NM) Por eso sea obediente. Haga el trabajo de Jehová de la manera de Jehová. Es la manera que Jehová ha señalado por medio de su organización. ¡Eso sólo es lo que cuenta!

10, 11. (a) ¿Cómo aplican a nosotros las antiguas reglas tocante a dieta alimenticia? (b) ¿Por qué debemos alimentarnos abundantemente de las provisiones espirituales ahora?

10 Otra regla gobierna el comer. En la antigüedad los que iban a competir tenían que observar una dieta estricta. El competidor teocrático debe comer únicamente a la mesa de Jehová. (1 Cor.10:21, NM; Mal. 1:12) La asistencia a las reuniones tiene que ser regular. Para que uno esté preparado tiene que comer el “alimento al debido tiempo” que proviene de Jehová. (Mat. 24:45, NM; 2 Tim. 3:16, 17) Tiene que fijar la atención en lo que se dice en la Palabra de Dios. La participación en las reuniones de estudio es necesaria si el alimento ha de ser cabalmente digerido. Sin él uno no se hará fuerte para la competencia, y necesita alimento sólido, no líquido. Pablo dijo a los cristianos que todavía no habían logrado la madurez: “Aunque deberían ser maestros en vista del tiempo, . . . ustedes han venido a ser como los que necesitan leche, no alimento sólido . . . . Pero el alimento sólido es para las personas maduras, para los que por medio del uso tienen las facultades perceptivas ejercitadas para discernir así lo bueno como lo malo.”—Heb. 5:12-14, NM.

11 Usted necesita comer la carne de la mesa del entrenamiento teocrático. Coma en algún otro lugar o no coma en ningún lugar, y usted no tendrá ninguna fuerza. Quizás llegue el tiempo en que usted no tenga disponible La Atalaya. Puede que la Biblia sea la única arma que pueda conseguir. A menos que se haya alimentado usted abundantemente de La Atalaya quizás no pueda esgrimir la “espada del espíritu,” y por lo tanto no pueda vencer en la competencia. Tal vez no pueda esgrimirla porque no almacenó fortaleza espiritual en su mente por medio de estudiar La Atalaya. No espere hasta la última competencia para asir firmemente la “espada del espíritu.” Pablo dijo que si uno la tiene firmemente asida no ‘correrá en vano ni en vano se afanará.’ (Fili. 2:16, NM) Usted debe llenar su mente de la Palabra de Dios. Entonces podrá sacar de la fortaleza de Jehová para mantenerse vivo en la competencia final. “Porque la palabra de Dios es viva.”—Heb. 4:12, NM.

12, 13. (a) ¿Hasta cuándo tendremos que entrenarnos para la carrera y correr en ella? (b) ¿Qué tácticas usan los agentes de Satanás, y cómo contrarresta éstas la organización teocrática?

12 Jehová no ha hecho ninguna excepción a esta regla: Persevere en el entrenamiento. Nadie que va a participar en el concurso—corredor, luchador o boxeador—puede evitar el entrenamiento y esperar ganar. No sólo tendrá músculos adoloridos por falta de entrenamiento, sino que perderá. El equipo de Jehová de contendientes justos comenzó con Abel. La contienda con las inicuas fuerzas espirituales en lugares celestiales no termina sino hasta el Armagedón. El equipo teocrático es semejante a un moderno equipo olímpico. No termina al fin de la primera competencia. Muchas otras competencias siguen año tras año. También, un equipo de fútbol se entrena y entonces tiene un encuentro, se entrena y entonces tiene otro encuentro, hasta el fin de la temporada. ¿No sería una tragedia para el equipo si, cuando el encuentro comenzara, los jugadores no tuvieran aguante y se rindieran al comienzo del juego por falta de entrenamiento? Por eso nosotros tenemos que entrenarnos hasta el fin de la temporada en el Armagedón. Nos mantenemos constantes en el entrenamiento por medio de asistir con regularidad a las reuniones, por medio de salir al servicio varias veces cada semana o todos los días y por medio de estudio personal.

13 Ahora veamos las cosas tal como son. La organización teocrática no compite en un solo evento. Más bien es en una serie continua de eventos. Obsérvese que sólo es inmediatamente antes del Armagedón que se descarga opresión mundial sobre la entera organización mundial, en todas partes a la misma vez. Antes de ese tiempo, sin embargo, se descarga opresión sobre la organización en un país, mientras en otro no hay ninguna. En cada país hay una división del equipo teocrático. Cuando algunas divisiones, por decirlo así, están corriendo o lanzando el disco, otras divisiones están en la competencia de boxeo o de lucha. Mientras algunas están bajo opresión, otras se están preparando para hacerle frente a ésta más tarde. Pero todas las divisiones del equipo están siempre en condición de presteza para la competencia. Apenas estamos terminando una competencia cuando ya nos estamos preparando para otra. Para la organización de Jehová en este mundo siempre hay un concurso en alguna parte, y hay entrenamiento en progreso en la organización en alguna parte del mundo.

14. ¿Qué victorias se han ganado, y no obstante qué no significa esto?

14 Hay muchos triunfos en diferentes partes del mundo; por ejemplo, considere a nuestros hermanos en campos de concentración en Alemania. Salieron victoriosos de la II Guerra Mundial. En los Estados Unidos, el Canadá y otras partes ha habido miles de sentencias de prisión, acción por turbas, prohibiciones y proscripciones y, por la bondad inmerecida de Jehová, sus testigos han salido de ello victoriosos. Pero el triunfo en una competencia en un país no significa que hemos vencido finalmente y que el equipo se puede dispersar.

PELIGRO

15, 16. ¿Qué proceder de algunos hace que se destaque qué amonestación bíblica?

15 Muchos, habiendo triunfado en la competencia durante los años de persecución, desde entonces han violado la regla de entrenamiento continuo. Ahora están fuera de la carrera y del equipo. Muchos sufrieron pérdida de trabajos y separación de familias porque estaban dispuestos a aguantar todo para conseguir la aprobación de Jehová. En esa competencia algunos que fueron a la prisión o a campos de concentración pensaron que la carrera había terminado cuando fueron puestos en libertad. Abandonaron el campo de la competencia y dejaron de entrenarse. Ellos corrieron, no la carrera de maratón, sino sólo una carrera corta y rápida, y luego se retiraron. No hay nada más desgarrador que el ver a un corredor salirse de una carrera a causa de falta de entrenamiento. Se nos ha advertido por medio de la Palabra de Dios que pronto habrá dificultad en todas partes de la tierra. Recuerde, se nos dice que el ataque vendrá de Gog y del “norte.” El entrenamiento es esencial para que pueda uno aguantar más allá del punto decisivo de la carrera o competencia.

16 Anteriormente todos nosotros esperábamos la vuelta de los testigos fieles de la antigüedad como príncipes. Más tarde Jehová reveló que los que son príncipes—siervos de su organización—ahora están aquí entre nosotros. Entonces algunos perdieron el entusiasmo que habían tenido de ver a los “príncipes” resucitados. ¿No manifiesta esto lo que Jesús dijo que sucedería, que el amor de muchos “se enfriará”? (Mat. 24:12, NM) Muchos que estaban participando en la competencia y que fueron encarcelados durante el tiempo difícil de persecución le prometieron solemnemente a Jehová que, cuando fueran puestos en libertad, pelearían y correrían en la competencia con todas sus fuerzas y arte. Pero cuando salieron libres y pudieron haber cumplido lo que prometieron olvidaron su promesa solemne de dar todo a Jehová Dios.

17. ¿Cómo afecta a los cristianos a menudo la persecución?

17 Cuando una sección o división de la organización teocrática tiene una gran competencia en que sufre persecución en un país hay más participantes activos en el equipo, proporcionalmente, que en tiempo de entrenamiento. El ímpetu de esa división del equipo aumenta. Rebosan de celo. Arrojan todo lo que tienen, incluyendo la vida misma, a la competencia. Ven que la actividad es lo que cuenta y por eso son muy activos. La última noticia de la batalla teocrática se espera con ansiedad. No hay tiempo para indiferencia, para negligencia o para desavenencias personales. Para ellos la competencia está verificándose. Los empleos y propiedad no retienen a ninguno. Se quita todo peso que hace la competencia más difícil. Todos están listos para hacer cualquier cosa para vencer, aun a vivir en tiendas y aguantar tiempos difíciles. Fortalecen su mente para actividad. (1 Ped. 1:13, NM) Hay más voluntarios para el servicio de tiempo cabal; el servicio de Betel tiene una larga lista de espera. En un tiempo como ése hay muchos competidores; quieren participar en la competencia y ayudar a vencer.

18. ¿Qué oportunidades nos brindan las condiciones del período de paz, pero qué proceder siguen muchos?

18 El peligro para muchos es, no la competencia en que padecen persecución, sino el entrenamiento del período de paz. ¿Qué quiere decir este contraste? ¿Pedimos a Jehová que traiga más persecución? Ciertamente que no. Este contraste se hace para recalcar que siempre tenemos que prepararnos para otras competencias que están adelante. Actualmente en algunos países tenemos la oportunidad de prepararnos para una competencia verdadera. Pero muchos descansan tranquilamente. Disminuyen el entrenamiento. Con maravillosas oportunidades en el servicio de tiempo cabal, ¡vemos que al equipo le faltan precursores, que los publicadores van aflojando el paso y que el servicio de Betel está pidiendo voluntarios! Pocos responden. ¿No podemos ver que este período de aparente paz en diferentes países no es tiempo para un comportamiento como ése? Pues, es suicidio, ¿no es cierto?

19, 20. ¿Cuál debe ser la naturaleza del entrenamiento del período de paz, por qué, y cómo fué ilustrado esto?

19 Sepa con seguridad que su entrenamiento del período de paz debe ser sumamente severo. Tiene que ser tan arduo como la misma competencia final. Mientras más ardua la preparación, más fácil será la victoria. Considere el entrenamiento que se hacía para los antiguos juegos en Corinto. Los corredores se ponían pesas en los pies al entrenarse. Los boxeadores se ponían uniformes pesados y practicaban con sacos de arena. Para la competencia los corredores se quitaban las pesas y la ropa. Observando esto, Pablo dijo que debemos quitarnos “todo peso y el pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros.” (Heb. 12:1, NM) Entrénese para competencias futuras con pruebas, peligros y obstáculos. Usted vence o no vence, dependiendo de cómo se entrena para la competencia. Por eso el entrenamiento durante el período de paz antes que empiece la persecución para usted significa mayor actividad para usted, regularidad en el servicio, asistencia a todas las reuniones, estudio personal concienzudo. Es fatal considerarlo como tiempo en que aflojar las manos.—Sof. 3:16.

20 Considere una reciente carrera moderna. Un corredor británico bien conocido corrió la carrera de la milla en menos de cuatro minutos. ¡Un record mundial! ¿Cree usted que pudiera haberlo hecho si no se hubiera entrenado regularmente, sin tratar de evitarse trabajos, sino poniendo todo lo que tenía en la práctica para la competencia? Naturalmente que no. ¿Se da usted cuenta de que muchos que corrían en esa carrera no la completaron? Les faltó el aguante. Un hombre se desplomó sobre la pista. Si hemos de vencer en la competencia final tenemos que entrenarnos concienzudamente ahora.

21. ¿Dónde y cómo podemos entrenarnos para competencias futuras más severas?

21 Hoy algunos evitan el entrenamiento de testificar activa y regularmente de puerta en puerta y estudiar en grupo regularmente porque el mundo no ve favorablemente dicho entrenamiento. Sueñan con probar su integridad cuando la prueba futura venga en la prisión o el campo de concentración. Serán vencidos, derrotados, porque no se han entrenado para la contienda estrenua. El entrenarse ahora por medio de estudiar y predicar regularmente y edificar la habilidad de uno en el ministerio es una parte principal de la competencia misma. Hoy el trabajo de los testigos de Jehová está siendo hecho principalmente fuera de la prisión. Puede que llegue el tiempo en que la obra de testificar en todas partes se haga ocultamente o en la prisión. Pero puede que esto sea un preludio inmediato al fin que habrá en el Armagedón. (Isa. 43:10, 12; Apo. 2:10, NM) ¿Por qué esperar hasta que el dictador, el campo de concentración o las rejas de la prisión del Diablo lo rodeen a usted? ¿Puede usted esperar hasta que se termine la obra de testimonio por Su pueblo para hacerla? ¡No, mil veces no! ¡Entre en el concurso ahora antes del “acto extraño” de Jehová en el Armagedón!—Isa. 28:21.

22. ¿Cuál es otra regla de entrenamiento fija como se demuestra por qué palabras de Jeremías, Jesús y otros?

22 Una regla fija del entrenamiento es que la palabra de Jehová tiene que ser predicada. Los profetas de la antigüedad en ningún caso aplazaron la predicación hasta mañana. Jeremías dijo que la palabra de Dios era semejante a fuego que ardía dentro de sus huesos y que no podía mantenerla dentro de su cuerpo; tenía que darle salida—¡tenía que predicar! (Jer. 20:9) Jesús, quien comenzó esta carrera para nosotros, fué ungido por Jehová para predicar. (Luc. 4:18) Nosotros tenemos que seguir en sus pisadas y predicar. Nuestra ocupación principal, como la suya, debe ser el ministerio. (1 Ped. 2:21) Pablo dijo: “Estoy arruinado si no predico.” (1 Cor. 9:16, UTA) Si no predica ahora se le considerará responsable por la pérdida de vida de los inicuos. Predique ahora y usted no será culpable por la muerte de ellos. (Eze. 33:8, 9) Una vez que entramos, no podemos ausentarnos al tiempo del entrenamiento. Y el tiempo del entrenamiento es ahora, hermanos, no mañana. La inactividad significa que podemos darnos por muertos. Si dejamos de entrenarnos y abandonamos la carrera estamos muertos a la vista de Dios. No estén muertos en el pecado de la inactividad. ¡Sean activos ahora y vivan mañana, hermanos!

DÓNDE MANTENER LA VISTA FIJA

23, 24. (a) ¿En qué tenemos que mantener la vista fija, y por qué? (b) ¿Cuál es nuestra meta, y por qué no la alcanzarán algunos?

23 Otra regla era: mantener la vista en el premio—la corona de hojas de hiedra. Hoy algunos cristianos pierden de vista el premio que se les ofrece a ellos. No es incorrecto el mantener la vista en la corona de la vida. La razón es que Dios es quien la da. Jehová hace que brote en nuestro corazón el deseo de tener la recompensa. Hágala posesión suya. Vale la pena que corramos por la recompensa. No nos es provechoso decir: ‘Yo estoy muy alegre de estar en la verdad y serviré a Jehová sea que reciba una recompensa o no.’ Tenga cuidado; no menosprecie la bondad de Dios. Él puso la promesa ante su vista con una razón. Es con el fin de que usted se esfuerce y corra hasta el fin para obtenerla. Asegúrese de que usted a todo tiempo ve la recompensa. Como un ejemplo de esto, supóngase que un padre terrestre quiere que su hijo salga bien en sus exámenes escolares. Le promete una bicicleta si triunfa. Ese muchacho se esforzará. Usará toda hora que pueda conseguir para obtener conocimiento a fin de salir bien en los exámenes. Él ve el premio mientras estudia. Sueña con él. Triunfa porque quiere la bicicleta. Jehová Dios nos ha ofrecido a nosotros, sus hijos, un premio mucho mayor, la vida eterna. Es correcto que mantengamos el premio delante de nosotros como un estímulo para correr, porque nuestra carrera es muy difícil. Aunque tratamos de conseguir el premio, es al dador del premio a quien amamos y queremos agradar.

24 ¿Por qué fracasan tantos? Porque no prestan atención a esta meta de vida eterna. Pablo escribió: “Hermanos, todavía no me considero como si ya la hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a esto: . . . esforzándome hacia adelante a las cosas que están más allá, prosigo hacia la meta para alcanzar el premio de la vocación de arriba y que Dios extiende en Cristo Jesús.” (Fili. 3:13, 14, NM) La “vocación de arriba” aplica a los de la clase ungida. Pero la vocación de las “otras ovejas” también procede “de arriba.” La vida eterna sobre la tierra les es a las “otras ovejas” tan deseada como les es la vida en el cielo, “la corona de la vida,” a los ungidos llamados por Jehová. (Apo. 2:10, NM) ¿Cuál es la diferencia? Uno de estos premios es más excelente, pero ambos traen vida eterna, y la vida es lo que queremos. Algunos permiten que la visión que tienen del propósito de Jehová, su reino y su obra teocrática pierda claridad. No quieren estudiar privadamente y no asisten a las reuniones de estudio. No tienen visión. Personas de esta clase no alcanzarán la meta con buen éxito. Donde no hay visión el pueblo perece. (Pro. 29:18, VA) ¿Ha perdido usted de vista el premio en la carrera? Mantenga el premio ante su vista y usted permanecerá en la pista y no será desviado por el Diablo de modo que pierda la vida.

25. ¿Por qué no podemos mirar hacia atrás?

25 Otra regla para correr es que el corredor no debe mirar atrás mientras corre. Algunos entran en la carrera y corren bien por un tiempo. Pero después comienzan a sentir que han dejado algo atrás. Vuelven la cabeza y miran atrás para considerar si deben regresar o no a su manera de vivir anterior. Los placeres, negocios, amigos del viejo mundo, u otras cosas, rondan su memoria y los hacen salir de la carrera de retener integridad. Por esta clase de desviación Jehová eliminó de la carrera a la esposa de Lot. ¿Mira usted atrás a las cosas que quedan allá? Si lo hace, usted tropezará y quedará fuera de la carrera. No permita que las cosas que han quedado atrás le impidan el seguir adelante.—Fili. 3:13.

26, 27. ¿Quién es nuestro verdadero enemigo, y por qué es especialmente peligroso el tiempo presente?

26 Los que entraban en la antigua competencia de lucha o de boxeo tenían que mantener la vista puesta siempre en el adversario. En la contienda teocrática moderna el no hacer eso entrampa a muchos hoy en día. En algunas divisiones del equipo de Jehová muchos esperan que venga un adversario en forma de dictadores, policía de seguridad o chusmas. No ven en su propia contienda que el verdadero adversario es invisible a los ojos humanos. ¿Se ha hecho usted inactivo? Si es así, usted ha dejado de ver que no estamos peleando contra un enemigo de sangre y carne. A través de los ojos de Pablo vemos a nuestro enemigo. Él dijo que “tenemos un pleito, no contra sangre y carne, sino contra . . . las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales.”—Efe. 6:12, NM.

27 ¿Busca usted a un adversario de sangre y carne en vez de un enemigo invisible? Entonces usted demuestra que ha perdido su vista espiritual. Ha caído en una emboscada del enemigo invisible. Los hermanos que están alerta se dan cuenta ahora de que estos días son más peligrosos que cuando los nazistas dominaban a Alemania y las chusmas gobernaban en los Estados Unidos, cuando la persecución se hallaba desenfrenada casi por dondequiera. Ahora como nunca antes el Diablo y los demonios se oponen al trabajo de Jehová en tierras democráticas así como en naciones gobernadas por dictadores. Como Pablo, Pedro también amonesta: “No pierdan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, tratando de devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8, NM) ¡Un león rugiente coge desprevenida a la presa que él anda cazando al acecho por medio de rugir con la cabeza cerca del suelo, para que la presa no pueda determinar la ubicación del león rugiente! ¿Está usted libre de engaño y ve usted distintamente al bestial adversario invisible acechándolo de cerca? Si usted lo ve a él usted pondrá toda la energía que tenga en correr en la competencia final; ¡sí, más energía que la que usted pondría si simplemente viera a la policía secreta pisándole los talones o a la chusma a la puerta de su casa!—Apo. 12:12.

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