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  • ¿Qué enseña la Biblia acerca de la divinidad de Cristo?

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  • ¿Qué enseña la Biblia acerca de la divinidad de Cristo?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
w62 15/1 págs. 37-40

¿Qué enseña la Biblia acerca de la divinidad de Cristo?

¿Es Cristo Dios? ¿O nunca fue más que meramente un humano? La respuesta bíblica es razonable.

¡USTEDES son apóstatas! ¡No son cristianos! ¡No creen en la divinidad de Cristo!” Así gritó el prominente clérigo de edad avanzada. ¿Qué había causado este arranque emocional? Su encuentro fortuito con dos ministros cristianos jóvenes, testigos de Jehová. Este incidente de la vida real, el cual sucedió en un tren entre dos ciudades principales de los Estados Unidos, es típico de la vehemencia que abrigan algunos que afirman ser cristianos respecto al tema de la divinidad de Cristo.

Precisamente, ¿qué se quiere decir mediante la expresión “divinidad de Cristo”? Aparentemente hay bastante confusión en cuanto al tema, aun entre aquellos que pertenecen a denominaciones que enseñan esto. Tal como sucede con muchas otras enseñanzas de la Biblia, los líderes religiosos han exagerado. Por una parte los hay que arguyen que Jesucristo nunca fue más que meramente un humano, y por otra parte los trinitarios arguyen que él siempre ha existido y siempre ha sido divino. La verdad bíblica, como veremos, se halla aproximadamente a medio camino entre estos dos extremos. La Palabra de Dios muestra que Jesucristo en un tiempo, en su existencia prehumana, era un espíritu, que él llegó a ser enteramente humano al venir a la Tierra, y que al tiempo de su resurrección llegó a ser espíritu de nuevo, dotado ahora de un organismo incorruptible y recibiendo vida inmortal.

LA EXISTENCIA PREHUMANA DE CRISTO

¿No fue nunca más que meramente un humano Cristo, o tuvo él una existencia prehumana? Él mismo contestó explícitamente, porque repetidamente dio testimonio al hecho de su existencia prehumana y a que él había descendido del cielo: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre.” “Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo.” “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.” “Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese.” “He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.”—Juan 3:13; 6:51; 8:58; 17:5; Apo. Rev. 3:14.a

Los discípulos de Jesús dieron testimonio de la misma índole: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios...” “Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.” “Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.” “Su amado Hijo; en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados: El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. . .Y él es antes de todas las cosas.” “Vemos. . .a aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos.” De modo que si creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, no tenemos más alternativa que la de aceptar su testimonio respecto a que Cristo en realidad tuvo una existencia prehumana.—Juan 1:1, 3; Fili. 2:5-7; Col. 1:13-17; Heb. 2:9.

NO DIVINO NI UN DIOS MIENTRAS ESTUVO EN LA TIERRA

Así como la Biblia muestra claramente que Jesucristo tuvo una existencia prehumana como espíritu glorioso, igualmente muestra sin ambigüedad alguna que Jesucristo fue enteramente humano desde su nacimiento hasta su resurrección de entre los muertos. Por eso el apóstol Juan nos dice que “aquel Verbo fue hecho carne.” No parte carne y parte Dios, no meramente revestido de carne, sino que fue hecho o ahora era carne. De igual modo testifica el apóstol Pablo que “Dios envió su Hijo, hecho de mujer, hecho súbdito a la ley.” Si él hubiera sido parte Dios y parte humano no podría haberse dicho que había sido “hecho un poco menor que los ángeles.” Y el apóstol Pedro declara que “también Cristo padeció una vez por los pecados, . . .siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.”—Juan 1:14; Gál. 4:4; Heb. 2:9; 1 Ped. 3:18.

Si Jesucristo hubiese sido tanto Dios como hombre a la misma vez, ¿habría sido necesario que él orara a Dios por ayuda, como hizo repetidamente? “Padre, todas las cosas son a ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.” “En los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su reverencial miedo. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y consumado, vino a ser causa de eterna salud a todos los que le obedecen.”—Mar. 14:36; Heb. 5:7-9.

Si Jesús hubiese sido tanto Dios como hombre mientras estuvo en la Tierra, ¿cómo podría haber sido probado como lo son las criaturas humanas? No obstante, fue probado. “Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” Solo porque él fue verdaderamente humano pudo experimentar lo que los humanos experimentan y así llegar a ser un sumo sacerdote comprensivo.—Heb. 4:15.

Eso no es todo tampoco. Jesús vino como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Con este fin él “se dio a sí mismo en precio del rescate por todos,” es decir, un precio correspondiente, para redimir, para comprar de nuevo lo que Adán había perdido para el género humano. Adán no era un Dios-hombre, él no era una encarnación. La justicia de Dios requería “vida por vida,” y así leemos que “así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.”—Juan 1:29; 1 Tim. 2:6; Deu. 19:21; 1 Cor. 15:22.

ATRIBUYENDO A PASAJES MÁS DE LO QUE DICEN

Muchísimos son los pasajes que citan los que sostienen que Jesucristo siempre ha sido divino y que es, en realidad, miembro de una trinidad, igual en esencia, gloria y duración con su Padre. Pero casi invariablemente cuando examinamos estos pasajes descubrimos que se les acredita de decir mucho más de lo que verdaderamente dicen. Por ejemplo, los pasajes citados previamente para probar que Jesús sí tuvo una existencia prehumana se aducen como prueba de que Jesús era Dios Jehová o igual a su Padre; sin embargo, ni uno de ellos siquiera insinúa semejante cosa.

De la misma manera los pasajes que relatan acerca de que Jehová usó el pronombre “nosotros” se usan como argumento a favor de la igualdad del Jesús prehumano, el Logos, con su Padre. Pero el mero hecho de que Dios use este pronombre no prueba que él estuviese hablando a un igual. A lo más, solo puede denotar que entre todas las criaturas celestiales hubo una que ocupaba una posición preferida en relación con Jehová Dios; y ésta es exactamente la manera en que las Escrituras presentan el asunto. El Verbo, el Logos, era el íntimo de Jehová, su Agente principal, Vocero o Mensajero antes de venir a la Tierra.—Gén. 1:26; 11:7; Pro. 8:30; Isa. 63:9; Juan 1:3.

Luego también, el hecho de que Padre, Hijo y espíritu santo estuvieran presentes en el bautismo de Jesús, fueran mencionados en la comisión que Jesús dio a sus seguidores de hacer discípulos de todas las naciones y por Pablo en una de sus bendiciones de despedida no puede por ningún esfuerzo de la imaginación usarse para afirmar que los tres tienen que ser personas coiguales en gloria, sustancia y eternidad, como casi invariablemente arguyen los trinitarios. Eso es atribuir a tales pasajes mucho más de lo que verdaderamente dicen. Seguramente, uno que jamás hubiera oído hablar de la trinidad nunca se formaría la idea de una trinidad a base de estos pasajes.—Mat. 3:16, 17; 28:19; 2 Cor. 13:14 [13, Val].

También es atribuir demasiado a pasajes bíblicos el sostener que debido a que éstos relatan que Jesús efectuó milagros y fue resucitado de entre los muertos prueban que “Cristo es Dios,” como sostuvo el sacerdote católico romano F. X. Cronin, predicando en la catedral de San Patricio; o el decir que debido a estos hechos Jesús o era “Dios . . . ¡o el más grande fraude que jamás ha vivido!” como sostuvo una propaganda de los Caballeros de Colón.—Times de Nueva York del 1 de febrero de 1960.

No era de ninguna manera necesario que Jesús fuese divino o Dios para que ejecutara los milagros que efectuó. Moisés y muchos otros profetas de tiempos antiguos efectuaron milagros asombrosos sin que fuesen Dios, y también lo hicieron los discípulos de Jesús. De modo que los milagros de Jesús y su resurrección de entre los muertos no pueden usarse como prueba de que él fuera Dios. En cuanto a que él fuese un fraude si no era Dios, tómese en cuenta que en ningún tiempo afirmó Jesús ser Dios, ser igual a su Padre. Lo más que él afirmó en cuanto a sí mismo fue que era el Hijo de Dios; en un sentido singular, es cierto, pero no Dios mismo, solamente el Hijo de Dios.—Juan 10:36.

Miqueas 5:2 es otro pasaje al cual atribuyen demasiado los que creen en la trinidad. Según la Versión Moderna éste habla proféticamente acerca de Jesús como aquel “cuya procedencia es de antiguo tiempo, desde los días de la eternidad.” Debido a que solo Jehová es desde la eternidad se arguye que Jesús es Jehová Dios. Empero de nuevo, no es así. La palabra hebrea que aquí se traduce “eternidad,” es olam, y significa sencillamente un período indefinido de tiempo. Se usa en Números 25:13 para referirse al sacerdocio levítico, el cual sí perduró por un período indefinido de tiempo, llegando a su fin hace más de 1,900 años. Otras traducciones de Miqueas 5:2 dicen, por lo tanto: “Cuyo origen es desde lo antiguo, desde días antiguos.” (NR) “Cuyo origen es desde tiempos primitivos, desde los días de tiempo indefinido.”—NM.

El título “Dios fuerte” que se aplica a Jesucristo en Isaías 9:6 también se usa para probar que Jesús es Dios, porque Isaías 10:21 habla de Jehová Dios como “Dios fuerte” y Jeremías 32:18 hace referencia a él como “Dios poderoso.” Pero aquí de nuevo se atribuye demasiado a estos pasajes. Solamente los superlativos y los infinitos pueden limitarse dogmáticamente a Jehová, tales como “el Altísimo.” Jesús es un dios, un dios poderoso, y Jehová también es un dios, un dios poderoso. Pero adicionalmente, Jehová es el Dios poderoso y también el Dios Todopoderoso. La expresión en el texto hebreo, el gibbor, “Dios fuerte,” no se limita a Jehová, pero la expresión el Shaddai, “Dios Todopoderoso,” sí.—Gén. 17:1.

“Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.” (Isa. 43:10) Los que usan este pasaje para probar que Jesucristo es igual a Dios también le atribuyen al texto más que lo justificado. Se afirma que este pasaje prueba que Jesús no pudo haber sido creado por Dios sino que tiene que haber existido desde la eternidad, de otro modo hubiera sido un dios que vino después de Dios, y Dios dice que no habrá ningún dios después de él. Tal argumento, sin embargo, muestra un entendimiento erróneo del texto. Lo que Jehová está mostrando aquí es que él no tuvo predecesor alguno, antes de él no existía dios alguno. ¿Cómo pudo haber un dios antes de él, puesto que él siempre ha sido? Tampoco habrá algún dios después de él, es decir, él nunca tendrá sucesor, porque él siempre será el Soberano Supremo, Jehová Dios. El que Dios Jehová sí produjo a otros dioses lo muestran las Escrituras: “Yo dije: Vosotros sois dioses, e hijos todos vosotros del Altísimo. Empero como hombres moriréis, y caeréis como cualquiera de los tiranos.” Así también el Logos fue un dios creado por Jehová.—Sal. 82:6, 7.

SE ENSEÑA INEQUÍVOCAMENTE LA SUBORDINACIÓN

Lejos de enseñar las Escrituras que Jesucristo sea una deidad coigual, un Dios igual a Jehová Dios, ellas muestran continuamente que él es inferior a su Padre. Él mismo dijo: “El Padre mayor es que yo.” Y aun después de su resurrección él se refirió a Jehová, no como su igual, sino como su Dios, diciendo a María: “Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.” Jehová es el Padre y Dios de Jesús, pero ¿es Jesús el Padre y Dios de Jehová? No.—Juan 14:28; 20:17.

Particularmente el apóstol Pablo muestra la distinción entre Jehová y Jesucristo. Él no enseñó que Dios y Cristo son iguales, sino que claramente reiteró vez tras vez que Jesús ocupa una posición inferior: “Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él.” Además, él muestra que así como “todo es vuestro,” igualmente “vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.” Sí, tal como los cristianos pertenecen a su Cabeza y Amo, Jesucristo, de igual modo Jesucristo pertenece a su Cabeza y Amo, Jehová Dios.—1 Cor. 8:6; 3:21, 23.

Refiriéndose a la misma cosa, el apóstol declara más adelante: “Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo.” ¿Qué podría ser más claro que eso? Y el que esta relación continuará a través de la eternidad es evidente de las palabras adicionales del apóstol Pablo: “Luego el fin; cuando [Cristo] entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.”—1 Cor. 11:3; 15:24, 28.

En vista de lo susodicho, ¿qué se puede decir brevemente en contestación a la pregunta: Qué dice la Biblia acerca de la divinidad de Cristo? Que hubo un tiempo cuando Jesús existía; que antes de nacer de María él tuvo una existencia en el cielo como criatura gloriosa espiritual, el Verbo, un dios; que al venir a la Tierra él fue enteramente humano, nada más y nada menos que el Adán perfecto en lo que concernía a su naturaleza; y que desde su resurrección él es un espíritu divino glorioso, poderoso, incorruptible e inmortal; que jamás en ningún instante ha sido Jesús igual a su Padre sino que está siempre subordinado a él.

[Nota]

a Las citas son de la Versión Valera (1934) para mostrar que la posición adoptada aquí no depende de cierta traducción.

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