Los días de juicio de Jehová
Jehová ha celebrado días de juicio en lo pasado, actualmente estamos en un día de juicio, y otro viene en lo futuro. ¿Sobre qué base se celebran? ¿A quiénes afectan, y cómo?
LA MAYORÍA de las religiones de la cristiandad enseña que Dios tiene dos días de juicio para cada persona: un día de “juicio particular” o individual, el cual se dice que se lleva a cabo al tiempo que uno muere, y luego el “día de juicio general,” el cual según se supone se realizará al fin del mundo, tiempo en que, se dice, el alma ha de ser reunida con el cuerpo. Puesto que el destino de uno supuestamente queda sellado al tiempo que uno muere, no está claro por qué debe celebrarse otro día de juicio.
Como se ha explicado en estas páginas vez tras vez, las Escrituras no enseñan que el hombre tenga un alma que al morir él vaya al cielo o a un limbo, purgatorio o lugar de tormento eterno. Más bien enseñan que al morir el hombre permanece dormido, inconsciente, hasta la resurrección—siempre que esté registrado en la memoria de Dios. En aquel tiempo habrá un día de juicio.
Antes de considerar tanto ese día de juicio como otros que se mencionan en la Biblia, notemos primero que el gran Juez es Jehová Dios mismo. Abrahán se dirigió a él como Jehová, “el Juez de toda la tierra.” Sí, “Jehová es nuestro Juez.” Ya que es el Creador, el Altísimo, el Rey de la eternidad y el gran Legislador, él correctamente hace que toda criatura le rinda cuentas a él.—Gén. 18:25, NM; Isa. 33:22.
Y es un gran consuelo saber que Jehová es un Juez que no sólo es justo, sino también misericordioso: “Con Jehová nuestro Dios no hay injusticia ni parcialidad ni aceptación de soborno.” Él es “Jehová, un Dios misericordioso y benigno, lento para airarse y abundante en bondad amorosa y verdad, que preserva bondad amorosa para miles, perdonando iniquidad y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará exención de castigo.” Al mismo tiempo hace a uno reflexionar el saber que “los ojos de Jehová están en todo lugar, atalayando a los malos y a los buenos.” Hacemos bien, por lo tanto, en temerle a Jehová.—2 Cró. 19:7; Éxo. 34:6, 7, NM; Pro. 15:3.
Los días de juicio de Jehová son períodos de tiempo en los cuales él pide cuentas. Puede que sean comparativamente breves o que duren mil años. Generalmente hay un período de prueba seguido por una ejecución de juicio. Los juicios adversos de Jehová son irrevocables y significan la aniquilación, porque él dice: “Yo, Jehová, no cambio.” Para los que aman la justicia los días de juicio de Dios no son ocasiones que han de temerse, sino ocasiones para regocijo: “¡Alégrense los cielos, y gócese la tierra . . . delante de Jehová; porque viene, sí, porque viene a juzgar la tierra [!] ¡juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad!” —Mal. 3:6; Sal. 96:11, 13.
La Palabra de Dios indica que hay varios días de juicio. El primero se llevó a cabo en el Edén y el subsiguiente en los días de Noé. Entre los otros están el que se efectuó en los días de Lot, el que le sobrevino a la nación de Israel entre 29 d. de J.C. y 70 d. de J.C., el día de juicio actual que llegará a su colmo en la batalla del Armagedón, el de mil años que seguirá inmediatamente después de eso y luego la prueba final que colmará ese día de juicio.
LOS DÍAS DE JUICIO PASADOS DE JEHOVÁ
Los días de juicio de Jehová se hacen imperativos por causa de su supremacía y justicia. Sus días de juicio son siempre un tiempo de pedirles cuentas a sus criaturas, y la primera vez que él hizo esto fué en el Edén inmediatamente después de la rebelión del “querubín cubriente” y de Adán y Eva. Habiendo sido ultrajada su autoridad por un quebrantamiento voluntarioso de su ley, Jehová adoptó medidas drásticas divorciando de la organización celestial de Dios al querubín cubriente y echando del Edén a Adán y Eva. El destino final de los tres había de ser la aniquilación. Sin embargo, aun aquí se mostró la misericordia de Dios en el hecho de que Dios no ejecutó inmediatamente a Adán y Eva. Esto permitía que ellos tuvieran descendientes, y que los que fueran obedientes de entre éstos recuperaran eventualmente lo que Adán había perdido para ellos.
El próximo período de juicio acerca del cual hablan las Escrituras parece haber comenzado posiblemente cincuenta años antes del gran Diluvio y duró hasta que las aguas realmente empezaron a caer; porque fué después que los hijos de Noé habían crecido a la madurez y se habían casado que Dios le mandó a Noé que edificara el arca. Debido a la iniquidad y violencia que había fué necesario que Dios volviera a tomar medidas drásticas. El que éste también fué un tiempo tanto de ejecutar justicia sobre los inicuos como de mostrar misericordia a los justos se discierne de las palabras de Pedro de que Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, pero mantuvo a Noé, predicador de justicia, en seguridad con siete otros.” Pedro también manifiesta claramente que el fin de los antediluvianos fué destrucción eterna.—Véase el capítulo 2 de 2 Pedro, NM.
Y puesto que Pedro también incluye a Sodoma y Gomorra en la porción de la Biblia que acabamos de mencionar, sabemos que a los que perecieron debido al juicio ardiente de Jehová en el día de Lot también se les selló su destino eterno. Aquí de nuevo, debido a la iniquidad y violencia extremas, fué necesario que Jehová celebrara un día de juicio y de nuevo mostró misericordia, a Lot y a su familia.
Con el mensaje amonestador de Juan el Bautista tuvo su principio un día de juicio para la nación de Israel. Él declaró que el hacha ya estaba puesta a la raíz del árbol y que pronto aparecería uno que bautizaría a aquella nación con fuego, símbolo de la destrucción. Después de Juan vino Jesús, quien predicó un mensaje tanto de buenas nuevas como de amonestación durante alrededor de tres años y medio. Particularmente a partir del Pentecostés sus seguidores emprendieron la obra de predicación. Los que aceptaron la verdad y a Cristo vinieron a ser parte de la congregación cristiana y escaparon del juicio de Jehová de ejecución a manos de los ejércitos romanos en 70 d. de J.C.
Todos los que no prestaron oídos al mensaje de la verdad fueron destruídos en ese tiempo o tomados cautivos. El que su perecimiento en ese tiempo significó destrucción eterna se hace patente de las palabras que Jesús dirigió a los líderes religiosos de aquel tiempo: “Serpientes, descendientes de víboras, ¿cómo habrán de huir del juicio de Gehena? Jesús también indicó que incluído en esta destrucción iba el rebaño de ellos, al decir: “Si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.” Ya que antes que a Cristo la gente impenitente prefería a sus líderes religiosos hipócritas, que le regalaban los oídos, esa gente merecía el mismo destino que sus guías falsos.—Mat. 23:33; 15:14, NM.
EL DÍA DE JUICIO ACTUAL
Pasando a considerar nuestro día como otro día de juicio de Jehová hallamos que tiene varios aspectos. Ante todo, es un día de juicio para la congregación cristiana de Dios, la novia de Cristo. La profecía de Malaquías 3:1-3 revela que cuando Jehová viene para juzgar a éstos tiene asociado consigo a su Hijo, Jesucristo. De hecho, Jesús declaró en una ocasión: “Porque el Padre absolutamente no juzga a nadie, sino que él ha encomendado todo el juicio al Hijo.”—Juan 5:22, NM.
En vista del cumplimiento de tales profecías como la del capítulo 24 de Mateo sabemos que desde 1914 hemos estado viviendo en el día de la segunda pero invisible presencia de Jesús. Y así como Jesús vino al templo literal de Dios tres años y medio después de aparecer como Mesías, de igual modo los hechos físicos muestran que el año 1918 marcó “el tiempo señalado para que principie el juicio por la casa de Dios.” Al decir la casa de Dios se quiere decir la congregación de Dios, el cuerpo de Cristo, cuyos miembros han “nacido otra vez” por medio del espíritu de Dios.—1 Ped. 4:17, NM.
Los que se habían dormido en la muerte y que habían sido fieles hasta la muerte fueron resucitados y se les dió su recompensa celestial. Los cristianos que estaban en la tierra en ese tiempo y que profesaban ser del cuerpo de Cristo fueron juzgados y separados. Los infieles fueron echados a las tinieblas de afuera, mientras que los fieles fueron purificados para que desde entonces en adelante le ofrecieran a Dios servicio adecuado por medio de mantenerse limpios del viejo mundo y por medio de predicar las buenas nuevas a los mansos y dar la advertencia acerca del día de la venganza de Dios.
Debido al establecimiento del reino de Dios en los cielos, hecho que las Escrituras asocian con la vuelta de Cristo, la actualidad también es un tiempo de juicio de hombres y naciones. A Cristo se le ha entronizado como Rey y por lo tanto se les manda a los gobernantes de la tierra que den su lealtad a él, así como está escrito en el Salmo 2. Pero, no sólo han rehusado ellos hacerlo, como se ve por el hecho de que rechazan el anuncio del Reino, sino que han erigido su propio substituto, las Naciones Unidas, y han mostrado su oposición aun al grado de perseguir a los proclamadores del Reino. Debido a todo esto ellos perecerán en la batalla del Armagedón que se acerca rápidamente.
Mientras que los gobernantes y las naciones como tales han sellado su destino por medio de rechazar el reino de Dios, en la actualidad todavía hay oportunidad para que todos los hombres de buena voluntad se pongan de parte de Jehová y su reino. Ese es uno de los propósitos principales de la publicación de esta revista y de literatura parecida. Esta es una provisión misericordiosa de Jehová y la razón por la cual él ha reservado para tiempo tardío el punto culminante del día de juicio actual. Si usted es sabio se aprovechará de este período de misericordia prestando atención al mandato de Jehová: “Buscad a Jehová, todos los mansos de la tierra, los que habéis obrado lo que es justo; buscad la justicia, buscad la mansedumbre; puede ser que os pongáis a cubierto en el día de la ira de Jehová.”—Sof. 2:3.
Buscamos a Jehová por medio de estudiar su Palabra, porque en ella él se revela a nosotros; y ése también es el modo de buscar la justicia, porque su Palabra nos aclara cuáles son los justos requisitos que Dios quiere en nosotros. Por supuesto, usted necesitará ayuda, así como la necesitaban los primeros discípulos de Jesús, y listos para ayudarlo están los ministros de la sociedad del nuevo mundo, los testigos de Jehová. Ellos tendrán muchísimo gusto en entrar en su hogar y estudiar la Biblia con usted.
Adicionalmente, será menester que usted se asocie con otros que igualmente procuran cumplir con los justos requisitos de Dios, porque se nos aconseja que no abandonemos el congregarnos. A medida que crezca usted en conocimiento y entendimiento verá su privilegio de seguir en las pisadas de Jesús por medio de dedicarse a hacer la voluntad de Dios y bautizarse así como él lo hizo. Por medio de vivir una vida cristiana limpia, por medio de mantenerse separado de los ardides comerciales y políticos de este viejo mundo, y por medio de participar en la predicación de las buenas nuevas del reino de Dios usted puede esperar tener la aprobación de Dios y estar entre los que sobrevivirán al punto culminante de este período de juicio, la batalla del Armagedón. Usted manifestará que es una de las ovejas que son salvadas para entrar en el nuevo mundo de Dios, un mundo que tendrá un día de juicio de mil años durante el cual Satanás y sus demonios estarán atados.
EL DÍA DE JUICIO FUTURO
Cristo Jesús será el Juez en este día de juicio de mil años y asociados con él tendrá a los que han seguido en sus pisadas, así como indican las palabras de Pablo: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?” Según los capítulos 7 y 14 de Apocalipsis el número de esos jueces asociados será 144,000.—1 Cor. 6:2, NM.
Durante la primera parte de ese día de juicio de mil años usted, si es un sobreviviente del Armagedón, tendrá el gran privilegio de participar en un cumplimiento representativo del mandato de procreación que primero se dió a Adán y Eva y volvió a ser declarado a Noé y sus hijos. Eso quiere decir que usted podrá engendrar hijos en justicia, ejercer dominio amoroso sobre los animales inferiores y ayudar a restaurar la tierra a un estado paradisíaco. Entonces todos los que estén todavía en las tumbas memorialescas oirán la voz del Padre eterno, Jesucristo, y saldrán a una resurrección de juicio. Indudablemente será el privilegio de usted el de participar en darles la bienvenida a éstos que vuelven del sepulcro y luego de instruirlos en los caminos de la justicia.
Entonces, cuando todos éstos hayan sido despertados de entre los muertos y lleguen gradualmente a la perfección mental, moral y física, propósito para el cual se han apartado los mil años, Cristo y sus asociados se harán a un lado y Jehová mismo administrará la prueba final, así como Pablo muestra en 1 Corintios 15:20-28. Esta prueba final se efectuará por medio de sacar a Satanás y sus demonios de su estado de inactividad parecida a la muerte. Todos los que en el corazón son egoístas serán descarriados por él y lo manifestarán por medio de abierta rebelión en contra del arreglo de Dios sobre la tierra. Habiendo revelado ya lo que tenían en el corazón, Jehová los ejecutará junto con Satanás y sus demonios. Se hace referencia a esto como el lago de fuego, lo cual en realidad significa la muerte segunda.—Apo. 20:7-10, 14, NM.
Vemos por lo tanto que los días de juicio de Jehová son tanto justos como misericordiosos y son causa para que se regocijen todos los que aman la justicia. Por medio de estos días de juicio Dios se vindicará como el Soberano legítimo; demostrará su habilidad de hacer cumplir sus justos juicios y sin embargo realizar sus propósitos sabios y amorosos respecto a sus criaturas. Y así como su primer día de juicio resultó en la pérdida del paraíso, su día de juicio final resultará en la restauración cabal de él.