¿Pereció alguna vez todo el mundo?
RECIENTEMENTE algunos investigadores de una escuela de medicina de Detroit, Michigan (E.U.A.), pusieron bajo un microscopio electrónico una porción de tejido de un peludo mamut por largo tiempo congelado. Quedaron asombrados al poder identificar glóbulos individuales de la sangre tanto rojos como blancos... algo que nunca antes se había hecho con tejido que fuera tan viejo.
¿Qué fue lo que congeló a los antiguos mamutes tan rápido y los conservó tan perfectamente? Los científicos solo pueden tratar de adivinar. Por ejemplo, una teoría reciente del astrónomo británico Fred Hoyle achaca la extinción súbita a que casi hubo un choque entre la Tierra y un asteroide o un cometa. Supuestamente, esto pudo haber llenado la atmósfera de partículas de polvo y éstas taparon la luz del Sol, de modo que los mamutes en tinieblas avanzaron a ciegas y se metieron en pantanos, donde más tarde se congelaron. Inverosímil, ¿verdad?
Aunque la teoría de Hoyle es improbable, por lo menos reconoce un hecho importante: Se requirió algún tipo de catástrofe. Pero, ¿qué catástrofe fue ésa? ¿Fue simplemente el que casi hubo un choque astronómico, o fue algo más significativo?
‘¿A quién le importa lo que haya sido?,’ tal vez digan algunos. ‘¿Realmente le importa eso a alguien aparte de los mamutes?’ La respuesta es: ¡Sí! ¿Qué hay si los peludos mamutes se vieron atrapados, no por un accidente cósmico, sino por una deliberada ejecución de juicio contra todo un mundo? Además, suponga que a la actual generación de la humanidad le espera una ejecución similar. ¿No quisiera usted saber en cuanto a ella?
‘¡Absurdo!,’ replica el escéptico. ‘Las ejecuciones de juicio catastróficas simplemente no ocurren en escala mundial. ¡No hay registro histórico de cosa semejante!’
¡Pero hay semejante registro! En el capítulo siete del libro bíblico de Génesis 7 se registra un diluvio mundial que destruyó toda forma de vida en la Tierra hace unos cuarenta y tres siglos. El registro indica que hubo una razón para que ocurriera este desastre. “Se llenó la tierra de violencia ... estaba arruinada.” (Génesis 6:11, 12) El Diluvio fue un juicio ejecutado contra la generación inicua que era responsable de aquella violencia. Aunque fue una acción drástica, el Diluvio fue necesario para impedir que la Tierra fuera arruinada en su totalidad. Por amor, Dios hizo arreglos para la supervivencia de Noé y su familia, ocho personas que no figuraban entre las que estaban arruinando la Tierra.
¿Realmente ocurrió dicho Diluvio? Bueno, en el folklore de veintenas de pueblos se han conservado relatos de un diluvio universal, de los cuales se conocen unos 150 ejemplos. Una gigantesca catástrofe como ésa ciertamente explica mucho mejor lo que ocurrió con los mamutes que la teoría del pantano congelado propuesta por Hoyle. Como han comentado algunos investigadores: “Los restos de estos animales no estaban en deltas, pantanos ni estuarios, sino que estaban esparcidos por toda la región.” Además, no cabe la posibilidad de que algún pantano que se hubiera congelado lentamente pudiera explicar el descenso repentino y drástico de las temperaturas que, según se ha calculado por medio de estudios celulares, ¡descendieron hasta –101 grados Celsio!
‘¡Pero tal caso no puede ocurrir hoy día!,’ afirman los escarnecedores. Sin embargo, la Biblia indica que estamos viviendo en los “últimos días” de este sistema de cosas. (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-14) ¿Quién puede negar que una vez más los hombres están “arruinando la tierra”? (Revelación 11:18) ¿Qué generación ha visto alguna vez más violencia que la nuestra, que ha sido testigo de dos guerras mundiales que han segado veintenas de millones de vidas durante este siglo? Como en el día de Noé, Dios está haciendo provisiones para que personas sinceras sobrevivan a la venidera destrucción, pero a muchas personas no les interesan esas provisiones.
Note lo que la Biblia dice con relación a los mismísimos escépticos que se mofan de la posibilidad de un juicio venidero: “Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos y diciendo: ‘¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación.’”
¿Qué tiene que ver eso con el diluvio del día de Noé? La Biblia contesta: “Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que desde lo antiguo hubo cielos y una tierra situada sólidamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. Pero por la misma palabra los cielos y la tierra actuales están guardados para fuego y quedan reservados para el día de juicio y de la destrucción de los hombres impíos.”—2 Pedro 3:3-7.
¿Le suena familiar el razonamiento de esos escarnecedores? Debe sonarle familiar. Es el tipo de razonamiento que sirve de base a la teoría de la evolución, la cual niega que haya ocurrido el Diluvio y rechaza la idea de un ajuste de cuentas futuro con Dios. Tal razonamiento equivale a decir: ‘No hemos observado ningún juicio dramático procedente de Dios durante nuestra vida; tampoco lo han presenciado nuestros antepasados. Hasta donde podemos ver, los procesos naturales parecen seguir adelante sin prisa, de modo que se requieren millones de años para que ocurran cambios en escala global. Así que, ¿por qué preocuparse en cuanto a una súbita calamidad mundial?’
¡Ese modo de pensar es peligroso! Cierto, puede parecer que refleje la manera como funcionan los procesos naturales hoy, pero pasa por alto completamente el ejemplo amonestador del Diluvio. Las personas que piensan de ese modo rehúsan aceptar el hecho de que hubo un Diluvio, no porque falte prueba de ello, sino “conforme al deseo de ellos,” porque no quieren rendir cuentas a Dios.
¡Pero las ilusiones no cambiarán los hechos! Realmente hubo un diluvio mundial en el día de Noé, tal como verdaderamente habrá un ajuste de cuentas mundial con la generación actual. (Mateo 24:32-34) ¿No es para el propio bien de usted y de su familia el que usted averigüe cómo pueden sobrevivir a ese juicio venidero?