El punto de vista bíblico
“El fin del mundo”... ¿debe usted temerlo?
POCO antes de terminar Jesús su ministerio terrestre, algunos de sus discípulos le preguntaron: “¿Cuál será la señal de tu venida, y del fin del mundo?”—Mat. 24:3, Versión Popular.
¿Se refiere “el fin del mundo” a la destrucción ardiente de la Tierra y de la humanidad? Muchos creen que sí. Les parece que hallan apoyo para su punto de vista en las siguientes palabras del apóstol Pedro: “Pero el día del Señor vendrá cuando menos se espera, como viene un ladrón de noche. Entonces los cielos se van a deshacer con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos con el fuego, y la tierra será quemada con todo lo que hay en ella.”—2 Ped. 3:10, VP.
¿Indican realmente estos textos que algún día el planeta Tierra tendrá un fin ardiente? Hallará muy informativo el punto de vista bíblico de este asunto.
Respecto a cuánto tiempo estará en existencia la Tierra, leemos en Salmo 104:5: “Él [Dios] ha fundado la tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” (Compare con Salmo 78:69; 119:90) Según las Escrituras, la Tierra, con habitantes humanos, permanecerá para siempre.—Isa. 45:18.
En vista de esto, ¿qué quieren decir las Escrituras por el fin del mundo? Nos será provechoso considerar cómo otros traductores bíblicos han vertido esta expresión. Algunos ejemplos son: “el fin del siglo” (Versión Valera revisada de 1960), “la consumación del siglo” (Versiones Moderna, Latinoamericana, Hispanoamericana), “la conclusión de la edad” (Rotherham), “la conclusión del sistema de cosas” (Traducción del Nuevo Mundo). Lo que realmente llega a un fin es una “edad” o “sistema de cosas” (Griego, aión, el tiempo) no la Tierra literal y sus habitantes.
También es revelador el hecho de que en Mateo 24:3 algunos traductores usan la palabra “fin” y otros “consumación,” y en inglés también usan “cierre” y “conclusión.” La conclusión de una época no es por lo general un suceso súbito. Más bien, se puede extender por algún tiempo y fundirse con el principio de la época nueva. Jesús declaró que “la conclusión del sistema de cosas” pudiera identificarse por medio de una “señal” compuesta de muchos rasgos. (Mat. 24:3) Entre éstos estarían guerras notables, escasez de alimentos, terremotos, enfermedades epidémicas y un “aumento del desafuero.” (Mat. 24:7-12) Por lo tanto, según lo que dijo Jesús, el fin del mundo es la conclusión o parte final de la época actual de la historia humana. Esta enseñanza no contradice la declaración segura de la Biblia de que la Tierra habitada permanecerá para siempre.
Pero ¿qué hay de la declaración de Pedro de que “los cielos se van a deshacer con un ruido espantoso, . . . y la tierra será quemada con todo lo que hay en ella”? (2 Ped. 3:10, VP) Es preciso entender las palabras de Pedro en el contexto de la Biblia entera. Considere, por ejemplo, cómo se usan las palabras “tierra” y “cielos” en el libro de Isaías:
“Escuche la tierra y lo que la llena, la tierra productiva y todo su producto. Porque Jehová tiene indignación contra todas las naciones, y furia contra todo el ejército de ellas. Tiene que darlos irrevocablemente a la destrucción; tiene que darlos al degüello. Y todos los del ejército de los cielos tienen que podrirse. Y los cielos tienen que enrollarse, justamente como un rollo de libro; . . . Porque en los cielos mi espada ciertamente se empapará . . . de sangre.”—Isa. 34:1, 2, 4-6.
Claramente, en este pasaje “tierra” no se refiere al planeta, sino a la gente que puede ‘escuchar.’ Y ¿notó usted que una espada de ejecución se empaparía con sangre “en los cielos”? Puesto que la Biblia dice que las personas de carne y sangre no viven en el cielo, este término también tiene que ser símbolo de algo en la región humana. (1 Cor. 15:50) En su comentario sobre Isaías 34:4, el docto bíblico Albert Barnes provee esta información aclaratoria: “Los cuerpos celestes se usan a menudo para representar a reyes y príncipes. El sentido es, que habría una gran destrucción; que los príncipes y nobles que se habían opuesto a Dios y su pueblo serían destruidos.”—Compare con Isaías 14:12-14; Revelación 22:16.
Cuando Pedro escribió acerca de que los cielos y la tierra se desharían o pasarían, se refería al actual sistema de gobernantes políticos humanos y sus súbditos. La Biblia predice que el reino de Dios “triturará y pondrá fin a todos estos reinos.” (Dan. 2:44) Pero la Tierra sobrevivirá y continuará teniendo habitantes.
¿Qué seguirá a la actual edad de gobernación humana? Pedro escribe: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13) La “promesa” a la que se refiere el apóstol se halla en Isaías 65:17, donde leemos: “Porque aquí estoy creando nuevos cielos y una nueva tierra.” ¿Qué significa eso?
Tenga presente lo que ya se ha dicho acerca del uso que la Biblia hace de los cielos y la tierra como símbolos. Inicialmente esta profecía de Isaías trataba del regreso de Israel del destierro en Babilonia. Al llegar a su propia tierra, llegaron a ser una “nueva tierra,” o sociedad nueva que habitaba la Tierra Prometida. Sobre ellos gobernaban unos “nuevos cielos,” a saber, la dignidad de gobernador en la persona de Zorobabel (un descendiente del rey David) ayudado por el sumo sacerdote Josué.—Ageo 1:1, 14.
Sin embargo, el hecho de que Pedro dijo que los cristianos ‘esperan nuevos cielos y una nueva tierra’ señala a un cumplimiento futuro. Los “nuevos cielos” son el gobierno del Reino celestial de Dios. Sus obedientes súbditos terrestres formarán la “nueva tierra.” El apóstol Juan describe las bendiciones de dicho arreglo como sigue:
“Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior [los actuales gobiernos terrestres y sus seguidores] habían pasado, y el mar ya no existe. Con eso oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.’ Y El que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.’”—Rev. 21:1, 3-5.
El fin del mundo es un período de transición de la actual época de iniquidad y sufrimiento al deleitoso nuevo orden que el apóstol Juan describió. Personas que viven hoy han visto las guerras, escasez de alimentos, terremotos, desafuero y los otros rasgos de la señal que marcan la conclusión de la edad actual. (Mat. 24:7-14) En vez de causar temor, la enseñanza bíblica acerca del fin del mundo debe ser fuente de gozo. A los que verían la predicha señal, Jesús les amonestó: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen sus cabezas, porque su liberación se acerca.”—Luc. 21:28.