Enfermedades y dolencias... ¿no terminarán nunca?
LAS enfermedades y las dolencias han viajado con la humanidad a través de la historia. Cada civilización ha tratado de aliviar o borrar el sufrimiento humano. Pero solo han tenido éxito limitado.
Aun hoy, ¿adónde puede usted mirar y no ver desdicha acarreada por las enfermedades y las dolencias? Todos conocemos a algunas personas que sufren, si acaso no sufrimos nosotros mismos. Los hombres todavía preguntan: ¿No terminarán nunca las enfermedades y las dolencias?
Jesucristo, hace centenares de años, mostró que podríamos esperar que las enfermedades continuaran y entraran en un período que llamó “la conclusión del sistema de cosas.” Dijo: “Habrá . . . en un lugar tras otro pestes y escaseces de alimento.” (Mat. 24:3-7; Luc. 21:10, 11) La palabra “pestes” se traduce “estallidos de enfermedades” en The New Testament in Basic English, y “epidemias” en The Living Bible.
Como se ha mostrado muchas veces en esta revista, la humanidad entró en “la conclusión del sistema de cosas” en el año 1914. Por lo tanto, gran parte de la enfermedad que vemos es en cumplimiento de las palabras de Jesús. Sin embargo, ciertas personas ponen en tela de juicio la profecía que dio y su cumplimiento moderno. ¿De qué manera?
Algunos se preguntan: ¿Qué hay de extraordinario en esa predicción? ¿No siempre ha habido pestes o enfermedades? Es cierto que no son nuevas las extensas enfermedades y el sufrimiento general. Pero hoy lo que causa frustración es que persisten a pesar de las mejores instalaciones médicas, escuelas de medicina y hospitales disponibles. El conocimiento de la salud y la medicina está diseminado hasta las partes más remotas de la Tierra. Sin embargo las enfermedades florecen. Ese hecho ayuda a señalar éste como un tiempo singular en la historia.
Por otra parte, algunos preguntan: ¿No ha vencido la ciencia médica la mayoría de las enfermedades? En tal caso, las palabras de Jesús no se han cumplido. Por eso, para apreciar claramente la exactitud de lo que él dijo, examinemos los hechos y veamos si la ciencia está acabando con las enfermedades.
ENFERMEDADES ANTIGUAS TODAVÍA CON NOSOTROS
Considere el cólera, una enfermedad antiquísima. ¿Ha desaparecido? De ninguna manera. En los primeros años de la década de 1960 a 1969 empezó lo que algunos han llamado una “pandemia” —una epidemia mundial— de cólera en Indonesia y se esparció a través de gran parte de Asia. En 1971 catorce naciones (un tercio de las naciones con casos de cólera) informaron la plaga por primera vez.
El cólera es relativamente nuevo en África. Sin embargo, durante 1971 y 1972 se anotaron oficialmente unos 80.000 casos de ese continente, 20.000 de los cuales terminaron en la muerte. Tan recientemente como el verano de 1973 una epidemia de cólera azotó a Italia, y se informó de un caso en los Estados Unidos. Los esfuerzos por contener el cólera en toda la Tierra solo han tenido éxito limitado.
La malaria es otro padecimiento antiguo. ¿Todavía está activo? Periódicamente, algún doctor u organización visualiza un mundo libre de malaria. Por ejemplo, en 1961 la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo alarde de “una serie completa de drogas eficaces en el tratamiento de toda etapa” de la malaria. ¿Cuán eficaces fueron estas “drogas eficaces”? ¡Ese mismo año ocurrió un aumento dramático de malaria! Eso acabó con lo que un profesor de medicina llamó un “período de satisfacción complaciente” para con la enfermedad.
En un período de cuatro meses que empezó a fines de 1971, el número de casos aumentó más del doble, a 20.000, en Sri Lanka. La malaria de veras está activa. La malaria, el tracoma y la esquistosomiasis (fiebre de caracol) afligen ahora a ochocientos millones de personas en países empobrecidos del mundo. Además hay viruela, tuberculosis, difteria, fiebre reumática, poliomielitis e influenza... todas todavía asesinas. ¡El hombre no ha acabado con las enfermedades!
Pero ¿a qué se debe que, a pesar de los adelantos de la medicina, persisten las enfermedades? Hay varias razones.
POR QUÉ LA MEDICINA NO HA DETENIDO LAS ENFERMEDADES
Entre otras cosas, la medicina no puede erradicar completamente todos los organismos diminutos que causan las enfermedades. Hay demasiados para que el hombre trate de controlarlos. Pero ¿no han logrado detener muchas enfermedades con vacunas? Sí, ha habido algunos triunfos. Pero note lo que dice Peter Farb en Ecology (1970):
“Ahora hay vacunas que protegen contra la poliomielitis, sarampión, viruela, tétano, cólera y muchas otras enfermedades terribles. Sin embargo, estas victorias son en gran manera ilusiones. No tienen en cuenta el hecho de que los organismos microbianos mismos son capaces de extraordinariamente rápidos . . . cambios que resultan en nuevas especies que resisten las más potentes drogas del hombre.”
Los gérmenes desarrollan nuevas especies resistentes a las drogas. Por ejemplo, las variedades más fuertes de gonorrea, malaria, tuberculosis y shigelosis pueden resistir antibióticos bien conocidos.
México ha estado combatiendo vigorosamente lo que puede ser “el estallido más grande de fiebre tifoidea que haya ocurrido en cualquier parte del mundo por varias décadas.” Aunque hay drogas para tratar la tifoidea, esta especie en particular no ha respondido al tratamiento.
OTRAS RAZONES POR LAS QUE CONTINÚAN LAS ENFERMEDADES
Hay que recordar que las enfermedades y las dolencias no son simplemente problemas “médicos.” Hay asuntos como la buena nutrición. Hay más probabilidad de que las personas que no comen apropiadamente contraigan enfermedades graves. Posiblemente hay mil millones de personas en toda la Tierra que padezcan de desnutrición o hambre. Más del 20 por ciento de los niños que les nacen a estas personas mueren antes de tener cinco años de edad. Su vida, según los actuales promedios médicos, será veinte años más corta que la de un niño que nace en uno de los países más opulentos.
Las enfermedades también tienen raíces sociales y ambientales. Se ha dicho que no son enteramente erráticas. En otras palabras, hay razones por las cuales aparecen. Condiciones de vida escuálidas y atestadas, con agua sucia y poca vida privada, producen rápidamente las enfermedades. Medran en estas condiciones una vez que aparecen.
A menudo estas circunstancias despreciables son ocasionadas por la guerra. Las guerras, en los últimos sesenta años, han sido de alcance internacional. Los modelos de vida normales han sido trastornados en enormes regiones. Entonces las enfermedades aparecen, se esparcen y se intensifican, cancelando el duro trabajo de muchos doctores. Estas solo son unas cuantas de las razones por las cuales los hombres no han detenido las enfermedades.
LAS “MEJORAS” MODERNAS ACARREAN ENFERMEDADES
Sin embargo, sorprendentemente, algunos de los adelantos que los hombres han efectuado realmente han agravado las enfermedades y dolencias. Esto hace más patente lo correcto de la profecía de Jesús acerca de “estallidos de enfermedades” en nuestro tiempo.
Hay ciertas zonas donde las enfermedades infecciosas como la malaria y el cólera parecen estar controladas, por lo menos por ahora. Existe libertad de guerras efectivas y hay una suficiencia de alimento nutritivo. Pero todavía hay enfermedades y dolencias. ¿Por qué?
Junto con estas cosas aparentemente buenas viene la sociedad industrial moderna con sus presiones, tensiones y tirantez. Los ataques del corazón y los problemas digestivos cobran un enorme número de víctimas. El smog llena el aire, contribuyendo a enfermedades de las vías respiratorias y cáncer. ¿Y qué hay de la obesidad? Uno de cada cinco varones y una de cada cuatro mujeres en los Estados Unidos pesan demasiado y son blancos principales de ciertas enfermedades asesinas, entre ellas la diabetes.
Otra cosa: Los aparentes éxitos de la ciencia han creado una complacencia en miles de personas. Ha aparecido un aura de confianza excesiva en la medicina. El Dr. John J. Witte del Centro para el Control de las Enfermedades en Atlanta, Georgia (EE. UU.), cita un ejemplo: “Estoy seguro de que hay muchos padres jóvenes que están mucho menos aterrados en cuanto a los estragos de la poliomielitis que los padres de hace una década porque no han vivido a través de epidemias ni han visto casos de poliomielitis.” Como resultado, dice, “la poliomielitis podría esparcirse significativamente si se introdujera en ciertas zonas.”
La potencialidad de epidemias en masa, no solo de la poliomielitis, sino de otras enfermedades aparentemente vencidas en los “países adelantados” es muy real. De modo que leemos: “Un solo cambio catastrófico en las normas de vida norteamericanas volvería a hacer de la tuberculosis una amenaza para millones de personas a través de la nación.”—Health and Disease (Time, Inc., 1965).
¿TERMINARÁN LAS ENFERMEDADES Y LAS DOLENCIAS?
Prescindiendo de cómo se examine la pregunta, podemos ver que las palabras de Jesús se han cumplido. Las enfermedades persisten a pesar de —a veces debido a— todo el trabajo médico con dedicación y diligencia para eliminarlas. Hay poco motivo para tener verdadero optimismo de que los hombres resuelvan completamente los problemas de salud del hombre. Pero ¿significa esto que nunca terminarán?
Muchas personas se han resignado a esa actitud, siendo de la misma opinión que René J. Dubos, que escribió en Mirage of Health: “La completa y duradera libertad de las enfermedades solo es un sueño.” Pero no es un sueño imposible. ¡Tenemos base sólida para creer que la enfermedad sí terminará!
¿No es razonable acudir a Dios, el Hacedor del hombre, para que resuelva para siempre nuestros problemas de salud? ¿Quién conoce mejor la estructura del hombre? Él promete en la Biblia que pronto Jesucristo destruirá el inicuo sistema de cosas mundial que existe hoy. Después de eso el reino de Jesús tiene que gobernar “hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a la nada.” (1 Cor. 15:25, 26) Si la muerte habrá de desaparecer, ¿no terminarían también las condiciones que llevan a la muerte, como la enfermedad y la vejez? Es obvio que sí.
El hecho de que Dios se interesa en los hombres lo suficiente para acabar con las enfermedades y las dolencias y que puede hacerlo queda ilustrado por la Ley que dio a su pueblo Israel en tiempos pasados. Cuando obedecían la Ley, su vida era prolongada y eran preservados de muchas de las enfermedades y padecimientos de naciones vecinas. (Éxo. 15:22-26; 23:25; Lev. 26:14, 16, 25; Deu. 28:15, 20) Pero el desobedecer esa Ley o pecar contra ella llevaba a enfermedades innecesarias.
El quebrantar la ley de Dios (el pecar) y las enfermedades así están enlazadas. La profecía en Isaías 33:24, que tuvo un cumplimiento en Israel de la antigüedad, da énfasis a este enlace. Dice: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo.’” ¿Cómo podría alguien en aquel entonces declarar tal cosa? El versículo contesta: “El pueblo que está morando en la tierra será el perdonado por su error.” Cuando volvían a ser obedientes a Dios, resultaba lo que pudiera llamarse ‘salud espiritual.’ Y eso producía los beneficios de salud física que Jehová prometía. (Compare también con Salmo 103:1-5.) Esto es igualmente cierto hoy día.
Los que observan las leyes piadosas que prohíben la inmoralidad sexual, por ejemplo, no están plagados con enfermedades venéreas. Las personas que mantienen su cuerpo limpio de cigarrillos no se exponen de propósito a horribles formas de cáncer, ¿verdad? La obediencia a Dios significa verdaderos beneficios de salud ahora mismo.—Mat. 5:27, 28; 2 Cor. 7:1.
Pero aunque alguien trate de llevar una vida recta, con el tiempo muere. ¿Por qué? Porque los hombres son imperfectos por nacimiento; heredan el pecado. (Rom. 5:12) Y sobre esta forma de pecado virtualmente no tienen control alguno. Cuando Jesús estuvo en la Tierra mostró su autoridad sobre todo pecado al dar o restaurar milagrosamente la salud. Leemos que cuando sanó a un paralítico dijo: “‘Hijo, tus pecados te son perdonados . . . Te digo: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.’ Con eso, él sí se levantó, y tomó al punto su camilla.”—Mar. 2:5-12; Mat. 9:1-5.
Ciertamente, si Jesús, cuando vivió en una pequeña parte de la Tierra, pudo perdonar el pecado y restaurar la salud literal, puede hacer aun más al gobernar desde el cielo. Todo el pecado será erradicado. En todo el mundo, tendrá lugar curación.
Por ahora, la persona sabia obedecerá las leyes de Dios. Tratará de mantener su salud. Pero sabe que en resumidas cuentas el fin seguro de las dolencias vendrá de Dios, en su nuevo sistema de cosas. ¿Por qué no estudia con los testigos de Jehová y averigua cómo usted también puede estar vivo cuando “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo.’”?—Isa. 33:24; Rev. 21:1-4.
[Ilustración de la página 453]
¿Puede usted imaginarse cuanto más deleitable será la vida cuando las enfermedades y las dolencias hayan desaparecido?
[Gráfico de la página 451]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
AUMENTO DE ENFERMEDADES 1960-1969 EE. UU.
13%— POBLACIÓN
21%—— ENFERMEDADES DEL CORAZÓN
49%——— CÁNCER DE LOS PULMONES
200%—————————————— ENF. VEN.