¿Quién es Jesucristo, que todos lo necesitamos?
“No hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”—Hech. 4:12.
1. ¿Por qué es un salvador mundial lo que todos nosotros en común necesitamos?
UN SALVADOR MUNDIAL... eso es lo que con gran urgencia necesita hoy el mundo de la humanidad. ¡Un rescatador de toda la familia humana! Todos somos de la misma carne y sangre, y tenemos un comienzo común. Todos estamos en la misma nave espacial... este planeta Tierra. Si esta nave se hundiera, todos tendríamos que bajar con ella al mar sin fondo del espacio insondable. ¿Nos irá a suceder esto? Al considerar cómo van las cosas en nuestra nave espacial planetaria, parecería que esta catástrofe global está mucho más cercana de lo que calculan los científicos modernos. Pero ¿irá a ocurrir una cosa tan horrenda? ¿Quién es y dónde está el salvador mundial que pueda impedir que ocurra? Cada vez son más las personas que quisieran saber esto.
2. ¿En qué importantes ciudades de hoy no se encuentra el salvador mundial, y qué demostración hay de este hecho?
2 El salvador mundial no está allá en la ciudad de Nueva York hoy día... con su complejo de edificios de las Naciones Unidas. Las 144 naciones que son miembros de esa organización para la paz y seguridad mundial están experimentando dificultades en cuanto a mantenerse a flote ellas mismas individualmente. El salvador mundial no está allá en Moscú, Rusia, donde una serie de dictadores ha gobernado con mano de hierro y con la visión de un mundo hecho comunista. El salvador mundial no está allá en Jerusalén, Israel, donde tres prominentes religiones del mundo tienen intereses desde hace mucho tiempo, pero en conflicto entre sí. Tampoco puede hallarse el salvador mundial en ninguna otra ciudad de importancia mundial pasada ni presente. La angustia continuada de las naciones y el gemir aumentado de la gente demuestra este hecho.
3. ¿Qué verdad rehúsa admitir la gente mundana, pero dónde es razonable y sensato que busquemos un salvador mundial?
3 La situación mundial quizás no prometa absolutamente nada bueno en su significado obvio. Sin embargo la gente que sigue el modo de pensar moderno está absolutamente opuesta a admitir la verdad. ¿Qué verdad? Que la ayuda mundial que se necesita tendrá que venir de una fuente superior a los hombres. Rehúsan dejar de confiar en los hombres, los únicos ayudadores poderosos e inteligentes que pueden visualizar en su mente materialista. Si seguimos la línea de pensamiento de ellos, quedamos sin sentido de dirección. No llegamos a ningún sitio. Pero prescindiendo de lo prominentes que sean esas personas de mente mundana, nosotros sabemos para nuestro fuero interno que no somos ni los creadores ni las creaciones de nosotros mismos. Estamos demasiado maravillosamente diseñados y hechos y dotados para ser de simple construcción humana. Nuestro Diseñador y Constructor, quien nos puso en esta nave espacial planetaria, tiene que ser sobrehumano. Tiene que estar en posición tan elevada sobre nosotros como los cielos están más elevados que nuestra nave espacial terrestre. Puesto que nosotros somos maravillas de Su mano de obra, Él debería estar interesado en nosotros. Quizás no sea modernista, pero es razonable y sensato esperar que Él pueda producir un salvador mundial para nosotros.
4. ¿Quién inspiró en el corazón humano la esperanza de un salvador mundial, y a quién dijo él hace mucho tiempo que nos dirigiéramos para obtener salvación?
4 Pues bien, ¿es probable que haya sido este Creador nuestro Quien haya inspirado en el corazón humano la esperanza de que toda la humanidad sea rescatada? ¿Por algún salvador mundial? ¡Sí! ¿De qué otra fuente pudiera provenir tan atrevida y magnífica idea? Más de siete siglos antes de nuestra era común, sí, más de un siglo antes de la era budista, Ése había hecho que se pusiera por escrito esta declaración: “Diríjanse a mí y sean salvos, todos ustedes que están en los cabos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. Por mí mismo he jurado —de mi propia boca en justicia ha salido la palabra, de modo que no volverá— que ante mí toda rodilla se doblará, a mí toda lengua jurará, diciendo: ‘Seguramente en Jehová hay plena justicia y fuerza. Todos los que se acaloran contra él vendrán directamente a él y quedarán avergonzados.’”—Isa. 45:22-24.
5. ¿Qué no debería hacer que nos avergonzáramos de dirigirnos a Jehová para obtener salvación, y por qué no?
5 La salvación por Jehová puede alcanzar hasta los extremos lejanos de la Tierra y abarcar a todo el mundo de la humanidad. Es a Él que debemos dirigirnos con la esperanza de obtener salvación eterna y con una solicitud por ella en espíritu de confianza. El hecho de que el mundo odie el nombre de Jehová no debería hacer que nos avergonzáramos y hacer que nos volviéramos en una dirección que nos apartara de él. Todos los que se acaloran contra él serán quienes vendrán directamente a Él y quedarán avergonzados. No obtendrán la salvación que espera a los que, sin que a ello sean obligados, se dirigen a él en busca de salvación.
6. ¿Cómo muestra el último libro de la Biblia que la invitación que hace mucho tiempo hizo Jehová de dirigirse a él tendría una respuesta mundial?
6 La invitación que hace Jehová de dirigirse a él como el único Dios de salvación fue puesta por escrito en el libro número veintitrés de la Santa Biblia. Ese libro contiene las profecías inspiradas de aquel hombre del Oriente Medio llamado Isaías el hijo de Amoz, que residía en la antigua Jerusalén. El hecho de que habría una respuesta mundial a la invitación divina se predice en el libro número sesenta y seis y último de la Santa Biblia, llamado Revelación o Apocalipsis y escrito en el primer siglo de nuestra era común. En el Rev. capítulo siete, versículos nueve y diez, el escritor inspirado, Juan el hijo de Zebedeo, describe la visión profética que vio. Mostrando que, en nuestro propio tiempo, una muchedumbre innumerable de personas se dirigiría a Jehová Dios en busca de salvación, Juan escribe: “¡Miren! una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había palmas en sus manos. Y siguen clamando con voz fuerte, diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.’”
IDENTIFICADO EL SALVADOR MUNDIAL
7, 8. (a) ¿En qué sentido debe entenderse la designación “el Cordero”? (b) ¿Dónde empieza a usar esa designación la Revelación, y para mostrar qué?
7 Pero ¿por qué confiesa esta muchedumbre compuesta de personas de todas las razas, naciones y colores que debe su salvación, no solo a Dios, sino también “al Cordero”? ¿Podemos nosotros descubrir con exactitud la identidad de esta persona a quien se llama figurativamente “el Cordero”? ¡Sí!
8 Ciertamente tenemos que identificarlo. En primer lugar, la designación “el Cordero” no se usa como término afectuoso, como cuando le dijéramos a alguien a quien le tuviéramos cariño: “¡Corderito mío!” Más bien, la designación llama atención a sacrificio, a un muy necesario sacrificio a favor de todos nosotros. En el libro de Revelación la designación “Cordero” (o: “el Cordero”) se aplica veintisiete veces a este individuo necesario. Estas referencias a “el Cordero” comienzan en el Rev. capítulo cinco, donde al escritor Juan se le habló acerca del papel importante que desempeñaría “el Cordero.” A Juan se le dijo: “Deja de llorar. ¡Mira! El León que es de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el rollo y sus siete sellos.” (Rev. 5:5) Cuando Juan dejó de llorar, ¿qué vio? Dice: “Vi de pie en medio del trono . . . un cordero como si hubiese sido degollado.”—Rev. 5:6.
9. ¿Quién es este ‘León de la tribu de Judá,’ y qué indica este título acerca de él?
9 Pues bien, ¿quién es este Cordero a quien la Santa Biblia identifica llamándolo el “León que es de la tribu de Judá” y una “raíz” dadora de vida para el primer rey de Jerusalén de la tribu de Judá, llamado David? Es Jesucristo, el descendiente carnal del patriarca Abrahán y del rey David de la tribu de Judá. (Gén. 49:9, 10; Mat. 1:1-6) El que se le llame “el León que es de la tribu de Judá” significa que él era el “Silo” que había de venir y a quien “pertenecerá la obediencia de los pueblos.” Esto significaba que él sería el Rey (como lo había sido su antepasado David) de un verdadero gobierno al cual todos los pueblos de la Tierra tendrían que someterse para su propio bien. Tal como David había sido ungido para ser rey y por lo tanto fue un ungido, así su Descendiente real sería un ungido, al cual los hebreos llamaban “Mesías” pero al cual los judíos de habla griega llamaban “Cristo.” Por eso tenemos la expresión “Jesucristo” (Jesús Un Ungido) o “Cristo Jesús” (Ungido Jesús). Pero si se le asemeja a un león de Judea semejante a un rey, ¿por qué se le asemeja también a un “cordero”?
10. Según lo que Juan vio, ¿qué le había sucedido a este Cordero, y qué compra resultó de ello?
10 El escritor Juan explica por qué, mientras nos dice lo que siguió viendo y oyendo, con estas palabras: “Y cuando tomó el rollo, . . . [cantaron] una canción nueva, diciendo: ‘Digno eres de tomar el rollo y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios personas de toda tribu y lengua y pueblo y nación, e hiciste que fuesen un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de gobernar como reyes sobre la tierra.’”—Rev. 5:8-10.
11. ¿Con qué propósito fue degollado este personaje semejante a cordero, y cómo había predicho esto el Isa. capítulo 53 cincuenta y tres de Isaías?
11 De modo que este “León que es de la tribu de Judá” que hace un reino fue degollado en sacrificio, precisamente como la Ley de Dios dada a la nación de Israel por medio de Moisés estipulaba el sacrificio de un cordero inmaculado por los pecados. Él fue el justo “siervo” de Jehová, acerca del cual el inspirado profeta Isaías hizo las siguientes predicciones: “Estuvo en severa estrechez, y él fue dejando que se le afligiera; no obstante, no abría su boca. Se le fue trayendo justamente como una víctima ovejuna al degüello; y como una oveja que delante de sus esquiladores ha enmudecido, él igualmente no abría su boca. . . . derramó su alma hasta la mismísima muerte, y fue con los transgresores que fue contado; y él mismo llevó el mismísimo pecado de muchas personas, y por los transgresores procedió a interponerse.”—Isa. 53:7, 12; Hech. 8:30-35.
12. ¿Por qué no podemos refutar que necesitamos el sacrificio del Cordero debido a que somos pecadores y transgresores?
12 Esto hace que se destaque una fuerte razón por la cual necesitamos a Jesucristo. Lo necesitamos como Cordero de sacrificio que fue ofrecido a Jehová Dios, el Creador del hombre. La profecía de Isaías que acabamos de citar habla acerca de pecadores y transgresores. Ahora bien, por lo general a la gente no le gusta que la llamen pecadora y transgresora. De todas maneras, ninguno de nosotros puede negar que todos tenemos defectos y tendencias hacia hacer lo malo. Estas cosas las obtuvimos de alguna parte. Todos podemos culpar a nuestros padres. Pero ellos, en cambio, obtuvieron la imperfección y las tendencias hacia lo malo de sus padres. Y así podemos remontarnos en el pasado en una cadena ininterrumpida hasta la primera pareja casada, a quienes la Santa Biblia llama Adán y Eva. El acusar a los padres de dar a su prole imperfección e inclinaciones a lo malo se detiene al llegar a Adán y Eva. ¿Por qué? Porque Adán y Eva no obtuvieron de Dios, su Creador y Padre celestial, lo imperfecto y pecaminoso de ellos. “Perfecta es su actividad,” y él hizo perfectos a Adán y Eva, puesto que fueron creados a su propia imagen.—Deu. 32:4; Luc. 3:38; Gén. 1:26-28.
13. ¿Qué pregunta surge en cuanto al lugar donde nacimos, y qué impidió que naciéramos perfectos?
13 Durante los pasados seis mil años, ninguno de nosotros ha nacido en el paraíso, es decir, en el Jardín de Edén. Pero Adán y Eva fueron creados y puestos allí. (Gén. 2:7-25) Por supuesto, aquel paraíso terrestre original no podría contenernos cómodamente a todos nosotros hoy; tendría que haber sido extendido hasta abarcar todo el globo terráqueo. Con todo, ¿por qué no nacimos todos en un paraíso terrestre de tamaño global? Sí, ¿y por qué nacimos todos en imperfección, propensos a malas tendencias, enfermizos y moribundos? La única explicación razonable que pudiera haber sería que la primera pareja humana, de la cual todos hemos descendido, se descaminó. Bueno, el registro histórico fiel a la realidad que se da en la Santa Biblia concuerda con esa razonable explicación. Antes de siquiera tener hijo alguno, Adán y Eva se descaminaron. Esto significa que no hicieron lo que Dios les dijo que hicieran. Le fueron desobedientes a él, su Padre celestial. Así pecaron o apuntaron fuera del blanco de la perfección humana.
14. ¿Por qué obró Dios dentro de su derecho al echar del paraíso a Adán y Eva, y qué misericordia por parte de Él ha llevado a que estemos vivos hoy?
14 ¿Podemos culpar a Dios por sentenciar a Adán y Eva a lo que dijo que sería la pena segura que se impondría por el más pequeño acto de rebelión contra él como el Legislador y Juez Supremo? No pudiéramos hacer eso con justicia. Pero ¿podemos culpar a Dios por echarlos de su paraíso? ¡No! Como Creador del Jardín de Edén él tiene derechos de propiedad. Tiene perfecto derecho a decidir quiénes deben ser inquilinos en su propiedad. Fíjese en la manera en que personas egoístas, inconsideradas, convierten excelentes viviendas suministradas por el gobierno en algo que se parece a los barrios bajos y miserables. Fíjese en la manera en que la raza humana en general está arruinando a la Tierra en conjunto, amenazándola con guerra nuclear, con todo el arruinamiento y la contaminación que esto significaría para la superficie de la Tierra. Cuando pensamos en ello, nos maravillamos de que Dios les permitiera a los pecaminosos Adán y Eva ponerse a vivir fuera del paraíso de Edén, de modo que llegaran a poblar la Tierra hasta el grado que está poblada hoy. Ciertamente fue misericordioso por parte de Dios el permitir que Adán y Eva continuaran viviendo de modo que tuvieran hijos, de manera que ahora nos encontramos vivos en la Tierra seis mil años después.—Gén. 3:1 a 4:2 inclusive.
15. ¿Qué clase de padre decidió ser Adán para su prole, y cómo llegamos todos a ser pecadores en él?
15 Cuando estuvo bajo la tentación de pecar como lo había hecho su esposa Eva, Adán tuvo que decidir qué clase de padre sería para su prole, si sería un padre temeroso de Dios, perfectamente obediente a su Padre celestial y en relación inviolada con Él, o un padre que estuviera en rebelión contra su Dador de Vida y bajo la sentencia de muerte, la pena del pecado. (Gén. 2:15-17) Adán optó por ser la última clase de padre para nosotros. Por eso no podemos culpar de nuestra imperfección y condición de pecaminosos a Dios el Creador del hombre. Nosotros mismos no podemos evitarlo, pero la situación ahora es tal como lo que escribió un escritor bíblico del primer siglo, el apóstol cristiano Pablo, cuando dijo: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Rom. 5:12) Puesto que Dios plantó simiente reproductiva en el primer hombre, todos nosotros sus descendientes estábamos en sus lomos cuando Adán pecó. Así, todos nosotros pecamos dentro de él y, como resultado de ello, todos hemos nacido pecadores, bajo la condenación de la muerte.
16. ¿Qué equilibrio de la balanza de la justicia divina no debemos pasar por alto, y cómo nos asegura esto 1 Corintios 15:21, 22?
16 No se nos escape de la atención aquí una cosa importante que se enseña en la Santa Biblia de Dios. ¿Qué es eso? Esto: Que tal como Dios considera a aquel solo hombre, Adán, responsable de todo el pecado y su pena la muerte en el mundo hoy, así puede considerar a otro solo hombre, que sea igual a Adán, responsable de cancelar el pecado del mundo y quitar de sobre el mundo de la humanidad nacido en condición pecaminosa la pena del pecado. Con un arreglo sabio y misericordioso de esa índole, la balanza de la justicia divina se equilibra perfectamente. Esto es algo que todos nosotros necesitábamos, y de esto es que se nos da seguridad en la Santa Biblia de Dios, en 1 Corintios 15:21, 22, con estas palabras: “Dado que la muerte es por medio de un hombre, la resurrección de los muertos también es por medio de un hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados.”
17. ¿De qué única manera podía producirse en la Tierra el igual de Adán, y, apropiadamente, a quiénes fue anunciado el nacimiento de ése?
17 ¡Qué maravilloso y económico arreglo resulta ser éste, y todo tan sencillo! Todo lo que necesitábamos era un solo hombre, el igual de Adán cuando estuvo en su perfección humana, sin pecado. ¿Cómo podía producirse tal hombre en la Tierra, puesto que absolutamente ninguno de nosotros los descendientes de la primera pareja humana nacía como el igual de Adán en su inocencia en Edén? El hombre que se necesitaba solamente podía ser provisto por un milagro de Dios el Todopoderoso. Este milagro divino sí aconteció hacia fines del primer siglo antes de nuestra era común. Resultó en que se presentara aquel a quien la Revelación llama repetidamente “el Cordero.” Aunque semejante a un cordero, éste resultó ser “el León que es de la tribu de Judá” y “la raíz de David.” Todo el testimonio de la Santa Biblia de Dios señala que éste fue Jesucristo, nacido en la ciudad de David, Belén, a principios del otoño del año 2 a. de la E.C. En excelente concordancia con el hecho de que llegó a ser como un cordero de sacrificio, su nacimiento fue anunciado por el ángel de Dios a testigos escogidos por Dios, a pastores que vigilaban sus rebaños de ovejas por la noche.—Luc. 2:4-18; Mat. 2:1-18.
18. Por la resurrección de entre los muertos, ¿de quién fue llamado Hijo este que había venido “de la descendencia de David”?
18 Todo esto fue, según lo llama el apóstol cristiano Pablo, “buenas nuevas . . . que él prometió en tiempo pasado por medio de sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, que provino de la descendencia de David según la carne, pero que con poder fue declarado Hijo de Dios según el espíritu de santidad mediante la resurrección de entre los muertos —sí, Jesucristo nuestro Señor.”—Rom. 1:1-4.
19. ¿En qué nivel fue declarado Jesús Hijo de Dios por la resurrección, pero qué había sido antes cuando estuvo en la Tierra?
19 Ahora bien, en cuanto a que uno fuera en sentido verdadero un hijo de Dios, pues, según la genealogía carnal de Jesucristo como se da en Lucas 3:23-38, Adán el primer hombre era “hijo de Dios.” Pero él desobedeció a su Padre celestial y murió y nos trajo pecado y muerte a todos. Todavía está muerto; no ha sido resucitado de entre los muertos. Perdió su condición de hijo de Dios. Pero Jesucristo ha sido resucitado en el nivel espiritual y así ha sido declarado de nuevo Hijo de Dios con poder mayor que el que tuvo en la Tierra. Pero hasta cuando estuvo en el nivel terrestre, y aunque nació como criatura humana carnal por medio de la virgen judía llamada María, Jesús fue Hijo de Dios. No hay razón para que pongamos en tela de juicio ese hecho. ¿Por qué no?
20. ¿Por qué no fue solo por su propio razonamiento en cuanto a los asuntos que Juan el Bautista testificó que Jesús era el Hijo de Dios?
20 En aquel tiempo las necesidades de la situación exigían que hubiera un “hijo de Dios” disponible en la Tierra. Jesucristo resultó ser el necesario Hijo de Dios. Cuando alcanzó desarrollo completo a la edad de treinta años, fue bautizado en agua por Juan el Bautista, el hijo de un sacerdote judío llamado Zacarías. ¿Quién era Jesucristo, según la declaración que Juan hizo en público? Juan el Bautista dijo a sus discípulos que Jesucristo era el Hijo de Dios. Juan no sabía esto solo por su propio razonamiento en cuanto a los asuntos. ¿Por qué no? Porque inmediatamente después de haber bautizado a Jesús, Juan oyó que la voz de Dios dijo desde el cielo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mat. 3:13-17; Mar. 1:9-11; Luc. 3:21, 22) Por eso, en público, Juan dijo: “Yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”—Juan 1:34.
21. ¿Por qué no pudo Jesús haber tenido un padre humano, carnal, pero quién confesó que era el Padre de él?
21 Sin embargo, la condición de hijo de Dios en que se hallaba Jesús no comenzó al nacer él como criatura humana por medio de María, la virgen judía. Puesto que Jesús nació de una virgen que no había tenido relaciones sexuales con un descendiente masculino de Adán, Él no pudo haber tenido un padre humano, carnal. Ningún ángel fue su padre, porque María no tuvo relaciones sexuales con un ángel materializado como en el caso de las madres de aquellos notorios nefilim de los días de Noé el constructor del arca. (Gén. 6:1-4) El ángel Gabriel, que se le apareció a María y le explicó que de manera milagrosa ella llegaría a ser la madre de Jesús, no fue el padre del hijo primogénito de María. (Luc. 1:26-38; Mat. 1:18-25) Hoy la ciencia moderna quizás dispute el que Jesús haya tenido un nacimiento virginal, alegando que es imposible, pero el ángel Gabriel removió de la mente de María toda posible pregunta al decir: “Con Dios ninguna declaración será una imposibilidad.” (Luc. 1:37) Por consiguiente, Dios confesó delante de todo el universo que era el Padre del infante Jesús de la línea de David.
22. ¿Cómo indican las palabras de Juan y las de Jesús en oración a Dios que Jesús había sido Hijo de Dios en el cielo?
22 Todo eso es cierto, pero ¿fue el nacimiento de Jesús en Belén-Judá el comienzo de su existencia como Hijo de Dios? ¡No! Juan el Bautista, quien nació unos seis meses antes de Jesús, dijo en público lo siguiente acerca de Jesús, a quien había bautizado: “¡Mira, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Este es aquel de quien dije: Detrás de mí viene un varón que se me ha adelantado, porque existió antes que yo.” (Juan 1:29, 30) Pues bien, puesto que Jesús no existió como hombre en la Tierra antes de Juan el Bautista, ¿dónde había existido antes de Juan? Fue arriba en el cielo. Allí había existido como Hijo de Dios. Allí estuvo en contacto y asociación personal con su Padre celestial. Por esta razón fue que, en la noche antes de que él muriera como mártir fuera de los muros de Jerusalén, dijo en oración a su Padre celestial: “Yo te he glorificado sobre la tierra, habiendo terminado la obra que me has dado que hiciese. Así es que ahora, Padre, glorifícame al lado de ti mismo con la gloria que tenía al lado de ti antes que el mundo fuese.”—Juan 17:4, 5.
23. ¿Desde dónde fue que Dios envió su Hijo al mundo, y cómo?
23 Por eso, el que llegó a ser Jesucristo, “el Cordero de Dios,” había existido como Hijo de Dios al lado de su Padre celestial en la región invisible de los espíritus. Por lo tanto, para llegar a ser el Hijo humano de Dios con el nombre de Jesucristo, tuvo que dejar que el Dios Todopoderoso le transfiriera la vida desde el cielo al óvulo humano en el cuerpo de la virgen judía. De esta manera Dios continuó siendo su Padre cuando él nació en Belén. Solo pudo haber sido del cielo que Dios transfirió la vida de su Hijo milagrosamente y de esa manera “envió” a su Hijo, tal como Jesucristo le dijo al gobernante judío Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo [de la humanidad] que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para que juzgara al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de él.”—Juan 3:16, 17.
24. ¿Por qué necesitamos al Hijo de Dios como “el Cordero”?
24 De esta manera vemos que Dios proveyó el un solo hombre que necesitábamos para nuestra salvación eterna, el un solo hombre que era igual a Adán durante la perfección y condición sin pecado de éste en el Jardín de Edén. Solamente este hombre podía ofrecerse a Dios para ser sacrificado como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) Puesto que esto incluye nuestro pecado, lo necesitamos.