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  • ¿Se rige por principios, o por la opinión popular?

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  • ¿Se rige por principios, o por la opinión popular?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
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  • Presiones para conformarse
  • La mayoría puede equivocarse
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  • Cuando todo el mundo haga lo correcto
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/10 págs. 26-28

¿Se rige por principios, o por la opinión popular?

MIENTRAS participaba en un evento deportivo, Norihito, que cursaba el sexto grado, de repente se vio ante un dilema. A todos los estudiantes se les pidió que participaran en una ceremonia patriótica. ¿Debería unirse a sus compañeros en lo que parecía un protocolo de rutina?

Norihito había aprendido en la Biblia que es incorrecto tomar parte en un acto de adoración a un dios que no sea Jehová. (Éxodo 20:4, 5; Mateo 4:10.) Sabía también que los cristianos deben ser neutrales con relación a los asuntos políticos del mundo. (Daniel 3:1-30; Juan 17:16.) Por consiguiente, aunque sus condiscípulos lo presionaron para que participara, permaneció en su lugar con valor y respeto. ¿Qué hubiera hecho usted en una situación como esa?

El hombre tiene conciencia de grupo

Las Escrituras indican que Dios creó a los humanos como seres sociables que disfrutaran del compañerismo y del trabajo en equipo. El deseo de estar con compañeros, de ser aceptado, de pertenecer a un grupo, es natural. Ese tipo de sentimientos hacen la vida más placentera, y contribuyen a que nuestras relaciones con los demás sean pacíficas y armoniosas. (Génesis 2:18; Salmo 133:1; 1 Pedro 3:8.)

La conciencia innata de grupo se refleja, incluso en nuestro tiempo, en la importancia que algunas culturas dan a la conformidad. A los niños japoneses, por ejemplo, se les enseña desde sus primeros años a tener conciencia de las decisiones de la mayoría y a conformarse a estas. Su herencia cultural les enseña que uno de sus principales deberes es estar en armonía con la comunidad. Edwin Reischauer, ex embajador de Estados Unidos en Japón y buen observador de los modales japoneses, dijo: “Los japoneses están mucho más dispuestos que los occidentales a trabajar en equipo”. Después añadió: “En los aspectos en que los occidentales por lo menos hacen alarde de independencia e individualismo, la mayoría de los japoneses se conforma con gusto al modo de vestir, de comportarse, de vivir e incluso de pensar del grupo”. No obstante, el deseo de amoldarse a los demás no es exclusivo del carácter japonés. Es universal.

Presiones para conformarse

Aunque es recomendable hacer lo que esté a nuestro alcance para llevarnos bien con los demás, es peligroso conformarse ciegamente a lo que es popular. ¿Por qué? Porque lo popular va, con frecuencia, en contra de lo que es acepto a la vista de Dios. La Biblia nos asegura: “El mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19.) Satanás se vale arteramente de todos los medios a su alcance —el materialismo, la moralidad decadente, el prejuicio racial, la intolerancia religiosa, el nacionalismo, etcétera— para influir en las masas y apartarlas de Dios. Amoldarse a tales costumbres implicaría, en realidad, oponerse a Jehová Dios y a sus propósitos. Por ese motivo se aconseja a los cristianos: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. (Romanos 12:2.)

Los cristianos viven en este sistema de cosas, por lo que sienten la presión continua de conformarse a lo que es popular. Los jóvenes son especialmente vulnerables en este sentido. Su deseo de parecerse a los compañeros de escuela es muy intenso. Explicar a sus amigos por qué no participan en ciertas actividades exige verdadero valor. No obstante, el no hacerlo podría llevarlos a la ruina espiritual. (Proverbios 24:1, 19, 20.)

Los adultos también sienten esa presión en el trabajo. Tal vez se espere que tomen parte en algunas actividades sociales después de las horas de trabajo o en ciertos días festivos. Si rehúsan, quizás den la impresión de ser personas hurañas y poco sociables que crean un ambiente laboral difícil. Es posible que algunos se sientan presionados a trabajar horas extraordinarias solo porque los demás lo hacen y esperan lo mismo de ellos. Conformarse en esos asuntos sería peligroso en sentido espiritual e impediría que cumpliera con sus otras obligaciones. (1 Corintios 15:33; 1 Timoteo 6:6-8.)

Las presiones para conformarse no se limitan a la escuela o el trabajo. Una madre cristiana cuenta que en cierta ocasión se retuvo de disciplinar a su hijo, aunque era obvio que lo necesitaba, sencillamente porque pensó que las otras madres que se hallaban presentes se molestarían. (Proverbios 29:15, 17.)

La mayoría puede equivocarse

La Biblia nos da consejo claro en lo que se refiere a dejarse guiar por la opinión popular. Por ejemplo, a la nación de Israel se le dijo: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos; y no debes testificar en cuanto a una controversia para desviarte con la muchedumbre a fin de pervertir la justicia”. (Éxodo 23:2; compárese con Romanos 6:16.) No siempre se hizo caso de este consejo. En cierta ocasión, poco después de salir de Egipto, estando ausente Moisés, algunos individuos influyeron en Aarón y en el pueblo para que hicieran un becerro de oro y lo adoraran en una “fiesta para Jehová”. El pueblo comió y bebió, y se divirtió cantando y danzando mientras hacían sacrificios al becerro de oro. Como resultado de aquella acción licenciosa e idólatra, se ejecutó a tres mil cabecillas del pueblo. Pero además Jehová plagó a muchos otros que irreflexivamente habían seguido a la muchedumbre. (Éxodo 32:1-35.)

Otra ocasión en que se siguió a la mayoría ocurrió en el siglo I, con relación a la muerte de Jesucristo. Muchas personas se dejaron persuadir por los guías religiosos llenos de envidia, y unieron sus gritos a los que exigían la muerte de Jesús. (Marcos 15:11.) Cuando Pedro les señaló su error en el Pentecostés que siguió a la resurrección y ascención de Jesús, muchos “se sintieron heridos en el corazón”, y comprendieron lo que habían hecho por seguir a la mayoría. (Hechos 2:36, 37.)

La superioridad de los principios bíblicos

Como se desprende claramente de estos ejemplos, seguir a ciegas la opinión popular puede traer graves consecuencias. ¡Cuánto mejor es seguir los principios bíblicos y dejar que estos guíen nuestra vida! “Como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes”, dice Jehová. (Isaías 55:9.) Una y otra vez ha quedado probado que seguir los caminos de Jehová en cuestiones de moralidad y relaciones humanas —de hecho, en todas las decisiones de nuestra vida—, es mucho mejor que dejarse llevar por la opinión popular. Es la clave para una vida más feliz y más sana.

Note, por ejemplo, la experiencia que vivió Kazuya. Aunque había estudiado la Biblia por algún tiempo, seguía dejándose llevar por la opinión popular; buscaba las riquezas y el éxito. Para agradar a sus jefes y tener la aprobación de sus compañeros de trabajo, solía ir de parranda con ellos hasta primeras horas de la madrugada. Se hizo exigente, intolerable e irritable. Su modo de vivir desequilibrado le provocó en poco tiempo una apoplejía que lo dejó parcialmente paralizado. Mientras se recobraba en el hospital, tuvo la oportunidad de reflexionar sobre lo que había aprendido en la Biblia y sobre su modo de vivir. Decidió que ya era tiempo de comenzar a poner por obra lo que había aprendido. Renunció al cargo de gerente y buscó otras amistades. También se esforzó por vestirse de la personalidad cristiana y corregir su punto de vista sobre el valor de las cosas materiales. En consecuencia, sus valores cambiaron, y su estado de salud mejoró. Finalmente, dedicó su vida a Jehová y se bautizó.

Para transitar con éxito por el sendero impopular, es necesario conocer los principios que lo señalan y creer firmemente que son correctos. Lo que le sucedió a Masaru confirma este hecho. Cuando cursaba el sexto año de la escuela primaria, sus compañeros lo propusieron como candidato a presidente del consejo estudiantil. Algo avergonzado recuerda que, por no entender plenamente los principios bíblicos implicados, no fue capaz de explicar a sus compañeros de clase por qué no podía buscar un cargo político. El temor al hombre le impidió revelar que era cristiano. Todo lo que pudo hacer fue agachar la cabeza y repetirse en llanto: “No puedo hacerlo”.

Esta penosa experiencia lo motivó a investigar por qué los cristianos no participan en actividades políticas. (Compárese con Juan 6:15.) Tiempo después, cuando cursaba la secundaria, se presentó una situación parecida. Sin embargo, esta vez estaba preparado para explicar su postura al maestro. Este dio por buena su explicación, y también varios de sus compañeros, quienes le hicieron preguntas respecto a sus creencias bíblicas.

Cuando todo el mundo haga lo correcto

En el nuevo mundo venidero, bajo el reinado de Cristo, deberemos seguir el derrotero de la mayoría. Mientras tanto, hemos de tener cuidado de no conformarnos a lo que es popular. Podemos derivar ánimo de la exhortación de Pablo: “Porque tenemos tan grande nube de testigos que nos cerca, quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”. (Hebreos 12:1.)

¿Qué hará usted cuando tenga que afrontar pruebas y desafíos? ¿Cederá al temor al hombre y, dándose por vencido, hará lo que es popular? ¿O confiará en la Palabra de Dios, la Biblia, y seguirá sus principios? Seguir este último derrotero no solo le beneficiará ahora, sino que le dará la perspectiva de contarse entre los que “mediante fe y paciencia heredan las promesas”. (Hebreos 6:12.)

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