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Contemplemos al Hacedor de cosas maravillosasLa Atalaya 2001 | 15 de abril
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¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras, o quién colocó su piedra angular[?]” (Job 38:4-6.)
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Contemplemos al Hacedor de cosas maravillosasLa Atalaya 2001 | 15 de abril
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Comparando la Tierra a un edificio, Dios preguntó: “[¿]Quién colocó su piedra angular[?]”. Sabemos que nuestro planeta está a la distancia exacta del Sol para que la vida sea posible en él. También tiene el tamaño preciso. Si fuera mucho mayor, el hidrógeno quedaría atrapado en la atmósfera, y la Tierra sería inhabitable. Es obvio que alguien “colocó su piedra angular” en el debido lugar. ¿Debía atribuirse el mérito a Job? ¿Acaso a nosotros? ¿O a Jehová Dios? (Proverbios 3:19; Jeremías 10:12.)
¿Qué hombre tiene las respuestas?
12. ¿En qué nos hace pensar la pregunta formulada en Job 38:6?
12 Dios también preguntó: “¿En qué han sido hundidos sus pedestales con encajaduras[?]”. ¿No es esta una buena pregunta? Seguramente estamos familiarizados con un concepto desconocido para Job: la gravedad. La mayoría de nosotros entendemos que la fuerza de la gravedad de la enorme masa del Sol contribuye a que la Tierra se mantenga en su lugar, como si tuviera pedestales con encajaduras sólidamente hundidos. Ahora bien, ¿sabe alguien qué es en sí la gravedad?
13, 14. a) ¿Qué debe reconocerse sobre la gravedad? b) ¿Cómo debemos reaccionar ante la situación que pone de relieve Job 38:6?
13 Un libro reciente titulado The Universe Explained (El universo explicado) admite que ‘la gravedad es la fuerza de la naturaleza más conocida y, no obstante, la menos entendida’. El libro prosigue: “Parece que la fuerza de la gravedad se desplaza instantáneamente por el espacio vacío, sin ningún medio obvio para ello. Sin embargo, en los últimos años, los físicos han empezado a teorizar que la gravedad podría viajar en ondas compuestas de partículas llamadas gravitones [...]. Pero nadie tiene la certeza de su existencia”. Pensemos en lo que esto significa.
14 La ciencia ha progresado mucho durante los tres mil años transcurridos desde que Jehová planteó esas preguntas a Job. Sin embargo, ni nosotros ni los mejores físicos podemos explicar completamente la gravedad, que mantiene la Tierra en su órbita, justo donde debe estar para que disfrutemos de la vida en ella (Job 26:7; Isaías 45:18). No decimos esto para indicar que todos debemos dedicarnos a estudiar con profundidad los misterios de la gravedad. Sin embargo, prestar atención a este aspecto, entre otros muchos, de las maravillosas obras de Dios debería influir en nuestro modo de ver al Creador. ¿Sentimos temor reverencial por su sabiduría y conocimiento, y comprendemos por qué debemos aprender más sobre su voluntad?
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